CEBs: “AUTONOMÍA CON COMUNIÓN” AL SERVICIO DEL REINO
Sucumbíos, Pedro Pierre, agosto de 2025.
Las CEBs somos la “Iglesia de los Pobres” que soñó el
papa Juan 23 y en 70 años nos hemos constituido como “un ejemplo de
sinodalidad”. Nos hemos ganado nuestro espacio y nuestra identidad con Iglesia.
Por eso estamos en “autonomía con comunión” al servicio del Reino.
1. AUTONOMÍA
DE LAS CEBs
Como espacio completo de Iglesia, las CEBs formamos
parte de un nivel eclesial como la parroquia, la diócesis y la Iglesia
universal, porque, como lo dice el Documento del Concilio Vaticano 2° “Luz de
las Naciones” (Lumen Gentium, 26): “En estas comunidades, aunque pequeñas y
pobres o que viven en la dispersión, está presente Cristo por cuya virtud se
congrega la Iglesia”. Por eso somos autónomas.
Así nos definieron los obispos latinoamericanos en su
reunión de Medellín (Colombia, 1968): “La comunidad cristiana de base es así el
primero y fundamental núcleo eclesial, que debe, en su propio nivel,
responsabilizarse de la riqueza y expansión de la fe, como también del culto
que es su expresión. Ella es, pues, célula inicial de estructuración eclesial,
y foco de la evangelización, y actualmente factor primordial de promoción
humana y desarrollo.”
Además, la Asamblea Eclesial de México de 2021, con
100 participantes en Puebla (México) y unos mil virtuales, calificaron las CEBs
como “experiencia de Iglesia sinodal” en “Los nuevos caminos que el señor
nos invita a seguir y construir: 15. Promover más decididamente las
comunidades eclesiales de base (CEBs) como una experiencia de Iglesia sinodal…
18. Incorporando a los miembros de las Comunidades Eclesiales de Base en los
procesos de decisión.”
2. COMUNIÓN DE LAS CEBs
Por eso, como CEBs gozamos de ‘autonomía”: Somos
colaboradores de la evangelización en el mismo grado que el párroco y el
obispo. Pero sí buscamos la comunión’, tanto de los párrocos como del obispo
local. Lastimosamente muchas veces, por ignorancia o tradicionalismo cerrado,
nos desconocen, nos marginan, nos condenan y nos persiguen.
Las CEBs hemos sido confirmadas por el papa Pablo 6°
en su carta ‘El Anuncia del Evangelio’ de 1975: “Serán un lugar de
evangelización en beneficio de las comunidades más vastas, especialmente de las
Iglesias particulares, y serán una esperanza para la Iglesia universal...:
buscan su alimento en la Palabra de Dios...; evitan la tentación siempre
amenazadora de la contestación sistemática...; permanecen firmemente unidas a
la Iglesia local en la que ellas se insieren y a la Iglesia universal; guardan
una sincera comunión con los Pastores...; crecen cada día en responsabilidad,
celo, compromiso e irradiación misioneros; se muestran universalistas” (EN 58).
3. AL
SERVICIO DEL REINO
Todos los bautizados tenemos la misma misión con 3
compromisos ineludibles: ser profetas en palabras y hechos anunciando el Reino
y denunciando lo que lo destruye, ser sacerdotes presentándonos a Dios como
Pueblo fraterno (Romanos 12,1) y ser reyes-pastores organizándonos para la
extensión del Reino de Dios.
Lastimosamente con la integración de la jerarquía al
imperio romano en tiempos del emperador Constantino, siglo 4, el clero se
identificó al sacerdocio del Antiguo Testamento, considerándose como sagrado,
es decir separado del resto de los bautizados. A pesar de que el Concilio
reconoció que el primer sacerdocio es el de los bautizados, muchos sacerdotes
no se ponen al servicio de este sacerdocio como lo pide el Concilio en su
Documento ‘El orden sacerdotal’.
Jesús fue laico; es su vida que fue sacerdotal. Por
eso la Carta a los Hebreos declaró que era el único sacerdote. En la primitiva
Iglesia todos eran laicos, y como comunidad eran el sacerdocio de Jesús sin que
alguno tenga la exclusividad. La misión de Jesús fue de ser el Mesías, es decir
el profeta del Reino, que es “lo único absoluto; el resto es relativo” tal como
lo escribió el papa Pablo 6° (EN, 8). Lo dijo el mismo Jesús: “Busquen primero
el Reino de Dios; lo demás vendrá por añadidura” (Mateo 6,33).
En la sinagoga de Nazaret, explicó claramente cuál iba
a ser su misión (Lucas 4,18-19): “Llevar buenas nuevas a los pobres: Anunciar
la libertad a los cautivos y a los ciegos que pronto van a ver, despedir libres
a los oprimidos y anunciar el año de la gracia del Señor”, es decir, celebrar
un Jubileo. Este consistía a cumplir con las leyes de los años sabáticos y
jubilares, que eran 4: Perdonar las deudas, liberar a los esclavos, dejar
descansar la tierra durante un año y devolver su propietario a su legítimo
dueño si la haya perdido. Era la manera de cumplir lo escrito en el
Deuteronomio 15,4: “¡No ha de haber pobres en medio de ti!” Jesús vino para
desterrar la pobreza porque los pobres son los primeros herederos y
protagonistas del Reino de Dios junto a los que optan por los pobres
identificándose a ellos y asumiendo sus causas.
4. Desterrar
el sistema capitalista
María, la madre de Jesús, lo había entendido muy bien
cuando, embarazada de Jesús fue a visitar a su prima Isabel, agradeció a Dios
diciendo: “El
Poderoso muestra su misericordia siglo tras siglo. Dio un golpe con todo su
poder: Deshizo a los soberbios y sus planes. Derribó a los poderosos de sus
tronos y exaltó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos como lo había
prometido a nuestros padres” (Lucas 1,50-54).
Así lo dice también san Pablo en
su carta a los Efesios (6,12-13): “Nos no estamos enfrentando a fuerzas
humanas, sino a los poderes y autoridades que dirigen este mundo y sus fuerzas
oscuras… Por eso pónganse la armadura de Dios…” Decía monseñor Leonidas Proaño
(+ 1989): “Nos enfrentamos a un sistema de muerte que tenemos que enfrentar y
sustituir por un sistema de vida conforme a los valores del Reino”.
Actualmente en Ecuador estamos
particularmente castigados con los 3 últimos gobiernos que hemos tenido. Están
priorizando la acumulación de riquezas en pocas manos porque las actuales
estructuras “hacen a los ricos más ricos a costa de los pobres más pobres”
(Puebla 29, citando al papa Juan Pablo 2°). Felices muchos países están
saliendo del sistema capitalista como Cuba y Venezuela y van a integrar el
grupo de los ‘BRICS’: Brasil, China, India, China y Sudáfrica) y muchos otros.
Cada vez más organizaciones defienden los derechos humanos de las personas y de
los pueblos. Se organizan Medios de Comunicación alternativas para informarnos
según la verdad. Muchos países se convierten a la cosmovisión del Bien Vivir y
Convivir latinoamericano o del Ubuntu en África: “¡Soy yo cuando eres tú y
somos nosotros!”
Por eso debemos implicarnos en
política que es la organización del convivir mediante la promoción del Bien
Común y de los derechos humanos. Nuestra fe tiene una dimensión política porque
el Reino lo abarca todo: “Los que se consideran jefes de las naciones actúan
como dictadores, y los que ocupan cargos abusan de su autoridad. Pero no será
así entre ustedes. Por el contrario, el que quiera ser el más importante entre
ustedes, debe hacerse el servidor de todos” (Marcos 10,42-43). Nuestros obispos
latinoamericanos nos advirtieron en su Documento de Puebla: “Esta instrumentalización (del Evangelio)
puede provenir de los propios cristianos y aun de sacerdotes y religiosos,
cuando anuncian un Evangelio sin incidencias económicas, sociales, culturales y
políticas. En la práctica, esta mutilación equivale a cierta colusión (o
complicidad) con el orden establecido” (558).
El papa Francisco, en su Carta ‘Todos somos hermanos y
hermana’ nos diseña 4 caminos para construir una hermandad universal que es la
meta del Reino: ‘La fraternidad sin frontera, la amistad social, el amor
político y una espiritualidad liberadora’ a imagen del Buen Samaritano (Lucas
10,25).
¡Ánimo en nuestras CEBs para fortalecernos como
Iglesia de los pobres en el servicio del Reino a favor de una Iglesia renovada
y una sociedad nueva! “¡No temas, pequeño rebaño, porque al Padre de ustedes le
agradó darles el Reino!” (Lucas 12,32).