MENSAJE DE SEMANA
SANTA 2025
La Pascua es una
dinámica creativa universal
Pedro
Pierre, Guayaquil.
La
palaba ‘Pascua’ significa ‘paso’. Nace con la fundación del Pueblo de Jesús
cuando Moisés, Sara y Aaron emprendieron la salida de Egipto hace más de 3,000
años. Fue el paso de la esclavitud a la libertad, de la dominación a la
organización equitativa, de la sumisión religiosa a la experiencia de un Dios
amigo y liberador con ellos. La ‘pascua’ se origina en el proceso de la
creación, vista como una dinámica permanente y actual que se desarrolla en el
universo, en la naturaleza, en todos los seres vivos y de manera particular en
cada ser humano si asumimos esta herencia.
La pascua es
especialmente visible en la persona de Jesús de Nazaret. Él encarnó una manera
nueva de ser humano, fruto de la experiencia pascual de su Pueblo y de su
comunión con el Misterio de vida y amor del universo. Su mensaje, su vida y su
muerte son ejemplares por su coherencia, su profundidad y su entrega absoluta.
Por eso, para él, la muerte no fue el término de su persona y de su testimonio,
sino que continuó vivo e inmortal. Resucitó primero en las mujeres y en las
primeras Comunidades cristianas. Sigue resucitando en nosotros si asumimos
personalmente y en comunidades su manera de vivir, de relacionarnos, de
testimoniar y de entregarse al Movimiento que inauguró y que llamó el Reino de
Dios.
En
consecuencia, la Pascua es la esperanza en marcha, esperanza indestructible
porque eternamente vivificadora y dinamizadora. Es confirmada en la experiencia
de los 2 discípulos de Emaús (Lucas 24,13-35). Dos discípulos de Jesús regresan
a casa porque ‘todo se acabó’ con su crucifixión inesperada y sorpresiva. En el
camino otro peregrino se les acerca, entabla amistad con ellos, conversan de lo
ocurrido, comparten la comida… y los 2 discípulos regresan a Jerusalén para
contar a los demás discípulos su experiencia de Jesús ‘resucitado’.
Este
acontecimiento nos quiere enseñar donde encontrar la presencia de Jesús de
Nazaret, el sentido del Antiguo Testamento, la fuerza del compartir y la
importancia de la comunidad. Estas realidades están expresadas en las 4 etapas de
la caminata de los 2 discípulos de Emaús: el tiempo de la amistad, el tiempo de
la palabra, el tiempo del compartir y el tiempo de la celebración. El Misterio
de la vida y del amor continúan hoy de encarnarse de estas 4 experiencias. Eso
es el verdadero sentido de la experiencia religiosa.
Jesús no vino
a fundar ninguna religión ni ninguna Iglesia. Vino a enseñarnos donde
experimentar el Misterio de la vida y del amor que llamamos Dios. Eso es en
nuestra vida cotidiana y su expresión colectiva. Si hay religiones e Iglesias,
eso no es más que unas etapas que nos conducen a expresar ahora de nuevas
maneras el ejemplo y el seguimiento de Jesús de Nazaret, fuera de las
religiones y las Iglesias que han pasado a ser caducas. Estamos en una nueva
etapa de nuestro desarrollo como personas, colectividades y humanidad en su
conjunto. Es el desarrollo y la encarnación actualizadas de la espiritualidad
que nos habita a todos, que habita la naturaleza y el universo entero, o sea,
la dinámica creativa y progresiva del Misterio de la vida y del amor, benéfico,
liberador, indestructible y esperanzador.
Esta
experiencia de la pascua puede guiarnos en los momentos más oscuros de nuestra
existencia y las situaciones más adversas que atravesamos actualmente en
nuestro país. Vemos la mentira, el engaño, la violencia, el despojo, la
explotación, el fraude, la corrupción… que nos asedian, nos arrastran y quieren
destruirnos. Las 4 etapas vividas por los 2 discípulos de Emaús nos dan una ‘hoja
de ruta’ esperanzadora y de sociedad nueva si apostamos por ellas: la amistad,
la palabra, el compartir y la celebración. Estas 4 etapas debemos asumirlas
personal y colectivamente, en la familia, la vecindad, el trabajo, la ciudad y
el país… para que la resurrección se apodere de nosotros tal como estuvo
presente ya en la vida de Jesús de Nazaret, en su muerte y en las primeras
Comunidades cristianas. Esta resurrección también está presente en nuestros
héroes y mártires locales, nacionales y latinoamericanos. Esta resurrección
está presente en nosotros… Sólo hay que dejarla expresarse personal y
colectivamente en la amistad, la palabra, el compartir y la celebración. En
estos días de Semana Santa desarrollemos la fuerza irresistible de nuestra
pascua en la pascua de Jesús y en las pascuas de las y los que encarnaron y
encarnan el Misterio de la vida y del amor. Así sea.