domingo, 26 de marzo de 2017

Novedades sobre el sacerdocio 1a parte

S A C E R D O CI O,   C E L I B A T O …
1ª  parte.

Recopilación de textos. PR. Marzo de 2017.


CONTENIDO: 1ª parte.
Presentación: Un nuevo culto centrado en el Reino, PR.
1ª parte: Sacerdocio
1.       Urgente renovación del clero, M. Velásquez
2.       Sacerdocio y CEBs, E. Hoornaert
3.       Por una Iglesia sin clérigos, J. Pérez
4.       Movimiento de Sacerdotes casados, E. Hoornaert
5.       Clericalismo, J. M. Castillo
6.       Curas para promoción personal J. M. Castillo
7.       ‘El hábito no hace el monje’, P. Mallo
8.       El sacerdocio en la carta a los Hebreos, J. Housset

CONTENIDO: 2ª parte.
9.       Todos sacerdotes como Jesús, X. Pikaza
10.    Contra el sacerdocio de la mujer, J. I. González
2ª parte: Celibato
11.    Celibato en la historia de la Iglesia, I. Pérez
12.    Jaque mate al celibato obligatorio J. J. Tamayo
13.    Celibato opcional, Movimiento para el celibato opcional
14.    Celibato y misericordia, R. González
15.    Crisis de la vida religiosa, papa Francisco
3ª parte: Diaconizas
16.    Diaconado femenino, Emilia Robles
17.    No quieren ser diaconizas, A. Aradillas
Conclusión
18.    Jesús fue laico, J. Miranda
Aparecida 209-210.


 Presentación :  UN  NUEVO  CULTO  CENTRADO  EN  EL  REINO, Pedro Pierre.


                En nuestra Iglesia católica la mayor crisis es la del sacerdocio. Hace 50 años el Concilio Vaticano 2º destacó la importancia de volver a conocer al Jesús histórico y su opción por los pobres. Además esbozó una nueva manera de entender y vivir el sacerdocio: reconoció la prioridad al sacerdocio común de los bautizados sobre el sacerdocio ministerial ordenado, y puso éste al servicio del primero. Pero no avanzó más. Entonces muchos sacerdotes se retiraron; otros fueron expulsados por pedofilia; los seminarios se fueron vaciando y las vocaciones sacerdotales declinaron sin que se vea un repunte. Por todas partes las comunidades cristianas se quedan sin sacerdotes y sin eucaristía…
                Al mismo tiempo los teólogos de todos los continentes se pusieron a reflexionar: ¿qué sacerdotes queremos para qué Iglesia? En América Latina, la Conferencia Episcopal Latinoamericana que se reunió en Aparecida, Brasil, 2017, insistió en que la Iglesia necesitaba de un “fuerte remesón”, debía emprender la reforma de las parroquias y fomentar por todas parte una gran misión continental, confirmaba la validez de las Comunidades Eclesiales de Base e invitaba a los obispos a promoverlas en sus diócesis. No se puede decir que estas orientaciones encontraron un gran eco, lastimosamente… En cuanto a los teólogos, ¿qué nos dicen?

A. LA GRAN TAREA DE JESÚS FUE HACER ACONTECER EL REINO
                Ya no se discute que la misión de Jesús fue el Reino y que el mayor empeño de la Iglesia, siguiendo a su Maestro, es también el Reino. Pero las estructuras todavía no han cambiado mucho: las parroquias siguen iguales que anteayer y los seminarios donde se forman los sacerdotes también.

1.       El Antiguo Testamento se centró en el culto y el cumplimiento de la ley
·         Al principio, en tiempos de los Patriarcas y las Matriarcas, quienes ejercían la función sacerdotal era los jefes de familias. Lo vemos con Abraham y Sara, Isaac y Rebeca, Jacob y Raquel… Esa tradición no se perderá.
·         Luego al organizar Moisés el pueblo que había rescatado de Egipto, el ejercicio del sacerdocio fue confiado a la tribu de Leví, de la que Moisés y Aarón eran parte. Ellos se encargaron de cuidar las tablas de la Ley del Sinaí, celebrar las maravillas de Dios, quemar sacrificios de animales y ayudar a seguir los pasos de la Alianza con Dios.
·         El exilio en Babilonia durante más de 50 años trajo una nueva esclavitud sin la posibilidad de continuar como pueblo, sin templo, sin sacerdotes… Al regresar en Palestina, fueron los sacerdotes que reorganizaron el país y reconstruyeron la capital Jerusalén y el templo. A pesar de las muchas resistencias, se creó una clase sacerdotal y un culto centrado en la pureza de sangre y el cumplimiento estricto de la ley de Moisés. La mayoría de la gente del campo, muy pobres, no podían cumplir con todos estos requisitos y fueron marginados y despreciados por la clase sacerdotal dirigente.

2.       Con Jesús el proyecto de Dios se centra en la fraternidad universal
·         Jesús era un campesino pobre de una región marginal. Se sintió llamado a ser profeta itinerante a cargo de la construcción del Reino de Dios. Y de hecho comenzó a establecerlo entre los pobres de su región y de su país: ellos iban a ser los mejores obreros del Reino, con el apoyo de sus apóstoles y discípulos, varones y mujeres indistintamente.
·         Jesús no vino para reformar la religión judía ni su culto, sino darles un giro totalmente nuevo. Para él, el amor era el centro de todo, a vivir y promover en Comunidades. “Busquen primero el Reino de Dios; lo demás vendrá por añadidura” (Mateo 6,33). El culto que quiere Dios es ser un pueblo fraternal que contagie todos los demás pueblo: “Ofrézcanse como un culto agradable a Dios” dice Pablo a los Romanos (12,1): toda la vida tiene que ser ese pasión por la fraternidad.
·         De alguna manera desaparecieron el sacerdocio y el culto de los sacrificios. En el Nuevo Testamento ni Jesús ni los apóstoles son llamados sacerdotes. Si la carta a los Hebreos reconoce a Jesús el título de “sumo sacerdote” fue porque su vida y su muerte fueron una ofrenda agradable a Dios: el Reino se había inaugurado en Jesús. Los apóstoles y demás seguidores de Jesús iban a ser los nuevos encargados de continuar su obra.
·         En las primeras comunidades, la fracción del pan era, por una parte, el recuerdo de la última Cena, símbolo del compartir que crea la fraternidad y la comunión con Dios, y, por otra, el compromiso de continuar la tarea de Jesús hasta las últimas consecuencias. Quienes eran los encargados de presidir dicha celebración, eran, como en tiempos pasados, los jefes de familias, varones y mujeres indistintamente.
·         Con las últimas cartas atribuidas a Pablo, se percibe la presencia de dirigentes sacerdotales de comunidades: diáconos, presbíteros y obispos. Con la asimilación al imperio romano en el siglo 4, pasaron a formar una nueva clase sacerdotal que se inspiró del Antiguo Testamento y de los cultos de la religión romana. Se rompía la tradición de Jesús contrario al ejercicio de un poder dominador, a la aceptación de privilegios personales, a la celebración de un culto centrado en su ‘sacrificio’ en la cruz y a la necesidad de intermediarios obligados para relacionarse con Dios…

B. LA CENTRALIDAD DEL REINO EXIGE UN NUEVO SACERDOCIO
                Para volver a la tradición de Jesús y de las primeras Comunidades cristianas, hay que retomar y profundizar las orientaciones del Concilio Vaticano 2º: lo absoluto del Reino, la primacía del sacerdocio colectivo de los bautizados, la construcción de la fraternidad, las Comunidades que se ofrecen como nuevo culto agradable a Dios.

1.       “Eres profeta, sacerdote y rey-pastor”
-          Al ser ungido como ‘profetas, sacerdotes y reyes pastores’ en el día de nuestro bautismo, se nos trazó el camino correcto.
·         Somos ‘profetas’ cuando proclamamos palabras de vida y de verdad que denuncian lo que destruye el Reino y anuncian todo lo que lo construye.
·         Somos ‘sacerdote’ cuando participamos de todas las ofrendas que hacen grupos y pueblos de su fraternidad alegre.
·         Somos ‘reyes-pastores’ cuando nos constituimos en asociaciones, comunidades y sociedades vivas, equitativas, participativas, creativas y solidarias de una humanidad reconciliada entre sí, con los demás, la naturaleza y Dios.
-          Podemos ser sacerdotes y sacerdotisas de nuestro pueblo sin más poder ni privilegio que los de cumplir con el mandato que nos da de encaminarlo en su tarea irrenunciable de construir y ofrecer el Reino.

2.       Todos somos sacerdotes como Jesús
-          Como Iglesia somos el ‘Cuerpo sacerdotal’ de Jesús.
-          Puede ser que unos y unas sean encargados de esta dimensión sacerdotal, pero no pueden ser detentores de poderes exclusivos ni de privilegios de clase ni ser intermediarios obligados para relacionarnos con Dios. Eso era la Antigua Alianza que terminó con Jesús.
-          Si las Comunidades nombran personas para ejercer un servicio sacerdotal, se encargarán de lo que nos dejaron las primeras comunidades al realizar la fracción del pan:
·         Anunciar que la muerte de Jesús fue su máxima solidaridad con el Reino comenzado a partir de los pobres.
·         Recordar la vida de Jesús como una ofrenda agradable a Dios, un acto sacerdotal único e irrepetible.
·         Continuar la obra del Reino como compromiso absoluto de los seguidores de Jesús.
·         Celebrar la resurrección de Jesús y la presencia del Padre en nuestros pequeños y grandes logros de nuestra existencia cotidiana.
·         Agradecer a Dios por habernos elegido para tal noble tarea…
-          Como en la oración eucarística de nuestros templos, todos varones y mujeres estamos llamados a
·         ‘Anunciar la muerte de Jesús’ en todas las muertes injustas de los que trabajan por un mundo de fraternidad, de justicia y de fe;
·         Proclamar la resurrección de Jesús tanto en las personas, los grupos y los pueblos que nacen a una vida nueva como en la naturaleza respetada, defendida y promovida como se lo merece;
·         Invocar al Espíritu para que siga animando desde dentro la entrega generosa de la vida hasta la muerte, el crecimiento en dignidad, valentía y alegría de los creadores de una nueva humanidad, o sea, el Reino que avanza hacia su plenitud.

CONCLUSIÓN
Ese es la clase de sacerdotes, de seguidores, de pueblo y de Humanidad que quiere Dios. Eso fue el ejemplo y el camino de Jesús: ser un Reino de fraternidad universal. Nos toca continuarlo individual y colectivamente… con la fuerza del Espíritu. Como Jesús somos sacerdotes de Dios y de nuestro Pueblo. Ese es el culto inaugurado con Jesús en la Nueva Alianza y ofrecido en la cruz. Somos los herederos dichosos de tal proyecto humano y divino a la vez. No se detendrá porque tiene la fuerza de Dios.



1.  URGENTE  NECESIDAD  DE  RENOVACIÓN  DEL  CLERO,  Marco  Velásquez.


RD., 21 de marzo de 2016 a las 12:16
La fecundidad del ministerio pascual de monseñor Oscar Arnulfo Romero está a la vista
"No se puede negar la existencia de una crisis del clero"
Convertir la casulla en coraza.

En el contexto de la Semana Santa, el clero de todas las diócesis del mundo se reúne en torno a su obispo para renovar las promesas sacerdotales. Con la Última Cena, el Jueves Santo es un día de especial significación en la vida de la Iglesia, porque al mediodía se conmemora la institución del sacerdocio y al atardecer se revive la institución de la Eucaristía.
Sacerdocio y Eucaristía quedan indisolublemente unidos en aquella Cena donde el Hijo de Dios asume su propia pascua. Así, la pascua de antaño, que anticipaba la salida del pueblo de Dios esclavizado hacia la Tierra Prometida, es ahora la nueva y definitiva pascua, mediante la cual Jesucristo libera a la humanidad entera con la perspectiva del Reino de paz, de justicia y de amor. De esta manera, el sacerdocio instituido por Jesucristo conlleva exigencias fundamentales, como son el testimonio de la propia pascua.
El sacerdocio ministerial, en su forma y configuración eclesial, no ha sido el mismo en la historia de la iglesia. Desde el servicio testimonial al pueblo de Dios, evolucionó hacia su clericalización, en un proceso histórico y paulatino que fue asimilando, cada vez más, las prerrogativas de la administración del poder eclesial. En el extremo de dicha involución, el sacerdocio ministerial ha llegado a convertirse en signo de lo sagrado y en ícono de lo eclesial. En la antípoda, lo relativo al pueblo de Dios ha llegado a configurarse con lo profano y lo mundano. Tal asociación conceptual no es ficción, sino realidad inobjetable. Es la visión que el mundo tiene de la Iglesia; una mirada que importa mucho, porque ahí están los destinatarios de la tarea fundamental de la Iglesia.
El devenir reciente de la Iglesia ha dejado al descubierto un cúmulo de situaciones que delatan la "corrupción del Evangelio" de parte de cierto clero, que si bien no es generalizada, compromete ineludiblemente la imagen eclesial. En este proceso hay que reconocer que ni siquiera la "revolución de la misericordia" del papa Francisco ha conseguido desconectar del juicio público, el descrédito que el clero endosa a la Iglesia, imponiéndole un desprestigio social innegable. Y si lo clerical expresa lo sagrado, la imagen de Dios queda también desdibujada socialmente. De esta manera, la crisis de sentido -que afecta los hijos e hijas de Dios-, en cierto modo remite a la crisis de la Iglesia, y ésta, a la crisis del clero.
No se puede negar la existencia de una crisis del clero. No sólo porque las estadísticas revelan una tendencia de largo plazo a la reducción de las vocaciones sacerdotales, sino porque en la base hay una realidad más compleja. En esa base está la evolución acelerada de una cultura que provoca, en muchos aspectos, una brecha de incomprensión creciente entre la vida sacerdotal y la vida común de la gente.
Las que ayer eran valoradas como verdaderas virtudes cardinales, atribuibles al ministerio sacerdotal, en el presente, muchas veces, no logran ser comprendidas. En tal sentido, la consagración total y radical a Dios, el servicio del pueblo santo, el celibato, la santidad de vida, así como los votos de pobreza, castidad y obediencia, no consiguen, sino, constituirse en una demostración flagrante de las contradicciones del clero. Incluso, muchas de aquellas virtudes de antaño, son en el presente signos de desconfianza. Visto así, la historia ha despojado al sacerdocio ministerial de uno de sus atributos esenciales, como es ser signo de contradicción fecundo, a la manera de Jesucristo.
Para un laicado acostumbrado a experimentar las fragilidades cotidianas de la vida, habituado a luchar y a organizarse para conseguir los más elementales derechos y que ha aprendido a esperar el futuro con más incertidumbre que certeza, no puede sino desconfiar de un sacerdocio ministerial ordenado para mandar, para asegurarse determinados privilegios, para gozar de cierta consideración eclesial o para acceder a las seguridades del futuro. Con más realismo que molestia, hay que reconocer que el sacerdote de hoy y de mañana no será reconocido como un buen pastor, si no une su ministerio a la pascua de Jesucristo, a la fragilidad y a la kénosis del Hijo de Dios. Ello implica convertir la casulla en coraza, para acompañar a su pueblo en las luchas cotidianas que enfrentan, especialmente, los más débiles.
Sólo así, el ministerio sacerdotal podrá recuperar su virtud esencial, de ser signo de contradicción, en medio del hastío que sufren tantos hijos e hijas de Dios. Si esto es exigible a los sacerdotes, cuanto más lo es para quienes están investidos del ministerio episcopal. Precisamente, en este Jueves Santo 2016, la institución del sacerdocio y de la Eucaristía coinciden con la memoria de un obispo que supo convertir los signos del poder episcopal, en instrumentos de liberación para su pueblo. A 35 años del martirio de monseñor Oscar Arnulfo Romero, la fecundidad de su ministerio pascual está a la vista.



 2 .  SACERDOCIO  Y  CEBs,  Eduardo  Hoornaert.


EL NACIMIENTO DE LA IGLESIA CATÓLICA LATINOAMERICANA.
Último párrafo del Documento enviado por Luis VV, agosto de 2016.

CUESTIONAMIENTOS DESPUÉS DE MEDELLÍN AL SACERDOCIO.
Al dinamizar la formación de comunidades de base (CEBs) en toda América Latina, Medellín abrió un campo de cuestionamiento sobre el sacerdocio. Cualquier sacerdote que tiene una experiencia en las comunidades de base, sabe que la imagen tradicional del sacerdote (que aparece en la comunidad es para celebrar la misa, administrar los sacramentos, llevar a cabo los ritos y liturgias), es reemplazada gradualmente por la imagen del sacerdote que
-          está en el círculo,
-          al lado de los laicos y laicas,
-           escuchando e interfiriendo de vez en cuando.
-          Poco a poco, a menudo sin ser conscientes de ello, el sacerdote recuerda la antigua imagen del "maestro”, que caracteriza el movimiento de Jesús en los primeros siglos.
De hecho, el movimiento de Jesús nació en oposición al sistema sacerdotal hegemónico en la religión judía de la época y opta por una actuación de un tipo de liderazgo en boga en el sistema de la sinagoga. De ahí la experiencia con maestros, profetas, doctores, rabinos, varios nombres para indicar liderazgos no sacerdotales.
-          Estos maestros se destacan por sus cualidades personales,
-          no son investidos de poder a través de la legitimación (ordenación) de parte de alguna instancia,
-          no reciben pago por sus servicios,
-          no se distinguen por algunas ropas especiales.
Emanados del sistema de la sinagoga judía, estos maestros modelan el movimiento de Jesús, por lo menos hasta la segunda mitad del siglo II.
-          Es un modelo sin templo o sacerdocio, sin ritos ni ordenaciones,
-          un movimiento centrado en la acción nutriéndose de la lectura y la observancia de la Palabra de Dios en la cotidianidad de la vida. Hasta que Constantino (siglo IV), no hay distinción entre las personas sagradas y profanas dentro del movimiento de Jesús.
-          Todos son laicos, entre los cuales algunos se destacan como "maestros".
El clero como una clase separada de los laicos es una innovación del siglo IV. La estructura de oficina trae consigo el postulado de la religión: es la religión que se introduce en el Evangelio. Se olvidan de los presupuestos iniciales del movimiento de Jesús. La diferenciación entre la religión y Evangelio es esencial, como hemos considerado en la reflexión anterior: el Evangelio se vive en la vida real, material, social, mientras la religión se vive en un mundo simbólico. Si, hoy en día, la religión católica se inspira en la cultura clerical romana, es por un tipo de resistencia particularmente dura.
A partir de la vida vivida y prácticamente sin teorizar, la imagen primitiva del maestro vuelve a aparecer en las CEBs. Es por la experiencia que uno se da cuenta de que la lógica de la Comunidad de Base, expresión concreta de la opción por los pobres, no coincide con el sacerdocio tal como se vive tradicionalmente. En otras palabras, las comunidades postulan un " nuevo tipo " de padre. En este sentido, por ejemplo, el arzobispo Romero, obispo asesinado, puede ser presentado como un ejemplo de un maestro cristiano en América Latina, porque él dio su vida proclamando la Palabra de Dios ante las situaciones de injusticia extrema. Él no invoca ninguna autoridad establecida en la sociedad, sino sólo la autoridad de la Palabra de Dios que él interpreta de acuerdo con la situación de su país, y por la cual murió.



 3 .  POR  UNA  IGLESIA  SIN  CLÉTIGOS,  José  Ramón  Pérez  Perea.

Mayo de 2016.

¿ES POSIBLE UNA IGLESIA SIN CLÉRIGOS (CURAS, OBISPOS, PAPAS)?

  1. Jesús no fue sacerdote, ni consta que instituyera el sacramento del Orden.
Más bien criticó a la “casta sacerdotal”, que fueron los que le condenaron. Jesús crea la Comunidad de iguales, en la que se encuentran personas con distintas cualidades (karismas).
Históricamente los cristianos multiplican su número. Aparecen distintos modos de actuar, de pensar, se producen disensiones y van a sentir la necesidad de proteger su unidad, de gobernar la diferente y dispersa Comunidad. Se comienza a establecer poderes de gobierno: unos van a mandar y otros a obedecer, unos a enseñar y otros a aprender.
Los elegidos para el Gobierno tienen que justificar su autoridad recibiendo un “Plus”, que los legitime y diferencie de los demás. Se crea la sacramentalidad: el poder viene de Dios, a través de un Ritual y se traspasa de generación en generación, y se instituye un orden de menos a más (diáconos, sacerdotes, obispos, papas). Con ello, se obliga a la Comunidad a obedecer y bajo la amenaza de la excomunión al disidente: no hay salvación fuera de la Iglesia (de los curas) [“Nula salus extra eclesiam”]. Se llega a construir, pasados los primeros años, lo que Jesús nunca quiso, la casta Sacerdotal, que tanto había criticado en su tiempo, y en la que se desecha a las mujeres.

  1. Si analizamos de dónde proceden los poderes sobrenaturales de los clérigos, descubriremos que:
-          El bautismo no es privativo suyo. Cualquier persona -si realiza diversas formalidades- tendrá capacidad de bautizar.
-          El perdón de los pecados, mediante la confesión individual, tampoco consta en ningún texto de la Escritura. Las recientes investigaciones determinan que el texto de S. Mateo (16,21) no fue pronunciado por Jesús, sino creado posteriormente, para poder justificar el “atar y desatar” de los clérigos. Es la Comunidad la que se reúne, oye y perdona a quien lo pide. La confesión individual se establecerá muchos siglos después.
-          La unción de los enfermos, si bien aparece en la Carta de Santiago, no consta que lo fuera por mandato de Jesús. Más bien va en la línea del uso de ungüentos caseros contra las enfermedades y heridas, en un tiempo carente de procedimientos clínicos; a modo de lo que aparece en la parábola del samaritano (Lc. 10,34), no seguidor de Jesús, que cura con aceite y vino (desinfectante) al herido por salteadores.
-          El sacramento del matrimonio ni fue instituido por Jesús ni es privilegio de los clérigos. Según la propia doctrina eclesiástica, son los mismos esposos, cuando se aceptan mutuamente, como marido y mujer, los que se constituyen como tales. La tarea del cura se reduce a ser mero testigo, de un contrato creado, en siglos posteriores, para asegurar la propiedad y su transmisión de padres a hijos.
-          La Eucaristía, como presencia física, de Jesús en las hostias consagradas por los sacerdotes por el mero hecho de la pronunciación de unas palabras míticas, que transforman “milagrosamente” el pan y vino en la persona de Jesús, tantas veces como se quiera y que se guardan por centenares en miles de sagrarios por todo el mundo, no resiste -hoy día- a un mínimo análisis racional. La presencia eucarística de Jesús ha de entenderse como su presencia cuando sus discípulos se reúnen en Asamblea de iguales, movidos por el amor, en actitud de servicio a los otros (lavatorio de pies). Festejando el acontecimiento del amor sin límites, con un banquete, en el que se ofrece Pan y Vino, como señal de total entrega a los demás. Sólo el Amor hace presente a Jesús.

Desvanecido el carácter sobrenatural, de las acciones clericales su poder exclusivo de gobernar cae por su propio peso. La gobernabilidad de las Comunidades ha de recaer en personas, democráticamente elegidas por la propia comunidad, sin Plus alguno de sobrenaturalidad. Basta que sean buenos gestores, honrados, transparentes y sometidos a las decisiones de las Asambleas.

EN CONCLUSIÓN
Es el Pueblo de Dios (Concilio Vaticano II) el que recoge el testimonio que Jesús nos pasó. Ya no hay clérigos-laicos, hombres-mujeres, libres-esclavos, que decía s. Pablo (Gal. 3,28). Es el Pueblo de Dios el que es sacerdotal, sin diferencias entre un@s y otr@s.



Estimada familia, amigo/a, hno/a:
Adjuntamos texto de teólogo Eduardo Hoornaert, grato aporte recibido de hermanas Evangelizadoras de los Apóstoles, que agradecemos y reenviamos en fraternidad. Esperamos que sea provechoso y difundan.
También acompañamos una breve reseña biográfica de hermano padre casado EDUARDO, con correo complementario si algunos de ustedes quieren contactarse: e.hoornaert@yahoo.com.br
Fraternalmente, Enrique Orellana (Chile).
https://evangelizadorasdelosap ostoles.wordpress.com/2017/01/ 11/en-el-xxi-encuentro-mfpc-br asilia-una-nueva-etapa-eduardo-hoornaert/

CONTENIDO
Saludo
1.       Etapas superadas, pasos dados
2.       ¿Una nueva etapa, un nuevo paso?
3.       Quiero ir más allá de padre casado
4.       Soy miembro de la Iglesia, pero quiero ir más allá
Anexos
-          “Tú eres Pedro”
-          Textos sobre el sacerdocio en el Nuevo Testamento
-          Bibliografía: J. Spong y R. Lenaers.

Movimiento de Familias de Padres Casados.
Un Anticipo de la Mesa-Redonda del 20 de enero de 2017.


 4 .  UN  CAMINO  DE  40  AÑOS.


Queridas amigas y amigos:
El tema general de este Encuentro es ‘Renovación y Esperanza’, siendo uno de los Asuntos el profetismo del Papa Francisco.
Con ese marco referencial voy a sugerir lo siguiente: Decir que el Papa es profeta es decir que él provoca.
Y provoca de tal manera se da el raro caso en la historia de la Iglesia, que cuatro Cardenales se colocan en abierta oposición, uno de los cuales, el norteamericano Burke -de 68 años-, se sintió particularmente marginalizado, ya que había obtenido altos puestos en tiempo de Juan Pablo II y Benito XVI, fue, nombrado por Francisco, Gran-Maestro de la Orden de Malta, una Organización católica fuerte en EEUU, aunque casi desconocida fuera de ese País. Ese caso ilustra bien el clima en la alta jerarquía católica. Algunas figuras de peso se sienten provocadas y se resuelven a reaccionar.
La provocación que sugiero acá consiste en proponer una nueva etapa en la marcha del MFPC (Movimiento de Familias de Padres Casados). Tal vez pueda parecer algo pretencioso, pero, en fin, ocurre que desde el inicio de la década de los ’80, Tereza y yo participamos -aunque irregularmente-, de los Encuentros, y es por eso que podemos decir algunas cosas.
A lo largo de varias décadas (ya son 40 años, si no me engaño) observamos que el MFPC ha ido recorriendo diversas etapas, de las que voy a nombras algunas que recuerdo.

1. ETAPAS SUPERADAS, PASOS DADOS
Constato que el Movimiento, a lo largo de esos años, tomó algunos posicionamientos que meren ser repasados. Cito algunos:
-          Desde el inicio, el Movimiento rechazó absolutamente la terminología de ‘expadres’. Con dignidad, se afirmó como movimiento de ‘padres casados’.
Con esa postura, rechazó la idea de ‘reducción al estado laical’, con sus implicancias despreciativas. Pueden verse, en ese sentido, los Artículos que aparecieron en el Número 4 del año ’84 en la Revista Vozes, en 1990, pp. 389-436, firmados por Francisco Salatiel, Joares Vergolino, Raimundo Caramuru e Irene Cacais. El mismo posicionamiento en el Libro “Padres Casados - Testimonios e Investigaciones”, editado el mismo año por la misma Editorial Vozes con escritos de Jorge Ponciano, Luis Pasquali, Fernando Spagnolo y Joao Batista Schmitt. 
-          Desde el inicio, y este es un segundo punto a destacar, el Movimiento procuró crear entre los “salidos” y sus compañeras un ambiente de acogimiento, también a veces de ayuda financiera, confraternización y amistad entre los Padres ‘que dejaron el Ministerio’ (como se decía entonces).
Tereza y yo tenemos gratos recuerdos de nuestra convivencia con el Grupo de Fortaleza y guardamos nostálgica memoria de Lauro Motta, excelente animador de aquella convivencia. Hay, ciertamente, otros Grupos que se formaron y pienso que ese carácter fraternal se perpetúa hasta hoy en algunos lugares.
-          Un tercer aspecto a recordar es el hecho que, en un cierto momento, se resolvió agregar la letra ‘F’ (de Familia) a la sigla original del MPC, que daba una señal de la importancia de la mujer en el Movimiento y del peligro de un machismo en iniciativas de este tipo.
En ese sentido, el XIX Encuentro, en Ribeirao Preto, trató el tema: ‘El protagonismo de la mujer en la Iglesia’. Ahora siento que tengo que pedir disculpas a las mujeres al proponer acá un Asunto que se refiere principalmente a los varones, pues se trata específicamente de la condición de ‘Padres casados’.
Pero, pensándolo mejor, ese Tema les toca también a las mujeres, como quedará claro a lo largo de esta Mesa Redonda. Espero, entonces, que las mujeres acá participantes encuentren motivos para entrar en la discusión y me alegro de saber que una mujer aceptó participar en la Mesa.
-          Un cuarto dato: a lo largo de estos años, el Movimiento formuló, en términos genéricos, propuestas para una Iglesia ‘según el Vaticano II’, ‘servidora y pobre’, ‘según el espíritu del Papa Juan XXIII’.
Típico fue, en ese sentido, el temario del Encuentro en Fortaleza: ‘De la Iglesia que tenemos hacia una Iglesia a la luz del Concilio Vaticano II’. Más recientemente, un tema bien concreto fue abordado en el Encuentro de Florianápolis: ‘Evangelización en las Periferias’.

Concluyendo:
·         Con esto (ciertamente que hay más puntos), el Movimiento se sitúa hoy positivamente dentro de las corrientes que accionan dentro de la Iglesia católica.
·         Hay Padres ‘en actividad’ que lo perciben, como dan testimonio diversas ‘Cartas de Lectores’ en la Revista Rumos.
·         Hay gente fuera del Movimiento, tal vez más de lo que se piensa, que está interesada en los trabajos del MFPC.

2. ¿UNA NUEVA ETAPA, UN NUEVO PASO?
¿Hay como para avanzar? Pienso que sí, y por los siguientes motivos.

-          Al principio, en el Movimiento prevalecían los sentimientos, como es normal puesto que, para un Sacerdote católico, decidirse por el casamiento es un paso que se entremezcla con los sentimientos.
Ese fue mi caso: después de casarme estuve soñando unos 20 años con Padres, siempre en situaciones embarazosas. Las imágenes traducían sentimientos de rechazo y depresión, la impresión de ‘no pertenecer más’, de portar alguna culpa. Como mi conciencia no dejaba aflorar tale sentimientos, mi subconsciente se vengaba por la noches, soñando y soñando.
Algunos de nosotros expresaron tales sentimientos en Libros, como, por ejemplo, nuestro colega Aureo Kaniski (actualmente con más de 90 años) en tres Libros llenos de impaciencia, recriminación y desilusión:
* ‘Obstinación eclesiástica’;
* ‘Vida de renuncia’;
* ‘Anacronismo eclesial’ (Editorial SER, respectivamente 2002, 2007, 2008), o además, recientemente, Romeu Texeira Campos (85 años), de Belo Horizonte, en un no menos angustioso Libro ‘Cartago debe ser destruida’ (Belo Horizonte, 2015, 285 págs.), un libro erudito, pero de pura bronca.
Todo esto muestra que el proceso de formación de una conciencia nueva (y de un subconsciente reconciliado) necesita del tiempo. No se puede pasar por encima de los sentimientos y hay que dar tiempo al tiempo.
-          Por otro lado, luego de cuatro décadas de actividad, es normal que el MFPC haya madurado. Hay la impresión de que hoy está en condiciones de pasar de la ‘revuelta’ a la ‘revolución’, de las agitaciones de los sentimientos a las reflexiones ponderadas, de ‘corazón’ a ‘cabeza’.
-          Así es como nos enfrentamos lógicamente con la cuestión del Sacerdocio corporativo, en torno del cual gira, en definitiva, todo análisis. El tema es el Clero (el término griego ‘klerós’ significa originalmente ‘pedazo de tierra que se recibe en herencia’ y, en sentido derivado, ‘privilegio alcanzado por herencia’) y la relación que ese Clero mantiene con el genuino Mensaje evangélico.
Ante la oficialidad de la Iglesia, que nos dice: ‘Tú no eres más un sacerdote como antes, no perteneces más al Clero’ es normal que investiguemos lo que ese Clero tiene que ver con los propósitos fundantes de la Iglesia. 
Entonces llegamos a descubrir que el Clero, como bien lo dice el vocablo, es una Corporación, una Corporación sacerdotal. Estamos, pues, delante del desafío de situar el Sacerdocio católico en su debido lugar dentro de la historia del Cristianismo.
-          Me doy cuenta que el Asunto es delicado y por eso tengo que enfatizar que no vengo acá a criticar a Sacerdotes y/o Padres casados que se consideren Sacerdotes.
Todos y todas conocemos Sacerdotes ejemplares. Muchos de nosotros (es mi caso) tenemos un excelente recuerdo de nuestro tiempo en el Sacerdocio. No ‘dimos vuelta la página’, decimos que ‘continuamos nuestra misión, nuestra vocación’. No se trata, por lo tanto, de discriminar a los Sacerdotes.
La cuestión es otra. Se trata de cavar hondo en la historia del Cristianismo para ver lo que en la Propuesta original del Movimiento de Jesús tenga que ver con el Sacerdocio corporativo. Una proposición como esa va más allá de impaciencias y frustraciones, sentimientos causados por la impresión de que las cosas de la Iglesia no cambian, aun mismo con este Papa profeta.
-          Permítanme formular la Propuesta mediante dos frases:
1.       ‘Soy Padre casado, pero quiero ir más allá de padre casado’
2.       ‘Soy miembro de la Iglesia, pero quiero ir más allá de ella’. ¿Qué significa esto?

3. ‘SOY PADRE CASADO, PERO QUIERO IR MÁS ALLÁ DE PADRE CASADO’
Les invito a entrar conmigo en un tema que resulta de pesquisas que las pueden encontrar en las bases de mi Libro ‘Orígenes del Cristianismo’, publicado por la Paulus de Sao Pablo en Agosto del año pasado. Es una breve travesía por el pasado.

-          Cuando Jesús de Nazaret, siguiendo el ejemplo de los padres, emprende la peregrinación anual a Jerusalén para la Fiesta de Pascua, él se decepciona al entrar al templo. No, piensa, acá esto no es la ‘Casa de mi Padre’, esto es ‘una Cueva de Ladrones’.
Él se encuentra enfrentado dolorosamente con una Corporación religiosa que controla el Templo con muchos Sacerdotes (alta Jerarquía), Sacerdotes comunes, Letrados y Fariseos.
Son nada menos que 19.000 Sacerdotes (¡hoy Brasil tiene apenas 12.000 Sacerdotes católicos!) que se dispersan por todos los rincones de Palestina, un País con apenas un millón de habitantes, para verificar
·         si los Campesinos observan la Torá
·         y principalmente pagan los Impuestos.
Una opresión terrible. Basta leer los primeros 11 Capítulos del Evangelio de Juan, particularmente desde el Capítulo 8 en adelante, para convencerse de que Jesús no acepta esa situación.

-          De este modo, el Movimiento de Jesús nace en oposición al Sistema sacerdotal corporativo, hegemónico en la religión judaica de la época. El Movimiento opta por el Sistema sinagogal, de cuño comunitario.
Los primeros líderes del Movimiento de Jesús son llamados ‘Intérpretes, Anunciantes idóneos, Educadores, Rabis’, nombres diversos para señalar los liderazgos destacados por sus cualidades personales, no están revestidos de un Poder mediante legitimaciones (ordenaciones) por parte de alguna instancia religiosa, no reciben pago por sus Servicios ni se distinguen por vestimentas especiales.
Emanados del Sistema sinagogal judaico, esos ‘maestros’ modelan el Movimiento de Jesús por lo menos hasta la segunda mitad del Siglo II, y en diversos lugares hasta mucho más tarde. Es un Modelo
·         sin Templo ni Sacerdocio,
·         sin Ritos ni ordenamientos,
·         centrado en una actividad alimentada por la Lectura de la Palabra de Dios en la cotidianidad de la vida.
Hasta el Concilio de Nicea (325), no hay distinción jurídica entre personas sagradas y profanas en el seno del Movimiento de Jesús. Todos son Laicos, entre los cuales algunos se destacan como ‘Maestros’. Trabajé extensamente este Asunto en las págs. 143-162 de mi Libro ‘Orígenes del Cristianismo’, Paulus, 2016.

-          Ya en el Siglo II, muchos ‘Maestros’ pasan a ser llamados ‘herejes’ (aunque la palabra ‘heresia’, al principio, no tenía nada de peyorativo, pues el término griego significa ‘escuela libre’: los cristianos eligen libremente los Maestros que prefieren oír y acompañar) ¿Qué significa esto?
La investigación histórica muestra que la lucha contra las frecuentes herejías esconde una lucha por un nuevo Modelo de liderazgo en la Iglesia, un Modelo jerárquico y corporativo. Esa lucha ardua, silenciosa y oculta, está en la base de páginas y más páginas de documentos que se hallan de los Siglos del II al VI.

-          El Clero, como Clase separada del Laicado, es una innovación del siglo IV. Trae consigo el postulado de una religión como base de evangelización. Si, hasta el día de hoy, la religión católica tiene como Modelo una cultura clerical romana, por un tipo de resiliencia particularmente resistente.
-          Bajo la bandera de ‘ortodoxia’ (léase: hegemonía sacerdotal), el metropolita Anastasio (de Alejandría) difunde, a en medio de una vida agitada (siglo IV), la lucha por la sacerdotalización y por la formación de la Corporación sacerdotal. Otros Obispos hacen lo mismo y en poco tiempo consiguen imponer el nuevo Modelo.
-          Es una lucha de siglos. A partir del siglo VII, la heresía está bajo control: el Modelo sacerdotal corporativo reina soberano. Orígenes, el Maestre genial de inicios del siglo III, es uno de los últimos ‘hereges’ a ser condenado, en el año 533.

-          Así mismo, hay documentos que nos revelan que, por parte del Modelo comunitario (el Modelo de los Maestros), señales de tenaz resistencia, continúan apareciendo a lo largo de la historia del Cristianismo.
Todavía en el Concilio de Calcedonia, en 451, hay un Canon en el que se declara que ‘la ordenación de un Sacerdote que no mantenga un vínculo efectivo y duradero con una determinada comunidad, es inválida’ (Schillebeeckx, E., Por uma Igreja mais humana, Paulus, São Paulo, 1989).
Ese texto es una preciosura, porque muestra que todavía en el Siglo V el Modelo comunitario (sinagogal) se muestra vivaz. ¡He acá lo que no se enseña en los Seminarios!

-          ¿Por qué insistir tanto en este punto de la sacerdotalización? Es que importa prestar atención al vínculo entre sacerdotalización y la formación corporativa. El Clero es una Corporación y su efecto sobre la Iglesia Pueblo de Dios es deletéreo y corrosivo, pulveriza en poco tiempo el vínculo comunitario.
En vez de relacionarse directamente con una Comunidad concreta (como todavía se verificaba en el Siglo V), el líder cristiano pasa a relacionarse en primer lugar con su Corporación.
Él se vuelve un Miembro del Clero. Escucha antes al Obispo que a las personas de su Comunidad. Históricamente se ha de reconocer que el retroceso sacerdotal proviene fundamentalmente de fuerzas que actúan dentro de la Iglesia (no viene solo de Constantino, por ejemplo, como tantas veces se dice); es un proceso que se extiende por siglos y que va provocando un cambio de mentalidad.
Cuando, en muchas Comunidades, aparecen ritos y preces (en vez de Lecturas bíblicas y Comentarios), luego aparecen líderes que se comportan como Sacerdotes y que tienden a formar una Jerarquía (fenómeno de los ‘mini Padres’).
Iniciativas comunitarias y Movimientos contrarios a los intereses de la jerarquía son gradualmente ahogados y marginalizados, cuando no violentamente eliminados.

-          ¿Por qué muchos teólogos silencian en torno a ese fundamental cambio de rumbo en la cuestión de la Organización eclesial? Es una cuestión para ser analizada con cuidado y espíritu exentos de preconceptos.
Se tiene la impresión que, a lo largo de la historia, ellos se acomodan enseguida a la nueva situación y pasan a beneficiarse con el Sistema corporativo. Muchos teólogos pasan a ser teleguiados por el Clero, cuando ya no pertenecen a él.
Hoy predomina la imagen del teólogo sacerdote o clérigo.

4. ‘SOY MIEMBRO DE LA IGLESIA, PERO QUIERO IR MÁS ALLÁ DE ELLA’

-          Se puede percibir que el Papa Francisco ve la Iglesia como ‘un trampolín a la Sociedad’ (como acostumbraba decir Don Helder Cámara). La impresión es que él quiere ir más allá de la Iglesia, pero por medio de la Iglesia: ‘una iglesia en movimiento’.
Le ha dado una gran importancia a los ‘Movimientos Populares’, que emergen de la Sociedad civil, muchos fuera del ámbito de la Iglesia. Son Movimientos democráticos, no programados desde arriba hacia abajo, que en sí no aspiran al Poder, pero inspiran y presionan al Poder a cuidar del Pueblo que vive ‘en la base’. No son de cuño corporativo.
Parece que el Papa coloca toda su alma a la animación de Encuentros de esos Movimientos, que ya suman tres:
·         Roma 2014,
·         Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) 2015,
·         y últimamente Roma, entre el 3 y el 5 de noviembre de 2016.
¿No será esa la vocación del MFPC: insertarse en los Movimientos Populares, en el sentido dado a ese término por el Papa? ¿Será que el actual Papa rechazaría la tesis de un Movimiento que criticara el carácter corporativo de la Organización de la Iglesia?

-          Recientemente nos llega una Noticia desde Roma. En una entrevista concedida al Periódico alemán Kölner Stadt-Anzeiger, el 25 de Diciembre pp., Leonardo Boff confidenció que parece existir en Roma una nueva articulación en torno a la cuestión de los Padres casados.
Boff: ‘Los Obispos brasileros, especialmente el amigo íntimo del Papa, el Cardenal Hummes, solicitaron expresamente al Papa francisco que posibilitase a los Padres casados en Brasil retornar al Ministerio pastoral.
Y agregó: ‘Recientemente, oí decir que el Papa quiere cumplir ese pedido -como una fase preliminar experimental, de momento confinada a solo Brasil’.
Una sugerencia ligeramente diferente fue presentada recientemente al Papa por Ervin Krautler, siendo Obispo de Xingu, la mayor Diócesis del mundo en términos de extensión (ver Paulo Suess).
Tenemos que tomar en cuenta esas propuestas, como otras diferentes. Después de nuestro estudio en el ítem 3 me queda claro que esas Propuestas no intentan ir ‘una Iglesia para un más allá de la Iglesia’, porque continúan basadas en la idea clásica del Sacerdocio y de la ‘falta de Padres’, un tema que fue introducido por el Papa Pio XII en la década de 1950.
Yo mismo viajé a Brasil en 1958, enviado por el Colegio para América Latina en Lovaina, Bélgica, fundado por instigación del Papa Pio XII, dentro de la perspectiva de ‘falta de Padres’. En la referida Entrevista, Boff atribuyó la sensacional pérdida reciente de fieles, por parte de la Iglesia católica, a la ‘falta de Padres’, lo que me parece una simplificación.
Una recientísima investigación de Datafolha muestra que la Iglesia católica, entre octubre 2014 y diciembre 2016, perdió 9 millones de fieles: no menos del 6% de brasileros mayores de 16 años abandonaron la Iglesia en esos doce años.
Hoy apenas el 50% de brasileros se declaran católicos y los comentaristas divergen al intentar explicar el fenómeno (Reginaldo Prandi, Luiz Felipe Pondé, etc.)
Otro dato importante es que el número creciente de entrevistados se declara ‘sin religión’. Éstos constituyen el segmento poblacional que más crece: del 8% en 2008 a 14% en 2016. Significativamente, es el segmento de mayor escolaridad ((Folha de São Paulo, 02/01/2017, p. 1). Aquí hay una complejidad que no puede ser simplemente explicada por ‘falta de padres’.

-          Pero no se puede pasar por encima de esa Propuesta, proveniente de autoridades eclesiásticas como el Cardenal Hummes, amigo del Papa, el Obispo Krauteler y otros. Es una Propuesta concreta y practicable a corto plazo.
Sin embargo, ella no invalida una posición crítica contra el Sistema eclesiástico vigente. No se puede esperar que las autoridades en Roma cuestionen el Corporativismo sacerdotal en sí, como lo estamos proponiendo acá. 
Ésta es una tarea que nos cabe a nosotros, Padres casados, porque en este punto estamos en una posición más libre, y eso nos permite cavar más profundo. Podemos exteriorizar muchas cosas que los que están dentro de las estructuras eclesiásticas, aun mismo cuando concordaran con nosotros, no las pueden decir.

-          Independientemente de esas eventuales novedades no podemos perder de vista una evolución importante, que no está siendo debidamente comentada por realizarse en un plano de poca visibilidad. Aunque de forma velada, el Modelo del Maestro, originario del Movimiento de Jesús, renace hoy en las Comunidades de Base.
Cualquier Padre casado que tenga alguna experiencia de trabajos en una ‘Base’, habrá notado que la imagen tradicional del sacerdote que aparece en la Comunidad para
* decir Misa
* administrar Sacramentos
* realizar Ritos y Liturgias,
está siendo sustituida, en esas últimas articulaciones capilares del Cuerpo social, por otra imagen de Sacerdote que se asienta en el entorno, al lado de laicas y laicos, escuchando e interviniendo de vez en cuando.
Muchas veces sin caer en la cuenta de eso, el Padre casado rescata la antiquísima imagen del ‘Maestro’, yendo más allá de la imagen de Sacerdote. Mediante ella, a partir de su propia vida y prácticamente sin ninguna teorización, vuelve a aparecer la primitiva imagen del Maestro.
Hay aquí un punto donde se verifica la organicidad del Movimiento de Familias de Padres Casados. Porque hay muchos Padres casados, aparte de los de Brasil, que actúan en Comunidades, de las formas más variadas. Este punto merece una investigación más profunda.

-          En el fondo, y para concluir, lo que importa es actuar dentro de la Sociedad.
Repito las palabras de Don Helder Cámara: ‘la Iglesia es un trampolín a la Sociedad’.
A través de ella llegamos a la Sociedad. El Papa actual actúa de esa manera. Ahora, en la Sociedad, todos los Poderes que oprimen a la persona humana tienen que ser combatidos, inclusive los Poderes religiosos.
El sacerdocio, tal como es ejercido en la Iglesia católica actual, aunque no aparezca como tal, es un Poder de carácter potencialmente opresivo. Esto es un dato que la historia revela y la Iglesia silencia.
La historia del Sacerdocio católico está repleta de recursos opresivos:
·         confinamiento del pensamiento,
·         excomuniones,
·         lucha contra las libertades,
·         imposición de un Pensamiento único en la parroquias (durante siglos)
·         inquisición,
·         persecución,
·         marginalización,
·         preconceptos,
·         prohibición de leer determinados Libros (¡incluso la Biblia!)
·         moral absolutista,
·         fundamentalismo.
La Lista es larga, pues abarca muchos siglos.

¿No será que ha llegado la hora de proponerse una Organización no Corporativa de la Iglesia católica?, ¿en vista de una Sociedad más humana?

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ANEXOS.
Comento acá, en dos Anexos, algunos temas directa o indirectamente relacionados con lo expuesto:
(1) ‘Tú eres Pedro’ (Mateo 16,18);
(2) Las referencias al Sacerdocio en los Textos del Nuevo Testamento.

Anexo 1: ‘TÚ ERES PEDRO’.
Con frecuencia se cita el Evangelio de Mateo 16,18: ‘Tú eres Pedro y sobre esa Piedra construiré mi Iglesia’ para justificar el papado y, con él, el Sistema sacerdotal. ¿Qué hay que decir?
Básicamente hay que decir que una buena lectura presupone la contextualización del Texto. El Texto en cuestión contiene palabras pronunciadas por un judío a otros judíos. Sin tener en cuenta la cultura judaica de la época, específicamente la cultura de Jesús de Nazaret, no hay cómo interpretar correctamente la frase.
Que Jesús elogia a Pedro, eso está claro. Pero ¿qué tiene en mente cuando habla de ‘Iglesia’ (en griego ekklesia, en hebraico knesset)? Decir que piensa en una Iglesia tal cual existe hoy es cometer un flagrante anacronismo.
Lo normal es suponer que Jesús se refiere al Sistema sinagogal, dentro del cual y por medio del cual articula toda su vida pública. Jesús viaja todo el tiempo por las Aldeas de Galilea y se dirige a los Campesinos a través de la Sinagoga. Él no cambia la Organización de ese Sistema (con sus Mestres y Rabinos, sus Lecturas bíblicas, su observancia del Sábado, etc.), sino que les propaga un nuevo Mensaje, un Evangelio.
Jesús forma lo que algunos historiadores llaman ‘Sinagoga disidente’, una Sinagoga que no trabaja con el Asunto de un Dios vengativo (‘Castigo de Dios’), del Pecado y de la Condenación, sino con el Tema del Reinado de Dios. Todos son llamados a colaborar, justos y pecadores, también los Cobradores de Impuestos.
Perdón general en vista de la construcción del Reinado. Esto es lo que parece ser el sentido de las palabras ‘mi Sinagoga’ en Mt 16,18. Al elogiar a Pedro, Jesús lo imagina como Rabí. Un pescador humilde se transforma en ‘Mestre en Israel’, para difundir la Buena Nueva de un Dios Padre y del reinado de Dios que viene. Jesús se siente excitado con esa idea.
Jesús sueña formar un nuevo Pueblo sinagogal no según las orientaciones de los Sacerdotes de Jerusalén, sino según el Evangelio, una Sinagoga liderada por pescadores y campesinos. Por lo tanto, no parece lingüísticamente justificado ver en Mt 16,18 otra cosa más que una referencia a la ‘Sinagoga disidente’ que Jesús está formando.
Nuestra dificultad con este tipo de Textos es que estamos habituados a oír Lecturas anacrónicas y fuera del contexto bíblico. Acá estamos delante de una cuestión que trato largamente en mi Libro ‘En busca de Jesús de Nazaret: un análisis literario’.

Anexo 2: TEXTOS SOBRE EL SACERDOCIO EN EL NUEVO TESTAMENTO.
Las referencias al Sacerdocio en el Nuevo Testamento se encuentran básicamente en dos Textos: en la Primera Carta de pedro y en la Carta a los Hebreos.
·         La Primera Carta de Pedro menciona una ‘santa comunidad de sacerdotes’ (2,5), ‘cuerpo real sacerdotal’ (2,9), el ‘pueblo de Dios’ (2,10). Los términos son metafóricos (como sucede con muchos términos del Nuevo Testamento).
La intención del escritor de la Carta consiste en afirmar que el Movimiento de Jesús no funciona por medio de Sacerdotes, sino de personas reunidas en su Movimiento que sustituyen a los Sacerdotes). Acerca del uso de metáforas en el Nuevo Testamento, ver capítulo 5 del Libro ‘En busca de Jesús de Nazaret’, especialmente las págs. 130-137.
·         La Carta a los Hebreos también recurre a metáforas para hablar del sacerdocio. Jesús es Sacerdote según el Modelo de Melquisedec, anterior y superior al Sacerdocio templario. Su ‘Sacerdocio’ está basado en la lógica de la ‘berit’ (alianza, ‘testamento’), como un ‘Sacerdocio’ de Melquisedec, basado en la escucha al llamado de Dios. Véase capítulo 3 del Libro ‘En busca de Jesús de Nazaret’, pág. 77-94. Jesús es ‘sacerdote’ de modo metafórico.
La teología del Sacerdocio, enseñada en los Seminarios católicos, se basan en una lectura no contextualizada de la Carta a los Hebreos, específicamente de los capítulos 6 al 10. No se toma en cuenta el cuño irónico de las consideraciones del autor acerca del Sacerdocio de Jesús (ver la entrada ‘ironía’ en el Libro ‘En busca de Jesús de Nazaret’, pág. 208, y como el tema ‘parodia’ en las pág. 82-83 del referido Libro).
De ese modo se llega a la doctrina del ‘Carácter indeleble’, impreso en el alma del Sacerdote en el momento de su Ordenación. Hebreos relativiza el Sacerdocio y escribe que el sacerdote puede ser ‘un consuelo provisional’, pero que se vuelve superfluo ‘a la hora de la lucidez’ (‘En busca de Jesús de Nazaret’, págs. 84-86).

Doy aquí una sugerencia de lectura complementaria:
-          John Sh. Spong, Cristianismo nuevo para un mundo nuevo, Colección ‘Tiempo Axial’ (ASSET), Librería Abya Yala, Quito. http://tiempoaxial.org
-          Roger Lenaers, Otro cristianismo es posible, Colección ‘Tiempo Axial’ (ASSET), Librería Abya Yala, Quito. http://tiempoaxial.org
-          Spong J. Sh., Um novo cristianismo para um novo mundo: a fé além dos dogmas, Verus Editora, Campinas, 2006.
-          Lenaers, R., Outro cristianismo é possível, Paulus, São Paulo, 2010



 5 .  LA  DESCOMPOSICIÓN  DEL  CRISTIANISMO,  J.M.  Castillo,  teólogo.


Recibido dic. de 2016.

Escribo esta breve nota el día 3 de diciembre, fiesta de san Francisco Javier. Acabo de leer el Evangelio que corresponde a la misa de hoy, el texto de Mt 9,35-10, 1.6-8. Y he recordado enseguida lo que el papa Francisco indicaba, hace pocos días: una de la cosa que más daño hace a la Iglesia es el clericalismo. El Evangelio afirma que Jesús, al ver a las pobres gentes de Galilea, “sentía compasión”, le daba pena. Porque aquellas gentes andaban y vivían “como ovejas que no tienen pastor”. Al decir esto, el Evangelio no culpa a la gente. Culpa a los “pastores”, que, en el lenguaje de los profetas de la Biblia, eran los “sacerdotes”.
Pues bien, al llegar a este punto, resulta inevitable recordar la amenaza impresionante que el profeta Ezequiel les lanza (y les sigue lanzando) a los sacerdotes, los de entonces y los de ahora: “Me voy a enfrentar con los pastores: les reclamaré mis ovejas, los quitaré de pastores de mis ovejas, para que dejen de apacentarse a sí mismos, los pastores” (Ez 34, 8-7.10).
Jesús no fundó el clero. Ni fundó sacerdocio alguno. Eso no consta en ninguna parte, en todo el Nuevo Testamento. Y mucho menos, a Jesús ni se le ocurrió instituir un cuerpo o estamento de “hombres sagrados”, una especie de funcionarios de “lo santo”, que viven de eso y con eso salen del anonimato de los hombres corrientes, para constituirse en una “clase superior”. Jesús no pensó en nada de esto. Lo que Jesús quiso es “discípulos” que le “siguen”, es decir, que viven como vivió Jesús. Dedicado a curar dolencias, aliviar penas y sufrimientos, acoger a las gentes más perdidas y extraviadas. Así nació el “movimiento de Jesús”. Y así se expandió por el Imperio. Hasta que, progresivamente, la creciente importancia del clero y sus ceremonias, sus templos, sus normas… desplazando el centro: del Evangelio a la Religión. De la compasión por los que sufren a la observancia y la sumisión a la religiosidad establecida.
Y así, paulatinamente, insensiblemente, el discipulado evangélico se convirtió en carrera, en dignidad, en poder sagrado, en rango y jerarquía, en clero, con el consiguiente peligro de derivar hacia el clericalismo. Justamente, lo que el papa Francisco ha lamentado recientemente. Y aprovecho la ocasión para insistir, una vez más, que los cánones de la Sesión VII del concilio de Trento, sobre los sacramentos, no son definiciones dogmáticas, vinculantes para la Fe católica. Porque los Padres del concilio no llegaron a ponerse de acuerdo sobre si lo que condenaban o prohibían eran “errores” o “herejías” (cf. DH 1600).
Nos quejamos de la falta de clero, de los abusos de no pocos clérigos, de los privilegios que se le conceden a la Iglesia, de la falta de ejemplaridad de no pocos curas…. Todo eso se puede discutir. Todo eso se debe precisar y ajustar a la realidad, para no difamar a totas buenas personas, que, desde su vocación religiosa, trabajan por los demás. Esto es verdad. Y se ha de tener muy en cuenta. Pero más importante y más apremiante, que todo lo dicho, es el hecho de que, paulatinamente, progresivamente, el desplazamiento, del “discipulado evangélico” al “clero eclesiástico”, ha sido -y sigue siendo- la raíz y la causa de la descomposición del proyecto original de Jesús. El Evangelio perdió fuera a costa del poder que alcanzó y sigue ejerciendo el Clero y, lo que es peor, el Clericalismo.
Mientras este problema no se afronte y se resuelva, hasta sus últimas consecuencias, la Iglesia seguirá como se encuentra ahora mismo: desplazada, en unos casos, y desorientada (sin saber qué hacer) en tantas ocasiones. Los incesantes enfrentamientos (o desacuerdos disimulados) de tantos clérigos con el Papa actual son la prueba más patente de que este asunto es capital y decisivo para la Iglesia en este momento.



 6 .  CURAS  PARA  PROMOCIÓN  PERSONAL,  José  María  Castillo.


Tal como se han puesto las cosas, en el momento que vivimos, el futuro de la Iglesia da que pensar. Porque produce la impresión de que la Iglesia, tal como está organizada y tal como funciona, tiene cada día menos presencia en la sociedad, menos influjo en la vida de la gente y, por tanto, un futuro bastante problemático y demasiado incierto. Cada día hay menos sacerdotes, cada semana nos enteramos de conventos que se cierran para convertirlos en hoteles, residencias o monumentos medio arruinados. El descenso creciente en las prácticas sacramentales es alarmante. Más de la mitad de las parroquias católicas de todo el mundo no tienen párroco o lo tienen nominalmente, pero no de hecho.
Hace pocos días, el papa Francisco decía en una entrevista: "El clericalismo es el peor mal de la Iglesia, que el pastor se vuelva un funcionario". Y es verdad que hay curas, que se metieron en un seminario o se fueron a un convento, porque no querían pasarse la vida siendo unos "nadies" que no pintan nada en la vida. Esto sucede así, más de lo que imaginamos.
Pero, aunque se trate de personas generosas y decentes, ¿cómo no van a terminar siendo meros "funcionarios" unos individuos, que, para cumplir con sus obligaciones, tienen que ir de un lado para otro, siempre de prisa, sin poder atender sosegadamente a nadie? Y conste que me limito a recordar sólo esta causa de que en la Iglesia haya tantos "clérigos funcionarios".
No quiero ahondar en la raíz profunda del problema, que no es otra que la cantidad de individuos que se hacen curas porque, en el fondo, lo que quieren es tener un nivel de vida, una dignidad o una categoría, que no se corresponden ni con el proyecto de vida que nos presenta el Evangelio, ni con lo que de ellos espera y necesita la Iglesia.
Además -y esto es lo más importante-, ¿es la Iglesia una mera empresa de "servicios religiosos"? ¿cómo puede ser eso la Iglesia, si es que pretende mantener vivo el recuerdo de Jesús de Nazaret, que fue asesinado por los hombres del sacerdocio y del templo, los más estrictos representantes de los "servicios religiosos"?
Ya sé que estas preguntas nos enfrentan a un problema, que la teología cristiana no tiene resuelto. Pero hay cosas, que la Iglesia tuvo muy claras, en tiempos ya lejanos, y que hoy nos vendría muy bien recuperar. Me refiero en concreto a dos asuntos capitales: la "vocación" al ministerio pastoral y la "perpetuidad" de dicho ministerio.

3.       La vocación.
Se entiende por "vocación" un "llamamiento", una llamada. Por eso decimos que se va al seminario o entra en el noviciado el que se siente "llamado" para eso. Pero llamado, ¿por quién? Desde hace siglos, se viene diciendo que el obispo "ordena de sacerdote" al que es "llamado por Dios". Pero es claro que a cualquiera se le ocurre preguntarse: ¿y por qué será que ahora a Dios se le ocurre llamar a menos gente precisamente en los países más necesitados de buenos párrocos, teólogos, etc.? No. Eso de que la vocación es la llamada de Dios, eso no hay quien se lo crea en estos tiempos. ¿Entonces...?
El mejor historiador de la teología de la Iglesia, Y. Congar, publicó en 1966 un memorable estudio ("Rev. Sc. Phil. ey Théol. 50, 169-197) documentado hasta el último detalle, en el que quedó demostrado que la Iglesia, desde sus orígenes hasta el s. XIII, no ordenaba (de sacerdote o de obispo) al que quería ser ordenado y alcanzar la dignidad que eso lleva consigo, sino al que no quería.
La vocación no se veía como un llamamiento de Dios, sino de la comunidad cristiana, que era la que elegía y designaba al que la asamblea consideraba como el más capacitado para el cargo. Es lo que se venía haciendo en las primeras "iglesias" ya desde la misión de Pablo y Bernabé, que elegían "votando a mano alzada" ("cheirotonésantes") (Hechos 14, 23) a los ministros de cada comunidad.
¿No ha llegado todavía la hora de ir modificando la actual legislación canónica, para recuperar las sorprendentes intuiciones organizativas que vivió la Iglesia en sus orígenes?

4.       La perpetuidad.
Desde la tardía Edad Media, se viene repitiendo en teología que el sacramento del orden "imprime carácter", un "signo espiritual e indeleble", que marca al sujeto para siempre (Trendo, ses. VII, can. 9. DH 1609). El concilio no pretendió, en este caso, definir una "doctrina o dogma de fe". Porque el tema del "carácter" fue introducido en teología por los escolásticos del s. XII. Y, en definitiva, lo único que se veía como seguro es que hay tres sacramentos, bautismo, confirmación y orden, que solo se pueden administrar una vez en la vida, es decir, son irrepetibles, como indica el citado canon de Trento.
Lo importante aquí está en saber que, durante el primer milenio, la Iglesia enseñó y practicó de manera insistente lo que repitieron y exigieron los concilios y sínodos de toda Europa. A saber: los clérigos, incluidos los obispos, que cometían determinadas faltas o escándalos (que detallaban los concilios), eran expulsados del clero, se les privaba del ministerio, perdían los poderes que les había conferido la ordenación sacerdotal y, en consecuencia, quedaban reducidos a la condición de laicos.
Este criterio se repitió tantas veces, durante más de diez siglos, que la Iglesia se comportaba, en aquellos tiempos, como cualquier otra institución que se propone ser ejemplar. Los responsables, que no son ejemplares, no son trasladados a otra ciudad o se les encierra en un convento. Se les pone de patas en la calle. Y que se busquen la vida, como cualquier otro funcionario, que no cumple con sus obligaciones.
Si la Iglesia quiere en serio acabar con los clérigos funcionarios y con los clérigos escandalosos no puede depender de los jueces y tribunales civiles. Tiene que ser la misma Iglesia la que les quite la llamada "dignidad sacerdotal" a los "trepas", a los "vividores", a los "aprovechados", que se sirven de la fe en Dios, del recuerdo de Jesús y su Evangelio, para disfrutar de un respeto o de una dignidad que, en realidad, ni tienen, ni merecen.

Publicado por Iglesia de a pie para IGLESIA DE A PIE - Ecuador por la paz y la reivindicación el 1/30/2017



 7 .  EL  HÁBITO  NO  HACE  EL  MONJE,  Pepe  Mallo.


Con gratitud recibo y subo al Blog esta reflexión de Pepe Mallo. La Iglesia, si quiere volver a la vida de Jesús y recuperar su credibilidad, debe revisar el clericalismo y sus signos. Los servidores de las comunidades no son como los “jefes de las naciones que las dominan y se aprovechan de su autoridad…, sino servidores que dan su vida para rescatar de las más diversas esclavitudes” (Mc 10, 42ss). El clericalismo está muy vinculado a la vestimenta clerical en la mentalidad de la gente. El hábito clerical está marcado con el dominio y prepotencia del clero. En los ambientes populares actuales, pienso que es contraproducente. Un estudio sociológico podría desmentirlo o confirmarlo. (Rufo González). ATRIO.ORG.


LA ROPA, UNA SEGUNDA PIEL, “OTRO YO”
A la verdad que, desde las “hojas de parra” de nuestros primeros padres, el ser humano jamás ha renunciado a confeccionar vestidos para cubrir su desnudez. Hoy día en que, en general, la gente viste de “manera informal”, para ciertos eventos nos ataviamos de una determinada guisa, avalada por usos y costumbres sociales. Y es que el atuendo personal encarna una compleja forma de comunicación. No es simplemente una cuestión de encantos personales; implica también el admitir un mundo social interrelacionado donde uno se manifiesta y es percibido por los otros. La ropa constituye una especie de “otro yo”, como una segunda piel.

EL VESTIDO ENCIERRA UN SIGNIFICADO SIMBÓLICO
Desde muy antiguo, el atuendo se convierte en símbolo de autoridad, profesión, casta o clase; y así, refrendaba a la persona como rey, campesino, artesano, soldado o eclesiástico. A lo largo de la historia los jerarcas han ambicionado buscar diferenciarse del pueblo a través del atuendo. Ya en tiempos de los emperadores, los funcionarios de la Iglesia acomodaron sus vestimentas al estilo de los nobles: el papa se coronó de oro; aparecieron trajes con riquísimos bordados y botonaduras fastuosas, anillos y pectorales de piedras y metales preciosos… hasta llegar al ridículo de algún cardenal arrastrando magna capa… (“Una buena capa todo lo tapa”). La ostentación ha sido, y sigue siendo en algunas dignidades, reflejo inmediato de privilegio y poder.

“VESTIR DE CALLE”, SIGNO DE DESCLERICALIZACIÓN
Centremos el asunto. Glosando el refrán que me ha proporcionado el título de mi comentario, abordo el tema de las vestiduras eclesiásticas que se ha vuelto a poner de moda desde hace algunos años. El tema en sí mismo es secundario, aunque significativo, pues, como bien dijo alguien, “En el Evangelio lo importante es vestir al desnudo, no vestirse de importante”. El Concilio Vaticano II se pronunció claramente contra la suntuosidad en las vestiduras y ornamentación sagradas y exhortó a que la indumentaria de los eclesiásticos se adecuase a los signos de los tiempos. (S.C. 124; P.C.17). La mayoría de padres conciliares fueron conscientes de la necesidad y urgencia de desclericalizar la Iglesia, esclerotizada. Y así lo entendió también la gran mayoría del clero de la época posconciliar; y, sin consignas concretas de nadie, se comenzó a dejar de lado hábitos y sotanas y se empezó a “vestir de calle” con plena libertad, sin extrañezas ni rechazos por parte de la gente. Sin embargo, Juan Pablo II, angustiado por la, a su juicio, excesiva apertura eclesial, metió la marcha atrás y comenzó un “proceso de involución” que afectó a todos los aspectos de la vida de la Iglesia, también a la indumentaria clerical, que, poco a poco, fue resurgiendo.

VUELTA A LA “CASTA SACERDOTAL”
Proliferan por las calles de pueblos y ciudades curas y monjas vestidos con sus respectivos hábitos. A algunos seminarios ha llegado la “moda”, efecto de la “clonación”. Yo entiendo, comprendo y consiento que el sacerdote se atavíe con vestiduras adecuadas a su función ministerial. Así lo hacen jueces, fuerzas de seguridad, militares y otros cuerpos. Pero fuera de servicio, visten “de calle”. Lo normal. Lo que resulta inhabitual es llevar hábito habitualmente. Protagonista, la sotana. ¿Por qué la sotana? ¿Tiene algún significado especial? Pues, en sí misma, no. Se trata de una simple túnica, atavío usual en varias civilizaciones. Pero, claro, había que dotarla de significado, ungirla como atributo sagrado. Y ahí tenemos el dictamen: “El hábito talar es el signo exterior de una realidad interior: [como dice Benedicto XVI,] de hecho, el sacerdote ya no se pertenece a sí mismo, sino que, por el carácter sacramental recibido (cfr. Catecismo 1563 y 1582), es ‘propiedad’ de Dios.”
Y para re-matar la simbología, se fantasea (en la cultura occidental) hasta con el color negro: “El color negro recuerda a todos que el que lo lleva ha muerto al mundo. Todas las vanidades del siglo han muerto para ese ser humano que ya sólo ha de vivir de Dios”. Y digo yo, entonces el blanco que lucen los papas ¿les define como “mundanos y vividores”? ¿Y qué decir del rojo y púrpura de los obispos y cardenales? (Bueno, aquí ya no las tengo todas conmigo.)
El vestido no es sagrado, aunque sí se ha sacralizado. Recordemos las vestiduras del Sumo Sacerdote: “Harás vestiduras sagradas para tu hermano Aarón, que le den gloria y esplendor” (Ex. 28,2). Se trata de prendas específicas, propias de los jerarcas religiosos, que crean una barrera entre los sacerdotes y el resto del pueblo. Así nace la “casta sacerdotal”. Y aquí radica el afán de exhibición de tal indumentaria: “ostentación y segregación, separación entre clero y fieles”. Y referidos a los obispos y cardenales, su vestimenta está directamente relacionada con el boato, con la manifestación de lujo, de rango y de distinción. Lujosas sotanas, elegantes fajines, ostentosos anillos, vistosas cruces pectorales y demás adornos contribuyen a que mucha gente crea que algunos obispos van de carnaval.

JESÚS Y SUS DISCÍPULOS VISTIERON COMO LOS HOMBRES Y MUJERES DE SU TIEMPO.
En la Iglesia se sigue incurriendo en las mismas corrupciones que Jesús pretendió evitar: los títulos de honor, los fastuosos ornamentos y acicaladas vestimentas, las reverencias solemnes, los primeros puestos… Jesús se pronunció contra el vestido como ostentación sacral: “¡No hagáis como ellos hacen!… realizan todas sus obras para ser vistos por los hombres; pues agrandan sus distintivos religiosos (filacterias) y alargan los adornos (flecos) de sus mantos” (Mt. 23,5). “Vosotros no os preocupéis del vestido… Mirad los lirios del campo…” (Mt. 6,25-32). Jesús y sus discípulos vestían, sin duda, como los hombres y mujeres de su tiempo, sin distinguirse de ellos por la ropa.
Aunque la sotana no ha desaparecido (no hay más que entrar en el Vaticano), ha proliferado su sucedáneo, el clergyman, el “traje clerical”. Sigue siendo llamativo, no tanto por el pertinaz color negro, como porque provoca los mismos síntomas que la sotana: segregación, distinción, dominio, prerrogativa. Es quizás el celibatario alzacuello blanco lo que más llama la atención, ya que el traje negro es bastante común. Igual que a la sotana se le ha atribuido significación específica: “El alzacuello blanco es signo de la castidad sacerdotal”. Y aun he encontrado otra perla: “El alzacuellos protege la propia vocación al tratar con mujeres jóvenes y atractivas. Un sacerdote sin alzacuellos (y que, naturalmente, tampoco lleva anillo de casado) puede resultar un apetecible objeto de atenciones por parte de una mujer soltera que busca marido o de una mujer casada tentada por la infidelidad.” Sin comentarios. ¿No será más bien “narcisismo místico”? Opino que una pajarita o una corbata (aunque no sea roja) hace más juego con el traje que el alzacuello.

¿A LOS LAICOS NOS APORTA ALGO VERLOS ASÍ ATAVIADOS, O SU INDUMENTARIA NOS RESULTA INDIFERENTE?
Sostengo que no es cierto que vestir de calle, el no ir vestido de clérigo, entorpezca, dificulte o impida la dedicación pastoral. Es todo lo contrario. Como dato testimonial referiré que, en los largos treinta y nueve años que llevo en mi parroquia, no he visto vestidos de sotana ni clegyman a ninguno de los sacerdotes que han pasado por ella. Y no por eso perdieron la estima y el afecto de los fieles. Al contrario, se los veía como más cercanos y comprometidos con la gente. Los actuales sacerdotes, ya sí. Su clergyman y, a veces, su sotana; y se llaman y debemos llamarles “padre”. Si Obispos y sacerdotes dispersos por toda la geografía hispana y mundial visten como cualquier persona “normal”, ¿son por eso menos considerados y respetados? Sin “diakonía” la Iglesia no es Iglesia, por muchos bicornios mitrados, ostentosos báculos, brillantes anillos, pomposas capas magnas, aparatosas liturgias… que se ostenten como signo feudal de autoridad y dominio. La solución nos la aporta san Pablo: Revestirse de Cristo; revestirse del hombre nuevo (Gal. 3, 27-28; Ef. 4, 24), porque “el hábito no hace al monje”.

Publicado por Iglesia de a pie para IGLESIA DE A PIE - Ecuador por la paz y la reivindicación el 2/01/2017.



 8.  EL  SACERDOCIO  EN  LA  CARTA  A  LOS  HEBREOS,  Juan  Housset.


Traducción, PR: ‘Le sacerdoce dans la lettre aux Hébreux’.
CONTENIDO
-          El sacrificio de Cristo es diferente y único
-          El sacerdocio de Cristo también es diferente y único
-          No hay más necesidad de sacerdotes ni de sacrificio
-          Podemos decir « Todos somos sacerdotes »
-          La carta no menciona la Eucaristía
-          Y las mediaciones eclesiales
-          Qué podemos concluir de todo esto


La cuestión sacerdotal es el corazón de la carta a los Hebreos: los términos «sacrificio», «sacerdote», «sumo sacerdote» y «mediador» reaparecen constantemente. Pero ¿se puede decir que es responsable esta carta del regreso de la Iglesia a un sacerdocio copiado sobre el del Antiguo Testamento? y esto desde los años 200 después de Cristo. Muchos así lo han dicho hasta nuestros días, haciendo una lectura ‘sacrificial’ de la carta. La Revista "Mediasèvres" nº 98 presenta una visión muy diferente y eso por parte de eminentes teólogos. Lo vamos a resumir a continuación.

1. EL ‘SACRIFICIO’ DEL CRISTO ES DIFERENTE Y ÚNICO
-          El sacrificio de Cristo es radicalmente diferente de los sacrificios del Antiguo Testamento: no es un intercambio de dones entre los hombres y Dios. De parte de Cristo es la ofrenda libre de toda su vida hasta la muerte. La cruz no es un sacrificio, sino el resultado de un crimen al que Cristo se expuso por obediencia a la misión de revelar a un Dios amor y manifestar su solidaridad incondicional con los hombres.
-          Esta clase de "sacrificio" es única y definitiva; por eso la misma carta repite tres veces la relevante expresión "una vez para todas" (Hebreos. 7,27; 9,2 y 10,10). Ya no hay más sacrificio que ofrecer: el sacrificio de Cristo no puede ser repetido.

2. IGUAL QUE EL SACRIFICIO, EL SACERDOCIO DE CRISTO ES A LA VEZ DIFERENTE Y ÚNICO
-          El sacerdocio es diferente porque no es un rito litúrgico, sino su destino personal.
-          Es único porque este único "sumo sacerdote" es el exclusivo mediador. Cristo es el único mediador porque es el único en estar al mismo tiempo en una relación de fe total con su Padre y en una relación de caridad y solidaridad totales con su hermanos los hombres.

3. YA QUE HAY UN ÚNICO SACERDOTE QUE ES CRISTO, NO PUEDE HABER MÁS SACERDOTES, y como no hay más sacrificio que ofrecer, no se puede continuar ofreciendo ‘sacrificios’.
La novedad de la carta a los Hebreos, al Igual que todo el Nuevo Testamento, es de nunca designar ni pensar los ministerios cristianos en las categorías sacerdotales del Antiguo Testamento ni de otras religiones. Este carácter sacerdotal del presbiterado y del episcopado es ajeno a todos los escritos del Nuevo Testamento.

4. ENTONCES, ¿SE PUEDE DECIR QUE "TODOS SOMOS SACERDOTES"?
La 1ª carta de Pedro habla del sacerdocio común de los fieles y el Apocalipsis de un pueblo de sacerdotes tal como lo anunció el Éxodo. Curiosamente estas nociones son desconocidas de la carta a los Hebreos: Ese es una de sus enigmas. La carta excluye formalmente a cualquier forma de mediación individual o colectiva de los cristianos, pero no prohíbe reconocer una vida oblativa a la que son llamados los cristianos (Rom. 12,1), a imagen del carácter sacerdotal de la vida y muerte de Cristo.

5. LA CARTA NO HABLA DE LA EUCARISTÍA...
Dicha carta ni supone la eucaristía cuando toca aspectos muy cercanos a ella: es otro enigma de esta carta. En cualquier caso, es impensable que las asambleas cristianas mencionados en esta carta hayan un rito eucarístico como sacrificio. La historia de la Iglesia, especialmente en el Concilio de Trento, muestra cómo es el carácter sacrificial dado a la Eucaristía que ha conducido a la instauración de una casta clerical necesaria -el clero- para celebrarla.

6. CONSECUENCIAS PARA LA ECLESIOLOGÍA: ¿QUÉ PASA CON LAS MEDIACIONES ECLESIALES?
Según la carta, en la Iglesia hay que excluir las mediaciones que necesitaran intermediarios sagrados. Es una contradicción con la carta a los Hebreo dar un carácter ‘sacerdotal’ un ministerio ligado a un carácter ‘sacrificial’ de la eucaristía. Esta situación despoja al pueblo de Dios de su sacerdocio: quita a los cristianos su dignidad bautismal y sus responsabilidades eclesiales.
Pero sí puede existir una posible mediación al nivel simbólico, y eso de la manera siguiente:
·         ¿Es la Iglesia un pueblo sacerdotal en el corazón de la historia de la humanidad?
Al negar a la Iglesia el calificativo de clerical, la carta a los Hebreos invita a la misma Iglesia a no presentarse como intermediaria necesaria: Cristo es el único y exclusivo sacerdote y la ofrenda de su vida y de su muerte es irrepetible.
Pero, si entendemos la mediación a un nivel simbólico, la Iglesia bien puede presentarse como signo de su Señor ya que es su sacramento. Es o tiene que ser, en la vida de sus miembros, una ofrenda agradable a Dios, al ejemplo de Cristo. Pero este tipo de mediación -pasar obligatoriamente por la Iglesia- no se impone a los cristianos: el acceso a Dios no requiere necesariamente de ella. A Dios cada cristiano o ser humano puede servirlo “en espíritu y en verdad”.
·         El pueblo cristiano hace memoria de la ofrenda sacerdotal que hizo Cristo de su vida: ¿eso fundamenta su propia ofrenda sacerdotal como pueblo cristiano?
Los ritos cristianos hacemos memoria de la ofrenda que hizo Cristo de su vida hasta la muerte. Pero manifestamos nuestra identidad y fundamos nuestra existencia siendo la memoria viva, individual y colectivamente, de la ofrenda existencial de Cristo. Con los ritos cristianos nos alimentamos simbólicamente de la ofrenda de Cristo ya que debemos tener la mirada fijada en el iniciador de nuestra fe (Heb. 12,1).
·         ¿Llevan los muchos líderes cristianos al único líder que es Cristo?
Aquí está el delicado y difícil papel del líder. La carta a los Hebreos (13,17) no descarta la responsabilidad ministerial de ciertos miembros para prestar servicios comunicados a toda la comunidad. Mientras la carta niega en la institución eclesial el rol de intermediarios, no prohíbe a los líderes una relación directa con Cristo.
Sobre este punto varios teólogos como Sesboué, Martelet (1) o Vanhoye (2) formulan reservas a la excesiva crítica de la teología clásica; para el cardenal Vanhoye, estos "líderes" no son ni mediadores que sustituirían el Cristo, ni maestros absolutos de los cristianos, ni meros delegados de la comunidad cristiana, sino "agentes" de Cristo sacerdote, ya que el rol de ‘líderes’ parece ir un poco más allá de las intenciones de la carta.

CONCLUSIÓN: ¿QUÉ PODEMOS CONCLUIR DE TODO ESTO?
Gracias a este Revista ‘Médiasèvres, ahora sabemos que, lejos de ser un texto que empuja al carácter, por una parte, sacerdotal de los ministros y, por otra, sacrificial de la eucaristía, la carta a los Hebreos nos desafía a emprender revoluciones necesarias. Quitar el carácter sacerdotal a los ministerios (episcopado y presbiterado) permitiría:
-          Suprimir la distinción clero/laicos;
-          Cesar de limitar los ministerios a varones solteros comprometidos para toda la vida;
-          Hacer desaparecer la discriminación varones/mujeres en el ejercicio de las responsabilidades eclesiales.
Podemos dar gracias a estos teólogos valientes que nos animaron en estas nuevas comprensiones.

Jean Housset, 18 de febrero de 2016.

Notas
1 En la Revista ‘Médiasèvres’ nº 98
2 En "Sacerdotes antiguos, sacerdocio nuevo según el Nuevo Testamento" (Seuil, 1980).




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