domingo, 21 de junio de 2020

Breve presentación


LA  TEOLOGÍA  DE  LA  LIBERACIÓN  (TL)

Nació del despertar y de la fe de los pobres de América Latina.

Pedro Pierre, Guayaquil, 2019.


               En su primera formulación, la TL nació en América Latina: es una reflexión de la Iglesia católica latinoamericana que nació con el despertar de los cristianos pobres en los años ’60 del siglo pasado. En nuestro Continente las mayorías pobres son católicas. El despertar de los pobres, en los años ’60, se manifestó al buscar cómo sacudir el peso secular de la pobreza. Esto repercutió en la manera de vivir y expresar la fe cristiana y dio nacimiento a este movimiento teológico conocido como Teología de la Liberación.

A. EL DESPERTAR DE LOS POBRES Y SU REPERCUSIÓN CRISTIANA EN LOS AÑOS ’60.

1.      Signos de este despertar.
-        La revolución cubana triunfó en 1959. A pesar de que los cristianos no participaron mayoritariamente en esta revolución, esta despertó la esperanza de que era posible sacudir el yugo del imperialismo norteamericana y de las explotaciones nacionales en todo el Continente.
-        La pedagogía liberadora de Paulo Freire, brasileño, ayudó a estructurar este despertar de los pobres con sus métodos de educación popular: se experimentaron en toda América Latina. Fueron años de alfabetización en los sectores populares, sobre todo en la ciudad, que aprendieron a leer no sólo las ‘letras’ sino también su realidad. Aprendieron a ‘escribir’ su realidad.
-        El sindicalismo tuvo también su auge en esa época: la organización y las luchas unitarias fueron las maneras de obtener más derechos en los salarios, las condiciones de vida laboral y la participación en las decisiones empresariales que afectaban a los trabajadores.
-        Soplaban también vientos de reforma agraria en la mayoría de los países latinoamericanos.

2.      El Concilio Vaticano 2º abrió la Iglesia católica a la realidad mundial.
En el año 1961, el papa Juan XXIII convocó a obispos de todos los países católicos para reunirse en Concilio. El objetivo era actualizarse abriéndose al mundo y responder a los desafíos de la época. Este Concilio o reunión de los obispos, tuvo lugar en Roma en los años 1962 al 1965. Un grupo de obispos latinoamericanos tuvo la iniciativa de agruparse para reflexionar desde la realidad de sus países y hacer aportes colectivos en los debates conciliares; se llamaron ‘Obispos de la Iglesia de los Pobres’.
Los principales frutos del Concilio fueron los siguientes:
-        El abandono del latín en los actos litúrgicos,
-        La valoración del rol de los seglares en los trabajos pastorales,
-        La atención a los problemas contemporáneos, en particular la pobreza y el subdesarrollo,
-        Un mayor sentido colegial en la vida pastoral nacional y en la Iglesia en general,
-        El diálogo con las otras religiones cristianas -ortodoxos, anglicanos y protestantes- y no cristianas -musulmanes y asiáticas

3.      Repercusiones en las Iglesias latinoamericanas.
Ya en 1954, los obispos de América Latina se habían citado en Río de Janeiro, Brasil, para intercambiar experiencias y unificar criterios pastorales. Conformaron una organización llamada CELAM (Conferencia del Episcopado Latino Americano). Su impulsor era monseñor Manuel Larrain, de Chile (que, lastimosamente, falleció en 1966). El obispo más conocido de esa época fue Monseñor Helder Cámara, profeta de la Iglesia de los Pobres de Brasil.
A mediados de los años ’50, el despertar de los pobres se manifestó en la Iglesia por la creación, en la ciudad y el campo, de grupos cristianos populares de reflexión sobre la realidad a la luz de la Palabra de Dios. El fin era de unirse y organizarse, desde la fe y la Palabra de Dios, para alcanzar, por una parte, mejorías materiales y participación en la Iglesia. Era el comienzo de las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) en Brasil, con monseñor Antonio Fragoso.
En 1968, los obispos latinoamericanos decidieron reunirse para aplicar el Concilio Vaticano II en sus Iglesias. El CELAM asumió la propuesta y la reunión tuvo lugar en Medellín, Colombia. En esta reunión, se utilizó el método de trabajo de los Movimientos de Acción Católica. Fue el método utilizado en el mayor documento pastoral del Concilio: Alegría y Esperanza [Gaudium et spes]: partía de la realidad (ver); se la iluminaba con la Palabra de Dios y los Documentos Eclesiales (Juzgar o iluminar) y se sacaban pistas de trabajo (actuar).
Las principales conclusión del Documento de Conclusión de Medellín fueron las siguientes:
-        La pobreza no es casual: es el resultado de un empobrecimiento causado por un sistema económico, el capitalismo, cuyas estructuras fueron calificadas como ‘estructuras de pecado’.
-        Hay que tener una preferencia y una solidaridad con los pobres para ayudarles a ser los protagonistas de su propio desarrollo.
-        La Iglesia debe renovar sus actividades y sus estructuras para adaptarse a los tiempos actuales, en un espíritu de diálogo y de servicio.
-        Las CEBs son calificadas como muy adaptadas para la evangelización de los sectores pobres del campo y de la ciudad.

B. EL FLORECIMIENTO DE LA TL EN LA DÉCADA DE LOS ’70.

1.      La TL es el fruto de las Comunidades Eclesiales de Base.
Nacidas en Brasil, las CEBs se propagaron en todos los países de América Latina. En Ecuador su promotor fue Monseñor Leonidas Proaño, obispo de Riobamba. Comenzaron primero entre los Indígenas por los años 1970, luego en las ciudades -Riobamba, Guayaquil, Machala, Babahoyo- por los años 1975; luego en el campo y después en el mundo negro.
Sacerdotes y religiosas acompañaban este movimiento de las CEBs. En Ecuador, se creó en esa época, 1975, la CAP: Coordinación Nacional de los Agentes de Pastoral de la Iglesia de los Pobres (llamada luego CAPIP). En Perú, un sacerdote diocesano, el padre Gustavo Gutiérrez recogió en un libro estas experiencias de las CEBs y lo tituló: ‘La TL, Perspectivas, 1972’, porque se había descubierto que los cristianos pobres tenían su manera propia de:
-        Enfocar la realidad, en una perspectiva de liberación,
-        Leer la Biblia identificándose con las experiencias del Pueblo del Antiguo Testamento y de Jesús,
-        Ser solidarios entre pobres e integrarse en los Movimientos Populares,
-        Organizarse en Iglesia: iniciativas, ministerios, creatividad… desde una manera novedosa.
-        Entender la fe y los sacramentos de otra manera, más evangélica…

2.      Los ‘Padres de la Iglesia Latinoamericana’ y los teólogos de la liberación.
En la Iglesia Latinoamericana, entre los obispos, los años ’70 están marcados por grandes personalidades. Hemos hablado de Monseñor Helder Cámara en Brasil y de Monseñor Leonidas Proaño en Ecuador. Hay que citar también los monseñores Méndez Arceo en México, MacGraft en Panamá, Enríquez en Chile, Landázuri en Perú, Ruiz en Chiapas, México… Por medio de ellos y gracias a su compromiso por los pobres y sus escritos, son llamados los ‘Padres’ de la Iglesia Latinoamericana, o sea, los testigos referenciales de una Iglesia con rostro propio y de gran ascendencia universal.
Los años ’70 son también la época en que se profundiza tanto la renovación de la Iglesia desde los pobres como su impacto sobre la sociedad. Innumerables libros de sacerdotes y seglares, en particular mujeres, se van escribiendo por todos los países. Sus autores son los teólogos y las teólogas de la liberación. Los más conocidos son Leonardo Boff de Brasil, Jon Sobrino de El Salvador, Pablo Richard de Chile, Segundo Galilea de Uruguay, Enrique Dussel de Argentina, Ivonne Guevara de Brasil…

3.      La 3ª Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Puebla, México.
Todo esta renovación de la Iglesia latino americana culminó en una 4ª reunión del CELAM, en 1979, en Puebla, México. La reunión confirmó:
-        El protagonismo de las CEBs,
-        La opción de toda la Iglesia por las causas de los pobres,
-        La renovación estructural de la Iglesia por medio de los seglares,
-        La necesidad del compromiso político de los cristianos en la transformación social,
-        La valoración y los derechos de la mujer, ‘doblemente oprimida’…

C. LA ‘GUERRA’ A LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN
               Al mismo tiempo que crecían las CEBs y la TL, se desataba una doble guerra contra esta naciente Iglesia de los Pobres, tanto de parte de los gobiernos como de las autoridades más conservadoras de la Iglesia católica y en el mismo Vaticano.

1.      Los miles de mártires latino americanos.
Este despertar de los pobres fue calificado por el gobierno de Estados Unidos de ‘grave peligro’ para los países capitalistas del Norte. En esta Teología de la Liberación no sólo se denunciaba a estos gobiernos como los causantes del empobrecimiento de millones de personas, sino que la fe había pasado a ser una motivación para los cambios sociales que exigía tal situación. El papa Pablo 6° en 1975 animaba a toda la Iglesia a trabajar por la liberación de los pobres (carta encíclica ‘El Anuncio del Evangelio, 30).
El gobierno de EE.UU. decidió combatir la raíz de lo que calificaba como un ‘sublevamiento’ departe de los miembros de las CEBs y sus Agentes de Pastoral -obispos, sacerdotes, religiosas y animadores laicos- comprometidos con ellas. Desde los Estados Unidos, se organizó la represión con los famosos ‘Documentos de Santa Fe’ (California - análisis del ‘grave peligro’ de la TL) mediante la implementación de los regímenes dictatoriales militares en todo el Continente. Los más feroces fueron los de Pinochet en Chile, Geiser en Brasil, Videla en Argentina, Strossner en Chile, Duarte en El Salvador… Entre los desaparecidos y asesinados, figuran a unos 12 obispos: Monseñores Romero del El Salvador (1980), Angelelli de Argentina, Valencia de Colombia, Dalle de Perú, Gerardi de Guatemala… un centenar de sacerdotes y otro tanto de religiosas y miles de seglares y dirigentes populares.

2.      La intransigencia del fundamentalismo católico.
Este despertar y protagonismo de los pobres no fueron aceptados por los sectores más conservadores de la Iglesia que se esforzaron de marginarlos y combatirlos:
-        Se condenó la violencia de los pobres sin denunciar la violencia de un sistema que los produce y los multiplica,
-        Se buscó desviar el sentido de la opción por los pobres y asimilarla al marxismo,
-        Se condenó a los sacerdotes y a las religiosas que trabajaban con los sectores populares acusándoles de formar una Iglesia paralela,
-        Se desplazó a las CEBs favoreciendo los movimientos carismáticos, que no denuncian el poder de exclusión en las autoridades eclesiales,
-        El Vaticano publicó 2 Instrucciones ambiguas contra la TL escritas por el cardenal Josef Ratzinger, las cuales fueron utilizadas tanto por los gobiernos como por muchos obispos, sacerdotes y cristianos ricos para desprestigiar y combatir la vitalidad de las CEBs y de la Iglesia de los Pobres en América Latina,
-        Desde esa época, el nombramiento de obispos opuestos a la TL fue sistemático en las diócesis de toda América Latina,
-        El papa Juan Pablo II tenía un doble lenguaje: por una parte escribe que ‘toda la Iglesia debe ser la Iglesia de los Pobres’ (‘El trabajo humano’ 8), y a los obispos de Brasil, que ‘la TL no sólo es oportuna, sino útil y necesaria’ (1984). Pero por otra promueve una Nueva Evangelización conservadora, difunde un tradiconal ‘Catecismo Católico Universal’, publica un nuevo ‘Derecho Canónico’, proclama una Moral Conservadora… que son utilizados para fortalecer en la Iglesia los fundamentalismos católicos, como el movimiento de laicos integristas y de sacerdotes tradicionalistas en torno al opus dei (España), los heraldos del Evangelio (Brasil), Soladicio (Perú), Soldados de Cristo (México)…

D. LA ACTUALIDAD DE LA TL.

1.      La fidelidad y solidaridad de la TL a los pobres.
Es una evidencia el aumento de la pobreza y de los pobres. Por lo mismo es también una necesidad para los cristianos pobres de unirse y encontrar en su fe motivaciones que les ayuden, por una parte, a confirmar la perversidad de la pobreza que los deshumaniza y contradice a Dios, y por otra una fe que les da la fuerza de combatir a esta pobreza por ser ‘pecado estructural’ y sustituirla por alternativas sociales de solidaridad económica, participación política masiva y de creatividad simbólica popular… En ese tiempo de neoliberalismo excluyente y destructor de la naturaleza, la TL es una necesidad para expresar otra voz desde los excluidos, manifestar la realidad de otros caminos de organización social, confirmar desde la fe la validez de una Iglesia comprometida con la causa de los pobres al ejemplo de Jesucristo, revelar que el Dios de Jesús es el defensor de la vida y de la centralidad del ser humano.

2.      La diversificación de la TL.
Al pasar de los años, la TL se ha diversificado según las distintas pobrezas. Por eso, han nacido:
-        La Teología negra de la Liberación, entre los cristianos negros de los EE.UU., (con Jaime Cone, 1970),
-        La Teología Indígena de la Liberación, particularmente viva en Guatemala, Bolivia y Ecuador,
-        La Teología feminista de la Liberación, desde el protagonismo de las teólogas brasileñas de la liberación,
-        La Teología ecologista de la Liberación, cuyo promotor más conocido es Leonardo Boff,
-        La Teología Juvenil de la Liberación, en particular en Chile.
-        En África y en Asia, maduraron las Teologías Africanas y Asiáticas de la Liberación, desde la necesidad de inculturar el cristianismo a sus raíces, sabidurías y religiones…
-        En Europa, diversos Movimientos de cristianos también excluidos del neoliberalismo expresan una ‘TL del Cuarto Mundo, por ejemplo de Juan Bautista Metz, en Alemania.
-        Se puede hablar también de una TL Judía, Anglicana, Evangelista, Musulmana

3.      La vitalidad de la Iglesia de los Pobres.
En todo el Tercer Mundo, la TL está ayudando a las Iglesias cristianas a dar un mejor testimonio:
-        Mayor fidelidad a Jesucristo, en particular mediante el fortalecimiento de las opciones y la solidaridad por las causas de los pobres,
-        Mayor compromiso por la ‘inculturación de la fe, del Evangelio, de la fe, de la liturgia y de la Iglesia’, como lo pidieron nuestros obispos en su reunión latinoamericana de Santo Domingo, República Dominicana (1992),
-        Mayor defensa de los Derechos Humanos y de los Derechos de la Naturaleza,
-        Mayor actualización humanizadora de la Moral y la Ética,
-        Mayor signo de esperanza en las utopías que nacen de los Pueblos pobres del planeta, …


CONCLUSIÓN: La TL tendrá larga vida y vitalidad.
Retomemos las expresiones del cardenal Kim, de Seúl, Corea del Sur:

‘Me inclino con silencio respetuoso delante de los pobres de América Latina’,
portadores de esperanza y vitalidad para la Iglesia y la Humanidad toda”.