sábado, 15 de septiembre de 2018

Tiempos duros para Francisco


DE  MEDELLÍN  A  APARECIDA :  NOVEDADES
O  las  líneas  pastorales  del  papa  Francisco

  
Habiendo escuchado al padre Pedro Trigo de paso por Guayaquil.
Guayaquil, Pedro Pierre, mayo de 2018.

Siempre son los acontecimientos sociales los que nos trajeron grandes novedades en la Iglesia. Generalmente también estas novedades eclesiales tienen dificultades para generalizarse. Es lo que pasa en nuestro continente. Para resumir digamos:
-          Con la reunión episcopal en Medellín, Colombia 1968, nació una nueva manera de ser Iglesia.
-          Con las reunión episcopal de Aparecida, Brasil 2017, nació una nueva manera de ser cristiano.
Esas son las opciones con las que el papa Francisco se identifica plenamente, llamándonos con insistencia a hacerlas realidad en nuestro continente.

A. ANTECEDENTES SOCIALES Y ECLESIALES
            Los tiempos de cambios sociales exigen compromisos a los cristianos y así provocan cambios eclesiales. Es lo que pasó en los años ’60. Por todas partes se gestaban cambios sociales, espacialmente en Europa y en América Latina.
            En Europa, los movimientos de Acción Católica nacido de la JOC (Juventud Obrera Católica) con el padre José Cardjin en Bélgica permitieron el despertar y el compromiso de los jóvenes en la sociedad y en la Iglesia. Estos movimientos de base preparaban sin darse cuenta el Concilio Vaticano 2°, en particular gracias a su método de reunión y compromiso: ‘Ver, Juzgar y Actuar’ desde los jóvenes de los sectores pobres de las grandes ciudades.
En América Latina despertaban los movimientos populares para un cambio de sociedad: el triunfo de la revolución cubana en 1959 había prendido la chispa por todas partes. En ellos muchos cristianos se hicieron presentes, hasta en los movimientos guerrilleros. Sacerdotes y obispos se inquietaron y se reunieron para entender lo que estaba pasando y cuál era la misión de la Iglesia en esta realidad.
El Concilio Vaticano 2°, de 1962 a 1965, permitió el expresar de todas estas inquietudes, ponerse a la escucha de lo que estaba pasando, abrir nuevos caminos y confirmar una Iglesia pobre y servicial, aunque los Documentos finales se acercaban más a las preocupaciones europeas. La iglesia de América Latina, mediante el CELAM (Consejo Episcopal Latino Americano), fue la única en organizar una reunión episcopal continenal, la segunda, en Medellín (Colombia), en 1968 para entender “la presencia de la Iglesia en la actual transformación de América Latina”, tal como lo indica el lema de dicha reunión.
Para el papa Francisco, las intuiciones y orientaciones del Concilio son sus prioridades, haciéndonos entender que un Concilio es en la Iglesia la máxima autoridad y el mayor acontecimiento eclesial del siglo 20.

B. EN MEDELLÍN NACIÓ UNA NUEVA MANERA DE SER IGLESIA
            En América Latina, la década del ’60 fue de gran efervescencia tanto en la sociedad como en la Iglesia. El despertar de los pobres sacudía el desorden establecido. En la Iglesia nacían, entre los cristianos pobres, las Comunidades Eclesial de Base (CEBs), siendo Brasil su primera cuna en la década de los ‘50.
            El Concilio llevaba la preocupación por los pobres pero no profundizó en su problemática ni en las nacientes CEBs latinoamericanas. Las intervenciones de los obispos latinoamericanas no lograron que esta preocupación realizara el sueño del papa Juan 23 que había convocado el Concilio: “La Iglesia es y deber ser la Iglesia de los pobres”. Pero unos 40 obispos mayoritariamente latinoamericanos sellaron su compromiso de vivir pobremente y al servicio de los pobres, mediante “El pacto de las Catacumbas”. Además se comprometieron a hacer una reunión latinoamericana para aplicar el Concilio en América Latina.
            En Medellín los obispos van con sus asesores que pasaran a ser los teólogos de la liberación. Comienzan escuchando unas ponencias de los obispos más relevantes de América Latina: Eduardo Pironio de Argentina, Pablo Muñoz y Leonidas Proaño de Ecuador, Samuel Ruiz de México… sobre las inquietudes pastorales del momento. Con otros, ellos son “los Padres de la Iglesia Latinoamericana” e hicieron de Medellín el lugar de nacimiento de una nueva manera de ser Iglesia: La Iglesia de los Pobres. De visita en Colombia, el papa Pablo 6° inauguró dicha Conferencia Episcopal Latinoamericana y luego aprobaría (por teléfono) sus conclusiones.
Por todos estos motivos el Documento de Medellín son la cédula de identidad de la Iglesia latinoamericana. ¿Cuáles fueron las líneas principales?
-          Análisis de la realidad: América Latina se encuentra en una situación de empobrecimiento por la situación de dependencia frente a los países industrializados.
-          Iluminación cristiana: Esta realidad de pobreza ‘clama al cielo’ y constituye una ‘situación de pecado social’ que hay que combatir.
-          Compromisos: La Iglesia hace una opción por los pobres solidarizándose con sus causas y confirmando las nacientes CEBs como ‘primer núcleo de Iglesia’.
Tales opciones encontraron enseguida mucha oposición tanto en la Iglesia como en la sociedad. Los grupos eclesiásticos más tradicionalistas tildaron a los obispos y sacerdotes mentores de Medellín como ‘comunistas. Los papas Juan Pablo 2° y Benedicto 16 fueron sus máximos representantes. El gobierno de Estados Unidos no tardó en enviar de visita al continente una misión liderada por el millonario empresario Rockefeller para analizar lo que pasaba en la Iglesia y orientar al gobierno para contrarrestar las novedades que podían ‘afectar los intereses norteamericanos’. De allí nació el famoso ‘Documento de Santa Fe’ (California, EE.UU.) que programó la política exterior de Estados Unidos hacia América Latina: las dictaduras sangrientas y los miles de asesinatos de obispos, sacerdotes, religiosas y seglares afín de neutralizar la Iglesia de la Pobres de América Latina. Notaremos que estamos con el ¡4° Documento de Santa Cruz! Esto hace pensar que esta Iglesia de los Pobres sigue, por una parte, viva en América Latina y, por otra, combatida por el imperio del norte…
      Cuando su visita a Colombia, el papa Francisco hizo de su discurso en Medellín una orientación sobre lo que debe ser la Iglesia, conforme a los Documentos de la reunión del CELAM en 1968: “Nos dejó la propuesta de una moral humanitaria que priorice la lucha contra la desigualdad y la pobreza, como esencia de la construcción de una nueva Colombia”.

C. EN APARECIDA NACIÓ UNA NUEVA MANERA DE SER CRISTIANO
            La 5ª reunión episcopal latinoamericana se dio en 2,007 en Aparecida, Brasil. Monseñor Jorge Bergolio es su secretario general. Abordaron la manera de ser “discípulos y misioneros de Jesucristo para que en él nuestros pueblos tengan vida”. La gran novedad de Aparecida fue que se confirmara las grandes orientaciones de Medellín: su método de trabajo, su opción por los pobres, las CEBs, la conversión eclesial a Jesucristo y a la misión, la liberación calificada de ‘auténtica e integral’… “mediante una fuerte conmoción que impida (a la Iglesia) instalarse en la comodidad, el estancamiento y la tibieza, al margen del sufrimiento de los pobres”. Hasta se planeó una ‘Gran misión continental’ para tal propósito. Diez años después, nuestra Iglesia sigue en general, por una parte, bastante ‘cómoda, estancada y tibia’ frente a la realidad de pobreza y, por otra, bastante indiferente al ‘remesón’ que representan las palabras y acciones del papa Francisco.
            Aparecida marca el comienzo de una época centrada en los bautizados, los ‘cristianos de a pie’, cuyo doble camino es, por una parte, el ‘discipulado’, o sea, el seguimiento de Jesús, y, por otra, la ‘misión’, o sea, como dice el papa Francisco, siendo y haciendo una ‘Iglesia en salida, pobre y para los pobres’. Los obispos y sacerdotes tienen que dejarse evangelizar por los pobres…
Los capítulos 7-8 del Documento de Aparecida, relativos a la misión son los más significativos:
1.      “La Iglesia precisa de una ‘fuerte conmoción’.
2.      El cambio afectará todas las instituciones eclesiales, comenzando por la parroquia.
3.      La pastoral social es reforzada.
4.      Los desafíos son la ecología y la pastoral urbana.
5.      Los que conviven con el mundo de los pobres son los que van poner este programa en práctica.
6.      Los futuros discípulos misioneros capaces de cambiar la fisonomía de la Iglesia serán laicos, misioneros laicos.
7.      Se comenzará con personas voluntarias decididas a entrar en una aventura, pero sin programa previo ni gran formación porque el Espíritu les mostrará lo que deben hacer” (José Comblin).
Por las grandes tendencias tradicionalistas en la Iglesia y las grandes fuerzas conservadoras al nivel social, el Documento de Aparecida no encontró gran acogida en la institución eclesial y la ‘gran misión continental’ se quedó en un bonito enunciado… Muchos jerarcas y clérigos esperan que la ‘tormenta’ levantada por el papa Francisco, secretario de la Conferencia de Aparecida pase, afín de que todo siga como siempre…
      En cuanto al papa Francisco, sabemos que, “viniendo del fin del mundo”, lleva las huellas de una Iglesia latinoamericana, capaces de transformar la Iglesia universal y acercarla a mensaje y a la misión de Jesús.

CONCLUSIÓN: Hacia una Iglesia ‘laical’ o Iglesia de los Pobres
            El desafío está en el campo de los laicos y de los que nos solidarizamos con ellos. La Iglesia es de los bautizados y todos somos primero bautizados. El sacerdocio ordenado tiene que ponerse al servicio de la misión bautismal de todos los cristianos: ser profetas, sacerdotes y reyes-pastores, individualmente y en comunidad. Los sacerdotes tenemos que dar el paso de “sacerdotes celebrantes a asamblea cristiana sacerdotal”, como ya ha comenzado a hacerse realidad en varias partes de nuestro continente. El futuro de la Iglesia está ligado, en gran parte, a este cambio estructural, tanto de parte de los sacerdotes como de parte de los laicos: ser la Iglesia de los pobres, apasionados de Dios y de los hombres… o nos iremos ‘muriendo sin pena ni gloria’.
            No se trata de ser sólo una “Iglesia pobre para los pobres”, sino ser “la Iglesia de los pobres”. Al decir una Iglesia ‘para’ los pobres, no situamos fuera de los pobres: Esto nos exige una mudanza hacia esta Iglesia de los pobres. Aquella es de los mismos pobres (Lucas 6,21) y de los que nos hacemos pobres y solidarios con ellos (Mateo 5,3). Son, como dijo el teólogo José Comblin (Brasil), los que son pobres y optan por los pobres que van a construir la Iglesia de los Pobres. Por allí va nuestro camino y nuestra conversión. Esta es triple: en palabras, en hechos y en estructuras.
            Estemos atentos al Espíritu que está trabajando en las bases tanto de la sociedad como de la Iglesia: con los oídos puestos en estos 2 espacios tenemos que ser protagonistas de una Iglesia discípula, misionera y celebrativa como también de una sociedad equitativa, fraterna y participativa. “No temas, pequeño rebaño, porque al Padre de ustedes le agradó darles el Reino” (Lucas 12,32). ¡Ayudémonos en todo esto!

Nota.
http://www.periodistadigital.com/religion/vida-religiosa/2018/05/14/arturo-sosa-sj-aboga-por-una-iglesia-laica-comunidad-de-comunidades-religion-iglesia-jesuitas-espana-general.shtml