S E G U I R
A J E S Ú S (4)
ENTRAR EN EL
MOVIMIENTO DE JESÚS
Reflexión – Espiritualidad - Compromiso
JESÚS ES
COMPAÑERO NUESTRO DE CAMINO.
----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
3ª parte
: “ NADA
MÁS IMPORTANTE QUE
EL AMOR ”.
-
Tema 30: “Ámense unos a otros
como yo lo he amado”.
-
Tema 31: “Amen a sus enemigos”.
Tema 30 : “
ÁMENSE UNOS A
OTROS COMO YO
LOS HE AMADO ”.
Motivación inicial
Hemos visto que el gran mandato
de Jesús para acoger y buscar el reino de Dios y su justicia es claro: “Sean
compasivos como su Padre del cielo es compasivo”. Entonces, ¿qué decir de las
leyes y mandamientos que rigen la religión de Israel? Jesús las resume en amar
a Dios de todo corazón y amar al prójimo como a sí mismo. Para precisar mejor
cuál es el centro de la religión, el mismo Jesús dará su propio mandamiento:
“Les ordeno esto: Ámense unos a otros como yo los he amado” (15,12 y 17).
1ª parte:
PREPARACIÓN PERSONAL
1.
Motivación
En la propuesta de Jesús, ¿cuál es el mandamiento mayor de Jesús?
2.
Lectura de la Palabra de
Dios: Marcos
12,28-34: Amar a Dios y al prójimo.
3.
Profundización de la lectura
bíblica
-
La pregunta del maestro de la ley. ¿Qué es lo que quiere saber
de Jesús el maestro de la ley? ¿Me parece importante su pregunta? ¿Necesito
también yo hacerme esta pregunta?
-
“Amará a Dios con todo el corazón…” ¿Por qué Jesús insiste mucho
en el amor a Dios? ¿Cuál es el mandamiento propio de Jesús? (ver Juan 15,12 y
17).
-
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. ¿Por qué Jesús añade este
segundo mandamiento? ¿Cuál es la norma o
la medida de este amor al prójimo? ¿Por qué no se puede separar estos 2 mandamientos?
-
La aprobación del maestro de la ley. En el principio y al final
de su respuesta, ¿qué añade el maestro de la ley? ¿Qué pienso de la relación
entre el culto y el amor al prójimo?
-
La conclusión de Jesús. ¿Qué le contesta exactamente Jesús al maestro
de la ley? ¿Cuál es el propio mandamiento de Jesús? ¿Cómo entiendo esta
afirmación de Jesús?
Puedo hacer un momento de oración.
2ª parte.
Comentario: “SÍNTESIS DEL AMOR A DIOS Y AL PRÓJIMO.
Los judíos hablaban con orgullo
de la ley. Según la tradición, Dios mismo la había regalado a su pueblo por
medio de Moisés. En esta ley estaba escrita la voluntad del único Dios vivo y
verdadero. En ella podían encontrar todo lo que necesitaban para vivir
fielmente su Alianza con él.
Sin embargo Jesús, seducido
totalmente por el reino de Dios, no se concentra en la ley. Busca la voluntad
de Dios desde otra experiencia diferente: está llegando el reino de Dios esto lo cambia todo. La ley ha regulado la
vida de Israel, pero ya no es lo más decisivo para descubrir la voluntad de ese
Padre compasivo que quiere construir un mundo más justo y humano. Por eso es
importante conocer cómo se sitúa Jesús ante la ley.
En cierta ocasión un maestro de
la le se acerca a Jesús. No viene a tenderle una
trampa. Tampoco
a discutir con él. Su vida está fundamentada en leyes y preceptos que le
indican cómo comportarse en cada momento fiel a la Alianza. Sin embargo, en su
corazón se ha despertado una pregunta; “¿Qué mandamiento es el primero de
todos?”.
No es una pregunta más. Ese hombre
quiere saber qué es lo más importante para Dios, que es lo esencial para hacer
su voluntad. Dicho de otra manera, qué es lo primero para acertar en la vida.
Jesús entiende muy bien lo que siente. Cuando en la religión se van acumulando
leyes, preceptos, costumbres y ritos, es fácil vivir dispersos sin saber
exactamente qué es lo primero y fundamental.
Jesús no le responde citando los
mandamientos de Moisés. Sencillamente le recuerda las primeras palabras de la
oración llamada ‘Shemá’, que recoge lo esencial de la fe judía en el Dios de la
Alianza. En concreto le cita literalmente las primeras palabras: “El primero
es: ‘Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios es el único Señor; amarás al
Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma y con todas tus fuerzas’”
(Deuteronomio 6,4-5).
El maestro de la ley está
pensando en un Dios que tiene poder para dar leyes. Jesús lo coloca ante un
Dios cuya voz hemos de escuchar. Cuando escuchamos al verdadero Dios,
percibimos una llamada a amar. No es propiamente una ley. Es lo que brota en
nosotros al abrirnos al misterio último de la vida: “Amarás”.
El mandato del amor no se
encuentra en el mismo plano que los demás preceptos, perdido entre otras normas
más o menos importantes. El amor es el principio animador y orientador de todo
lo demás. Si un precepto no se deduce
del amor o va en contra del amor, queda vacío de sentido: no sirve para
construir la vida tal como la quiere Dios.
Siguiendo literalmente la oración
del ‘Shemá’, Jesús habla de un amor que es entrega y fidelidad total al único
Dios, El ser humano ha de vivir centrado en el amor a Dios con todo lo que
constituye su ser. Amará al Señor tu Dios “con todo el corazón” que es el
centro de las decisiones y sentimientos más noble; “con toda tu alma”, es
decir, con toda la vitalidad; “con toda tu mente” o capacidad de pensar y
entender; “y con todo tus fuerzas” o energías para actuar. El amor de Dios no
es un sentimiento o una emoción. Es una entrega práctica, generosa y confiada
al amor de Dios.
Este amor a Dios es el primero.
Pero Jesús añade enseguida otro mandato recogido en Levítico 19,18 por el que
nada le ha preguntado. El amor a Dios va unido a un segundo mandato del que no
se puede disociar. Así concluye Jesús: “El segundo es este: ‘Amarás a tu
prójimo como a ti mismo’. No hay otro mandamiento más importante que estos”.
Amar al prójimo como a uno mismo
significa sencillamente amarlo como deseamos que el otro nos ame. No se puede
encerrar el amor en fórmulas precisas. Jesús no lo hace. El amor pide
creatividad. Así se entiende otra invitación de Jesús que suele llamarse la
“regla de oro”: “Traten a los demás como quisieran que ellos los trataran”
(Mateo 7,12). Nuestra experiencia puede ser el mejor punto de partida para
imaginar cómo hemos de tratar a un persona concreta. No hay escusa ni
escapatoria fácil. Para nosotros siempre queremos lo mejor. Esta “regla de oro”
nos pone a buscar el bien de todos de manera incondicional. Esta ha de ser
nuestra actitud básica para colaborar en el proyecto humanizador del Padre.
El maestro de la le aprueba con
entusiasmo todo lo dicho por Jesús: “Muy bien, Maestro, tienes razón”. Y a
continuación repite casi literalmente las palabras pronunciadas por Jesús.
También para él, el amor total a Dios y el amor al prójimo constituyen la
síntesis de la ley y el principio supremo que ha de inspirarlo todo. Pero
además se atreve a añadir una observación sobre el culto del templo: el amor a
Dios y al prójimo “vale más que todos los sacrificios holocaustos”. Estos ritos que pretendían
asegurar la relación con Dios quedan subordinados al amor, que es lo que
realmente nos une a él.
Al ver que ha captado sabiamente
su mensaje, Jesús le dice: “No estás lejos del reino de Dios”. Este elogio
encierra una discreta invitación a dar un paso más. E, maestro de la ley está
preparado para entrar en el proyecto humanizador del Padre. Esta manera de
entender la ley conduce al reino de Dios. Pero no basta la teoría. Ahora ha de
actuar prácticamente desde ese amor a Dios y al prójimo. Podemos resumir
brevemente algunas conclusiones.
Jesús estable una estrecha
vinculación entre el amor a Dios y el amor al prójimo. Son inseparables. No es
posible amar a Dios desentenderse del
prójimo. No es posible amar a Dios y vivir olvidados de los que sufren. El amor
a Dios que excluye al prójimo se convierte en mentira. Lo que va contra el amor
al prójimo va contra Dios.
Jesús no confunde el amor a Dios
con el amor al prójimo como si fueran la misma cosa. Dios tiene una primacía
absoluta y no puede ser remplazado por nada. Lo primero es amar a Dios: buscar
su voluntad, entrar en su reino, confiar en su perdón. La oración se dirige a
Dios, no al prójimo; el reino en que hemos de entrar es de Dios, no de los
hermanos; hemos de convertirnos a Dios, no a los hermanos…
Por otra parte, el prójimo no es
un medio o una ocasión para practicar el amor a Dios. Jesús no está pensando en
transformar el amor al prójimo en una especie de amor indirecto a Dios. Jesús
cura, bendice y ayuda a la gente porque la ve sufrir y necesita que alguien
alivie su dolor.
Él piensa de otra manera. Amar a
Dios con todo el corazón es amar a un Padre que ama sin límites a todos sus
hijos e hijas. Por eso no es posible amar a Dios sin desear lo que él quiere y
sin amar a quienes él ama tanto. El amor a Dios hace imposible vivir encerrado
en una mismo, indiferente al sufrimiento de los demás. Por eso dice: “Sean
compasivos como su Padre es compasivo” ”
Bien puedo hacer un momento de
silencio meditativo.
3ª parte:
REUNIÓN DE GRUPO
ACOGIDA MUTUA Y FRATERNA
SALUDO: El animador saluda y presenta el tema
con su motivación inicial.
‘VER’ DESDE NUESTRA VIDA PESONAL
1.
¿Cuál es el mandamiento
propio de Jesús y cómo lo entendemos?
‘ILUMINACIÓN’ EVANGÉLICA
Lectura
de Marcos 12,28-34: Amar a Dios y al prójimo.
2.
¿Con qué fórmula resume Jesús
los mandamientos del Antiguo Testamento?
‘ACTUAR’ POR EL PROYECTO DE JESÚS
3.
Conversión personal: ¿Qué nos exige la dimensión
colectiva del mandamiento de Jesús?
4.
Compromiso: ¿Cómo nos vamos a unir y
organizar para cumplir con el mandamiento de Jesús?
ORACIÓN-‘CELEBRACIÓN’ COMUNITARIA.
1.
Sugerencias para la oración: Nos repartimos las
diferentes partes.
-
Se
explica los símbolos presentes en la mesa.
Momento
de silencio
donde nos disponemos a rezar.
-
Escuchamos en silencia la siguiente oración.
Padre, tú nos regalas tu
amor: enséñanos a amarte con todo el corazón.
Padre, tu amor es fuente de
vida: enséñanos a amarte con toda el alma.
Padre, tu amor es fuente de
luz: enséñanos a amarte con toda la mente.
Padre, tu amor es nuestra
fortaleza: enséñanos a amarte con todas las fuerzas.
Padre, tu amor se hace
comunidad para que nos amemos unos a otros:
Padre, enséñanos a amar como
tu hijo Jesús amó.
-
Alguien lee la siguiente oración que repetimos frase por frase.
En este momento, Padre,
nuestro corazón está contigo./
Nuestra cabeza piensa en ti;
nuestros ojos te miran./
En este momento, Padre,
nuestras manos estrechan tus manos/
Porque sólo tú eres sentido,
sólo tú liberas;/
Sólo tú eres fiel, sólo tú
eres esperanza;/
Sólo tú eres amor, sólo tú
eres Dios./
Hoy, Padre, nos decidimos por
ti: seguiremos los pasos de tu hijo Jesús./
-
Escuchamos y luego añadimos nuestros propios motivos de acción de
gracias:
Te damos gracias, Señor, por
los ojos que nos miran con amor,
Por las manos que cuidan y
levantan.
Te damos gracias, Señor, por
las voces que nos acompañan y animan,
Por ver, escuchar, sentir los
gemidos, tristezas y gozas que nos llegan.
Te damos gracias, Señor, por
tantas personas que son portadoras de tu amor para nosotros.
…
2.
Bendición y abrazo de paz.
DESPEDIDA. Se señala la fecha y la casa donde
tendrá lugar la próxima reunión.
Tema 31 : “ AMEN A SUS ENEMIGOS ”
Motivación inicial
La
llamada de Jesús a amar a Dios y al prójimo es seductora y seguramente
encuentra un eco grande en nuestro corazón. Ahora vamos a das un paso más
escuchando su llamada a amar incluso a los enemigos. ¿Nos atreveremos a amar
también a los que nos hacen daño? Es un rasgo propio y original de Jesús.
Resumió todo su mensaje en un solo mandamiento: “Ámense unos con otros como yo
los he amado” (Juan 13,52). ¡Animémonos a seguir los pasos de Jesús!
1ª parte:
PREPARACIÓN PERSONAL
1.
Motivación
¿Tengo dificultad para perdonar las ofensas que se me hace?
2.
Lectura de la Palabra de
Dios: Mateo
3,38-45: “Amen a sus enemigos”.
3.
Profundización de la lectura
bíblica
-
“Ojo por ojo y diente por diente”. Gandhi añadía:
“… dejan el mundo ciego y malherido”. ¿Qué pienso de esta ley del Antiguo
Testamento? ¿Qué sentido positivo encuentro en ella? ¿Dónde estaría su complemento
totalmente humano?
-
¿Cómo reaccionar ante quien nos hace daño? Con sus
orientaciones, ¿me invita Jesús a permanecer pasiva/o y resignada/o? ¿Recuerdo
una reacción violenta mía que empeoró alguna situación conflictiva? ¿Recuerdo
una reacción no violenta mía que resolvió algún problema?
-
Resistencia no violenta. ¿Cómo entiendo
las orientaciones de Jesús? Gandhi proponía una “resistencia actica y colectiva
no violenta” frente a los conflictos sociales: ¿conozco ejemplos positivos de
esta propuesta?
-
Amor a los enemigos. ¿Qué siento
ante la llamada de Jesús a amar a mis enemigos? ¿Sirve para algo? ¿A qué
condiciones es posible?
-
Orar por los enemigos. ¿Se me ocurrió alguna vez rezar por las
personas que me hicieron daño? ¿Recuerdo la experiencia de haber perdonado de
corazón? ¿Cómo puedo lograr, por una parte, odiar y destruir el mal y el
pecado, y por otra, amar y salvar al malhechor y al pecador?
Puedo hacer un momento de oración.
2ª parte.
Comentario: “EL AMOR A LOS ENEMIGOS.
Seguramente muchos acogían con
agrado el llamado de Jesús a amar a Dios y al prójimo. Era la mejor síntesis de
la antigua ley. Pero lo menos que se podían esperar era orle hablar de amar
incluso a los enemigos y de no ofrecer una resistencia violenta a quienes nos
hacen mal. Sus palabras eran un escándalo para esos campesinos de Galilea que
vivían la experiencia de la opresión romana y los abusos de los poderosos
terratenientes. ¿Qué está diciendo Jesús? ¿Es que Dios quiere que vivamos
sometidos con resignación a los opresores? ¿No hay que buscar siempre el reino
de Dios y su justicia? En primer lugar vamos a escuchar la llamada a no
responder violentamente al que nos hace mal. Luego su invitación a amar a los
enemigos.
- Resistencia
no violenta
Jesús comienza
recordando la ley del talión, llamada propiamente “ojo por ojo y diente por
diente”. Todos conocían las palabras del Éxodo que ponían un límite justo al
deseo incontrolado de venganza, que nace fácilmente en nosotros ante aquel que
nos ha hecho algún mal: “Si se siguen daños, se pagará así: vida por vida, ,
ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, herida por herida,
golpe por golpe” (21,23-25). Por eso, según esta ley, la venganza es justa
cuando no se excede del daño recibido: yo te hago a ti el mismo daño que tú me
has hecho a mí.
Desde su
experiencia de un Dios no violento, Jesús va a superar la ley del “ojo por ojo
y diente por diente” proponiendo una resistencia no violenta al que nos hace
mal. Jesús no pide a sus seguidores que ceden al mal en vez de resistirse: si
buscamos el reino de Dios y su justicia, hemos de oponernos siempre al mal. La
cuestión no es si resistir o no resistir al mal, sino cómo resistir. Jesús
propone a los suyos resistir, pero de modo no violento.
Para expresar
mejor su pensamiento, Jesús imagina cuatro ejemplos concretos que ilustran de
manera gráfica cómo reaccionar ante el mal. No son normas que han de cumplirse
al pie de la letra, sino sugerencias para resistirnos a la injusticia sin caer
en la espiral de la violencia. Jesús no busca promover la pasividad, la
resignación o la rendición cobardes ante los abusos y las injusticias. Está
invitando a sus seguidores a responder a la agresión en la misma línea del
agresor, sino adoptando una estrategia amistosa que corte, si es posible, una
escalada de la violencia.
-
“Si alguien te da una bofetada en la mejilla
derecha, preséntale la otra”. Al parecer la bofetada en la mejilla
derecha era una práctica bastante común para humillar a los subordinados: los
amos golpeaban a sus esclavos, los terratenientes a sus jornaleros, las esposas
a sus esposas. ¿Cómo reaccionar? Lo normal era la humillación y someterse al
maltrato y a los abusos. Jesús sugiere “presentar la otra mejilla”, es decir,
no dejarse intimidar, reafirmarnos en la dignidad ante el agresor, que no
espera otra respuesta que la sumisión: negarle el poder de humillarnos, hacerle
ver que, a pesar de su gesto violento, somos tan humanos o más que él.
-
“Al que quiera ponerte pleito para quitarte la
túnica, dale también el manto” que llevas encima. Preséntate ante
todos desnudo, pero con dignidad. Que el acreedor quede en evidencia y que
todos puedan ver hasta dónde llega su codicia y el sistema inhumano que permite
tales abusos.
-
“A quien te fuerza caminar una milla, acompáñale
dos”.
Supongamos que soldados al servicio de Roma te obligan a transportar una carga
a lo largo de una milla, ¿por qué no te muestras dispuesto a continuar todavía
otra milla más? Los dejarás desconcertados, pues la ley romana prohibía forzar
a nadie más de una milla. No será una gran victoria contra Roma; pero mostrarás
tu dignidad y tu rechazo a su injusta opresión.
-
Jesús
añade todavía dos exhortaciones positivas: “A quien te pide, dale, y al que te pide
prestado no le des la espalda”. Seguramente se refiere a prácticas
abusivas en cuestiones de impuestos y préstamos que no conocemos bien. El texto
sugiere que Jesús propone dar al que no pide algo pensando sólo en su
necesidad, y hacer préstamos sin pensar en el beneficio que podemos obtener
elevando los intereses.
La
actitud de Jesús es clara. Entrar en la dinámica del reino de Dios es construir
el mundo no en dirección a la violencia, sino hacia la justicia y el amor. No
es fácil luchar contra un mundo injusto sin caer en la violencia, pero es
posible. Jesús nos pide a sus seguidores enfrentarnos a los abusos y atropellos
de manera responsable y valiente, desenmascarando la falta de humanidad que se
encierra en toda actitud injusta. Y al mismo tiempo nos anima a practicar la
resistencia no violenta para ser testigos de un Dios no violento en medio de un
mundo violento.
- Amar a los
enemigos
Jesús comienza
recordando la actitud que se vivía en el pueblo judío ante los enemigos: “Amará
a tu prójimo y odiarás a tu enemigo”. Estas palabras no están recogidas en la
ley de Moisés, pero reflejan bien el clima social que se vivía en Palestina.
Los miembros del pueblo elegido se sentían llamados a odiar a sus enemigos,
pues los consideraban “enemigos de Dios”. Odiar al enemigo era incluso un signo
de celo por la justicia de Dios. Así dice un Salmo: “Señor, ¿cómo no voy a
odiar a los que te odian, y despreciar a los que se levantan contra ti? Si los
odio con odio implacable, les considero mis enemigos” (139,21-22).
Jesús comienza a
hablar un lenguaje sorprendente. Dios no es violento, sino compasivo: incluso
ama a sus enemigos; no busca la destrucción de nadie. Su grandeza no consiste
en vengarse, sino en amar incondicionalmente a todos. Hice el bien incluso a
los que se le oponen. Esta es la experiencia
que tiene de Dios. Desde esta perspectiva va a introducir una actitud nueva y
original ante los enemigos: “Yo, en cambio, les digo: amen a sus enemigos recen por los que les maltratan, para que
sean hijos de su Padre del cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y
manda la lluvia sobre justos e injustos”.
Jesús no pienso
sólo en los enemigos privados que uno puede tener en su entorno. Sin duda
piensa en todo tipo de enemigos, sin excluir a ninguno: el enemigo personal, el
que hace daño a la familia, el adversario del propio grupo o los opresores de
todo el pueblo. Ente aquellos campesinos de Galilea, “enemigo” son estas
personas de las que sólo podemos esperar mal. La idea de Jesús es clara: quien
se parece a Dios no alimenta el odio contra nadie, busca el bien de todos. Lo que
busca es eliminar dentro del proyecto del reino de Dios la enemistad. Su
llamada se puede resumir así: “No sean enemigos de nadie, ni siquiera de quien
es su enemigos. Parézcanse a Dios”.
Cuando Jesús
habla del amor a los enemigos, no está pensando en sentimientos de afecto, de
simpatía o cariño hacia quien nos hace el mal. El enemigo sigue siendo enemigo,
y difícilmente puede despertar en nosotros tales sentimientos. Amar al enemigo
es más bien pensar en su bien, no buscar su mal sino lo que puede contribuir a
que viva menor y de manera más digna. Esto supone esfuerzo, pues hemos de
aprender a deponer el odio, superar el resentimiento y buscar lo que es bueno
para él. Jesús habla de “rezar por los que nos maltratan” probablemente como un
medio concreto para ir despertando en nosotros la capacidad de amarlos.
Este amor al
enemigo no es una enseñanza de Jesús dirigidas a personas llamadas a una
perfección heroica. Su llamada quiere introducir en la historia una actitud
nueva ante el enemigo, pues busca eliminar en el mundo el odio y la violencia
destructora. Quien viva como hijo o hija del Padre no alimentará el odio contra
nadie, buscará el bien de todos, incluso de sus enemigos, pues “el Padre del
cielo hace salir el sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia sobre justos e
injustos.”
Bien puedo hacer un momento de
silencio meditativo.
3ª parte:
REUNIÓN DE GRUPO
ACOGIDA MUTUA Y FRATERNA
SALUDO: El animador saluda y presenta el tema
con su motivación inicial.
‘VER’ DESDE NUESTRA VIDA PESONAL
1.
Contémonos experiencias de
perdón. ¿Nos han costado?
‘ILUMINACIÓN’ EVANGÉLICA
Lectura
de Mateo 3,38-45: “Amen a sus enemigos”.
2.
Con sus orientaciones, ¿qué
quería dar a entender Jesús a sus compatriotas?
‘ACTUAR’ POR EL PROYECTO DE JESÚS
3.
Conversión personal: ¿Cómo aplicamos a nosotros
las orientaciones de Jesús?
4.
Compromiso: ¿Qué aspectos de nuestra
manera de amar tenemos que mejorar?
ORACIÓN-‘CELEBRACIÓN’ COMUNITARIA.
1.
Sugerencias para la oración: Nos repartimos las
diferentes partes.
-
Se
explica los símbolos presentes en la mesa.
Momento
de silencio
donde nos disponemos a rezar.
-
Alguien lee la siguiente oración de san Francisco de
Asís, que repetimos
paso a paso.
Señor, haz de mí
un instrumento de tu paz:/
Que donde haya
odio, ponga yo amor;/
Donde haya
ofensa, ponga yo perdón;/
Donde haya
discordia, pongo yo armonía;/
Donde haya
error, ponga yo verdad;/
Donde haya duda,
ponga yo fe;/
Donde haya
separación, ponga yo esperanza;/
Donde haya
tinieblas, ponga yo luz;/
Donde haya
tristeza, ponga yo alegría;/
¡Oh Maestro! Haz
que no nos empeñemos tanto/
a ser consolados
como a consolar,/
en ser amados
como en amar,/
porque dando se
recibe y olvidando se encuentra,/
perdonando se
perdona y muriendo se resucita a la vida eterna. Amén./
-
Escuchamos en silencio y concluimos con una oración
espontánea.
Jesús
misericordioso, cuando te agobiaban los sufrimientos
No amenazabas a
nadie, sino que perdonabas.
Nosotros también
queremos perdonar,
permaneciendo
sencillos y generosos de corazón.
Espíritu santo,
que llenas el universo de tu amor,
Pon en nuestro
corazón la fuerza de tu amor,
La bondad, la
compasión y el perdón.
…
Bendición y abrazo de paz.
DESPEDIDA. Se señala la fecha y la casa donde
tendrá lugar la próxima reunión.
6ª etapa :
LLAMADOS A SEGUIR
A JESÚS.
INTRODUCCIÓN
A lo largo de los últimos
encuentros hemos escuchado las principales llamadas de Jesús: su invitación a
entrar en la dinámica del reino de Dios, su llamada a ser compasivos como el
Padre del cielo y su propuesta de amor a Dios y a los hermanos como única ley.
Ha llegado el momento de escuchar de Jesús la llamada concreta a todos y a cada
uno de los miembros de este grupo a seguirlo de cerca.
Ya conocemos su estilo de vida,
su pasión por Dios, su entrega a los que sufren, su proyecto del reino. Ahora
hemos de estar más atentos que nunca. En los próximos encuentros Jesús nos irá
llamando de manera muy concreta a seguirlo, colaborando con él en la tarea
apasionante de abrir caminos a ese Dios que quiere construir, con nosotros y
junto a nosotros, un mundo más digno, justo y fraterno.
He aquí 5 llamadas concretas a seguir a Jesús
de muy cerca.
-
“Sígueme” (tema 32). Antes que nada escucharemos la voz de Jesús, que nos
llama a seguirlo. Nos pide disponibilidad; no nos promete ni seguridad ni
bienes. Se trata de una decisión voluntaria para un amor arriesgado y
apasionado. Si aceptamos, nuestra vida ha de cambiar, definitivamente.
-
“Carguen con la cruz” (tema 33). Decididos a seguir a Jesús, hemos
de olvidarnos de nuestros intereses egoístas. Nos pondremos a colaborar en el
proyecto humanizador del Padre, acompañados de dificultades y sufrimientos.
Pero nos sentiremos profundamente en paz.
-
“Son la sal de la tierra y la luz del mundo” (tema 34). Nuestra tarea es
ardua, pero atractiva. Jesús nos llama a ser sus testigos de 2 maneras: por una
parte ser sal para dar sabor a la vida y, por otra, ser luz para iluminar las
tinieblas de la existencia.
-
“Ustedes recen así” (tema 35). Para lograr ser testigos de Jesús
necesitamos vivir con su Espíritu. Jesús nos ha dejado en herencia la oración
del Padrenuestro. En ella, con el Espíritu de Jesús, podemos animarnos y
alimentarnos para su proyecto del reino: pues es la oración del reino.
-
“Hagan esto en memoria mía” (tema 36). El último mandato de Jesús fue de
celebrar en memoria de él su cena de despedida que hizo con sus discípulos
antes de morir. Esta Cena del Señor fortalece nuestra comunión con él y nuestra
entrega al servicio del reino de Dios.
Tema 32
. “ SÍGUEME ”.
Motivación inicial
En estos momentos de nuestro
recorrido renovamos nuestra actitud de atención y escucha: Jesús nos llama a
seguirlo sin más explicación. Hemos de tomar una decisión que va a orientar
felizmente nuestra vida. Jesús no nos promete seguridad ni bienestar. Nos pide
disponibilidad y confianza. Nos llama para colaborar con él en el proyecto de
Dios, trabajando por un mundo más justo y fraterno. ¿Puede haber alguna tarea
más importante?
1ª parte:
PREPARACIÓN PERSONAL
1.
Motivación
¿Cuál es la palabra de Jesús que más me anima?
2.
Lectura de la Palabra de
Dios: Lucas
9,57-62: “Sígueme”.
3.
Profundización de la lectura
bíblica
Primera escena (vv.57-58).
-
¿Qué me
parece la decisión de este ‘alguien’ de seguir a Jesús?
-
Según la
respuesta de Jesús, ¿cuál es la primera exigencia para lograr su seguimiento?
Segunda escena (vv. 59-60).
-
¿Me
parece razonable lo que pide este ‘otro’ a Jesús que lo deje ir a enterrar a su
padre antes de seguirlo?
-
¿Por qué
será que Jesús da un carácter tan radical a su seguimiento?
Tercera escena (vv. 61-62).
-
¿Me
parece razonable que le pida este ‘tercero’ a Jesús que lo deje despedirse de
su familia antes de seguirlo?
-
¿Por
qué, según Jesús, no vale para el reino de Dios aquel que vive mirando el
pasado?
-
¿Cómo me
siento frente a estas exigencias de Jesús?
Puedo hacer un momento de oración.
2ª parte.
Comentario: “CONDICIONES PARA SEGUIR A JESÚS.
“Seguir a Jesús” es una metáfora
(una imagen) que los discípulos aprendieron por los caminos de Galilea. La
metáfora es muy sugestiva. Para ellos significa en concreto: caminar, moverse,
dar pasos tras Jesús; no quedar lejos de él. La metáfora va a ir adquiriendo
más tarde un contenido vital. Para las primeras generaciones cristianas,
“seguir a Jesús” significa principalmente vivir como él y colaborar con él a
abrir caminos al reino de Dios.
Por eso, “seguir a Jesús” es el
corazón de la vida cristiana. Nada hay más importante y decisivo. Es un error
pretender ser cristianos sin seguir a Jesús. Precisamente por eso, Lucas escoge
tres escenas para que sus lectores tomen conciencia de que nada pude haber más
urgente e inaplazable.
Jesús emplea imágenes
significativas. Se ve que quiere sacudir las conciencias. No busca seguidores a
toda costa, sino seguidores más comprometidos que le sigan incondicionalmente
renunciando a falsas seguridades y
asumiendo rupturas necesarias. Las palabras de Jesús se resumen en dos
preguntas: ¿quieren vivir en adelante su vida siguiéndome de manera
incondicional? ¿Quieren colaborar conmigo sin reserva con el proyecto humanizador
del Padre?
-
Primera escena. Uno de los que le acompañan
se siente tan atraído por Jesús que, antes de que lo llame, el mismo se
adelanta y toma la decisión: “Te seguiré adónde vayas”. Jesús reacciona de
manera sorprendente. Antes que nada quiere que tome conciencia de su decisión.
Seguirle a él es una aventura arriesgada. ¿Por qué? Sencillamente porque “los
zorros tienen madrigueras y los pájaros nidos”, pero él “no tiene dónde
reclinar la cabeza”.
Jesús no
se detiene en más explicaciones. Nunca promete a sus seguidores seguridad ni
bienestar. Tampoco dinero y poder. No los seduce prometiéndoles metas
atractivas o ideales sublimes. Seguirle es “vivir de camino”, poniendo toda la
confianza en él. Jesús va a imprimir una orientación nueva a sus vidas. Los
arranca de la seguridad donde viven y los llama a una aventura imprevisible: en
más de una ocasión podrán experimentar la falta de acogida y el rechazo. Si
viven al servicio del reino de Dios incorporados a la vida y tarea profética de
Jesús, les espera la misma suerte que a él.
-
Segunda escena. Otro, llamado esta vez por
Jesús, está dispuesto a seguirle, primero le pide cumplir primero con la
obligación sagrada de “enterrar a su padre”. A ningún judío puede extrañar esta
petición, pues se trata de uno de los deberes más importante en la religión
judía. La respuesta de Jesús es desconcertante: “Deja que los muertos entierren
a sus muertos; tú vente a anunciar el reino de Dios”.
Jesús
sabe lo que está diciendo. Lo que el hombre pide no es asistir al entierro de
su padre recién fallecido, que le habría entretenido sólo unos días. Lo que
quiere es seguir atendiendo a su padre hasta los últimos días. Ausentarse de
casa y desentenderse de la familia sin la bendición de su padre no eran sólo
una falta de respeto y gratitud, sino también un desafío a su autoridad
indiscutible sobre la familia.
Jesús
habla con claridad: el proyecto humanizador del reino de Dios es lo primero. No
sigas cuidando el “mundo del padre”: esa familia patriarcal preocupada sólo por
su honor, se sus hijos y sus tierras. Tú vete a anunciar el reino de Dios: esa
familia nueva que el Padre quiere formar donde se vive en actitud fraterna con
todos y en la que se cuida de manera especial a los más necesitados y huérfanos
de ayuda.
Abrir
caminos al reino de Dios es siempre la tarea más urgente. Nada ha de retrasar
nuestra decisión. Nadie nos ha de retener o frenar. Los muertos, es decir los
que no viven al servicio del reino de la vida, ya se dedicarán a otras tareas
menos apremiante que la de buscar el reino de Dios y su justicia.
-
Tercera escena. Hay otro dispuesto a seguir
a Jesús, pero antes le pide así: “déjame primero despedirme de mi familia”. No
está pensando en quedarse en casa hasta la muerte de su padre, pero su corazón
no puede olvidar a su familia. Probablemente lo que pide es tener un gesto de
cortesía con los suyos, sino plantearles la decisión de seguir a Jesús. ¿Cómo
va a abandonar a su familia sin contar con su aprobación? La familia pedía
fidelidad total.
Jesús le
responde de modo terminante: “El que echa mano al arado y sigue mirando atrás
no vale para el reino de Dios”. La familia no lo es todo. Hay algo más
importante: ponerse al servicio del reino de Dios y trabajar por una familia
nueva que no está unida por lazos de sangre ni intereses comunes, sino por su
deseo de hacer la voluntad del Padre. Una familia donde todos se acojan como
hermanos y hermanas, porque son hijos e hijas del único Dios.
En la
respuesta de Jesús hay otro matiz importante: “El que sigue mirando para atrás
no sirve para el reino de Dios”. No es posible abrir caminos nuevos para el
reino de Dios añorando con nostalgia el pasado. Trabajar por el proyecto del
Padre pide dedicación total, concentración en la tarea de hacer más humana la
vida, confianza en el futuro de Dios, audacia y creatividad para caminar tras
los pasos de Jesús.
Las 3 escenas recogidas por
Lucas nos permiten entrever ya algunos rasgos del seguimiento de Jesús:
- El grupo de seguidores
se va formando por iniciativa de Jesús. Su llamada es decisiva. Jesús no
se detiene a darles muchas explicaciones. Lo irán aprendiendo todo
conviviendo con él. Lo primero es escuchar su llamada y tomar la decisión
de seguirle.
- Sin embargo, desde el
principio queda claro que Jesús los llama para colaborar en el proyecto
humanizador del Padre. Jesús no los llama simplemente para que lo imiten.
Los llama para que le siguen y se incorporen a la tarea de “anunciar el
Reino de Dios”.
- Al llamar al
seguimiento, Jesús exige una disponibilidad total: fidelidad absoluta por
encima de cualquier otra fidelidad. La razón última es que el Reino de
Dios está irrumpiendo. Es urgente poner en marcha un movimiento profético
que anuncie esa buena noticia: la gente tiene que experimentar ya su
fuerza curadora; hay que sembrar en los pueblos signos de su misericordia;
hay que abrir caminos a su justicia ”
Bien puedo hacer un momento de
silencio meditativo.
3ª parte:
REUNIÓN DE GRUPO
ACOGIDA MUTUA Y FRATERNA
SALUDO: El animador saluda y presenta el tema
con su motivación inicial.
‘VER’ DESDE NUESTRA VIDA PESONAL
1.
Compartamos la palabra de
Jesús que más nos anima.
‘ILUMINACIÓN’ EVANGÉLICA
Lectura
de Lucas 9,57-62: “Sígueme”.
2.
¿Qué exigencias pone Jesús a
quién quiere seguirlo?
‘ACTUAR’ POR EL PROYECTO DE JESÚS
3.
Conversión personal: ¿Cuál de estas exigencias
nos parece más costosa?
4.
Compromiso: ¿Qué vamos a cambiar para
seguir a Jesús?
ORACIÓN-‘CELEBRACIÓN’ COMUNITARIA.
1.
Sugerencias para la oración: Nos repartimos las
diferentes partes.
-
Se
explica los símbolos presentes en la mesa.
Momento
de silencio
donde nos disponemos a rezar.
-
Alguien lee la oración siguiente; luego se puede repetir
algunas frases.
Jesús, ya te voy a seguir…
cueste lo que me cueste.
Me conoces y sabes lo que
quiero con mis proyectos y mis debilidades.
No puedo ocultarte nada,
Jesús.
Quisiera dejar de pensar en mí
y dedicarte más tiempo.
Quisiera entregarme por
entero a ti; quisiera seguirte adónde tú me llames.
Pero, ni esto me atrevo a
decirte, porque soy débil: lo sabes mejor que yo.
Sabes de qué barro estoy
hecho, tan frágil e inconstante.
Por eso mismo te necesita aún
más, para que me guíes sin cesar,
Para que seas mi apoyo y mi
descanso. ¡Gracias, Jesús, por tu amistad!
Jesús, ya te voy a seguir…
cueste lo que me cueste.
-
Repetimos frase por frase la siguiente oración.
Confiaré en ti, Jesús, aunque
me pierda en tus caminos./
Confiaré en ti, Jesús, aunque
no encuentre mi destino./
Confiaré en ti, Jesús, aunque
me queme tu mirada./
Te seguiré, Jesús, dudando y
andando a la vez./
Te amaré, Jesús, sin miedo y
temblando a la vez./
-
Hacemos unas peticiones,
terminando diciendo entre todos: Danos
tu fuerza, Señor Jesús.
Señor, yo quiero seguirte: Danos
tu fuerza, Señor Jesús.
Señor, yo quiero estar cerca
de ti: Danos tu fuerza, Señor Jesús.
…
2.
Bendición y abrazo de paz.
DESPEDIDA. Se señala la fecha y la casa donde
tendrá lugar la próxima reunión.
Tema 33
: “ CARGUEN CON
LA CRUZ ”.
Motivación inicial
Sí, estamos siguiendo a Jesús y
colaboramos en el proyecto del reino de Dios. Necesitamos asegurar este caminar
y actuar con realismo. Jesús nos dice que, si queremos seguirlo de verdad,
hemos de olvidarnos de nuestros intereses egoístas y cargar con los
sufrimientos que nos pueden traer el seguimiento fiel a su persona y la
colaboración en el proyecto de hacer un mundo más humano. El ‘triunfo’ de Jesús
pasa primero por su pasión y crucifixión… de las que tomaremos parte también
nosotros.
1ª parte:
PREPARACIÓN PERSONAL
1.
Motivación
¿Qué dificultades encuentro en mi seguimiento de Jesús?
2.
Lectura de la Palabra de
Dios: Mateo
16,21-25: Ganar o perder la vida.
3.
Profundización de la lectura
bíblica
-
La decisión de Jesús. Jerusalén era el centro político y religioso
de Palestina; Jesús decide subir también a Jerusalén. ¿Por qué motivos decide
Jesús ir a Jerusalén? ¿Por qué presiente un futuro bien sombrío?
-
Reacción de Pedro. ¿Me parece normal la intervención de Pedro con
Jesús? ¿Por qué quiere Pedro disuadir a Jesús de ir a Jerusalén?
-
Respuesta de Jesús. ¿Por qué es tan dura la respuesta de Jesús a
Pedro? ¿Por qué a Pedro Jesús lo llama ‘Satanás’?
-
Realismo de Jesús. ¿Cuáles son las 2 cosas que hay que tener en
cuenta para seguir a Jesús? ¿Qué entiendo con eso de ‘negarse a sí mismo’? ¿Qué
entiendo con lo de ‘cargar con la cruz’?
-
Ganar o perder la vida. ¿Qué sentido encuentro en las palabras sobre
‘ganar o perder su vida’? ¿Estoy dispuesto/a a ‘perder mi vida’ por seguir a
Jesús?
Puedo hacer un momento de oración.
2ª parte.
Comentario: “SEGUIR A JESÚS CARGANDO LA CRUZ.
Jesús encontró en las aldeas de
Galilea una acogida entusiasta. Su mensaje de un Dios bueno que quiere un mundo
justo y fraterno y su preocupación por curar a los enfermos y liberar a la
gente del sufrimiento provocaba en aquellos campesinos sorpresa y admiración.
Los discípulos soñaban ya con un éxito total. Jesús, por lo contrario, sólo
pensaba en cumplir la voluntad del Padre hasta el final. Sabía que en Jerusalén
todo sería diferente.
Por eso empezó a explicar a sus
discípulos lo que le esperaba. Su intención era subir a Jerusalén, a pesar de
que allí iba a “sufrir mucho” por parte de los dirigentes religiosos. Incluso
llegarían a ejecutarlo. Pero Jesús confiaba en su Padre. Su muerte entra en los
designios de Dios, pues es consecuencia inevitable de su empeño en abrir
caminos a su reino. Pero el Padre le “resucitará”. No se quedara pasivo e
indiferente ante aquel crimen.
Pedro se rebela ante la sola idea
de imaginar a Jesús crucificado. No le quiere ver fracasado. Solo quiere seguir
a Jesús victorioso e triunfante. No piensa solo en Jesús. Piensa egoístamente
en las consecuencias que todo aquello puede tener para él y para sus
compañeros. Por eso “se lo lleva aparte” para presionarlo y “lo increpa” para
que se olvide de lo que acaba de decir: “¡No lo permita Dios! No te puede pasar
a ti eso”.
La respuesta de Jesús es muy
fuerte: “Quítate de mi vista, Satanás”. No quiere ver a Pedro ante sus ojos.
“Tú no piensas como Dios, sino como los hombres”. Tu manera de pensar no es la
del Padre, que quiere un reino de paz y justicia para todos sus hijos; tú eres
como los hombres que piensan en su propio bienestar. Eres un obstáculo en mi
camino. Eres la encarnación de Satanás.
Mateo cuida mucho su lenguaje.
Hace poco, cuando Pedro se abre con sencillez a la revelación del Padre y
confiesa a Jesús como Hijo del Dios vivo, se convierte en “roca” sobre la que
Jesús puede construir su Iglesia. Ahora, cuando, escuchando sus propios
intereses humanos, pretende apartar a Jesús del camino de la cruz, se convierte
en una “piedra que le hace tropezar”.
Los autores subrayen que Jesús
dice literalmente a Pedro: “Ponte detrás de mí, Satanás”. Este es tu sitio.
Colócate como servidor fiel detrás de mí. No pretendas desviarme de mi camino
orientado al proyecto del Padre hacia mi éxito y mi triunfo personales.
A
continuación Jesús se dirige a sus discípulos y les unas palabras que hemos de
escuchar bien si queremos seguir a Jesús con realismo. “El que quiera venirse
conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con la cruz y que me siga”. Si
alguien quiere caminar tras los pasos de Jesús y seguirle de cerca, ha de hacer
2 cosas:
-
En
primer lugar, “negarse a sí mismo”. Esto no significar mortificarse, castigarse
a sí mismo y menos anularse o destruirse. Quiere decir olvidarse de sí mismo,
no vivir pendiente de los propios intereses, liberarse del propio “ego” para
encontrar su propia personalidad en la adhesión radical a Jesús.
-
En
segundo lugar, “cargar con la cruz”. Esto no significa sin más aceptar los
sufrimientos que todos los humanos hemos de aceptar tarde o temprano en la vida
(una enfermedad, una desgracia…). Quiere decir más bien asumiendo los
sufrimientos que nos irán llegando como consecuencias de nuestro seguimiento
fiel a Jesús.
Por eso
no hemos de confundir la cruz con cualquier sufrimiento, adversidad o malestar
que se produce en nuestra vida. La “cruz cristiana” consiste en seguir a Jesús
aceptando las consecuencias dolorosas que nos puede traer: inseguridad,
conflictos, rechazos, persecución… Es decir aceptar el destino doloroso que
tendremos que compartir con Jesús si realmente sus pasos.
Para dar
más fuerzo a lo que está diciendo a sus discípulos, Jesús añade una frase
paradójica: “Si alguien quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la
pierda por mí, la salvará”. Jesús les está invitando a vivir como él: agarrarse
ciegamente a la vida que puede llevar a perderla; arriesgarla de manera
generosa y audaz por él y el proyecto del reino lleva a salvarla.
Dicho de
manera más clara. El que camina tras Jesús, pero sigue aferrado a sus
seguridades, expectativas e intereses que le ofrece la vida, puede terminar en
mayor bien de todos: la vida vivida según el proyecto de Dios. Por el
contrario, el que arriesga lo que le ofrece la vida para seguir a Jesús
encontrará vida plena entrando con él en el reino definitiva del Padre.
Puede
ser bueno resumir brevemente las actitudes de Jesús ante el sufrimiento.
- En Jesús no encontramos
ese sufrimiento que hay tantas veces en nosotros, generado por nuestro
pecado o nuestra manera poco sana de vivir (envidia, resentimiento, apego
egoísta a las cosas y a las personas… El que camina tras los pasos de
Jesús va poco a poco eliminando de su vida este sufrimiento inútil y
dañino.
- Jesús no ama ni busca
innecesariamente el sufrimiento, ni para él ni para los demás, como si el
sufrimiento encerrara algo especialmente grato a Dios. El esfuerzo ascético
y la disciplina personal tienen gran importancia en toda persona. Pero
ante el sufrimiento propio y ajeno, lo más que agrada a Dios es que
tratemos de suprimirlo o aliviarlo en lo posible.
- Jesús se compromete con
todas sus fuerzas para hacer desaparecer de este mundo el sufrimiento.
Toda su vida ha sido una lucha constante para arrancar al ser humano del
sufrimiento que se esconde en la enfermedad, la injusticia, el hambre, los
abusos, el pecado o la muerte. Quien sigue los pasos de Jesús vive
aliviando el sufrimiento y trabajando por erradicar sus causas.
- Pero, cuando se
encuentra con el sufrimiento que cae sobre él, provocado por quienes se
oponen a su actuación al servicio del reino de Dios, Jesús no lo rehúye,
no se echa atrás, sino que lo acepta y lo vive en una actitud de fidelidad
total al Padre y de amor incondicional a la humanidad. Por decirlo de
alguna manera, Jesús no busca “cruces”, sino que acepta la “crucifixión”,
movido por su amor fiel al Padre y su amor solidario hacia nosotros. Ese
amor es el que nos salva. ”
Bien puedo hacer un momento de
silencio meditativo.
3ª parte:
REUNIÓN DE GRUPO
ACOGIDA MUTUA Y FRATERNA
SALUDO: El animador saluda y presenta el tema
con su motivación inicial.
‘VER’ DESDE NUESTRA VIDA PESONAL
1.
¿Qué dificultades encontramos
en el seguimiento más real de Jesús?
‘ILUMINACIÓN’ EVANGÉLICA
Lectura
de Mateo 16,21-25: Ganar o perder la vida.
2.
¿Por qué es tan dura la
respuesta de Jesús a Pedro?
‘ACTUAR’ POR EL PROYECTO DE JESÚS
3.
Conversión personal: ¿Cuándo nos desviamos nosotros
del proyecto del Reino?
4.
Compromiso: ¿Cómo vamos a ser más
coherente entre la fe que estamos descubriendo y nuestra práctica cotidiana?
ORACIÓN-‘CELEBRACIÓN’ COMUNITARIA.
1.
Sugerencias para la oración: Nos repartimos las
diferentes partes.
-
Se
explica los símbolos presentes en la mesa.
Momento
de silencio
donde nos disponemos a rezar.
-
Repetimos frase por frase.
A ti, Señor, me acojo; que no
quede confundido./
Mis enemigos se burlan y me
olvidan los amigos./
Estoy solo en mi tristeza y
ya no tengo cobijo./
Mi vida pasa en tristeza y mi
espíritu en peligro./
Pero me pongo en tus manos y
no seré confundido./
En ti yo busco el refugio y a
ti mis males confío./
Tu eres, Señor, mi fuerza; tú
me enseñas el camino./
-
Repetimos al final de cada invocación: “Jesús, creemos en tu
reino”.
Jesús, Señor del amor y de la
ternura, háblanos otra vez de este proyecto que tú llamas el reino de Dios. – Jesús,
creemos…
Jesús, dinos que ese reino
existe, que está aquí, que es sencillo y pequeño como un grano de mostaza…
Jesús, dinos que el reino es
más ancho que todo lo que podemos soñar, en medio de tanta maldad y desengaños…
Jesús, dinos que el reino
está venciendo los miedos, la pobreza, el llanto y la muerte…
Jesús, dinos que el reino es
la utopía realizada en todo lo que le corazón humano desea…
Jesús, dinos que eres la vida
y la verdad que conducen a este reino…
Jesús, dinos que el reino es
el camino de los pobres, los marginados, los excluidos…
Jesús, dinos que todos los
caminos son un solo camino, y que ese camino eres tú…
-
Escuchamos en silencia y al final repetimos alguna de las frases
siguientes:
Creo en ti, Jesús, eres mi
amigo, mi alegría y mi salvador.
Creo en ti, Jesús, eres la
puerta y me invitas a seguir tus pasos.
Creo en ti, Jesús: te seguiré
y llevaré tu mensaje de amor.
Creo en ti, Jesús: ayudaste
al enfermo y al desesperado, y le trajiste felicidad.
Creo en ti, Jesús: Defendiste
al humilde y al atropellado, y le devolviste su dignidad.
Creo en ti, Jesús, porque
estás siempre a mi lado y tus palabras me iluminan.
Creo en ti, Jesús: eres mi
esperanza y mi salvación.
-
2.
Bendición y abrazo de paz.
DESPEDIDA. Se señala la fecha y la casa donde
tendrá lugar la próxima reunión.
Tema 34
: SON LA SAL DE LA TIERRA Y LA LUZ DEL
MUNDO.
Motivación inicial
Estamos tomando conciencia de que
Jesús nos llama a seguirlo olvidándonos de nosotros mismos y cargando con la
cruz. Nuestra misión es ardua y a la vez atractiva: ¡Hay mucho que ganar! Jesús
confía en nosotros y nosotras. Quiere que seamos sus testigos: ser como él “la
sal” que pone sabor a la vida y como “la luz” que ilumina la oscuridad de la
existencia. Esa es nuestra misión. ¡Felizmente la comunidad que formamos nos
acompaña en este propósito.
1ª parte: PREPARACIÓN
PERSONAL
1.
Motivación
¿Siento que, gracias al grupo que conformamos, he progresado en mi
fe y en mi compromiso? Voy precisando en qué aspectos.
2.
Lectura de la Palabra de
Dios: Mateo
5,13-16: Ser sal y luz.
3.
Profundización de la lectura
bíblica
-
Sal de la tierra. ¿Qué me sugiere espontáneamente la palabra
‘sal’? ¿Qué me sugiere el simbolismo de la ‘luz’? ¿Me resulta atractiva la
tarea de ser sal y luz para los demás?
-
Si la sal se vuelve sosa. ¿Cuándo se vuelve sosa e insípida la fe
cristiana en mi vida personal, en la familia, en mi profesión, en mis relaciones,
en mi comunidad cristiana…?
-
Luz del mundo. ¿Qué entiendo por ser ‘luz del mundo’? Si soy
luz por mi fe cristiana, ¿qué pasa cuando vivo ‘apagado/a’? ¿Conozco cristianos
y cristianas que me ayudaron o me ayudan a vivir como luz para los demás?
-
Los ejemplos de Jesús: la ciudad en alto y el candelabro. ¿Qué me
quiere decir Jesús con estos 2 ejemplos? ¿Cuándo voy ocultando a los demás mi
adhesión a Jesús?
-
Las buenas obras. ¿Me parece importante la última observación de
Jesús? ¿Qué ‘obras buenas’ son hoy más necesarias para dar sabor y alumbrar la
vida?
Puedo hacer un momento de oración.
2ª parte.
Comentario: “IDENTIDAD DE LOS SEGUIDORES DE JESÚS.
Jesús define con dos imágenes
atractivas la identidad de sus seguidores. No vivirán para sus propios intereses.
No han de pensar en su dinero, su prestigio o su poder. Su presencia en medio
de la gente será profética. Serán “sal” que necesita la tierra y “luz” que
necesita el mundo. Introducirán la fuerza sanadora de Jesús y la luz de su
proyecto del reino de Dios.
“Ustedes son la sal de la
tierra”. Los autores señalan los diversos aspectos que puede sugerir el
simbolismo de la sal, muy extendido en el mundo antiguo. Probablemente, las
gentes sencillas de Galilea captaban, en toda su frescura, el lenguaje de
Jesús: la fuerza de la sal es está en que da sabor a los alimentos, y los
purifica y preserva de la corrupción. También la vida de los que habitan la
tierra necesita sal. Los discípulos de Jesús pueden introducir en la humanidad
la fuerza para dar sabor a la vida, purificar lo dañado y preservar de la
corrupción.
Pero Jesús les hace enseguida una
seria advertencia. “Si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? Ya no sirve
más que para tirarla fuera y que la pise la gente”. La vocación de los
discípulos es magnífica, pero puede echarse a perder y quedar frustrada. Si la
sal se desvirtúa y pierde su fuerza para dar sabor, se convierte en algo
inútil. Ya no sirve para nada. Estorba dentro de la casa. Entonces, siguiendo
una costumbre muy extendida en aquellas aldeas primitivas, se tira a la calle,
donde termina siendo pisada por la gente.
A Jesús le preocupa que sus
seguidores pierdan su identidad. Si se vacían de su espíritu, con nada lo
podrán recuperar. Su presencia en medio del mundo no servirá para nada. Ya no
harán falta, pues no podrán dar sabor a la vida. No podrán introducir la fuerza
liberadora, humanizadora y salvadora que se encierra en la persona de Jesús y
en su proyecto del reino de Dios.
La segunda imagen es más audaz y
nos invita a entender la identidad de los seguidores de Jesús en un horizonte
más amplio y universal. La luz que ilumina el mundo creado por Dios es ese sol
que cada mañana hace salir el Padre sobre buenos y malos. Sin la luz del sol,
el mundo quedaría a oscuras. Sería imposible vivir. No podríamos disfrutar de
los colores y la belleza de la creación. No sabríamos movernos ni conocer los
caminos que hay que seguir.
Jesús se atreve a decir: “Ustedes
son la luz del mundo”. La humanidad necesita esta luz que le pueden proporcionar
sus seguidores para no caminar en tinieblas, para orientarse, para ahondar en
el sentido de la existencia, para caminar con la esperanza puesta en el Padre.
Esta luz que irradian sus seguidores proviene de Jesús. Él les ha hablado con
claridad: “Yo soy la luz del mundo” (Juan 8,12). Los discípulos son testigos
que comunican la luz que reciben de Jesús.
Jesús les propone dos ejemplos
sencillos para que los discípulos entiendan mejor su identidad y su misión. El
primero: “No se puede ocultar una ciudad construida en lo alto de un monte”.
Tal vez Jesús está pensando en Séforis, capital de Galilea durante los primeros
años de su vida, encumbrada en una montaña que sobresalía de la llanura de su
entorno. La idea de Jesús es clara. Si hay luz y no se la oculta, nada puede
impedir que brille e ilumine. Así sucederá con sus seguidores. Si no la apagan
o la ocultan, esa luz que viene de Jesús iluminará el mundo. Pero han de
cuidarla. No la mantendrán encerrada. No la ocultarán a nadie. La mostrarán a
todos. Darán testimonio de Jesús, de su Evangelio y de su proyecto.
El segundo ejemplo subraya la
misma idea: “No se enciende una lámpara para meterla debajo de un celemín, sino
para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de la casa”. La luz es
para iluminar. Es absurdo esconderla. Nadie enciende una lámpara de aceite para
cubrirla con el celemín (recipiente para medir grano), sino para poner en un
candelero o sobre un soporte elevado y pueda así alumbra a todos los que están
en la única estancia de la casa. Los discípulos de Jesús no han de esconder su
luz. Sin esa luz, el mundo quedaría a oscuras. Han de mantenerla bien
encendida.
Termina Jesús con unas palabras
que aclaran mucho su pensamiento. “Alumbre su luz a los hombres, para que vean
sus buena obra y den gloria a su Padre, que está en el cielo”. Esta tarea de
alumbrar a los hombres no consiste en proporcionarles grandes ideas o doctrinas
sublimes. No han de aportar nuevas ideologías. Han de iluminar a todos con sus
“buenas obras”, con su actuación humana y humanizadora, con su seguimiento
práctica a Jesús. Este es el mensaje que hemos de escuchar: que brillen sus
vidas, no sus doctrinas. Hagan visible el Evangelio en su vida. Demuestren que
son posibles el amor y la compasión. Busquen la justicia de Dios. Sean mis
profetas, no con palabras, sino sobre todo con hechos.
Sería absurdo comprometernos en
hacer “buenas obras” buscando prestigio o gloria personal, poder, superioridad
o algo semejante. Según Jesús todo ha de estar orientado a la gloria del Padre
del cielo, que se está abriendo camino entre nosotros para construir con
nosotros y junto a nosotros un mundo más justo, fraterno y dichoso para todos.”
Bien puedo hacer un momento de
silencio meditativo.
3ª parte:
REUNIÓN DE GRUPO
ACOGIDA MUTUA Y FRATERNA
SALUDO: El animador saluda y presenta el tema
con su motivación inicial.
‘VER’ DESDE NUESTRA VIDA PESONAL
1.
¿Sentimos que, desde nuestra
participación en este grupo, hemos progresado en fe y compromiso cristianos?
‘ILUMINACIÓN’ EVANGÉLICA
Lectura de
Mateo 5,13-16: Ser sal y luz.
2.
¿Qué quería decir Jesús a sus
discípulos con las comparaciones de la sal y la luz?
‘ACTUAR’ POR EL PROYECTO DE JESÚS
3.
Conversión personal: ¿Cómo nos aplicamos a
nosotros las comparaciones de Jesús?
4.
Compromiso: ¿Qué tenemos que dejar de
hacer para ser sal y luz, tanto en la casa como en otras partes?
ORACIÓN-‘CELEBRACIÓN’ COMUNITARIA.
1.
Sugerencias para la oración: Nos repartimos las
diferentes partes.
-
Se
explica los símbolos presentes en la mesa.
Momento
de silencio
donde nos disponemos a rezar.
-
Alguien reza sólo la siguiente oración; al final retomamos alguna
petición.
Señor Jesús, necesito audacia, esperanza, amor, constancia, fe.
Conviérteme primero a mí para
que yo contagie tu Buena Noticia. Señor Jesús, dame audacia.
En este mundo escéptico y
autosuficiente tengo vergüenza y miedo. Señor Jesús, dame esperanza.
En esta sociedad recelosa y
cerrada tengo poca confianza en las personas. Señor Jesús, dame amor.
En esta tierra insolidaria y
fría siento poco amor. Señor Jesús, dame constancia.
En este ambiente cómodo y
superficial, conviérteme primero a mí
Para que yo contagie a otros
tu Buena Noticia.
Señor Jesús, dame audacia, esperanza, amor, constancia, fe.
-
Repetimos frase por frase la oración de san Francisco de Asís.
Señor, haz de mí un
instrumento de tu paz:/
Que donde haya odio, ponga yo
amor;/
Donde haya ofensa, ponga yo
perdón;/
Donde haya discordia, pongo
yo armonía;/
Donde haya error, ponga yo
verdad;/
Donde haya duda, ponga yo
fe;/
Donde haya separación, ponga
yo esperanza;/
Donde haya tinieblas, ponga
yo luz;/
Donde haya tristeza, ponga yo
alegría;/
¡Oh Maestro! Haz que no nos
empeñemos tanto/
a ser consolados como a
consolar, en ser amados como en amar,/
porque dando se recibe,
olvidando se encuentra,/
perdonando se perdona y
muriendo se resucita a la vida eterna./
Amén. Así sea./
-
Meditemos en silencia la siguiente oración
Dios que amo a todo ser
humano,
Comprendemos que tu amor es
ante todo perdón.
Entonces nuestro corazón se
apacigua
Y así podemos cambiar.
-
Terminemos haciendo una breve oración espontánea.
2.
Bendición y abrazo de paz.
DESPEDIDA. Se señala la fecha y la casa donde
tendrá lugar la próxima reunión.
Tema 35
: “ USTEDES OREN
ASÍ ”.
Motivación inicial
Demos
unos pasos más en el seguimiento de Jesús: Para ser sus testigos necesitamos
alimentarnos de su Espíritu. Por eso Jesús nos ha dejado en herencia la oración
del Padrenuestro. Ella es para nosotros el modelo de toda oración. En ella
hemos de alimentar nuestro trabajo por el Reino, porque es la oración del
Reino. Descubramos estos aspectos del Padrenuestro.
1ª parte:
PREPARACIÓN PERSONAL
1.
Motivación
¿Qué es lo que me hace decir que el Padrenuestro es la oración del
Reino?
2.
Lectura de la Palabra de
Dios: Mateo
6,9-13: La oración del Reino.
3.
Profundización de la lectura
bíblica
-
El Padrenuestro. ¿Cómo rezo el Padrenuestro: de manera rutinaria, con los mismos
sentimientos de Jesús…? ¿Es una oración que me gusta, que me intriga…?
-
Padre. ¿Sé dirigirme a Dios llamándolo ‘Padre’ o ‘Papito Dios? ¿Alguna vez
lo llamo ‘Padre y Madre’? ¿Es una oración que despierta en mí confianza,
cercanía, comunión…?
-
Padre nuestro. En mis oraciones, ¿llamo a Dios ‘Padre mío’? ¿Qué me sugiere la
invocación ‘Padre nuestro’? ¿Tengo como horizonte a toda la humanidad, a las
demás religiones, en los que no creen en él?
-
Invocaciones. ¿Sé diferenciar las 2 partes del Padrenuestro? Cuando rezo, ¿sé
comenzar mirando a Dios, preocupándome por lo que le preocupa a él? ¿Mis
oraciones tienen estos 2 tiempos del Padrenuestro: las preocupaciones de Dios y
las preocupaciones prioritarias según Jesús?
-
Venga tu reino. ¿En qué pienso cuando pido que ‘venga el reino’? ¿Abarca esta
invocación mis deseos y mis luchas por una sociedad y un mundo más humanos?
¿Puedo convertir esta invocación en el mayor objetivo de mi vida?
-
Hágase tu voluntad. ¿Me ayuda esta invocación a ser más fiel a la voluntad liberadora del
Padre? ¿Me ayuda a evaluar mi vida para que sea conforme a la voluntad del
Padre?
-
Danos el pan de cada
día. Cuando rezo, ¿sé integrar las necesidades de
hoy? ¿… para mí, para los demás? ¿Qué abarca esta petición por el pan nuestro
de cada día?
-
No nos dejes caer en
la tentación. ¿Qué ‘tentaciones’ me asaltan a lo largo del
día? Para Jesús, ¿a qué ‘tentación’ (en singular o sea ‘la mayor tentación’) se
está refiriendo?
-
Perdona nuestras
deudas. ¿Por qué Jesús nos hace pedir por nuestras
deudas y no nuestras ofensas? ¿Qué ‘deudas’ tengo con los demás, con Dios, con
el proyecto de Jesús? ¿Sé perdonar, o sea, desterrar la maldad en mí y en los
demás?
-
Líbranos del mal. ¿Tiene que ver el mal con la destrucción de la vida, del amor, de la
convivencia humana, de los derechos, del medio ambiente?
Puedo hacer un momento de oración.
2ª parte.
Comentario: “LA ORACIÓN DE
LOS SEGUIDORES DE JESÚS.
El
Padrenuestro es la única oración que Jesús ha dejado a los suyos. La única que
enseñó para alimentar su identidad de seguidores suyos y su trabajo de
colaboradores en el proyecto del reino de Dios. Desde muy pronto el
Padrenuestro se convirtió no sólo en la oración más querida para los
cristianos, sino también en la plegaria litúrgica que identifica a la comunidad
de los seguidores de Jesús cuando se reúnen en su nombre. Por eso se la
enseñaba a recitar a los catecúmenos antes
de recibir el bautismo. Por eso la recitamos siempre al terminar nuestros
encuentros.
Los
Evangelios han conservado 2 versiones del Padrenuestro con pequeñas diferencias
entre sí. La más larga es recogida por Mateo en 6,9-13, dentro del llamado
“Sermón de la montaña”, donde este evangelista recoge el corazón del mensaje de
Jesús. La versión más breve es recogida por Lucas 11,2-4, y nos dice que Jesús
la pronunció cuando le pidieron que les enseñara a orar como el Bautista
enseñaba a sus discípulos. Nosotros estudiaremos la versión de Mateo, pues es
la que se pronuncia en la liturgia cristiana.
La estructura de la oración de Jesús es
sencilla. Comienza con una invocación al Padre de los cielos. A continuación
viene la oración, en la que podemos distinguir 2 partes. En la primera
exponemos al Padre 3 grandes deseos centrado en el reino de Dios: son sin
duda los deseos más ardientes que Jesús
llevaba en su corazón. En la 2ª hacemos 4 peticiones, presentando al Padre las
necesidades más urgentes de la familia humana: son las necesidades que más preocupaban
a Jesús.
- “Padre
nuestro que está en el cielo
-
Jesús se dirigía a Dios llamándolos ‘Abbá’, un
diminuto cariñoso que empleaban sobre todo los niños pequeños para dirigirse a
su Padre. También nosotros invocamos a Dios como ‘Padre’, sintiéndonos hijos e
hijas, y hablamos con él con la misma sencillez, confianza y cariño con que le
hablaba Jesús.
-
“Padre nuestro”. Jesús nos enseña a decir ‘Padre nuestro’, no ‘Padre mío’. Por eso
rezamos el Padrenuestro en plural, desde el inicio hasta el final, sintiéndonos
hermanos y hermanas de todos. No le pedimos nada sólo para nosotros, sino para
todos.
-
“Estás en el cielo”. No está ligado a un lugar sagrado en la tierra. No pertenece a un
pueblo o a una raza concreta. No es propiedad de ninguna religión. Es Padre de
todos. “Hace salir su sol sobre buenos y malos”.
- “Santificado
sea tu nombre”. No es una petición más. Es el primer
deseo que le nace del alma a Jesús, su aspiración más ardiente. “Haz que
tu nombre de Padre sea reconocido y respetado. Que todos conozcan la
bondad y la fuerza salvadora que encierra tu nombre santo. Que nadie lo
ignore o desprecia. Que nadie lo profane haciendo daño a tus hijos e
hijas. Que sean desterrados los nombres de todos los dioses e ídolos que
nos deshumanicen. Que todos bendigamos tu nombre de Padre bueno”.
- “Venga
tu reino”. Esta es la pasión que anima la vida
entera de Jesús. “Que tu reino se vaya abriendo camino por el mundo, que
la ‘levadura’ de tu reino le fermente todo. Que a los pobres les llegue tu
Buena Noticia. Que los que sufren sientan tu fuerza curadora. Llena el
mundo de tu justicia y de tu verdad, de tu compasión y tu paz. Que no
reinen los ricos sobre los pobres; que los poderosos no abusen de los
débiles; que los varones no dominen a las mujeres. Que nadie dé a ningún
César lo que es tuyo. Que nadie pretenda vivir sirviéndote a ti y al
Dinero”.
- “Hágase
tu voluntad en la tierra como en el cielo”. Esta petición que sólo aparece en Mateo, no hace sino repetir y
reforzar las 2 anteriores, comprometiéndonos aún más en el proyecto
salvador de Dios. “Que se haga tu voluntad y no la nuestra. Que se cumplan
tus deseos, pues tú sólo quieres nuestro bien. Que en la creación entera
se haga lo que tú buscas, no lo que desean los poderosos de la tierra. Que
veamos hecho realidad entre nosotros lo que tiene decidido en tu corazón
de Padre”.
- “Danos
hoy el pan de cada día”. La
atención de Jesús se dirige ahora a las necesidades concretas de los seres
humanos. “Danos a todos el alimento que necesitamos para vivir. Que a
nadie le falte pan. No te pedimos dinero ni bienestar abundante para
nosotros, no queremos riqueza para acumular, sólo el pan de todos para
todos. Que los hambrientos puedan comer; que tus pobres dejen de llorar y
empiecen a reír, que los podamos ver viviendo con dignidad. Que ese pan
que un día podremos comer todos juntos, sentados a tu mesa, lo podamos
compartir ya desde ahora”.
- “Perdona
nuestras deudas como también nosotros personamos a nuestros deudores”. Esta es la traducción literal que ha quedado modificada en la
liturgia. Estamos en deuda con Dios. Es nuestro gran pecado: no responder
al amor del Padre, no acoger su reino. “Perdona nuestras deudas, no sólo
las ofensas contra tu ley, sino el vacío inmensa de nuestra falta de
respuesta a tu amor. Necesitamos tu perdón y tu misericordia. Queremos ser
sinceros: al hacerte esta petición, estamos perdonando a los que están en
deuda con nosotros. No deseamos alimentar resentimientos ni deseos de
venganza contra nadie. Queremos convivir como hermanos y hermanas”.
- “No
nos dejes caer en la tentación.
Somos débiles y estamos expuestos a toda clase de peligros y riesgos que
pueden arruinar nuestra vida alejándonos definitivamente de ti. El mal nos
amenaza. Que no caigamos derrotados en la prueba final. Que en medio de la
tentación podamos encontrar contar con tu ayuda de Padre”.
- “Líbranos
del mal”. Esta petición final que sólo es recogida
por Mateo, refuerza y culmina toda la oración. El mal está siempre ahí con
todo su poder. Jesús nos invita a no vivir con miedo, sino con confianza
grande en el Padre: “Líbranos del mal. Somos responsables de nuestros
pecados, pero somos también víctimas. El mal y la injusticia no están sólo
en nuestros corazones, sino también en las estructuras e instituciones.
Están en la dinámica de la historia. A veces parece que el poder del mal
lo va a invadirlo todo. ¡Padre, arráncanos del mal”.
Jesús ha querido que nuestra oración al Padre
termine con ese grito de socorro que queda resonando en nuestras vidas.
Tradicionalmente, los cristianos han añadido la palabra “amén”, que significa
“así es”, “así queremos que sea”. Con ese “amén” de todos culminamos nuestra
oración al Padre. “Amén. Así queremos orar siempre. Así queremos vivir: con
confianza total en ti, Padre nuestro; bendiciendo tu nombre; acogiendo tu reino;
haciendo tu voluntad; recibiendo de ti el pan de cada día, el perdón y la
fuerza para vencer el mal.”
Bien puedo hacer un momento de
silencio meditativo.
3ª parte:
REUNIÓN DE GRUPO
ACOGIDA MUTUA Y FRATERNA
SALUDO: El animador saluda y presenta el tema
con su motivación inicial.
‘VER’ DESDE NUESTRA VIDA PESONAL
1.
¿Qué es lo que nos hace decir
que el Padrenuestro es la oración del Reino?
‘ILUMINACIÓN’ EVANGÉLICA
Lectura
de Mateo 6,9-13: La oración del Reino.
2.
Según el Padrenuestro,
¿cuáles son los principales aspectos del Reino?
‘ACTUAR’ POR EL PROYECTO DE JESÚS
3.
Conversión personal: ¿Cuál es la invocación del
Padrenuestro que más necesitamos?
4.
Compromiso: De hoy en adelante, ¿cómo
vamos a rezar el Padrenuestro?
ORACIÓN-‘CELEBRACIÓN’ COMUNITARIA.
- Sugerencias para la oración: Nos repartimos las
diferentes partes.
-
Se
explica los símbolos presentes en la mesa.
Momento
de silencio
donde nos disponemos a rezar.
-
Repetimos paso a
paso la oración siguiente.
Padre amado y Madre amada,/
Guíanos de la oscuridad a la luz: haznos testigos de tu amor./
Ten nuestras vidas ocupadas a servir a los más necesitados./
Haz que nuestra manera de vivir sea un anuncio de tu reino./
Haz que nuestros pasos avancen siempre por caminos de justicia./
Realiza en nosotros la obra de la verdad: construir tu reino, pobres
con los pobres./
-
En un primer tiempo, rezamos cada uno/a una invocación
del Padrenuestro.
Luego nos damos la mano para rezarlo juntos, más despacio que de
costumbre.
- Nos
damos la bendición unos a otros y un largo abrazo de paz.
D.
DESPEDIDA. Se recuerda la casa, el día y la hora de la próxima reunión.
Tema 36 : “
HAGAN ESTO EN
MEMORIA MÍA ”.
Motivación inicial
Por una parte Jesús nos ha dejado
en herencia la oración del Padrenuestro para alimentar nuestra vida de
seguidores. Por además y sobre todo, nos ha mandado celebrar una cena en su
memoria. En ella, sus seguidores nos alimentamos de él, comulgamos con su
entrega total al servicio del reino de Dios hasta la muerte, y reavivamos
nuestra esperanza en el encuentro con él en el banquete definitivo alrededor
del Padre. Descubriremos también que todas nuestras cenas pueden tener sabor a
la última cena de Jesús. Veamos.
1ª parte:
PREPARACIÓN PERSONAL
1.
Motivación
¿Pienso que es muy importante comer siempre juntos y no cada uno
por su lado? ¿Por qué será?
2.
Lectura de la Palabra de
Dios: Marcos
14,22-2: La última Cena.
3.
Profundización de la lectura
bíblica
Nota. Para tener una visión más completa de la cena se
puede leer también el relato de Lucas 22,14-20, prestando atención al versículo
19.
-
Una cena especial. ¿Para qué Jesús
celebra esta cena solemne? ¿Cuál es su intención? ¿Intuyo los sentimientos de
Jesús en estas últimas horas de su vida?
-
Invitación de Jesús. ¿Qué siento al
escuchar la invitación para el pan: ‘Tomen y coman de él porque esto es mi
cuerpo’ y luego para el vino ‘Tomen y beban porque este es el cáliz de mi
sangre’? ¿A qué me siento invitada/o?
-
La entrega de Jesús. Dice también
Jesús que su ‘cuerpo es entregado por nosotros’ y su ‘sangre derramada por
nosotros’: ¿Qué siento ante estas palabras: agradecimiento, llamada, entrega…?
-
Compartir el pan y el cáliz. Jesús
distribuye a todos el mismo pan y les hace beber del mismo cáliz: ¿Qué
significado encuentro a este hecho colectivo?
-
La misa actual. ¿Me ayuda a
revivir la Cena del Señor? ¿Qué es lo que más me alimenta en la celebración
eucarística?
Puedo hacer un momento de oración.
2ª parte.
Comentario: “LA CENA DEL SEÑOR”.
Jesús sabe que sus horas están
contadas. Sin embargo no piensa en ocultarse o huir. Lo que hace es organizar
una cena de despedida con sus discípulos y discípulas: la quiere vivir en toda
su hondura. Consciente de la inminencia de su ejecución, necesita compartir con
los suyos su confianza total en el Padre, incluso en esta hora dramática.
Jesús piensa en el futuro: ¿qué
va a ser del proyecto humanizador del Padre cuando él ya no esté en la tierra?
¿Qué harán sus discípulos y discípulas después de su muerte? ¿Dónde alimentarán
en adelante su esperanza en la venida del reino de Dios? ¿Dónde renovarán sus
fuerzas sus seguidores?
Dos sentimientos embargan a
Jesús. Primero, la certeza de su muerte inminente: aquella es la última copa
que va a compartir don los suyos. Al mismo tiempo, su confianza inquebrantable
en el reino de Dios, al que ha dedicado su vida entera. Les habla con toda
seguridad: “Les aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día
en que beba el vino nuevo en el reino de Dios”.
La actividad de Jesús como
profeta y portador del reino de Dios va a ser violentamente truncada, pero su
ejecución no va a impedir la venda del reino de Dios. Su muerte no ha de
destruir la esperanza de nadie. Dios no se echará atrás. Un día, Jesús se
sentará en la mesa para celebrar, con una copa en sus manos, el banquete eterno
de Dios con sus hijos e hijas. Beberá un “vino nuevo” y compartirán juntos la
fiesta final del Padre. El reino de Dios alcanzará su plenitud. La cena de esta
noche es un símbolo.
Al comienzo de la cena, siguiendo
la costumbre judía, Jesús se pone en pie, toma un pan en sus manos y pronuncia
en nombre de todos una bendición a Dios, a la que todos responden diciendo
“amén”. Luego va rompiendo el pan y va
distribuyendo un trozo a cada uno. Se lo han visto hacer a Jesús más de una
comida. Saben lo que significa ese rito judío: al obsequiarles ese trozo de
pan, Jesús les va haciendo llegar la bendición de Dios. ¡Cómo les impresionaba
cuando en aquellas comidas de Galilea Jesús se lo daba también a pecadores,
publicanos y prostitutas! Al recibir aquel trozo de pan, todos se sentían
unidos entre sí y bendecidos por Dios.
Pero aquella noche Jesús añade
unas palabras que le dan un contenido nuevo e insólito a su gesto. Mientras les
va distribuyendo el pan les dice estas palabras: “Tomen, esto es mi cuerpo”. Yo
soy este pan. Véanme en estos trozos entregándome por ustedes hasta el final.
No me olviden nunca. Recuérdenme así: entregado totalmente para hacer les
llegar la bendición del reino de Dios, la salvación del Padre; esto alimentará
sus vidas.
Les sorprende mucho más lo que
hace al acabar la cena. Todos conocían el rito que se acostumbraba. El que
preside la mesa, quedando sentado, toma en su mano derecha una copa de vino y
pronuncia sobre ella una acción de gracias por la comida, a la que todos
respondían “amén”. A continuación bebe de su copa , lo cual servía de señal
para que cada uno bebiera de la suya.
Sin embargo, esta noche, Jesús
cambia el rito e invita a sus discípulos y discípulas a que todos beban de una
única copa: ¡la suya! En esa copa que va pasando a todos, Jesús ve algo nuevo:
“Esta copa es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos”. Vean en
ese vino mi sangre derramada por ustedes: recuérdenme así: entregando mi vida
totalmente por todos.
En ese momento crucial y
decisivo, Jesús no piensa sólo en sus discípulos más cercanos. Su mirada se
hace más universal que nunca. Mi muerte abrirá un futuro nuevo para todos. Vean
en mi sangre una alianza nueva de Dios con los hombres, el ofrecimiento de la
salvación para muchos, para todos.
En su relato de la cena, Lucas
recuerda estas palabras de Jesús: “Hagan esto en memoria mía” (22,19). Celebrar
la eucaristía es “hacer memoria” de Jesús, actualizando su presencia viva en
medio de nosotros, alimentando en él nuestra fe, grabando en nuestros corazones
su entrega hasta la muerte y reafirmándonos en nuestro compromiso se seguir
cargando la cruz hasta las últimas consecuencias.
Vamos
a señalar 4 aspectos importantes para reavivar hoy nuestra celebración de la
cena del Señor.
-
Los seguidores
de Jesús no estamos solos. La muerte no ha roto su comunión con nosotros. No
hemos de sentir su ausencia. Cada vez que celebramos la cena del Señor, él está
vivo y operante en medio de nosotros. Crucificado por los adversarios del
reino, pero resucitado por el Padre, se hace presente, nos acompaña y nos
alimenta en nuestro trabajo de abrir caminos al proyecto humanizador de Dios.
-
En la cena del
Señor alimentamos nuestra fe en Cristo. No basta asistir a la celebración de la
eucaristía. Estamos invitados a “comer” y “beber”. Nos reunimos en esta cena
fraterna para identificarnos cada vez más con Cristo, acogiendo sus palabras en
nuestro corazón y alimentándonos de su cuerpo y de su sangre. Ahí está el
secreto de nuestra fuerza. Ninguna otra experiencia puede ofrecernos un
alimento más sólido.
-
Nunca hemos de
olvidar
que, cuando “comulgamos” con Jesús en la cena eucarística, estamos comulgando
con alguien que ha vivido y muerto “entregado” totalmente a los demás. Así
insiste Jesús: su cuerpo es un “cuerpo entregado” y su sangre una “sangre
derramada” por la salvación de todos. Cada vez que celebramos la eucaristía nos
reafirmamos en no vivir encerrado en nuestro egoísmo, pensando sólo en nuestros
intereses, sino en vivir abiertos a los demás entregando día a día nuestra vida,
contribuyendo desde nuestra pequeñez a hacer la vida más humana.
-
Jesús les da a
todos del mismo pan y les hacer beber des mismo cáliz. Compartir el
mismo pan y beber del mismo cáliz significa, para los seguidores de Jesús,
reforzar los lazos de fraternidad cristiana. La cena del Señor no sólo expresa
y crea la comunión con Cristo, sino también la comunión entre los que lo
seguimos.”
Bien puedo hacer un momento de
silencio meditativo.
3ª parte:
REUNIÓN DE GRUPO
ACOGIDA MUTUA Y FRATERNA
SALUDO: El animador saluda y presenta el tema
con su motivación inicial.
‘VER’ DESDE NUESTRA VIDA PESONAL
1.
¿Por qué motivos es muy
importante comer siempre juntos y no cada uno por su lado?
‘ILUMINACIÓN’ EVANGÉLICA
Lectura
de Marcos 14,22-2: La última Cena.
2.
Digámonos cuáles debían ser
los sentimientos de Jesús en esta última cena?
‘ACTUAR’ POR EL PROYECTO DE JESÚS
3.
Conversión personal: ¿Qué hemos descubierto de
nuevo en estas reflexiones sobre la última cena de Jesús?
4.
Compromiso: ¿Qué vamos a cambiar para
aprovechar mejor nuestra participación en las celebraciones de la misa?
ORACIÓN-‘CELEBRACIÓN’ COMUNITARIA.
1.
Sugerencias para la oración: Nos repartimos las
diferentes partes.
-
Se
explica los símbolos presentes en la mesa.
-
Si
contamos con un sacerdote, podemos celebrar la cena del Señor,
preparada con esmero y con la participación creativa de todos. Podemos incluir
en algún momento las 2 oraciones siguientes.
-
Nos disponemos a rezar repitiendo paso a paso.
Jesús, vives en
el pan roto y compartido; vives en la copa llena de vino./
Eso es un
banquete de pobres, una comida de mendigos./
Jesús, eres el
compañero fiel, el amigo entre todos los amigos,/
pero roto en mil
pedazos por la vida y el amor de los hombres./
Eres vivo cundo
nos juntamos y hacemos camino./
Cantamos tu muerte,
amigo de la vida, porque vives en el pan roto y compartido,/
Porque vives en
la copa llena de vino, porque muchos siguen muriendo como tú./
-
Meditamos en silencia la siguiente oración
Para comer y
beber, Dios nos ha sentado en la mesa redonda de la igualdad.
Es comida blanca
de paz y alegría; es bebida de roja fraternidad.
Bien claro está
lo que quiere Dios que nos regala este pan:
Quiere que
compartamos el pan entre nosotros y que,
Juntos,
organicemos el compartir con aquellos que no tienen pan ni amistad.
Quiere que
demostremos nuestra solidaridad activa y efectiva.
-
Padrenuestro.
Abrazo de paz.
2.
Bendición.
DESPEDIDA. Se señala la fecha y la casa donde
tendrá lugar la próxima reunión.
7ª etapa : ENVIADOS
POR JESÚS RESUCITADO.
INTRODUCCIÓN.
Estamos ya en la recta final de nuestro recorrido.
También nos sentimos más decididos a seguir a Jesús. Pero hemos de dar todavía
un paso decisivo: abrirnos al misterio que se encierra en Cristo, el profeta del
Reino, crucificado por sus adversarios, pero resucitado por el Padre. Sólo
cuando nos encontraremos con Cristo resucitado y enviados por el Padre, conoceremos
en su verdadera hondura la llamada de Jesús y el alcance de nuestro compromiso
por el reino de Dios.
Con estos últimos encuentros nos acercaremos, en primer
lugar, a las dos últimas experiencias que vivieron los discípulos: su huida
ante su ejecución ignominiosa de Jesús en una cruz y su reencuentro con él,
resucitado gloriosamente por el Padre. Luego conoceremos las dos experiencias
que, como seguidores, nos permiten caminar acompañados por su presencia viva.
Terminaremos escuchando su llamada concreta en ponernos en camino para
colaborar con él curando la vida y abriendo camino al reino de Dios.
A los
pies del Crucificado (tema 37).
Sólo podremos asumir nuestro compromiso de
seguir a Jesús hasta el final si nos abrimos al misterio de la crucifixión y
nos identificamos con Jesús, Mártir del reino de Dios y Salvador del mundo.
“Yo les
envío” (tema 38).
Sólo escuchando al Resucitado, que nos envía
como el Padre lo ha enviado a él, y escuchando el Espíritu, recibiremos el
impulso decisivo para colaborar en el proyecto salvador del Padre.
“Quédate
con nosotros” (tema 39).
Antes de ponernos en marcha a anunciar el
Evangelio, hemos de saber que, en nuestro caminar, podemos en dos experiencias
reconocer junto a nosotros la presencia del Resucitado: la escucha compartida
del Evangelio de Jesús y la celebración de la Eucaristía.
“Pónganse
en camino” (tema 40).
En este último encuentro de nuestro ‘Grupo de
Jesús’ hemos de abrirnos con fe, generosidad y agradecimiento a la llamada de
Jesucristo que nos envía a curar la vida y abrir caminos del reino de Dios.
Tema 37 :
A LOS PIES
DEL CRICIFICADO.
Motivación inicial
La pasión y la ejecución
inesperadas de Jesús, a las pocas horas de su cena de despedida, provocó una
crisis total en sus discípulos. Todos huyeron: ¿cómo acompañar a un crucificado
sin tener la misma suerte? El fracaso era patente. Además, ¿qué Buena Noticia
podían anunciar en su nombre? ¿En qué proyecto podían colaborar ahora para
abrir caminos al reino de Dios? Poco a poco fueron entendiendo el porqué del
arresto de Jesús y de su muerte violente y la continuidad de su presencia. A la
luz de la resurrección volvieron a reunirse y pudieron descubrir a Jesús como
mártir del reino de Dios. En cuanto a nosotros, podremos seguir a Jesús si,
primero, nos identificamos con el Crucificado. Veamos.
1ª parte:
PREPARACIÓN PERSONAL
1.
Motivación
¿He salido de esta falsa presentación de la pasión y muerte de
Jesús como un ‘sacrificio agradable a Dios’? ¿Cómo las entiendo?
2.
Lectura de la Palabra de
Dios: Lucas
22,33-46: De pie junto a la cruz.
3.
Profundización de la lectura
bíblica
-
Las burlas al Crucificado. ¿Quiénes son los que se burlan de Jesús? ¿Por
qué estás reacciones tan crueles contra Jesús en la cruz?
-
El silencio de Jesús. ¿Cómo interpreto el silencio de Jesús? ¿Qué me
está diciendo Dios en el silencio de su Hijo crucificado? ¿Por qué el Padre no
interviene para salvar a su Hijo?
-
El perdón a los verdugos. Medito un poco esta oración de Jesús al Padre.
¿Qué es lo que mueve a Jesús hasta el final? ¿Intuyo el perdón insondable del
Padre?
-
El diálogo con el malhechor. ¿Qué pienso del ruego del malhechor a Jesús?
¿Sé yo orar así? ¿Capto la grandeza de la respuesta de Jesús? ¿Confío en poder
morir y resucitar unido a Jesús?
-
Últimas palabras de Jesús. ¿Qué eco encuentra en mí su confianza total en
el Padre? ¿Qué palabras quisiera pronunciar al final de mi vida de seguidor de
Jesús?
Puedo hacer un momento de oración.
2ª parte.
Comentario: “MÁRTIR DEL REINO DE DIOS.
En nuestro recorrido hemos visto
a Jesús ofreciendo salud a quienes vivían sometidos en la enfermedad, liberando
del mal a los poseídos por espíritus malignos, acogiendo a los excluidos por la
sociedad, regalando perdón a pecadores y gentes perdidas, incapaces de volver a
la amistad con Dios por su propias fuerzas.
Jesús no sólo proclamó el amor
insondable de Dios a todos sus hijos e hijas. Al mismo tiempo ofrece en su
nombre vida sana, perdón y salvación. Fiel a la voluntad del Padre, pasa su
vida entera curando, acogiendo, bendiciendo, perdonando y salvando. Ahora
morirá como ha vivido. Su muerte en la cruz será su último servicio al proyecto
del reino de Dios y su contribución suprema a la salvación de todos. Eso es lo
que nos deja entrever Lucas.
Según el evangelista, mientras
agoniza, Jesús sólo escucha desde la cruz burlas e insultos. Su respuesta es un
silencio cargado de misterio. No está pensando en su salvación sino en la de
los demás. Precisamente porque es el Mesías, el Hijo querido de Dios, seguirá
en la cruz hasta su muerte.
¿Qué sería de nosotros si Jesús
buscará su propia salvación escapando de esta cruz que lo une para siempre a
todos los crucificados de la historia? ¿Cómo podríamos confiar en un Dios que
salvará a su Hijo y nos dejara hundidos en nuestro pecado y nuestra impotencia
ante la muerte?
Lucas nos revela algo de lo que
vive Jesús en la cruz. En el momento de la crucifixión, mientras los soldados
lo van clavando en el madero, Jesús ora así al Padre: “Padre, perdónalos,
porque no saben lo que están haciendo”.
Así es Jesús. Así ha vivido siempre: ofreciendo gratuitamente a los pecadores
el perdón del Padre. Ahora muere pidiendo perdón al Padre a los que lo
crucifican, que siga ofreciendo su amor, su perdón y su salvación a todos,
incluso a los que lo están ejecutando.
Más tarde, en medio de tantas
burlas y desprecios, se escucha de pronto un grito desgarrador: “Jesús, acuérdate
de mí cuando llegues a tu reino”. No es un seguidor de Jesús, sino uno de los
malhechores crucificado junto a él. Jesús le responde de inmediato: “Hoy
estarás conmigo en el paraíso”. Jesús ha vivido abriendo caminos al reino de
Dios. Ahora que va a entrar en el reino definitivo del Padre acoge a este
pecador desconocido como compañero inseparable. Los dos están unidos en la
angustia y la impotencia. Los dos morirán crucificados y ambos entrarán juntos
en la plenitud del reino de Dios.
Lucas recoge también las últimas
palabras de Jesús. A pesar de su angustia mortal, mantiene hasta el final su
confianza en el Padre. “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Nada ni
nadie ha podido separarlo de él. El Padre ha estado siempre sosteniendo y alentando
su vida entregada a abrir caminos a su reino. Terminada su misión, Jesús lo
deja todo en sus manos: su vida, el futuro de su proyecto humanizador y la
salvación del mundo. El Padre romperá su silencio, lo resucitará y lo acogerá
en su reino.
A la luz de la resurrección de
Jesús, los primeros cristianos fueron ahondando en el misterio encerrado en su
crucifixión. Vamos a recordar lo que nos puede reafirmar en nuestro seguimiento
de Jesús.
La crucifixión no ha sido un
fracaso, sino el sino el servicio supremo al proyecto salvador de Dios. Su
petición al Padre por el perdón de sus verdugos y su promesa al malhechor para
entrar juntos en el reino nos revela que el proyecto del Padre no consiste sólo
en humanizar la vida de este mundo, sino en conducirlo todo hasta la salvación
final. Así habla Pablo de Tarso: “En Cristo estaba Dios reconciliando el mundo
consigo, no tomando en cuenta las transgresiones de los hombres” (2 Corintios
5,19). Por su parte el evangelio de Juan afirma: “Dios no ha enviado a su Hijo
al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por medio de él”
(3,17). Cuando colaboramos con Jesús en el proyecto del Reino de Dios, no
estamos llevando a cabo una mera acción social o política. Estamos humanizando
la vida hacia su plenitud eterna en el seno del Padre.
Jesús murió como mártir del reino
de Dios, pues su crucifixión fue la consecuencia de la reacción que provocó su
entrega libre e incondicional al proyecto humanizador del Padre. No se puede
trabajar por el reino de Dios que es fraternidad, libertad y justicia sin
provocar sin provocar el rechazo y la persecución de aquellos a los que no les
interesa cambio alguno. Es imposible luchar por una sociedad más justa y más
solidaria con los últimos sin sufrir la reacción de los poderosos.
Por eso seguir a Jesús conduce
siempre a la cruz. Significa estar dispuestos a sufrir conflictos, rechazos,
polémicas y hasta persecución. Colaborar con él en el proyecto del reino de
manera responsable y comprometida nos llevará tarde o temprano a compartir su
destino doloroso. Pero hemos de recordar que a una vida crucificada, vivida con
el espíritu de Jesús, le espera siempre la resurrección.
En el rostro desfigurado del
Crucificado, Dios se nos revela identificado para siempre con todos los crucificados
de la historia. Ya no podremos separar nunca al Padre del sufrimiento que se
inflige injustamente a sus hijos e hijas. Pero además, si Jesús ha muerto
identificado con las víctimas inocentes de todos los tiempos, seguir sus pasos
significa acercarnos servicialmente a los crucificados, introducir justicia
donde se abusa de los inocentes, reclamar compasión donde sólo hay indiferencia
a los que sufren. Esto nos traerá tarde o temprano sufrimiento. Será nuestra
manera humilde de cargar con la cruz de Cristo”.
Bien puedo hacer un momento de
silencio meditativo.
3ª parte:
REUNIÓN DE GRUPO
ACOGIDA MUTUA Y FRATERNA
SALUDO: El animador saluda y presenta el tema
con su motivación inicial.
‘VER’ DESDE NUESTRA VIDA PESONAL
1.
¿Por qué no se puede entender
la muerte de Jesús como un “sacrificio agradable a Dios”?
‘ILUMINACIÓN’ EVANGÉLICA
Lectura
de Lucas 22,33-46: De pie junto a la cruz.
2.
¿Qué relaciones hacemos entre
la pasión y muerte de Jesús y el Reino?
‘ACTUAR’ POR EL PROYECTO DE JESÚS
3.
Conversión personal: ¿Por qué la cruz es parte de
la construcción del Reino?
4.
Compromiso: ¿Cuál va a ser nuestra
actitud frente a los sufrimientos por el Reino?
ORACIÓN-‘CELEBRACIÓN’ COMUNITARIA.
1.
Sugerencias para la oración,
junto a una cruz.: Nos
repartimos las diferentes partes.
Momento de silencio donde nos disponemos a
rezar.
-
Nos disponemos a rezar escuchando en silencio.
En esta tarde, Cristo del
calvario, vine a rogarte por mi cuerpo enfermo;
Pero al verte mis ojos van y
vienen de tu cuerpo al mío con cierta vergüenza.
¿Cómo quejarme de mis pies
cansados cuando veo los tuyos traspasados?
¿Cómo mostrarte mis manos
vacías cuando veo las tuyas desgarradas?
¿Cómo expresarte a ti mi
soledad cuando alzado en la cruz y solo estás?
¿Cómo explicarte que bien
poca amor tengo cuando tienes rasgado el corazón?
-
Alguien lee la siguiente oración que repetimos paso a paso.
Tu muerte, Jesús, fue el
último eslabón de una cadena de amor subversivo./
Amaste, simplemente amaste,
sin mezcla ni impureza./
Te hiciste el último para que
los últimos fueran los primeros./
Defendiste a los que no
tienen defensor y te colgaron como un infame./
Renunciaste al triunfo
personal porque creíste sin vacilar hasta el final./
Creíste en el reino y tu fe
se hizo amor, puro amor./
Así lo diste todo: todo lo
que tenías y eras./
Y develaste el misterio: hay
un amor y una casa para todos./
-
Añadimos nuestras peticiones a la siguiente oración.
Cristo Jesús, nos dices a
cada uno: “No temas, arriésgate a seguirme siempre una y otra vez”.
Como discípulos tuyos, necesitamos
fuerza para cargar con nuestra propia cruz.
…
2.
Padrenuestro. Abrazo de paz.
Bendición.
D. DESPEDIDA. Se recuerda la casa, el día y la
hora de la próxima reunión.
Tema 38 : “ Y O
L E S E N V Í O ”.
Motivación inicial
Avanzamos en nuestro compromiso
con Jesús. El Padre ha resucitado a Jesús que está vivo entre nosotros. Pero si
nosotros no percibimos su presencia viva en nuestra vida y realidad, nuestras
comunidades cristianas vivirán apagadas y tristes. Por otra parte si no nos
sentimos enviados por el Resucitado, no podemos anunciar su Buena Noticia con
entusiasmo. En fin si no acogemos la fuerza de su Espíritu, no seremos capaces
de colaborar con él abriendo caminos del Reino. Veamos más detalladamente estos
distintos pasos.
1ª parte:
PREPARACIÓN PERSONAL
1.
Motivación
¿Qué dudas y debilidades siento para seguir a Jesús con más
entusiasmo?
2.
Lectura de la Palabra de
Dios: Juan
20,19-22: “Como el Padre me ha enviado, yo les envío”.
3.
Profundización de la lectura
bíblica
-
Situación del grupo de discípulos. ¿Puedo señalar los aspectos
oscuros que describen la situación de los discípulos sin Jesús resucitado? ¿Qué
consecuencias trae para los discípulos permanecer con las puertas cerradas,
paralizados por el miedo?
-
La presencia del Resucitado. ¿Cómo se describe la entrada de Jesús
resucitado en la Comunidad? ¿Qué lugar ocupa?
-
La transformación del grupo. ¿Qué es lo que Jesús infunde en sus
discípulos? ¿Capto la transformación que se va produciendo en la Comunidad,
mirando antes y después de la presencia de Jesús?
-
El envío de los discípulos. ¿Por qué no les concreta nada Jesús a los
discípulos? ¿En qué consiste su misión de los discípulos?
-
El don del Espíritu santo. ¿Cómo entiendo el gesto de Jesús que acompaña
sus palabras? ¿Era un gesto acostumbrado? ¿Conozco el sentido de este gesto en
el libro del Génesis 2,7? Después de estas reflexiones, ¿cómo entiendo mi
propia misión?
Puedo hacer un momento de oración.
2ª parte.
Comentario: “ENVIADOS POR EL RESUCITADO.
Aterrados por la ejecución de
Jesús, los discípulos se refugian en una casa conocida. De nuevo están
reunidos, pero no está Jesús con ellos. En el grupo hay un vacío que nadie
puede llenar. Les falta Jesús. ¿A quién seguirán ahora? ¿Qué podrán hacer sin
él? El evangelista describe con trazos oscuros la situación del grupo de los
discípulos sin Cristo resucitado.
-
“Está
anocheciendo” en Jerusalén y también en el corazón de los discípulos. Todavía
no se han disipado las tinieblas de la crucifixión. Es una comunidad sin
horizonte.
-
Con “las
puertas cerradas”. Es una comunidad sin misión, sin objetiva, encerrada en sí
misma, sin capacidad de acogida. Nadie piensa en salir por los caminos a
anunciar el reino de Dios y curar la vida. Con las puertas cerradas no es
posible acercarse a los heridos abandonados por los caminos.
-
Están
llenos de “miedo a los judíos”, en los que el evangelista ve todas las fuerzas
hostiles que han crucificado a Jesús. Es una comunidad paralizada por el miedo,
a la defensiva. Con miedo no es posible amar al mundo como Jesús ni anunciar a
nadie su Buena Noticia.
Es Jesús
quien toma la iniciativa. Estando las puertas cerradas “entra” en la casa. Nada
ni nadie puede impedir al Resucitado ponerse en contacto con los suyos para
reavivar a su comunidad. Según el relato, “entra y se poner en medio de ellos”
lleno de vida. Es él quien ha de estar siempre en el centro. Nadie ha de ocupar
su lugar. Con el Resucitado, todo es posible: disipar las tinieblas, liberarse
del miedo, abrir puertas y poner en marcha la evangelización del mundo.
Lo primero que infunde el
Resucitado a su comunidad es la paz perdida por su cobardía y su debilidad en
el momento de la cruz. Por dos veces les repite: “La paz esté con ustedes”.
Ningún reproche por haberlo abandonado, ninguna queja ni reprobación. Les regala
su paz inconfundible. Una paz que nunca les podrá dar el mundo.
Al mismo tiempo les enseña “las
manos y el costado”. En estas cicatrices pueden descubrir que Jesús los ha
amado hasta el extremo. Al ver al Señor con estas llagas, los discípulos “se llenaron
de alegría”. Una alegría que nadie ni nada les podrá quitar.
La comunidad se va transformando.
Estaban huérfanos y sin Maestro. Ahora tienen al Resucitado en medio de ellos.
Del miedo pasan a la paz que les regala el Señor. De la oscuridad pasan a la
alegría de verlo lleno de vida. De las puertas cerradas van a pasar enseguida a
ser enviados en la misión. La comunidad de Jesús no puede vivir encerrada en sí
misma, porque es una comunidad enviada.
El Resucitado les habla de una
manera solemne. “Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo”. No les
dice en concreto han de ir, qué han de anunciar o cómo han de actuar. Su misión
es la que Jesús ha recibido de su Padre. Serán en el mundo lo que ha sido él.
Aprenderán a evangelizar desde
Jesús. Ya han visto a quiénes se ha acercado, cómo ha ido anunciando la Buena
Noticia de Dios, cómo ha ido sembrando gestos de curación, liberación y perdón.
Jesús les envía ahora para que “reproduzcan” su presencia entre las gentes.
Jesús sabe que sus discípulos son
frágiles. Más de una vez ha criticado su fe débil y vacilante. Necesitan de la
fuerza de su Espíritu para cumplir su misión. Por eso hace con ellos un gesto
especial. No les impone las manos ni los bendice, como hacía con los enfermos y
los niños. Exhala su aliento sobre ellos y les dice: ‘Reciban el Espíritu
Santo’”.
Su gesto tiene una gran fuerza
expresiva. Segú el libro del Génesis, Dios modeló a Adán con “barro”; luego
sopló sobre él su “aliento de vida” y aquel barro se convirtió en un “ser viviente”.
Según el relato evangélico, las comunidades cristianas son “barro”, fragilidad,
mediocridad, pero tras ellas está el Resucitado dándoles aliento, espíritu y
vida.
Este relato de Juan nos
ofrece una luz nueva para comprender y vivir nuestra misión evangelizadora.
-
El
impulso decisivo para seguir a Jesús anunciando su Buena Noticia y colaborando
en el proyecto del reino de Dios nace siempre del encuentro con el Resucitado.
Si queremos impulsar una nueva etapa evangelizadora, hemos de acoger de manera más
viva la presencia de Cristo resucitado en nuestros grupos y comunidades.
Siempre ha de estar él en medio de nosotros. Que nadie ocupe su lugar. Que
nadie se apropie de su mensaje. Que nadie nos imponga un estilo deferente del
suyo.
-
Los
discípulos tuvieron que aprender a vivir siguiendo al Resucitado. Ya no sería
como en Galilea, cuando Jesús vivía con ellos. Ahora lo seguirán acogiendo su
Espíritu, recordando su palabra y reproduciendo sus gestos creativamente. Pero
saben que el Señor está con ellos, lleno de vida para siempre.
-
En la
comunidad cristiana es decisivo vivir abiertos al Espíritu que el Resucitado
nos ha comunicado también hoy a sus seguidores. Ese Espíritu “nos va
recordando” lo que decía Jesús por los caminos de Galilea, nos defiende de lo que
nos pueda desviar de él, nos mantiene en la verdad del Evangelio y nos inspira
para actualizar hoy nuestro servicio al reino de Dios.
-
Según el
relato de Juan, nuestra misión es la misma que Jesús recibió del Padre, pero,
naturalmente, hemos de desarrollarla con creatividad, atentos a los signos de
nuestros tiempos y respondiendo a las necesidades del hombre y la mujer de hoy.
Por eso necesitamos el Espíritu del Resucitado. Privados de este aliento
espiritual corremos el riego de vivir sin creatividad, con las “puertas
cerradas” al mundo moderno y haciendo lo que se ha hecho siempre, pero sin
alegría ni convicción.
-
Por
último, el relato dice que el Resucitado despierta en los discípulos paz y
alegría. Es tan central esta experiencia que se puede decir que de ella nació
su entusiasmo por la tarea evangelizadora. Si nos falta esa alegría del
Resucitado, ¿a quién vamos a comunicar algo “nuevo” y “bueno”? ¿Cómo vamos a
despertar esperanza? ¿Cómo vamos a abrir caminos al reino de Dios?”
Bien puedo hacer un momento de
silencio meditativo.
3ª parte:
REUNIÓN DE GRUPO
ACOGIDA MUTUA Y FRATERNA
SALUDO: El animador saluda y presenta el tema
con su motivación inicial.
‘VER’ DESDE NUESTRA VIDA PESONAL
1.
¿Qué dudas y debilidades
sentimos para seguir a Jesús con más entusiasmo?
‘ILUMINACIÓN’ EVANGÉLICA
Lectura
de Juan 20,19-22: “Como el Padre me ha enviado, yo les envío”.
2.
¿En qué consiste la misión
que Jesús confía a sus discípulos?
‘ACTUAR’ POR EL PROYECTO DE JESÚS
3.
Conversión personal: ¿Cómo entendemos nuestra
propia misión?
4.
Compromiso: ¿De qué manera vamos a poner
en marcha nuestro testimonio cristiano? ¿Dónde? ¿Con quiénes?
ORACIÓN-‘CELEBRACIÓN’ COMUNITARIA.
1.
Sugerencias para la oración: Nos repartimos las
diferentes partes.
-
Se
explica los símbolos presentes en la mesa.
Momento
de silencio
donde nos disponemos a rezar.
-
Repetimos frase por frase la siguiente profesión de fe.
Puesto que has resucitado,
Jesús, podemos empezar una vida nueva,/
Ser hombres nuevos y mujeres
dignas, hermanos de todos./
Puesto que has resucitado,
Jesús, tenemos tu Espíritu entusiasta/
Y queremos llevarlo bien
visible para contagiar a muchos./
Puesto que has resucitado,
Jesús, estamos en renovación permanente:/
Pues es preciso transformar
nuestro mundo desde los cimientos./
Puesto que has resucitado,
Jesús, hay que construir una ciudad solidaria/
Donde el hombre no sea lobo
sino compañero y hermano./
Puesto que has resucitado,
Jesús, creemos en la realidad de una tierra nueva/
Donde habrá amor, casa y vida
para todas y todos./
-
Escuchamos la siguiente oración repitiendo después de cada
invocación: “Señor Jesús, envíame nuevamente”.
Me pediste las manos, Señor,
pues tenías para mí una tarea:
Te las presté un momento,
pero las retiré porque era duro el trabajo. Señor Jesús…
Me pediste los ojos, Señor
Jesús, para ver penas y pobrezas:
Pero pronto los cerré para no
pasar angustias. Señor Jesús…
Me pediste la boca, Señor
Jesús, para clamar contra las injusticias:
Pero te di sólo un susurro
para que nadie me acusara de nada. Señor Jesús…
Me pediste la vida, Señor
Jesús, para trabajar para ti:
Pero te di sólo una parte para
no comprometerme demasiado. Señor Jesús…
Perdóname, Señor Jesús y
envíame de nuevo:
Ahora sí tomaré en serio la
cruz y tus pedidos. Señor Jesús…
-
Escuchemos la siguiente oración, luego iremos haciendo cada uno
nuestra oración de acción de gracias, de perdón, de petición, de compromiso…
Cristo Jesús, no se nos hace
fácil comprender tu presencia de Resucitado entre nosotros.
Pero, por tu Espíritu, tú nos
habitas y nos dices a cada uno:
“Ven y sígueme porque he
abierto para ti un camino de vida plena”.
2.
Bendición y abrazo de paz.
DESPEDIDA. Se señala la fecha y la casa donde
tendrá lugar la próxima reunión.
Tema 39 : “
QUÉDATE CON NOSOTROS ”.
Motivación inicial
Nosotros no hemos vivido un
encuentro con el Resucitado como el que vivieron los primeros discípulos; más
bien nos parecemos a la experiencia de Pablo o a la de los discípulos de Emaús.
A todos nos ha costado reconocer al Resucitado y escuchar su envío. Esta
experiencia nos permite reavivar nuestra fe, actualizar el mensaje del
Evangelio y confirmar nuestro seguimiento de Jesús. El episodio de los
discípulos de Emaús nos ofrece 5 espacios para reconocerlo vivo entre nosotros:
1. él sigue caminando con nosotros, 2. él nos revela el sentido profundo de la
Biblia cuando la compartimos juntos, 3. él nos parte el pan cuando lo
compartimos con otros, 4. él se hace presente cuando lo comunicamos y 5. cuando
lo celebramos. Confirmemos esta fe con nuestra fraternidad alegre.
1ª parte:
PREPARACIÓN PERSONAL
1.
Motivación
¿Me he acostumbrado a reconocer a Jesús presente conmigo a lo largo
de cada día?
2.
Lectura de la Palabra de
Dios: Lucas
24,13-35: “Quédate con nosotros ya que anochece”.
3.
Profundización de la lectura
bíblica
-
Situación de los 2 discípulos. ¿Cuál es el estado de ánimos
de los discípulos? ¿Por qué han perdido la esperanza? ¿Qué les falta para
reconocer al Resucitado?
-
Recuerdo de Jesús. ¿Qué están haciendo los 2 discípulos cuando
Jesús se les acerca para caminar con ellos? ¿Me parece importante seguir
recordando a Jesús y hablando de su mensaje y de su vida profética?
-
Conversación con Jesús. ¿Qué les reprocha Jesús a los 2 discípulos?
¿Qué sienten los discípulos mientras Jesús les habla? ¿He sentido alguna vez lo
mismo al hablar con Jesús o al escuchar sus palabras junto a otros?
-
La cena con Jesús. ¿Qué me parece el ruego que le hacen a Jesús
los 2 discípulos al caer la tarde? ¿He hecho alguna vez el mismo pedido a
Jesús? ¿He sentido la presencia de Jesús en el compartir del pan, en la
solidaridad, en la eucaristía?
-
Testigos del Resucitado. ¿Entiendo por qué motivos los 2 discípulos
corren de regreso a Jerusalén? ¿He sentido algo parecido a la experiencia de
los 2 discípulos desde que pertenezco a este grupo? ¿A qué me siento llamado/a
al experimentar más fuertemente la presencia de Jesús resucitado?
Puedo hacer un momento de oración.
2ª parte.
Comentario: “DOS EXPERIENCIAS BÁSICAS.
Dos discípulos van caminando
hacia Emaús, una pequeña aldea a unos ocho kilómetros de Jerusalén. Todo sucede
en este camino, que sugiere, por una parte, el recorrido de nuestra vida, pero
también el camino interior que hemos de hacer para reconocer la presencia del
Resucitado que camina junto a nosotros.
Los dos caminantes marchan
envueltos en tristeza y desolación. Aparentemente poseen lo necesario para
creer. Conocen las Escrituras judías, pero nadie les ha explicado su contenido
más profundo. Han escuchado a Jesús y han visto su actuación de “profeta
poderoso en obras y palabras”, reconocido por Dios y por el pueblo, pero saben
que ha muerto crucificado, condenado como un malhechor por sus dirigentes
religiosos. Han oído el mensaje de la resurrección de las mujeres diciendo que
“Jesús está vivo”.
Todo es inútil. Esperaban que
Jesús “el futuro liberador de Israel”. Pero la esperanza puesta en él se les ha
venido abajo con el fracaso de su crucifixión. Todo ha sido una ilusión. Ya no
esperan nada. ¿Cómo creer que está vivo? A esto discípulos les falta lo único
que les puede arrancar a la incredulidad y la desesperación: el contacto
personal con el Resucitado. Pero, ¿dónde lo podrán encontrar?
Hay algo que el evangelista
quiere destacar. A pesar de su tristeza y confusión, estos dos discípulos
siguen pensando en Jesús. No se resignan a olvidarlo para siempre. Siguen
recordando sus palabras y su actividad de profeta. Quieren comprender mejor lo
que ha pasado. El relato nos dice que, “mientras conversaban y discutían, Jesús
en persona se les acercó y se puso a caminar con ellos”.
No hemos de olvidarlo. Allí donde
hay hombres y mujeres que, a pesar de su desesperanza, recuerdan a Jesús y se
preguntan por el significado de su mensaje y su persona, allí está Jesús
caminando con ellos. Sin embargo el evangelista nos advierte que “sus ojos no
eran capaces de reconocerlo”. Jesús les parece un caminante desconocido, “un
extranjero”. Para reconocerlo necesitaban vivir una doble experiencia.
Jesús toma la iniciativa y
entabla conversación con ellos. “¿Qué conversación es esa”. ¿Cuál es la causa
de una tristeza tan honda? Cuando ellos le dan a conocer su desengaño y
abatimiento, Jesús comienza a curar sus corazones. Mientras van caminando les
explica las Escrituras, para que descubran mejor la identidad del Mesías, el
contenido salvador de su muerte, la verdadera liberación que ofrece Cristo y la
novedad de su esperanza.
El evangelista no describe
inmediatamente la transformación que se va produciendo en los discípulos: la
incredulidad les ha impedido abrirse al misterio encerrado en Jesús, va
desapareciendo poco a poco. Sólo más tarde se nos habla del comentario de los
discípulos: “¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino?”.
Esa es la primera experiencia.
Sí, al hacer el recorrido de la vida, nos reunimos a recordar a Jesús, a
escuchar su mensaje, a conocer su actuación profética, a meditar su entrega
hasta la crucifixión… experimentamos que Jesús nos conmueve, que sus palabras
nos llegan hasta dentro y que nuestro corazón comienza a arder, no pidamos más.
El Resucitado está caminando con nosotros. En nuestro propio grupo hemos podido
sentirlo.
Según Lucas, no basta. Aunque no
han reconocido a Jesús, los 2 caminantes sienten la necesidad de su compañía.
No quieren que los deje. Al ver que, cerca ya de Emaús, Jesús hace ademán de
seguir adelante, lo retienen: “Quédate con nosotros, porque anochece”. El
evangelista subraya con gozo: Jesús “entró a quedarse con ellos”. No les
abandonará.
La escena es sencilla, pero
entrañable. Unos caminantes, cansados de su largo caminar, se sienten como
amigos a compartir la misma mesa. Es entonces cuando Jesús repite exactamente
los mismos cuatro gestos que, según la tradición, había hecho en la escena de
despedida: “Tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio”. En los
dos discípulos se despierta la fe: “Se les abrieron los ojos y lo
reconocieron”. Descubren a Jesús como alguien que alimenta sus vidas, les
sostiene en el cansancio y les fortalece para el camino.
Es la segunda experiencia. Si al
celebrar la eucaristía nos sentimos alimentados por Jesús, reafirmados en la fe
y alentados a para seguirle con esperanza nueva, no pidamos más. El Resucitado
está caminando con nosotros.
Reconocer a Jesús es mucho más
que verlo. Durante el camino veían a Jesús, pero no eran capaces de
reconocerlo. Ahora lo han reconocido y, aunque Jesús se vuelva de nuevo
invisible, los discípulos saben que Jesús está vivo y les acompaña. Esta
experiencia los transforma. Recuperan la esperanza. Llenos de alegría se
levantan y marchan presurosos a contar lo que “les ha pasado por el camino”, No
pueden guardarse para sí mismos la buena noticia. Necesitan comunicar a todos
que Jesús está vivo. No hablan teóricamente de su resurrección, sino que
contagian la experiencia que ellos mismos han vivido”.
Bien puedo hacer un momento de silencio
meditativo.
3ª parte:
REUNIÓN DE GRUPO
ACOGIDA MUTUA Y FRATERNA
SALUDO: El animador saluda y presenta el tema
con su motivación inicial.
‘VER’ DESDE NUESTRA VIDA PESONAL
1.
¿Nos hemos acostumbrado a
reconocer a Jesús presente con nosotros a lo largo de cada día?
‘ILUMINACIÓN’ EVANGÉLICA
Lectura
de Lucas 24,13-35: “Quédate con nosotros ya que anochece”.
2.
¿Qué etapas o pasos
necesitaban los 2 discípulos para reconocer a Jesús con ellos?
‘ACTUAR’ POR EL PROYECTO DE JESÚS
3.
Conversión personal: ¿Sabemos reconocer a Jesús
en los 5 pasos o etapas de este episodio evangélico?
4.
Compromiso: ¿Sobre qué punto tenemos que
esforzarnos más para reconocer a Jesús?
ORACIÓN-‘CELEBRACIÓN’ COMUNITARIA.
1.
Sugerencias para la oración: Nos repartimos las
diferentes partes.
-
Se
explica los símbolos presentes en la mesa.
Momento
de silencio
donde nos disponemos a rezar.
-
Repetimos después de cada invocación: ¡Señor Jesús, quédate con
nosotros, la tarde está cayendo!
Quédate, Señor Jesús, con
nosotros, que el camino se hace largo y el cansancio grande./ Señor
Jesús…
Quédate con nosotros para que
tus palabras vivas enciendan nuestros corazones./ Señor Jesús…
Quédate con nosotros al
declinar el día para que aquieten nuestra mente./…
Quédate con nosotros porque
la mesa está servida, caliente es el pan y envejecido el vino./
¿Cómo sabremos que está entre
los hombres si no compartimos nuestra mesa contigo?/
Quédate con nosotros para
repartirnos el pan y el gozo de tu presencia./
Quédate con nosotros para que
estallen nuestros sueños e ilusiones perdidos./
Quédate con nosotros para que
compartamos con otros la paz de tu reino./
Quédate a decirnos para que
nuestro camino sea tu camino./
-
Escuchemos la oración siguiente para hacer luego nuestras propias
peticiones.
Cristo Jesús, tu Evangelio
nos lo asegura: Nunca nos abandonas.
Nos das tu Espíritu que nos
consuela, nos ilumina y nos fortalece.
Concédenos estar en comunión
contigo día tras día.
…
2.
Compromiso para la próximo y última
reunión: celebrar una Eucaristía.
-
¿Quién
se encarga de encontrar un sacerdote amigo con quien podemos celebrar una
Eucaristía participativa?
-
¿Quiénes
preparan los cantos?
-
¿Quiénes
se encargan de las lecturas, por ejemplo un texto llamativo y un episodio
evangélico?
-
¿Qué
símbolos que nos ayuden a emprender el futuro vamos a traer para presentarlos
en el ofertorio?
-
¿Quiénes
preparan la participación en la oraciones: de perdón, de petición, de acción de
gracias, de compromiso…?
-
¿Qué
oración de estos últimos temas podemos rezar al final de la Eucaristía?
3.
Bendición y abrazo de paz.
DESPEDIDA. Se señala la fecha y la casa donde
tendrá lugar la próxima reunión.
Tema 40 : “
PÓNGANSE EN CAMINO ”.
Motivación inicial
Recordemos la experiencia de los
primeros discípulos. El impulso decisivo que los lanzó a anunciar la Buena
Noticia del Reino fue su encuentro con Jesús resucitado y el reconocimiento de
su presencia viva con ellos. Sin embargo para concretar cómo continuar la
misión, recordaron las recomendaciones que les hacía Jesús en los caminos de
Galilea. Vamos a conocer también nosotros las principales directivas que dio
Jesús a sus discípulos: han de inspirarnos, iluminarnos y animarnos para la
terea de seguir colaborando con su proyecto humanizador. Ese es el gran
desafío. Veamos
1ª parte:
PREPARACIÓN PERSONAL
1.
Motivación
¿Qué pasos he dado para la construcción del Reino en mi vida
cotidiana?
2.
Lectura de la Palabra de
Dios: Lucas
10,3-9: “Pónganse en camino”.
3.
Profundización de la lectura
bíblica
-
El envío de los setenta y dos discípulos. ¿Adónde envía Jesús a los 72
discípulos y con qué misión? ¿Sustituyen a Jesús en su misión? ¿Por qué se
habla de ‘72’? ¿Por qué los envía Jesús de 2 en 2?
-
“Pónganse en camino”. ¿Qué significa para mí que los discípulos ‘se
pongan en marcha’? ¿Por qué no tiene sentido una Iglesia encerrada en sí misma,
que no sale a anunciar la Buena Nueva de Jesús?
-
Como corderos en medio de lobos. ¿Cómo entiendo esta comparación
de Jesús? ¿Qué molestias, dificultades y riesgos hay hoy de anunciar el
Evangelio de Jesús?
-
“No lleven monedero, ni alforja, ni sandalias”. ¿Me sorprende la radicalidad
de las recomendaciones de Jesús? ¿Cómo aplicar estas recomendaciones a la
realidad actual? ¿Dónde está la fuerza de estos mensajeros tan indefensos?
-
“Digan primero: ‘Paz a esta casa’”. ¿Por qué es tan importante
para Jesús anunciar la paz? ¿Cuándo es la religión fuente de conflictos? ¿Qué
hago cuando mis deseos de paz son rechazados?
-
“Curen a los enfermos”. ¿Me atrae esta llamada a curar? ¿Entiendo esta
misión de ‘curar’, en sentido amplio: curar personas, sanar heridas, humanizar
la convivencia, liberar las conciencias, curar la vida…?
-
“Digan: ‘Está cerca el Reino de Dios’”. ¿Cómo hacer visible hoy el
reino de Dios: mediante palabras, hechos, la misma vida… individual y
colectivamente? ¿Dónde está presente hoy este reino en medio de nosotros y
nosotras? ¿Qué significa para mí abrir caminos al reino de Dios en la realidad
cotidiana?
Puedo hacer un momento de oración.
2ª parte.
Comentario: “RECOMENDACIONES DE JESÚS.
La misión de colaborar con él en
el proyecto del Reino de Dios no lo confía Jesús sólo al pequeño grupo de los
12 apóstoles, sino a un número más amplio de 72 discípulos. Este número es
significativo, pues, según la tradición judía, son 72 las naciones que hay en
el mundo. Podemos decir que las directrices que da Jesús a estos discípulos son
las que nos pueden inspirar también a los evangelizadores de todos los tiempos.
-
Jesús los envía a los lugares
donde piensa ir él.
Colaboran preparándole el camino. En ningún momento lo desplazan o sustituyen. El
gran Evangelizador, enviado por el Padre, es siempre Jesús. Los envía de 2 en
2, seguramente para defenderse de los animales peligrosos y de maleantes de los
caminos. También, tal vez, para dar más fuerza a su mensaje, al estar
atestiguado por 2 discípulos de Jesús.
-
“Ponerse en camino”. Nunca ha imaginado Jesús a
sus discípulos como un grupo cerrado: una comunidad preocupada sólo de cuidar y
desarrollar su propia religión. Los llama para poner en marcha un movimiento
profético que viva caminando según la lógica del envío: saliendo de sí mismos
para anunciar a todos los pueblos la Buena Noticia del Dios y para abrir
caminos a su reino. ¿Qué sería una Iglesia preocupada sólo de sus propias
instituciones, su futuro, sus adquisiciones doctrinales y sus prácticas
religiosas; una Iglesia sin profetas de Jesús ni portadores de su Buena
Noticia?
-
“Como corderos en medio de
lobos”. Es la
primera advertencia de Jesús. El mundo no necesita más lobos. Los discípulos de
Jesús introducirán paz en una sociedad atravesada por toda clase de conflictos
y enfrentamientos. No tiene por qué ser todo rivalidad, violencia y
enfrentamientos. Los portadores del Evangelio abrirán un camino nuevo: se
acercarán a los problemas de la gente en una actitud de respeto, servicio y
amistad. Jesús sabe que sólo se abren caminos al reino de Dios introduciendo en
el mundo bondad, amor y ternura.
-
“No lleven bolsa, ni alforja,
ni sandalias”. Los
seguidores de Jesús anunciarán su buena noticia viviendo como los indigentes
que encuentran en su camino. No llevarán dinero ni provisiones. Caminarán
descalzos, como tantos pobres que no tienen un par de sandalias de cuero. Todos
podrán ver en su estilo de vivir su libertad para entregarse totalmente a su
misión y su confianza total en el Padre.
Lo sorprendente es que Jesús
está pensando en lo que han de llevar consigo, sino precisamente en lo
contrario: lo que no deben llevar, no sea que se distancien demasiado de los
más pobres Para anunciar la Buena Nueva de Dios y abrir caminos al proyecto
humanizador del Padre, lo medios más adecuados ni son el dinero o el poder,
sino los medios pobres de que se sirvió Jesús: la acogida a cada persona, el
amor servicial a los más necesitados, la defensa de los últimos, el
ofrecimiento del perdón de Dios, la creación de una sociedad más fraterna.
-
“Digan primero: “Paz a esta
casa’”. Lo
primero que anuncian siempre los seguidores de Jesús es la paz que reciben del
Resucitado: una paz que el mundo no puede dar. Esta paz es la primera señal del
reino de Dios: proviene del amor perdonador de Dios y crece en una sociedad
justa, fraterna y solidaria. Es un grave error pretender imponer el reino de
Dios desde la prepotencia, la amenaza o el resentimiento.
-
“Descansará su paz sobre
ellos”. Según
la promesa de Jesús, la paz que llevan en el corazón sus seguidores se
contagiará a su paso por las casas. Esa paz cura la vida de los que la acogen,
pues, es una fuerza para trabajar contra la agresividad, los odios y las
discordias. Por otra parte, abre camino al proyecto humanizador del Padre, pues
introduce reconciliación, concordia, amistad y fraternidad.
Si no la acogen, “la paz
volverá a ustedes”. La paz es un don precioso que no ha de perderse en el
corazón de los seguidores de Jesús. El rechazo, la indiferencia, el fracaso, no
han de desalentarlos. Seguirán su camino hacia otras casas. Privados de paz, no
podrían anunciar la Buena Nueva de Jesús.
Todas
estas recomendaciones no son consignas arbitrarias. Están orientadas a
capacitar a los discípulos a llevar a cabo una tarea que Jesús formula con 2
mandatos muy concretos: “Curen a los enfermos” y “digan: ‘El reino de Dios está
cerca de ustedes’”. Estas 2 actividades son inseparables y necesarias para
proclamar la Buena Noticia de Dios. Y las 2 constituyen una síntesis de la
actuación profética de Jesús. No olvidemos que los discípulos reciben la misma
misión que Jesús recibe del Padre.
No es accidental que se hable en primer
lugar de la curación de los enfermos antes que de la predicación del reino de
Dios. Lo mismo que Jesús, también su evangelizadores actúan no en nombre de un
Dios juez que busca juzgar y condenar al mundo, sino en nombre de un Padre
misericordioso que quiere una vida más sana y digna para todos. Por eso su
primera tarea es curar enfermedades, sanar heridas, aliviar sufrimientos. No
atemorizan a la gente con amenaza o condena, sino que contagian paz con gestos
de curación y liberación en los más enfermos, abatidos y rotos.
Pero los evangelizadores de Jesús no
curan de manera arbitraria o por puro sensacionalismo. Sus curaciones no son
tampoco un receta fácil para eliminar el mal que hay en el mundo. Su actividad
curador es signo que muestra en qué dirección hemos de trabajar para abrir
caminos al proyecto humanizador del reino en las personas y la sociedad.
Anunciar la cercanía del reino de Dios y
abrirle caminos es curar la convivencia y hacerla más justa y solidaria; luchar
por una sociedad más liberada del poder de los ricos y poderosos; defender a
los más débiles y olvidados; curar las relaciones haciéndolas más fraternas;
curar patologías religiosas poniendo la religión al servicio del ser humano;
curar la culpabilidad ofreciendo el perdón gratuito de Dios; curar el miedo a
la muerte alentando la confianza en Dios e infundiendo la esperanza en su
salvación eterna.
Los cristianos eran conscientes de que
las consignas de Jesús a sus discípulos no se podían aplicar en todas partes y
en todas las situaciones de la misma manera. Lucas las recoge porque son una
invitación permanente a vivir con radicalidad las exigencias básicas de la
tarea evangelizadora. Siempre hemos de revisar nuestros comportamientos para
ver cómo traducir en nuestros días el espíritu que alienta las palabras de
Jesús.
No caminaremos descalzos y sin dinero,
pero nuestro estilo de vida deberá dejar claro que nos identificamos con los
pobres e indefensos y no por los ricos y poderosos. No iremos de casa en casa
saludando con la paz, pero no tendrán que ver como hombres y mujeres de paz por
nuestra actitud fraterna y amistosa con todos, incluso con los adversarios. No
utilizaremos el poder del dinero, la prepotencia ni las presiones para
evangelizar, sino los medios pobres que Jesús empleaba.”
Bien puedo hacer un momento de
silencio meditativo.
3ª parte:
REUNIÓN DE GRUPO
ACOGIDA MUTUA Y FRATERNA
SALUDO: El animador saluda y presenta el tema
con su motivación inicial.
‘VER’ DESDE NUESTRA VIDA PESONAL
1.
¿Qué pasos estamos dando para
la construcción del Reino en nuestra vida cotidiana?
‘ILUMINACIÓN’ EVANGÉLICA
Lectura
de Lucas 10,3-9: “Pónganse en camino”.
2.
¿Cuáles son los consejos de
Jesús al enviar a los 72 discípulos en misión?
‘ACTUAR’ POR EL PROYECTO DE JESÚS
3.
Conversión personal: ¿Cómo relacionamos esta
lectura con nuestra propia misión de continuar el camino abierto por Jesús?
4.
Compromiso: ¿Qué aspecto de nuestro
testimonio vamos a fortalecer más?
ORACIÓN-‘CELEBRACIÓN’ COMUNITARIA.
1.
Si hay celebración
eucarística, n os ponemos de acuerdo para el desarrollo de la Eucaristía.
-
Se
prepara una mesa de fiesta para la celebración de la Eucaristía.
-
Momento
de silencio
donde nos disponemos a rezar.
-
Se
explica los símbolos presentes en la mesa.
2.
Sugerencias para la oración
de acción de gracias, a las que podemos añadir algunas más personales.
A las siguientes gracias, contestamos: Gracias, Padre.
Por haber estado hablando de
Jesús en nuestras vidas, (todos): Gracias,
Padre.
Por haber descubierto el
proyecto del reino,…
Por la profunda amistad que
ha nacido entre nosotros y nosotras,…
Por nuestra conversión al
Resucitado vivo en nosotras y entre nosotros,…
Por las nuevas personas que
hemos logrado ser gracias a la ayuda de todas y todos,…
Por la nueva vida que ha
crecido en cada uno de nosotros,…
Por la fuerza y la luz del
Espíritu que nos habita,…
Por este hermoso momento que
estamos viviendo juntos,...
Por la esperanza y el
compromiso que están en nosotros y nosotras,…
Por el llamado que sentimos a
continuar el proyecto humanizador del Padre…
Por haber descubierto la voz
de Dios en los pobres de hoy,…
Por todas las personas que
luchan por hacer un mundo más justo y fraternal,...
Por saber que continuaremos
la tarea de abrir caminos al reino de Dios,…
Por el amor del Padre, la
compañía de Jesucristo y la sabiduría del Espíritu,…
…
Antes de emprender una nueva etapa, se
hace una doble sugerencia para una próxima reunión:
-
Hacer
una evaluación y
-
Programar
el futuro.
Fuera bueno que unas 3 personas prepararan más detalladamente esta próxima
reunión.
DESPEDIDA. Se señala la fecha y la casa donde
tendrá lugar la próxima reunión.
C O N C L U S I Ó N : C O N
M I R A S A L F U T U R O.
Fuera
bueno que unas 3 personas preparen más detalladamente esta reunión.
YA
HEMOS TERMINADO NUESTRO RECORRIDO
Durante estos meses hemos
descubierto muchas cosas personal y colectivamente.
-
Nos
hemos hecho más amigos.
-
Hemos
cambiado
personalmente, en la familia, el trabajo, la vecindad…
-
Hemos
llevado adelante compromisos colectivos.
-
Hemos
aportado nuestro grano de arena a una Iglesia más evangélica y a una
sociedad más humana.
-
Hemos
descubierto a Jesús y su presencia de profeta del reino y Resucitado en
nosotros y entre nosotros.
-
Gracias
a Jesús nos hemos convertido al proyecto humanizador de su Padre.
-
Hemos
decidido
continuar: continuar con la amistad, continuar en grupo, continuar con
Jesús, continuar con el reino…
Ya
hemos escuchado la misión: “Ahora yo los envío… Pónganse en camino”.
Antes de emprender una nueva
etapa, se hace una doble sugerencia:
-
Hacer
una evaluación y
-
Programar
el futuro.
A.
EVALUACIÓN DE TODA ESTA ETAPA
1. En
general
-
¿Cuál
es el mayor provecho que hemos sacado de estas reuniones?
-
¿Cuál
es el gran cambio que se ha dado en nuestra vida?
-
¿Qué
rostro tiene ahora nuestra fe?
2.
Sobre la forma exterior de
nuestras reuniones
-
¿Qué
es lo que ha funcionado bien en la organización de las reuniones?
-
¿Qué
fallas ha habido en nuestra organización?
3.
Sobre el contenido de las
temáticas
-
¿Qué
hemos descubierto de más novedoso sobre Jesús, el Reino, la misión, la fe, la
Iglesia…?
-
¿Qué
es lo que nos ha costado entender o asimilar?
-
¿Qué
aspectos no se han profundizado lo suficiente o han faltado?
-
¿De
qué nos agradecemos los unos a los otros?
B.
DIFERENTES ALTERNATIVAS
Le
toca a cada persona tomar las decisiones apropiadas, personalmente y con
relación al grupo, para continuar con la misión que nos confió Jesús.
Conversemos los caminos que se va
a emprender, para que nuestras decisiones sean más acertadas. Hay diferentes
alternativas por emprender.
-
Se
puede continuar en el mismo grupo con nuevos temas.
-
Unas
personas pueden integrarse a otros grupos de la misma línea: Existen muchos
“Grupos de Jesús”: www.gruposdejesus.com (la experiencia esta comenzó en
España con el acompañamiento de José A. Pagola).
-
Otras
pueden decidir conformar un nuevo grupo con familiares, amigos y personas que
pueden estar interesadas en la experiencia vivida.
-
Si
las condiciones se prestan, fuera bueno poder integrar la organización
parroquial y participar de sus decisiones pastorales.
-
Es
necesario que unas personas se integran o continúen participando en asociaciones
e instituciones sociales, culturales, políticas… para compartir su
experiencia en el “grupo de Jesús” donde participan.
-
Algún
grupo puede tomar la decisión de realizar “celebraciones de la Palabra”,
sean dominicales, sean en días ordinarios, a la manera de los primeros
cristianos (Hechos 2,42 y 4,32), ya que el número de sacerdotes disminuye poco
a poco o drásticamente según los lugares….
Si les parece que “¡no hay camino!”, sepan
que “¡el camino se hace caminando!”
Pues, el Resucitado sigue vivo y su
Espíritu no descansa…
“El Reino es lo único absoluto; el resto es
relativo” (papa Pablo 6° y Mateo 6,33).
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