SACERDOCIO BAUTISMAL Y SACERDOCIO MINISTERIAL
Reflexiones y novedades
Guayaquil, Pedro Pierre, revisado en 2025.
TEMÁTICAS
1. El sacerdocio:
Un nuevo culto centrado en el Reino (2013).
2. El ejercicio del
sacerdocio bautismal en las CEBs (2017)
He aquí 2 reflexiones sobre el sacerdocio: una como
reflexión general y otra a partir de la experiencia de las Comunidades
Eclesiales de Base, de 2013. Pienso que se complementan y ayudan a entender las
preguntas y las novedades que existen actualmente en torno al ejercicio del
sacerdocio bautismal.
1ª
parte: EL SACERDOCIO, UN NUEVO CULTO CENTRADO EN EL REINO.
En
nuestra Iglesia católica la mayor crisis es la del sacerdocio. Hace
50 años, el Concilio Vaticano 2º destacó la importancia de volver a conocer al
Jesús histórico y su opción por los pobres. Además, esbozó una nueva manera de
entender y vivir el sacerdocio: reconoció la prioridad al sacerdocio común de
los bautizados sobre el sacerdocio ministerial ordenado, y puso éste al
servicio del primero. Pero no avanzó más. Entonces muchos sacerdotes se retiraron;
otros fueron expulsados por pedofilia; los seminarios se fueron vaciando y las
vocaciones sacerdotales declinaron sin que se vea un repunte. Por todas
partes las comunidades cristianas se quedan sin sacerdotes y sin
eucaristía…
Al
mismo tiempo los teólogos de todos los continentes se pusieron a
reflexionar: ¿qué sacerdotes queremos para qué Iglesia? En
América Latina, la Conferencia Episcopal Latinoamericana que se reunió en
Aparecida, Brasil, 2007, insistió en que la Iglesia necesitaba de un “fuerte
remesón”, debía emprender la reforma de las parroquias y
fomentar por todas parte una gran misión continental, confirmaba
la validez de las Comunidades Eclesiales de Base e invitaba a
los obispos a promoverlas en sus diócesis. No se puede decir que estas
orientaciones encontraron un gran eco, lastimosamente… En cuanto a los
teólogos, ¿qué nos dicen?
A.
LA GRAN TAREA DE JESÚS FUE HACER ACONTECER EL REINO
Ya
no se discute que la misión de Jesús fue el Reino y que el mayor empeño de la
Iglesia, siguiendo a su Maestro, es también el Reino. Pero las estructuras
todavía no han cambiado mucho: las parroquias siguen iguales que anteayer y los
seminarios donde se forman los sacerdotes también.
1.
El
Antiguo Testamento se centró en el culto y el cumplimiento de la ley
-
Al
principio, en tiempos de los Patriarcas y las Matriarcas, quienes ejercían la
función sacerdotal era los jefes de familias. Lo vemos
con Abraham y Sara, Isaac y Rebeca, Jacob y Raquel… Esa tradición no se
perderá.
-
Luego
al organizar Moisés el pueblo que había rescatado de Egipto, el ejercicio del
sacerdocio fue confiado a la tribu de Leví, de la que
Moisés y Aarón eran parte. Ellos se encargaron de cuidar las tablas de la Ley
del Sinaí, celebrar las maravillas de Dios, quemar sacrificios de animales y
ayudar a seguir los pasos de la Alianza con Dios.
-
El
exilio en Babilonia durante más de 50 años trajo una nueva esclavitud sin la
posibilidad de continuar como pueblo, sin templo, sin sacerdotes… Al regresar
en Palestina, fueron los sacerdotes que reorganizaron
el país y reconstruyeron la capital Jerusalén y el templo. A pesar de las
muchas resistencias, se creó una clase sacerdotal y
un culto centrado en la pureza de
sangre y el cumplimiento estricto de la ley de Moisés. La
mayoría de la gente del campo, muy pobres, no podían cumplir con todos estos
requisitos y fueron marginados y despreciados por la clase sacerdotal
dirigente.
2.
Con
Jesús el proyecto de Dios se centra en la fraternidad universal
-
Jesús
era un campesino pobre de una región marginal. Se sintió llamado a ser profeta
itinerante a cargo de la construcción del Reino de Dios. Y de
hecho comenzó a establecerlo entre los pobres de su región y de su país: Haciendo
comunidades, ellos iban a ser los mejores obreros del Reino, con el apoyo de
sus apóstoles y discípulos, varones y mujeres indistintamente.
-
Jesús
no vino para reformar la religión judía ni su culto, sino darles un giro
totalmente nuevo. Para él, a partir de presentar Jesús a un Dios padre y madre,
el amor era el centro de todo, insistía a vivir y promover Comunidades al
servicio de la construcción del Reino. “Busquen primero el Reino de
Dios; lo demás vendrá por añadidura” (Mateo 6,33). El culto que
quiere Dios es que seamos un pueblo fraternal que contagie todos los demás
pueblos: “Ofrézcanse como un culto agradable a Dios” dice
Pablo a los Romanos (12,1): toda la vida tiene que ser esa pasión por la
fraternidad que se va ofreciendo personal y colectivamente a Dios.
-
De
alguna manera desaparecieron el sacerdocio judío y el culto de los
sacrificios. En el Nuevo Testamento ni Jesús ni los apóstoles son
llamados sacerdotes, ni se los ve celebrar la ‘fracción del pan’. Si la carta a
los Hebreos reconoce a Jesús el título de “sumo sacerdote” fue porque su vida y
su muerte fueron una ofrenda agradable a Dios: el Reino se había inaugurado en
la práctica de Jesús. Los apóstoles y demás seguidores de Jesús iban a ser los
nuevos encargados de continuar su obra.
-
En las
primeras comunidades, la fracción del pan era, por una parte,
el recuerdo de la última Cena, símbolo del compartir que crea la fraternidad y
la comunión con Dios, y, por otra, el compromiso de continuar la tarea de Jesús
hasta las últimas consecuencias. Quienes eran los encargados de presidir dicha
celebración, eran, como en tiempos pasados, los jefes de familias, varones
y mujeres indistintamente.
-
Con
las últimas cartas atribuidas a Pablo, se percibe la presencia de dirigentes
sacerdotales de comunidades: diáconos, presbíteros y obispos. Con
la asimilación al imperio romano en el siglo 4, pasaron a formar una nueva
clase sacerdotal que se inspiró del Antiguo Testamento y de los cultos de la
religión romana. Se rompía la tradición de Jesús contrario al ejercicio de
un poder dominador, a la aceptación de privilegios personales,
a la organización de una jerarquía alejada de los demás
bautizados, a la celebración de un culto centrado en su
‘sacrificio’ en la cruz y a la necesidad de intermediarios obligados
para relacionarse con Dios…
-
Así la
Iglesia se fue alejando del proyecto del Reino para conformar una Iglesia con
una élite ‘poderosa’ -el clero- que dominaba y tenía nuevas leyes: el derecho
canónico copiado del derecho imperial romano. El culto regresaba a ser
el de los sacerdotes judíos del Antiguo Testamento: el perdón de
los pecados mediante la ‘repetición’ simbólica del sacrificio de Jesús en la
cruz. Desaparecía la solidaridad de Jesús como consecuencia de su opción
por los pobres, hasta ser tratado como los más rebeldes con su
asesinato en una cruz, castigo de los desobedientes a las leyes judías e
imperiales.
Conclusión: Eso se llamó ‘la cristiandad’ que iba a durar hasta el Concilio Vaticana
2°… y que perdura hasta nuestros días, porque las grandes orientaciones del
Concilio no fueron aplicadas… menos en América Latina donde, a partir de
Medellín, los Documentos de las Conferencias Episcopales, confirmaron las Comunidades Eclesiales de Base que se conformaron con otros grupos afines
en la Iglesia de los Pobres de América Latina, soñado por el papa Juan
23.
B.
LA CENTRALIDAD DEL REINO EXIGE UN NUEVO SACERDOCIO
Para volver a la tradición de Jesús y de las primeras
Comunidades cristianas, hay que retomar y profundizar las orientaciones del
Concilio Vaticano 2º: lo absoluto del Reino, la primacía del sacerdocio
colectivo de los bautizados, la construcción de la fraternidad, las Comunidades
que se ofrecen como nuevo culto agradable a Dios.
Desde 2015, el papa Francisco se empeñó a poner en
marcha la ‘sinodalidad’, para lograr más corresponsabilidad en la
Iglesia, para sustituir el clericalismo, el autoritarismo y el legalismo por la
igualdad entre todos los bautizados, el acceso de ellos a la toma
colectiva de decisiones y una pastoral centrada en la misión.
El punto de partida de esta transformación personal,
colectiva y estructural de la Iglesia es el bautismo en una Iglesia
‘Pueblo de Dios’, o sea, comunidad al servicio del Reino. Eso es la
consecuencia de la unción crismal.
1.
“Eres
profeta, sacerdote y rey-pastor”
a)
Al ser ungido como ‘profetas, sacerdotes y reyes pastores’ en el día de
nuestro bautismo, se
nos trazó el camino correcto.
-
Somos ‘profetas’,
individual y colectivamente, cuando proclamamos, en palabras de vida y de
verdad y en los hechos, denuncias de lo que destruye el Reino y anuncio de todo
lo que lo construye.
-
Somos ‘sacerdotes’,
individual y colectivamente, cuando participamos de todas las ofrendas que hacemos
personalmente, en grupos y en pueblos que celebran delante de Dios su
fraternidad alegre.
-
Somos ‘reyes-pastores’,
Individual y colectivamente, cuando nos constituimos en asociaciones,
comunidades y sociedades vivas, equitativas, participativas, creativas y
solidarias de una humanidad reconciliada entre sí, con los demás, con la
naturaleza y con Dios.
b)
Nos consagramos sacerdotes y sacerdotisas de nuestro pueblo, sin poder ni privilegios, cuando nos
dedicamos a cumplir con el mandato de Jesús que nos ha encomendado la tarea
irrenunciable de construir y ofrecer el Reino de Dios.
2.
Todos
somos sacerdotes como Jesús
a)
Como
Iglesia somos el ‘Cuerpo sacerdotal’ de Jesús, es decir
su presencia concreta, su continuidad real y su ampliación sacramental.
b)
Puede
ser que unos y unas sean encargados, más
específicamente y por un tiempo, de esta dimensión sacerdotal, pero no pueden
ser detentores de poderes exclusivos ni de privilegios de clase ni ser
intermediarios obligados para relacionarnos con Dios. Eso era la Antigua
Alianza que terminó con Jesús. Con Jesús, se sirve a Dios ‘en espíritu y en
verdad’ (Juan 4,23).
c)
Si las
Comunidades nombran personas para ejercer un servicio sacerdotal, se encargarán
de lo que nos dejaron las primeras comunidades al
realizar la fracción del pan y continuar este compartir en toda la vida:
-
Anunciar
que la muerte de Jesús fue su máxima solidaridad con el Reino comenzado a
partir de los pobres.
-
Recordar
la vida de Jesús como una ofrenda agradable a Dios, un acto sacerdotal único e
irrepetible.
-
Continuar
la obra del Reino como compromiso absoluto de los seguidores de Jesús.
-
Celebrar
la resurrección de Jesús y la presencia del Padre en nuestros pequeños y
grandes logros de nuestra existencia cotidiana.
-
Agradecer
a Dios por habernos elegido para tal noble tarea…
d)
Todos varones y mujeres estamos llamados a continuar la ‘fracción del
pan’ cuando:
-
‘Anunciamos
la muerte de Jesús’ en
todas las muertes injustas de los que trabajan por un mundo de fraternidad, de
justicia y de fe;
-
‘Proclamamos
la resurrección de Jesús’
tanto en las personas, los grupos y los pueblos que nacen a una vida nueva como
en la naturaleza respetada, defendida y promovida como se lo merece;
-
‘Invocamos
a Jesús’ para que siga
animando desde dentro la entrega generosa de la vida hasta la muerte, el
crecimiento en dignidad, valentía y alegría de los creadores de una nueva
humanidad, o sea, el Reino que avanza hacia su plenitud.
“Conocemos a Dios al partir el pan y Dios nos conoce
en el partir del pan”, el pan eucarístico, el pan de la amistad y el pan de la
mesa.
CONCLUSIÓN
Ese es la clase de sacerdotes, de seguidores, de
pueblo y de Humanidad que quiere Dios. Eso fue el ejemplo y el camino de Jesús:
ser un Reino de fraternidad universal en nombre de Dios padre y Madre. Nos toca
continuarlo individual y colectivamente… con la fuerza del Espíritu. Como Jesús
somos sacerdotes de Dios y de nuestro Pueblo. Ese es el culto inaugurado con
Jesús en la Nueva Alianza y ofrecido en la cruz. Somos los herederos dichosos
de tal proyecto humano y divino a la vez. No se detendrá porque tiene la fuerza
de Dios.
2ª
parte: EL EJERCICIO DEL SACERDOCIO BAUTISMAL EN LAS CEBs
Voy a hacer una reflexión sobre el ministerio
sacerdotal en las CEBs. Pues, la crisis en nuestra Iglesia proviene
principalmente de las actuales formas de ejercer el ministerio sacerdotal. Al
participar de las CEBs, hemos descubierto, los sacerdotes, otra manera de vivir
este servicio, aprendiendo a ser uno más que tiene mucho que aprender de sus
propias hermanos y hermanos. La CEBs son sacramento del Reino tanto en la
Iglesia como en la sociedad: germen y semilla de la Iglesia de los pobres y de
una sociedad más fraterna, justa y cuidadora de la vida. Juntos con los
miembros de las CEBs somos sacerdotes del Dios de la Vida.
Pregunto:
¿puede nacer desde las CEBs un nuevo tipo de sacerdote que
viva de otra manera su sacerdocio y ejerce con nuevas expresiones los
sacramentos de la Eucaristía y el perdón?... que los seglares no pueden
ejercer hasta aquí. A partir de mi experiencia, doy una respuesta positiva que
voy a explicar.
Entiendo
que me meto en un terreno movedizo y ciertamente polémico… pero pienso que mis
reflexiones no son las primeras ni mis experiencias las únicas. Juntos estamos
abriendo caminos para toda la Iglesia, para el servicio del Reino y la mejor
gloria de Dios, abiertos al ecumenismo y a las riquezas de las demás religiones.
A.
LA CRISIS SACERDOTAL
1.
Antecedentes
a)
Jesús fue un laico. La carta a los Hebreos lo reconoce sacerdote y sumo sacerdote
porque toda su vida fue un acto sacerdotal cuya culminación fue su entrega en
la cruz. Jesús fue ‘sacerdote’, no a la manera de los sacerdotes de su época,
sino a la manera de Melquisedec, “sacerdote del Altísimo y rey de Salén”
(Jerusalén) que ofreció a Abraham “pan y vino” al que el mismo Abraham le
pagaba tributo (Génesis 14,19-20).
b)
En Hechos y las Cartas, no aparece la palabra ‘sacerdote’ aplicada a los ministros cristianos:
no podían identificarse con los sacerdotes del templo que habían colaborado con
la muerte violenta de Jesús, es decir su asesinato. Aparece más bien el
sacerdocio en su dimensión comunitaria (1 Pedro 2,9-10) y con el calificado de
‘presbíteros’ (como en el Concilio Vaticano 2°) en la trilogía
obispos-presbíteros-diáconos de las tardías ‘Cartas pastorales’.
c)
El Concilio Vaticano 2° aparece la novedad que el primer sacerdocio es
el de los bautizados, el “sacerdocio común de los fieles” como se lo llama, y
no el sacerdocio ordenado. Y se indica que este sacerdocio ministerial u
ordenado está al servicio del sacerdocio de los bautizados como su garante o
garantía. Como sacerdotes ordenados somos la expresión sacramental visible, la
confirmación del sacerdocio común de los fieles… y lastimosamente su
sustitución. Se trata de devolverles su sacerdocio.
2.
Las
desviaciones sacerdotales actuales de los ministros ordenados.
a)
En vez de servicio, el sacerdocio ordenado ha pasado a ser un poder dominador y
en muchos casos una dictadura, en particular en las parroquias. Lo vivimos en
carne propia como CEBs perseguidas
b)
En vez de igualdad, el sacerdocio ministerial se ha vuelto separación: de
un lado los fieles y del otro el clero, formando una división y oposición bien
poca evangélica.
c)
En vez de ser una evangelización liberadora al servicio del Reino, el ministerio
sacerdotal se ha vuelto en la mayoría de los casos el gran negocio de
los sacramentos y de la religiosidad popular, que copa todo el tiempo de la
mayoría de los sacerdotes.
d)
Al tener la exclusividad de la Eucaristía y del perdón, el sacerdocio ha incursionado en lo sagrado y
lo mágico. El sacerdote tiene la capacidad exclusiva de transformar el pan
y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo… cuando es más bien la invocación
al Espíritu Santo que hace posible tal ‘consagración’. Y se crea el espacio de
lo sagrado opuesto a lo profano, como si hubiera 2 niveles en la creación: este
mundo y, aparte, otro mundo. Hay un solo mundo, una sola historia de la
salvación y todo es sagrado porque todo es (menos la maldad) presencia de Dios.
e)
En cuanto al perdón, tiene una historia tumultuosa desde la práctica
de las primeras comunidades, el invento de la confesión individual con los
monjes irlandeses y los confesionarios del siglo pasado (y todavía del actual).
“Confiésense unos a otros sus pecados”, decía Santiago (5,16) …
f)
No hablaremos del celibato sacerdotal, invención eclesiástica del principio del 2°
milenio y que aparece ahora no solamente bastante fuera de foco sino
totalmente desvaluado con los escándalos de pederastia y
homosexualidad sacerdotales.
Conclusión: Con tal ejercicio del sacerdocio hemos regresado,
gracias al emperador Constantino del siglo 4, al sacerdocio del Antiguo
Testamento que Jesús no asumió, ni tampoco los autores del Nuevo Testamento, ni
las primeras Comunidades cristianas.
B.
UNAS EXPERIENCIAS “SACERDOTALES” EN LAS CEBs DE NICARAGUA
1.
‘Ministros
de la fracción del pan’.
a)
La
expresión es mía y de ahora, pero se refiere a unas prácticas
‘sacramentales’ que se hicieron costumbre en la parroquia de
Nicaragua (y en otros países), donde estuve durante 8 años en el Vicariato de
Bluefields, en la Costa del Caribe.
b)
Era una parroquia inmensa: 130,000 habitantes organizados en unas 130
comunidades con su capilla y sus ministros, cuyo centro urbano tenía unos
15,000 habitantes. Era el único sacerdote con 4 religiosas y 4 diáconos y
unos 3,000 ministros o servidores. Los ministerios o servicios
eran 23 diferenciados… Los ministerios, la mayoría en equipo, se repartían en
‘eclesiales, sociales y cívicos’…
c)
Todas la Comunidades se reunían cada domingo y preparaban los
sacramentos. En
la ciudad había 8 sectores animados por un equipo de
ministros. Luego se podía visitar en carro a unos 30 poblados con
sus equipos de ministros. Finalmente visitaba una vez al año, a caballo, a pie
o en bote unos 90 caseríos igualmente con sus equipos de ministros que
se reunían todos los domingos y preparaban los sacramentos.
d)
En las Comunidades nació la necesidad de celebrar los principales días
de la Semana Santa y
en particular la cena del jueves santo. ¿Cómo hacer?
Respuesta: ¿Cómo hiciera Jesús si estuviera hoy? Con los elementos comunes de
una comida de fiesta: chicha y tortilla o café y pan de yuca… ¿Qué decir?
Recordar lo que dijo e hizo Jesús… recordar también las comidas de hacían
nuestros antepasados mayas… recordar todas nuestras comidas… e incluir el
lavatorio de los pies. ¿Quién va a presidir? El responsable del equipo
encargado de las celebraciones dominicales…
e)
Y así se comenzó a hacer la celebración de la Cena del
Señor… no sólo en
Semana Santa, sino también en momentos especiales de la Comunidad: la Navidad,
la fiesta de la Comunidad, el aniversario de su fundación… con un folleto
orientador. Al comunicar esto al obispo, no hizo ningún comentario: dejó hacer
porque todo el Vicariato era organizado en una línea pastoral liberadora con
miras a y desde las CEBs.
f)
La siguiente pregunta es también una afirmación: ¿No será esto el inicio del ejercicio
bautismal del ministerio sacerdotal desde los laicos de las CEBs? Sí,
es una nueva forma de sacerdocio reconocido, ‘ordenado’, confirmado y una nueva
forma de celebrar la Eucaristía: Es el ejercicio del sacerdocio bautismal.
2.
El
ministerio del perdón
a)
¿Y los que quieren sentir el perdón de Dios? Varias veces, en la misma parroquia, frente
a la imposibilidad mía de atenderlos, unos agonizantes o enfermos
graves pidieron reunirse con el equipo de ministros de la Comunidad
para pedir perdón y para que les perdonen o
les hagan ‘sentir el perdón de Dios’.
b)
La doble celebración del perdón y de la unión de los enfermos. ¿Cómo hacer, qué decir, por quiénes?
Resultado: La decisión de hacer una celebración de la palabra con tema del
perdón por un “equipo de reconciliación”, la ‘confesión’ del agonizante o
enfermo grave, el perdón del equipo imponiendo juntos las manos y rezando el
final del ‘yo confieso’, la unción con el óleo de los enfermos por el animador
de dicho equipo… Esta práctica se multiplicó rápidamente. Al enterrarse el
obispo dijo: “Esto está prohibido por el Vaticano”. Respuesta: “Bueno,
monseñor, usted se lo dirá personalmente al consejo parroquial”. El obispo
nunca se lo dijo y, por lo mismo, siguió la celebración.
c)
Pregunta con respuesta afirmativa: ¿No será esto el inicio de una nueva manera de
vivir el sacramento del perdón y de la unción de los enfermos?
C.
EL CASO DE LA RELIGIOSIDAD POPULAR
En América Latina, la religiosidad popular tiene un
sinnúmero de expresiones y manifestaciones… bien se puede decir con millones y
millones de personas. El Documento de Pueblo recalcó su importancia, invitó a
respetarla y purificarla al relacionarla con la Palabra de Dios y la
transformación personal y de la realidad.
1.
El
papa Juan Pablo 2ª
Recordemos primero lo que dijo el papa Juan
Pablo 2° en su visita al Perú (Cusco) en el año 1985: “La religiosidad popular
puede ser liberadora”.
2.
El
sacerdocio bautismal
Bien se puede mirar la religiosidad popular
como el espacio sacerdotal -bautismal, común- de los
seglares (pero cada vez menor por la invasión y el control ejercido por el
clero). Es el lugar donde se relacionan directamente con Dios (y donde Dios se
relacionan directamente con ellos), donde se presentan como “ofrenda agradable
a Dios” (Romanos 12,1), donde expresan su espiritualidad laical como profetas y
profecía, sacerdotes y sacerdocio, y reyes-pastores y reinado de Dios,
“bebiendo en su propio pozo” según la expresión de Gustavo Gutiérrez …
3.
¡Viva
la religiosidad popular liberadora!
El desafío de los sacerdotes ‘ordenados’ de
cómo combinar y unificar este ministerio sacerdotal con
la misión y la sinodalidad.
CONCLUSIONES
1.
Es
tiempo de dejar de pensar los sacramentos -en este caso, el
sacerdocio y el perdón- tales como existen actualmente.
2.
Hay
que valorizar la religiosidad popular a su justo precio con
todas sus implicaciones liberadoras y sacerdotales.
3.
Reafirmarnos
que las CEBs, como Iglesia de los Pobres, inventamos una nueva forma de
ser Iglesia en la base… sin ya imponer esto a todos los bautizados,
pero sí cuestionar con propuestas alternativas la actual situación
eclesiástica.
4.
Profundicemos
el sentido cristiano-evangélico del sacerdocio y del perdón,
desde las prácticas de las CEBs.
5.
Compartamos,
entre países latinoamericanos, las experiencias parecidas a
las 2 presentadas aquí.
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