lunes, 27 de abril de 2020

Guías Temas sobre Jesús 4 Pagola y Pierre


S E G U I R   A   J E S Ú S   (4)
ENTRAR  EN  EL  MOVIMIENTO  DE  JESÚS

Reflexión – Espiritualidad - Compromiso


JESÚS ES COMPAÑERO NUESTRO DE CAMINO.


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  parte :  “ NADA  MÁS  IMPORTANTE  QUE  EL  AMOR ”.

-      Tema 30: “Ámense unos a otros como yo lo he amado”.
-      Tema 31: “Amen a sus enemigos”.


 Tema  30 :  “ ÁMENSE  UNOS  A  OTROS  COMO  YO  LOS  HE  AMADO ”.

Motivación inicial
               Hemos visto que el gran mandato de Jesús para acoger y buscar el reino de Dios y su justicia es claro: “Sean compasivos como su Padre del cielo es compasivo”. Entonces, ¿qué decir de las leyes y mandamientos que rigen la religión de Israel? Jesús las resume en amar a Dios de todo corazón y amar al prójimo como a sí mismo. Para precisar mejor cuál es el centro de la religión, el mismo Jesús dará su propio mandamiento: “Les ordeno esto: Ámense unos a otros como yo los he amado” (15,12 y 17).


1ª parte: PREPARACIÓN PERSONAL

1.      Motivación
En la propuesta de Jesús, ¿cuál es el mandamiento mayor de Jesús?

2.      Lectura de la Palabra de Dios: Marcos 12,28-34: Amar a Dios y al prójimo.

3.      Profundización de la lectura bíblica
-        La pregunta del maestro de la ley. ¿Qué es lo que quiere saber de Jesús el maestro de la ley? ¿Me parece importante su pregunta? ¿Necesito también yo hacerme esta pregunta?
-        “Amará a Dios con todo el corazón…” ¿Por qué Jesús insiste mucho en el amor a Dios? ¿Cuál es el mandamiento propio de Jesús? (ver Juan 15,12 y 17).
-        “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. ¿Por qué Jesús añade este segundo mandamiento?  ¿Cuál es la norma o la medida de este amor al prójimo? ¿Por qué no se puede separar estos 2 mandamientos?
-        La aprobación del maestro de la ley. En el principio y al final de su respuesta, ¿qué añade el maestro de la ley? ¿Qué pienso de la relación entre el culto y el amor al prójimo?
-        La conclusión de Jesús. ¿Qué le contesta exactamente Jesús al maestro de la ley? ¿Cuál es el propio mandamiento de Jesús? ¿Cómo entiendo esta afirmación de Jesús?
Puedo hacer un momento de oración.


2ª parte. Comentario: “SÍNTESIS DEL AMOR A DIOS Y AL PRÓJIMO.

               Los judíos hablaban con orgullo de la ley. Según la tradición, Dios mismo la había regalado a su pueblo por medio de Moisés. En esta ley estaba escrita la voluntad del único Dios vivo y verdadero. En ella podían encontrar todo lo que necesitaban para vivir fielmente su Alianza con él.
               Sin embargo Jesús, seducido totalmente por el reino de Dios, no se concentra en la ley. Busca la voluntad de Dios desde otra experiencia diferente: está llegando el reino de Dios  esto lo cambia todo. La ley ha regulado la vida de Israel, pero ya no es lo más decisivo para descubrir la voluntad de ese Padre compasivo que quiere construir un mundo más justo y humano. Por eso es importante conocer cómo se sitúa Jesús ante la ley.
               En cierta ocasión un maestro de la le se acerca a Jesús. No viene a tenderle una trampa. Tampoco a discutir con él. Su vida está fundamentada en leyes y preceptos que le indican cómo comportarse en cada momento fiel a la Alianza. Sin embargo, en su corazón se ha despertado una pregunta; “¿Qué mandamiento es el primero de todos?”.
               No es una pregunta más. Ese hombre quiere saber qué es lo más importante para Dios, que es lo esencial para hacer su voluntad. Dicho de otra manera, qué es lo primero para acertar en la vida. Jesús entiende muy bien lo que siente. Cuando en la religión se van acumulando leyes, preceptos, costumbres y ritos, es fácil vivir dispersos sin saber exactamente qué es lo primero y fundamental.
               Jesús no le responde citando los mandamientos de Moisés. Sencillamente le recuerda las primeras palabras de la oración llamada ‘Shemá’, que recoge lo esencial de la fe judía en el Dios de la Alianza. En concreto le cita literalmente las primeras palabras: “El primero es: ‘Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios es el único Señor; amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma y con todas tus fuerzas’” (Deuteronomio 6,4-5).
               El maestro de la ley está pensando en un Dios que tiene poder para dar leyes. Jesús lo coloca ante un Dios cuya voz hemos de escuchar. Cuando escuchamos al verdadero Dios, percibimos una llamada a amar. No es propiamente una ley. Es lo que brota en nosotros al abrirnos al misterio último de la vida: “Amarás”.
               El mandato del amor no se encuentra en el mismo plano que los demás preceptos, perdido entre otras normas más o menos importantes. El amor es el principio animador y orientador de todo lo demás.  Si un precepto no se deduce del amor o va en contra del amor, queda vacío de sentido: no sirve para construir la vida tal como la quiere Dios.
               Siguiendo literalmente la oración del ‘Shemá’, Jesús habla de un amor que es entrega y fidelidad total al único Dios, El ser humano ha de vivir centrado en el amor a Dios con todo lo que constituye su ser. Amará al Señor tu Dios “con todo el corazón” que es el centro de las decisiones y sentimientos más noble; “con toda tu alma”, es decir, con toda la vitalidad; “con toda tu mente” o capacidad de pensar y entender; “y con todo tus fuerzas” o energías para actuar. El amor de Dios no es un sentimiento o una emoción. Es una entrega práctica, generosa y confiada al amor de Dios.
               Este amor a Dios es el primero. Pero Jesús añade enseguida otro mandato recogido en Levítico 19,18 por el que nada le ha preguntado. El amor a Dios va unido a un segundo mandato del que no se puede disociar. Así concluye Jesús: “El segundo es este: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. No hay otro mandamiento más importante que estos”.
               Amar al prójimo como a uno mismo significa sencillamente amarlo como deseamos que el otro nos ame. No se puede encerrar el amor en fórmulas precisas. Jesús no lo hace. El amor pide creatividad. Así se entiende otra invitación de Jesús que suele llamarse la “regla de oro”: “Traten a los demás como quisieran que ellos los trataran” (Mateo 7,12). Nuestra experiencia puede ser el mejor punto de partida para imaginar cómo hemos de tratar a un persona concreta. No hay escusa ni escapatoria fácil. Para nosotros siempre queremos lo mejor. Esta “regla de oro” nos pone a buscar el bien de todos de manera incondicional. Esta ha de ser nuestra actitud básica para colaborar en el proyecto humanizador del Padre.
               El maestro de la le aprueba con entusiasmo todo lo dicho por Jesús: “Muy bien, Maestro, tienes razón”. Y a continuación repite casi literalmente las palabras pronunciadas por Jesús. También para él, el amor total a Dios y el amor al prójimo constituyen la síntesis de la ley y el principio supremo que ha de inspirarlo todo. Pero además se atreve a añadir una observación sobre el culto del templo: el amor a Dios y al prójimo “vale más que todos los sacrificios  holocaustos”. Estos ritos que pretendían asegurar la relación con Dios quedan subordinados al amor, que es lo que realmente nos une a él.
               Al ver que ha captado sabiamente su mensaje, Jesús le dice: “No estás lejos del reino de Dios”. Este elogio encierra una discreta invitación a dar un paso más. E, maestro de la ley está preparado para entrar en el proyecto humanizador del Padre. Esta manera de entender la ley conduce al reino de Dios. Pero no basta la teoría. Ahora ha de actuar prácticamente desde ese amor a Dios y al prójimo. Podemos resumir brevemente algunas conclusiones.
               Jesús estable una estrecha vinculación entre el amor a Dios y el amor al prójimo. Son inseparables. No es posible amar a Dios  desentenderse del prójimo. No es posible amar a Dios y vivir olvidados de los que sufren. El amor a Dios que excluye al prójimo se convierte en mentira. Lo que va contra el amor al prójimo va contra Dios.
               Jesús no confunde el amor a Dios con el amor al prójimo como si fueran la misma cosa. Dios tiene una primacía absoluta y no puede ser remplazado por nada. Lo primero es amar a Dios: buscar su voluntad, entrar en su reino, confiar en su perdón. La oración se dirige a Dios, no al prójimo; el reino en que hemos de entrar es de Dios, no de los hermanos; hemos de convertirnos a Dios, no a los hermanos…
               Por otra parte, el prójimo no es un medio o una ocasión para practicar el amor a Dios. Jesús no está pensando en transformar el amor al prójimo en una especie de amor indirecto a Dios. Jesús cura, bendice y ayuda a la gente porque la ve sufrir y necesita que alguien alivie su dolor.
               Él piensa de otra manera. Amar a Dios con todo el corazón es amar a un Padre que ama sin límites a todos sus hijos e hijas. Por eso no es posible amar a Dios sin desear lo que él quiere y sin amar a quienes él ama tanto. El amor a Dios hace imposible vivir encerrado en una mismo, indiferente al sufrimiento de los demás. Por eso dice: “Sean compasivos como su Padre es compasivo”
               Bien puedo hacer un momento de silencio meditativo.


3ª parte: REUNIÓN DE GRUPO

ACOGIDA MUTUA Y FRATERNA

SALUDO: El animador saluda y presenta el tema con su motivación inicial.

‘VER’ DESDE NUESTRA VIDA PESONAL
1.      ¿Cuál es el mandamiento propio de Jesús y cómo lo entendemos?

‘ILUMINACIÓN’ EVANGÉLICA
Lectura de Marcos 12,28-34: Amar a Dios y al prójimo.
2.      ¿Con qué fórmula resume Jesús los mandamientos del Antiguo Testamento?

‘ACTUAR’ POR EL PROYECTO DE JESÚS
3.      Conversión personal: ¿Qué nos exige la dimensión colectiva del mandamiento de Jesús?
4.      Compromiso: ¿Cómo nos vamos a unir y organizar para cumplir con el mandamiento de Jesús?

ORACIÓN-‘CELEBRACIÓN’ COMUNITARIA.
1.      Sugerencias para la oración: Nos repartimos las diferentes partes.
-         Se explica los símbolos presentes en la mesa.
Momento de silencio donde nos disponemos a rezar.
-         Escuchamos en silencia la siguiente oración.
Padre, tú nos regalas tu amor: enséñanos a amarte con todo el corazón.
Padre, tu amor es fuente de vida: enséñanos a amarte con toda el alma.
Padre, tu amor es fuente de luz: enséñanos a amarte con toda la mente.
Padre, tu amor es nuestra fortaleza: enséñanos a amarte con todas las fuerzas.
Padre, tu amor se hace comunidad para que nos amemos unos a otros:
Padre, enséñanos a amar como tu hijo Jesús amó.
-        Alguien lee la siguiente oración que repetimos frase por frase.
En este momento, Padre, nuestro corazón está contigo./
Nuestra cabeza piensa en ti; nuestros ojos te miran./
En este momento, Padre, nuestras manos estrechan tus manos/
Porque sólo tú eres sentido, sólo tú liberas;/
Sólo tú eres fiel, sólo tú eres esperanza;/
Sólo tú eres amor, sólo tú eres Dios./
Hoy, Padre, nos decidimos por ti: seguiremos los pasos de tu hijo Jesús./
-        Escuchamos y luego añadimos nuestros propios motivos de acción de gracias:
Te damos gracias, Señor, por los ojos que nos miran con amor,
Por las manos que cuidan y levantan.
Te damos gracias, Señor, por las voces que nos acompañan y animan,
Por ver, escuchar, sentir los gemidos, tristezas y gozas que nos llegan.
Te damos gracias, Señor, por tantas personas que son portadoras de tu amor para nosotros.

2.      Bendición y abrazo de paz.

DESPEDIDA. Se señala la fecha y la casa donde tendrá lugar la próxima reunión.


 Tema  31 :  “ AMEN  A SUS  ENEMIGOS ”

Motivación inicial
La llamada de Jesús a amar a Dios y al prójimo es seductora y seguramente encuentra un eco grande en nuestro corazón. Ahora vamos a das un paso más escuchando su llamada a amar incluso a los enemigos. ¿Nos atreveremos a amar también a los que nos hacen daño? Es un rasgo propio y original de Jesús. Resumió todo su mensaje en un solo mandamiento: “Ámense unos con otros como yo los he amado” (Juan 13,52). ¡Animémonos a seguir los pasos de Jesús!


1ª parte: PREPARACIÓN PERSONAL

1.      Motivación
¿Tengo dificultad para perdonar las ofensas que se me hace?

2.      Lectura de la Palabra de Dios: Mateo 3,38-45: “Amen a sus enemigos”.

3.      Profundización de la lectura bíblica
-        “Ojo por ojo y diente por diente”. Gandhi añadía: “… dejan el mundo ciego y malherido”. ¿Qué pienso de esta ley del Antiguo Testamento? ¿Qué sentido positivo encuentro en ella? ¿Dónde estaría su complemento totalmente humano?
-        ¿Cómo reaccionar ante quien nos hace daño? Con sus orientaciones, ¿me invita Jesús a permanecer pasiva/o y resignada/o? ¿Recuerdo una reacción violenta mía que empeoró alguna situación conflictiva? ¿Recuerdo una reacción no violenta mía que resolvió algún problema?
-        Resistencia no violenta. ¿Cómo entiendo las orientaciones de Jesús? Gandhi proponía una “resistencia actica y colectiva no violenta” frente a los conflictos sociales: ¿conozco ejemplos positivos de esta propuesta?
-        Amor a los enemigos. ¿Qué siento ante la llamada de Jesús a amar a mis enemigos? ¿Sirve para algo? ¿A qué condiciones es posible?
-        Orar por los enemigos. ¿Se me ocurrió alguna vez rezar por las personas que me hicieron daño? ¿Recuerdo la experiencia de haber perdonado de corazón? ¿Cómo puedo lograr, por una parte, odiar y destruir el mal y el pecado, y por otra, amar y salvar al malhechor y al pecador?
Puedo hacer un momento de oración.


2ª parte. Comentario: “EL AMOR A LOS ENEMIGOS.

               Seguramente muchos acogían con agrado el llamado de Jesús a amar a Dios y al prójimo. Era la mejor síntesis de la antigua ley. Pero lo menos que se podían esperar era orle hablar de amar incluso a los enemigos y de no ofrecer una resistencia violenta a quienes nos hacen mal. Sus palabras eran un escándalo para esos campesinos de Galilea que vivían la experiencia de la opresión romana y los abusos de los poderosos terratenientes. ¿Qué está diciendo Jesús? ¿Es que Dios quiere que vivamos sometidos con resignación a los opresores? ¿No hay que buscar siempre el reino de Dios y su justicia? En primer lugar vamos a escuchar la llamada a no responder violentamente al que nos hace mal. Luego su invitación a amar a los enemigos.
  1. Resistencia no violenta
Jesús comienza recordando la ley del talión, llamada propiamente “ojo por ojo y diente por diente”. Todos conocían las palabras del Éxodo que ponían un límite justo al deseo incontrolado de venganza, que nace fácilmente en nosotros ante aquel que nos ha hecho algún mal: “Si se siguen daños, se pagará así: vida por vida, , ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, herida por herida, golpe por golpe” (21,23-25). Por eso, según esta ley, la venganza es justa cuando no se excede del daño recibido: yo te hago a ti el mismo daño que tú me has hecho a mí.
Desde su experiencia de un Dios no violento, Jesús va a superar la ley del “ojo por ojo y diente por diente” proponiendo una resistencia no violenta al que nos hace mal. Jesús no pide a sus seguidores que ceden al mal en vez de resistirse: si buscamos el reino de Dios y su justicia, hemos de oponernos siempre al mal. La cuestión no es si resistir o no resistir al mal, sino cómo resistir. Jesús propone a los suyos resistir, pero de modo no violento.
Para expresar mejor su pensamiento, Jesús imagina cuatro ejemplos concretos que ilustran de manera gráfica cómo reaccionar ante el mal. No son normas que han de cumplirse al pie de la letra, sino sugerencias para resistirnos a la injusticia sin caer en la espiral de la violencia. Jesús no busca promover la pasividad, la resignación o la rendición cobardes ante los abusos y las injusticias. Está invitando a sus seguidores a responder a la agresión en la misma línea del agresor, sino adoptando una estrategia amistosa que corte, si es posible, una escalada de la violencia.
-        “Si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale la otra”. Al parecer la bofetada en la mejilla derecha era una práctica bastante común para humillar a los subordinados: los amos golpeaban a sus esclavos, los terratenientes a sus jornaleros, las esposas a sus esposas. ¿Cómo reaccionar? Lo normal era la humillación y someterse al maltrato y a los abusos. Jesús sugiere “presentar la otra mejilla”, es decir, no dejarse intimidar, reafirmarnos en la dignidad ante el agresor, que no espera otra respuesta que la sumisión: negarle el poder de humillarnos, hacerle ver que, a pesar de su gesto violento, somos tan humanos o más que él.
-        “Al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también el manto” que llevas encima. Preséntate ante todos desnudo, pero con dignidad. Que el acreedor quede en evidencia y que todos puedan ver hasta dónde llega su codicia y el sistema inhumano que permite tales abusos.
-        “A quien te fuerza caminar una milla, acompáñale dos”. Supongamos que soldados al servicio de Roma te obligan a transportar una carga a lo largo de una milla, ¿por qué no te muestras dispuesto a continuar todavía otra milla más? Los dejarás desconcertados, pues la ley romana prohibía forzar a nadie más de una milla. No será una gran victoria contra Roma; pero mostrarás tu dignidad y tu rechazo a su injusta opresión.
-        Jesús añade todavía dos exhortaciones positivas: “A quien te pide, dale, y al que te pide prestado no le des la espalda”. Seguramente se refiere a prácticas abusivas en cuestiones de impuestos y préstamos que no conocemos bien. El texto sugiere que Jesús propone dar al que no pide algo pensando sólo en su necesidad, y hacer préstamos sin pensar en el beneficio que podemos obtener elevando los intereses.
La actitud de Jesús es clara. Entrar en la dinámica del reino de Dios es construir el mundo no en dirección a la violencia, sino hacia la justicia y el amor. No es fácil luchar contra un mundo injusto sin caer en la violencia, pero es posible. Jesús nos pide a sus seguidores enfrentarnos a los abusos y atropellos de manera responsable y valiente, desenmascarando la falta de humanidad que se encierra en toda actitud injusta. Y al mismo tiempo nos anima a practicar la resistencia no violenta para ser testigos de un Dios no violento en medio de un mundo violento.
  1. Amar a los enemigos
Jesús comienza recordando la actitud que se vivía en el pueblo judío ante los enemigos: “Amará a tu prójimo y odiarás a tu enemigo”. Estas palabras no están recogidas en la ley de Moisés, pero reflejan bien el clima social que se vivía en Palestina. Los miembros del pueblo elegido se sentían llamados a odiar a sus enemigos, pues los consideraban “enemigos de Dios”. Odiar al enemigo era incluso un signo de celo por la justicia de Dios. Así dice un Salmo: “Señor, ¿cómo no voy a odiar a los que te odian, y despreciar a los que se levantan contra ti? Si los odio con odio implacable, les considero mis enemigos” (139,21-22).
Jesús comienza a hablar un lenguaje sorprendente. Dios no es violento, sino compasivo: incluso ama a sus enemigos; no busca la destrucción de nadie. Su grandeza no consiste en vengarse, sino en amar incondicionalmente a todos. Hice el bien incluso a los que se le oponen.  Esta es la experiencia que tiene de Dios. Desde esta perspectiva va a introducir una actitud nueva y original ante los enemigos: “Yo, en cambio, les digo: amen a sus enemigos  recen por los que les maltratan, para que sean hijos de su Padre del cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia sobre justos e injustos”.
Jesús no pienso sólo en los enemigos privados que uno puede tener en su entorno. Sin duda piensa en todo tipo de enemigos, sin excluir a ninguno: el enemigo personal, el que hace daño a la familia, el adversario del propio grupo o los opresores de todo el pueblo. Ente aquellos campesinos de Galilea, “enemigo” son estas personas de las que sólo podemos esperar mal. La idea de Jesús es clara: quien se parece a Dios no alimenta el odio contra nadie, busca el bien de todos. Lo que busca es eliminar dentro del proyecto del reino de Dios la enemistad. Su llamada se puede resumir así: “No sean enemigos de nadie, ni siquiera de quien es su enemigos. Parézcanse a Dios”.
Cuando Jesús habla del amor a los enemigos, no está pensando en sentimientos de afecto, de simpatía o cariño hacia quien nos hace el mal. El enemigo sigue siendo enemigo, y difícilmente puede despertar en nosotros tales sentimientos. Amar al enemigo es más bien pensar en su bien, no buscar su mal sino lo que puede contribuir a que viva menor y de manera más digna. Esto supone esfuerzo, pues hemos de aprender a deponer el odio, superar el resentimiento y buscar lo que es bueno para él. Jesús habla de “rezar por los que nos maltratan” probablemente como un medio concreto para ir despertando en nosotros la capacidad de amarlos.
Este amor al enemigo no es una enseñanza de Jesús dirigidas a personas llamadas a una perfección heroica. Su llamada quiere introducir en la historia una actitud nueva ante el enemigo, pues busca eliminar en el mundo el odio y la violencia destructora. Quien viva como hijo o hija del Padre no alimentará el odio contra nadie, buscará el bien de todos, incluso de sus enemigos, pues “el Padre del cielo hace salir el sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia sobre justos e injustos.”
               Bien puedo hacer un momento de silencio meditativo.


3ª parte: REUNIÓN DE GRUPO

ACOGIDA MUTUA Y FRATERNA

SALUDO: El animador saluda y presenta el tema con su motivación inicial.

‘VER’ DESDE NUESTRA VIDA PESONAL
1.      Contémonos experiencias de perdón. ¿Nos han costado?

‘ILUMINACIÓN’ EVANGÉLICA
Lectura de Mateo 3,38-45: “Amen a sus enemigos”.
2.      Con sus orientaciones, ¿qué quería dar a entender Jesús a sus compatriotas?

‘ACTUAR’ POR EL PROYECTO DE JESÚS
3.      Conversión personal: ¿Cómo aplicamos a nosotros las orientaciones de Jesús?
4.      Compromiso: ¿Qué aspectos de nuestra manera de amar tenemos que mejorar?

ORACIÓN-‘CELEBRACIÓN’ COMUNITARIA.
1.      Sugerencias para la oración: Nos repartimos las diferentes partes.
-         Se explica los símbolos presentes en la mesa.
Momento de silencio donde nos disponemos a rezar.
-        Alguien lee la siguiente oración de san Francisco de Asís, que repetimos paso a paso.
Señor, haz de mí un instrumento de tu paz:/
Que donde haya odio, ponga yo amor;/
Donde haya ofensa, ponga yo perdón;/
Donde haya discordia, pongo yo armonía;/
Donde haya error, ponga yo verdad;/
Donde haya duda, ponga yo fe;/
Donde haya separación, ponga yo esperanza;/
Donde haya tinieblas, ponga yo luz;/
Donde haya tristeza, ponga yo alegría;/
¡Oh Maestro! Haz que no nos empeñemos tanto/
a ser consolados como a consolar,/
en ser amados como en amar,/
porque dando se recibe y olvidando se encuentra,/
perdonando se perdona y muriendo se resucita a la vida eterna. Amén./
-        Escuchamos en silencio y concluimos con una oración espontánea.
Jesús misericordioso, cuando te agobiaban los sufrimientos
No amenazabas a nadie, sino que perdonabas.
Nosotros también queremos perdonar,
permaneciendo sencillos y generosos de corazón.
Espíritu santo, que llenas el universo de tu amor,
Pon en nuestro corazón la fuerza de tu amor,
La bondad, la compasión y el perdón.

Bendición y abrazo de paz.

DESPEDIDA. Se señala la fecha y la casa donde tendrá lugar la próxima reunión.




  etapa :  LLAMADOS  A  SEGUIR  A  JESÚS.


INTRODUCCIÓN

               A lo largo de los últimos encuentros hemos escuchado las principales llamadas de Jesús: su invitación a entrar en la dinámica del reino de Dios, su llamada a ser compasivos como el Padre del cielo y su propuesta de amor a Dios y a los hermanos como única ley. Ha llegado el momento de escuchar de Jesús la llamada concreta a todos y a cada uno de los miembros de este grupo a seguirlo de cerca.
               Ya conocemos su estilo de vida, su pasión por Dios, su entrega a los que sufren, su proyecto del reino. Ahora hemos de estar más atentos que nunca. En los próximos encuentros Jesús nos irá llamando de manera muy concreta a seguirlo, colaborando con él en la tarea apasionante de abrir caminos a ese Dios que quiere construir, con nosotros y junto a nosotros, un mundo más digno, justo y fraterno.
He aquí 5 llamadas concretas a seguir a Jesús de muy cerca.
-        “Sígueme” (tema 32). Antes que nada escucharemos la voz de Jesús, que nos llama a seguirlo. Nos pide disponibilidad; no nos promete ni seguridad ni bienes. Se trata de una decisión voluntaria para un amor arriesgado y apasionado. Si aceptamos, nuestra vida ha de cambiar, definitivamente.
-        “Carguen con la cruz” (tema 33). Decididos a seguir a Jesús, hemos de olvidarnos de nuestros intereses egoístas. Nos pondremos a colaborar en el proyecto humanizador del Padre, acompañados de dificultades y sufrimientos. Pero nos sentiremos profundamente en paz.
-        “Son la sal de la tierra y la luz del mundo” (tema 34). Nuestra tarea es ardua, pero atractiva. Jesús nos llama a ser sus testigos de 2 maneras: por una parte ser sal para dar sabor a la vida y, por otra, ser luz para iluminar las tinieblas de la existencia.
-        “Ustedes recen así” (tema 35). Para lograr ser testigos de Jesús necesitamos vivir con su Espíritu. Jesús nos ha dejado en herencia la oración del Padrenuestro. En ella, con el Espíritu de Jesús, podemos animarnos y alimentarnos para su proyecto del reino: pues es la oración del reino.
-        “Hagan esto en memoria mía” (tema 36). El último mandato de Jesús fue de celebrar en memoria de él su cena de despedida que hizo con sus discípulos antes de morir. Esta Cena del Señor fortalece nuestra comunión con él y nuestra entrega al servicio del reino de Dios.


 Tema  32 .  “ SÍGUEME ”.

Motivación inicial
               En estos momentos de nuestro recorrido renovamos nuestra actitud de atención y escucha: Jesús nos llama a seguirlo sin más explicación. Hemos de tomar una decisión que va a orientar felizmente nuestra vida. Jesús no nos promete seguridad ni bienestar. Nos pide disponibilidad y confianza. Nos llama para colaborar con él en el proyecto de Dios, trabajando por un mundo más justo y fraterno. ¿Puede haber alguna tarea más importante?


1ª parte: PREPARACIÓN PERSONAL

1.      Motivación
¿Cuál es la palabra de Jesús que más me anima?

2.      Lectura de la Palabra de Dios: Lucas 9,57-62: “Sígueme”.

3.      Profundización de la lectura bíblica
Primera escena (vv.57-58).
-        ¿Qué me parece la decisión de este ‘alguien’ de seguir a Jesús?
-        Según la respuesta de Jesús, ¿cuál es la primera exigencia para lograr su seguimiento?
Segunda escena (vv. 59-60).
-        ¿Me parece razonable lo que pide este ‘otro’ a Jesús que lo deje ir a enterrar a su padre antes de seguirlo?
-        ¿Por qué será que Jesús da un carácter tan radical a su seguimiento?
Tercera escena (vv. 61-62).
-        ¿Me parece razonable que le pida este ‘tercero’ a Jesús que lo deje despedirse de su familia antes de seguirlo?
-        ¿Por qué, según Jesús, no vale para el reino de Dios aquel que vive mirando el pasado?
-        ¿Cómo me siento frente a estas exigencias de Jesús?
Puedo hacer un momento de oración.


2ª parte. Comentario: “CONDICIONES PARA SEGUIR A JESÚS.

               “Seguir a Jesús” es una metáfora (una imagen) que los discípulos aprendieron por los caminos de Galilea. La metáfora es muy sugestiva. Para ellos significa en concreto: caminar, moverse, dar pasos tras Jesús; no quedar lejos de él. La metáfora va a ir adquiriendo más tarde un contenido vital. Para las primeras generaciones cristianas, “seguir a Jesús” significa principalmente vivir como él y colaborar con él a abrir caminos al reino de Dios.
               Por eso, “seguir a Jesús” es el corazón de la vida cristiana. Nada hay más importante y decisivo. Es un error pretender ser cristianos sin seguir a Jesús. Precisamente por eso, Lucas escoge tres escenas para que sus lectores tomen conciencia de que nada pude haber más urgente e inaplazable.
               Jesús emplea imágenes significativas. Se ve que quiere sacudir las conciencias. No busca seguidores a toda costa, sino seguidores más comprometidos que le sigan incondicionalmente renunciando a falsas seguridades  y asumiendo rupturas necesarias. Las palabras de Jesús se resumen en dos preguntas: ¿quieren vivir en adelante su vida siguiéndome de manera incondicional? ¿Quieren colaborar conmigo sin reserva con el proyecto humanizador del Padre?
-        Primera escena. Uno de los que le acompañan se siente tan atraído por Jesús que, antes de que lo llame, el mismo se adelanta y toma la decisión: “Te seguiré adónde vayas”. Jesús reacciona de manera sorprendente. Antes que nada quiere que tome conciencia de su decisión. Seguirle a él es una aventura arriesgada. ¿Por qué? Sencillamente porque “los zorros tienen madrigueras y los pájaros nidos”, pero él “no tiene dónde reclinar la cabeza”.
Jesús no se detiene en más explicaciones. Nunca promete a sus seguidores seguridad ni bienestar. Tampoco dinero y poder. No los seduce prometiéndoles metas atractivas o ideales sublimes. Seguirle es “vivir de camino”, poniendo toda la confianza en él. Jesús va a imprimir una orientación nueva a sus vidas. Los arranca de la seguridad donde viven y los llama a una aventura imprevisible: en más de una ocasión podrán experimentar la falta de acogida y el rechazo. Si viven al servicio del reino de Dios incorporados a la vida y tarea profética de Jesús, les espera la misma suerte que a él.
-        Segunda escena. Otro, llamado esta vez por Jesús, está dispuesto a seguirle, primero le pide cumplir primero con la obligación sagrada de “enterrar a su padre”. A ningún judío puede extrañar esta petición, pues se trata de uno de los deberes más importante en la religión judía. La respuesta de Jesús es desconcertante: “Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vente a anunciar el reino de Dios”.
Jesús sabe lo que está diciendo. Lo que el hombre pide no es asistir al entierro de su padre recién fallecido, que le habría entretenido sólo unos días. Lo que quiere es seguir atendiendo a su padre hasta los últimos días. Ausentarse de casa y desentenderse de la familia sin la bendición de su padre no eran sólo una falta de respeto y gratitud, sino también un desafío a su autoridad indiscutible sobre la familia.
Jesús habla con claridad: el proyecto humanizador del reino de Dios es lo primero. No sigas cuidando el “mundo del padre”: esa familia patriarcal preocupada sólo por su honor, se sus hijos y sus tierras. Tú vete a anunciar el reino de Dios: esa familia nueva que el Padre quiere formar donde se vive en actitud fraterna con todos y en la que se cuida de manera especial a los más necesitados y huérfanos de ayuda.
Abrir caminos al reino de Dios es siempre la tarea más urgente. Nada ha de retrasar nuestra decisión. Nadie nos ha de retener o frenar. Los muertos, es decir los que no viven al servicio del reino de la vida, ya se dedicarán a otras tareas menos apremiante que la de buscar el reino de Dios y su justicia.
-        Tercera escena. Hay otro dispuesto a seguir a Jesús, pero antes le pide así: “déjame primero despedirme de mi familia”. No está pensando en quedarse en casa hasta la muerte de su padre, pero su corazón no puede olvidar a su familia. Probablemente lo que pide es tener un gesto de cortesía con los suyos, sino plantearles la decisión de seguir a Jesús. ¿Cómo va a abandonar a su familia sin contar con su aprobación? La familia pedía fidelidad total.
Jesús le responde de modo terminante: “El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios”. La familia no lo es todo. Hay algo más importante: ponerse al servicio del reino de Dios y trabajar por una familia nueva que no está unida por lazos de sangre ni intereses comunes, sino por su deseo de hacer la voluntad del Padre. Una familia donde todos se acojan como hermanos y hermanas, porque son hijos e hijas del único Dios.
En la respuesta de Jesús hay otro matiz importante: “El que sigue mirando para atrás no sirve para el reino de Dios”. No es posible abrir caminos nuevos para el reino de Dios añorando con nostalgia el pasado. Trabajar por el proyecto del Padre pide dedicación total, concentración en la tarea de hacer más humana la vida, confianza en el futuro de Dios, audacia y creatividad para caminar tras los pasos de Jesús.
Las 3 escenas recogidas por Lucas nos permiten entrever ya algunos rasgos del seguimiento de Jesús:
  1. El grupo de seguidores se va formando por iniciativa de Jesús. Su llamada es decisiva. Jesús no se detiene a darles muchas explicaciones. Lo irán aprendiendo todo conviviendo con él. Lo primero es escuchar su llamada y tomar la decisión de seguirle.
  2. Sin embargo, desde el principio queda claro que Jesús los llama para colaborar en el proyecto humanizador del Padre. Jesús no los llama simplemente para que lo imiten. Los llama para que le siguen y se incorporen a la tarea de “anunciar el Reino de Dios”.
  3. Al llamar al seguimiento, Jesús exige una disponibilidad total: fidelidad absoluta por encima de cualquier otra fidelidad. La razón última es que el Reino de Dios está irrumpiendo. Es urgente poner en marcha un movimiento profético que anuncie esa buena noticia: la gente tiene que experimentar ya su fuerza curadora; hay que sembrar en los pueblos signos de su misericordia; hay que abrir caminos a su justicia
               Bien puedo hacer un momento de silencio meditativo.


3ª parte: REUNIÓN DE GRUPO

ACOGIDA MUTUA Y FRATERNA

SALUDO: El animador saluda y presenta el tema con su motivación inicial.

‘VER’ DESDE NUESTRA VIDA PESONAL
1.      Compartamos la palabra de Jesús que más nos anima.

‘ILUMINACIÓN’ EVANGÉLICA
Lectura de Lucas 9,57-62: “Sígueme”.
2.      ¿Qué exigencias pone Jesús a quién quiere seguirlo?

‘ACTUAR’ POR EL PROYECTO DE JESÚS
3.      Conversión personal: ¿Cuál de estas exigencias nos parece más costosa?
4.      Compromiso: ¿Qué vamos a cambiar para seguir a Jesús?

ORACIÓN-‘CELEBRACIÓN’ COMUNITARIA.
1.      Sugerencias para la oración: Nos repartimos las diferentes partes.
-         Se explica los símbolos presentes en la mesa.
Momento de silencio donde nos disponemos a rezar.
-        Alguien lee la oración siguiente; luego se puede repetir algunas frases.
Jesús, ya te voy a seguir… cueste lo que me cueste.
Me conoces y sabes lo que quiero con mis proyectos y mis debilidades.
No puedo ocultarte nada, Jesús.
Quisiera dejar de pensar en mí y dedicarte más tiempo.
Quisiera entregarme por entero a ti; quisiera seguirte adónde tú me llames.
Pero, ni esto me atrevo a decirte, porque soy débil: lo sabes mejor que yo.
Sabes de qué barro estoy hecho, tan frágil e inconstante.
Por eso mismo te necesita aún más, para que me guíes sin cesar,
Para que seas mi apoyo y mi descanso. ¡Gracias, Jesús, por tu amistad!
Jesús, ya te voy a seguir… cueste lo que me cueste.
-        Repetimos frase por frase la siguiente oración.
Confiaré en ti, Jesús, aunque me pierda en tus caminos./
Confiaré en ti, Jesús, aunque no encuentre mi destino./
Confiaré en ti, Jesús, aunque me queme tu mirada./
Te seguiré, Jesús, dudando y andando a la vez./
Te amaré, Jesús, sin miedo y temblando a la vez./
-        Hacemos unas peticiones, terminando diciendo entre todos: Danos tu fuerza, Señor Jesús.
Señor, yo quiero seguirte: Danos tu fuerza, Señor Jesús.
Señor, yo quiero estar cerca de ti: Danos tu fuerza, Señor Jesús.

2.      Bendición y abrazo de paz.

DESPEDIDA. Se señala la fecha y la casa donde tendrá lugar la próxima reunión.


 Tema  33 :  “ CARGUEN  CON  LA  CRUZ ”.

Motivación inicial
               Sí, estamos siguiendo a Jesús y colaboramos en el proyecto del reino de Dios. Necesitamos asegurar este caminar y actuar con realismo. Jesús nos dice que, si queremos seguirlo de verdad, hemos de olvidarnos de nuestros intereses egoístas y cargar con los sufrimientos que nos pueden traer el seguimiento fiel a su persona y la colaboración en el proyecto de hacer un mundo más humano. El ‘triunfo’ de Jesús pasa primero por su pasión y crucifixión… de las que tomaremos parte también nosotros.


1ª parte: PREPARACIÓN PERSONAL

1.      Motivación
¿Qué dificultades encuentro en mi seguimiento de Jesús?

2.      Lectura de la Palabra de Dios: Mateo 16,21-25: Ganar o perder la vida.

3.      Profundización de la lectura bíblica
-        La decisión de Jesús. Jerusalén era el centro político y religioso de Palestina; Jesús decide subir también a Jerusalén. ¿Por qué motivos decide Jesús ir a Jerusalén? ¿Por qué presiente un futuro bien sombrío?
-        Reacción de Pedro. ¿Me parece normal la intervención de Pedro con Jesús? ¿Por qué quiere Pedro disuadir a Jesús de ir a Jerusalén?
-        Respuesta de Jesús. ¿Por qué es tan dura la respuesta de Jesús a Pedro? ¿Por qué a Pedro Jesús lo llama ‘Satanás’?
-        Realismo de Jesús. ¿Cuáles son las 2 cosas que hay que tener en cuenta para seguir a Jesús? ¿Qué entiendo con eso de ‘negarse a sí mismo’? ¿Qué entiendo con lo de ‘cargar con la cruz’?
-        Ganar o perder la vida. ¿Qué sentido encuentro en las palabras sobre ‘ganar o perder su vida’? ¿Estoy dispuesto/a a ‘perder mi vida’ por seguir a Jesús?
Puedo hacer un momento de oración.


2ª parte. Comentario: “SEGUIR A JESÚS CARGANDO LA CRUZ.

               Jesús encontró en las aldeas de Galilea una acogida entusiasta. Su mensaje de un Dios bueno que quiere un mundo justo y fraterno y su preocupación por curar a los enfermos y liberar a la gente del sufrimiento provocaba en aquellos campesinos sorpresa y admiración. Los discípulos soñaban ya con un éxito total. Jesús, por lo contrario, sólo pensaba en cumplir la voluntad del Padre hasta el final. Sabía que en Jerusalén todo sería diferente.
               Por eso empezó a explicar a sus discípulos lo que le esperaba. Su intención era subir a Jerusalén, a pesar de que allí iba a “sufrir mucho” por parte de los dirigentes religiosos. Incluso llegarían a ejecutarlo. Pero Jesús confiaba en su Padre. Su muerte entra en los designios de Dios, pues es consecuencia inevitable de su empeño en abrir caminos a su reino. Pero el Padre le “resucitará”. No se quedara pasivo e indiferente ante aquel crimen.
               Pedro se rebela ante la sola idea de imaginar a Jesús crucificado. No le quiere ver fracasado. Solo quiere seguir a Jesús victorioso e triunfante. No piensa solo en Jesús. Piensa egoístamente en las consecuencias que todo aquello puede tener para él y para sus compañeros. Por eso “se lo lleva aparte” para presionarlo y “lo increpa” para que se olvide de lo que acaba de decir: “¡No lo permita Dios! No te puede pasar a ti eso”.
               La respuesta de Jesús es muy fuerte: “Quítate de mi vista, Satanás”. No quiere ver a Pedro ante sus ojos. “Tú no piensas como Dios, sino como los hombres”. Tu manera de pensar no es la del Padre, que quiere un reino de paz y justicia para todos sus hijos; tú eres como los hombres que piensan en su propio bienestar. Eres un obstáculo en mi camino. Eres la encarnación de Satanás.
               Mateo cuida mucho su lenguaje. Hace poco, cuando Pedro se abre con sencillez a la revelación del Padre y confiesa a Jesús como Hijo del Dios vivo, se convierte en “roca” sobre la que Jesús puede construir su Iglesia. Ahora, cuando, escuchando sus propios intereses humanos, pretende apartar a Jesús del camino de la cruz, se convierte en una “piedra que le hace tropezar”.
               Los autores subrayen que Jesús dice literalmente a Pedro: “Ponte detrás de mí, Satanás”. Este es tu sitio. Colócate como servidor fiel detrás de mí. No pretendas desviarme de mi camino orientado al proyecto del Padre hacia mi éxito y mi triunfo personales.
A continuación Jesús se dirige a sus discípulos y les unas palabras que hemos de escuchar bien si queremos seguir a Jesús con realismo. “El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con la cruz y que me siga”. Si alguien quiere caminar tras los pasos de Jesús y seguirle de cerca, ha de hacer 2 cosas:
-        En primer lugar, “negarse a sí mismo”. Esto no significar mortificarse, castigarse a sí mismo y menos anularse o destruirse. Quiere decir olvidarse de sí mismo, no vivir pendiente de los propios intereses, liberarse del propio “ego” para encontrar su propia personalidad en la adhesión radical a Jesús.
-        En segundo lugar, “cargar con la cruz”. Esto no significa sin más aceptar los sufrimientos que todos los humanos hemos de aceptar tarde o temprano en la vida (una enfermedad, una desgracia…). Quiere decir más bien asumiendo los sufrimientos que nos irán llegando como consecuencias de nuestro seguimiento fiel a Jesús.
Por eso no hemos de confundir la cruz con cualquier sufrimiento, adversidad o malestar que se produce en nuestra vida. La “cruz cristiana” consiste en seguir a Jesús aceptando las consecuencias dolorosas que nos puede traer: inseguridad, conflictos, rechazos, persecución… Es decir aceptar el destino doloroso que tendremos que compartir con Jesús si realmente sus pasos.
Para dar más fuerzo a lo que está diciendo a sus discípulos, Jesús añade una frase paradójica: “Si alguien quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la salvará”. Jesús les está invitando a vivir como él: agarrarse ciegamente a la vida que puede llevar a perderla; arriesgarla de manera generosa y audaz por él y el proyecto del reino lleva a salvarla.
Dicho de manera más clara. El que camina tras Jesús, pero sigue aferrado a sus seguridades, expectativas e intereses que le ofrece la vida, puede terminar en mayor bien de todos: la vida vivida según el proyecto de Dios. Por el contrario, el que arriesga lo que le ofrece la vida para seguir a Jesús encontrará vida plena entrando con él en el reino definitiva del Padre.
Puede ser bueno resumir brevemente las actitudes de Jesús ante el sufrimiento.
  1. En Jesús no encontramos ese sufrimiento que hay tantas veces en nosotros, generado por nuestro pecado o nuestra manera poco sana de vivir (envidia, resentimiento, apego egoísta a las cosas y a las personas… El que camina tras los pasos de Jesús va poco a poco eliminando de su vida este sufrimiento inútil y dañino.
  2. Jesús no ama ni busca innecesariamente el sufrimiento, ni para él ni para los demás, como si el sufrimiento encerrara algo especialmente grato a Dios. El esfuerzo ascético y la disciplina personal tienen gran importancia en toda persona. Pero ante el sufrimiento propio y ajeno, lo más que agrada a Dios es que tratemos de suprimirlo o aliviarlo en lo posible.
  3. Jesús se compromete con todas sus fuerzas para hacer desaparecer de este mundo el sufrimiento. Toda su vida ha sido una lucha constante para arrancar al ser humano del sufrimiento que se esconde en la enfermedad, la injusticia, el hambre, los abusos, el pecado o la muerte. Quien sigue los pasos de Jesús vive aliviando el sufrimiento y trabajando por erradicar sus causas.
  4. Pero, cuando se encuentra con el sufrimiento que cae sobre él, provocado por quienes se oponen a su actuación al servicio del reino de Dios, Jesús no lo rehúye, no se echa atrás, sino que lo acepta y lo vive en una actitud de fidelidad total al Padre y de amor incondicional a la humanidad. Por decirlo de alguna manera, Jesús no busca “cruces”, sino que acepta la “crucifixión”, movido por su amor fiel al Padre y su amor solidario hacia nosotros. Ese amor es el que nos salva.
               Bien puedo hacer un momento de silencio meditativo.


3ª parte: REUNIÓN DE GRUPO

ACOGIDA MUTUA Y FRATERNA

SALUDO: El animador saluda y presenta el tema con su motivación inicial.

‘VER’ DESDE NUESTRA VIDA PESONAL
1.      ¿Qué dificultades encontramos en el seguimiento más real de Jesús?

‘ILUMINACIÓN’ EVANGÉLICA
Lectura de Mateo 16,21-25: Ganar o perder la vida.
2.      ¿Por qué es tan dura la respuesta de Jesús a Pedro?

‘ACTUAR’ POR EL PROYECTO DE JESÚS
3.      Conversión personal: ¿Cuándo nos desviamos nosotros del proyecto del Reino?
4.      Compromiso: ¿Cómo vamos a ser más coherente entre la fe que estamos descubriendo y nuestra práctica cotidiana?

ORACIÓN-‘CELEBRACIÓN’ COMUNITARIA.
1.      Sugerencias para la oración: Nos repartimos las diferentes partes.
-         Se explica los símbolos presentes en la mesa.
Momento de silencio donde nos disponemos a rezar.
-        Repetimos frase por frase.
A ti, Señor, me acojo; que no quede confundido./
Mis enemigos se burlan y me olvidan los amigos./
Estoy solo en mi tristeza y ya no tengo cobijo./
Mi vida pasa en tristeza y mi espíritu en peligro./
Pero me pongo en tus manos y no seré confundido./
En ti yo busco el refugio y a ti mis males confío./
Tu eres, Señor, mi fuerza; tú me enseñas el camino./
-        Repetimos al final de cada invocación: “Jesús, creemos en tu reino”.
Jesús, Señor del amor y de la ternura, háblanos otra vez de este proyecto que tú llamas el reino de Dios. – Jesús, creemos…
Jesús, dinos que ese reino existe, que está aquí, que es sencillo y pequeño como un grano de mostaza…
Jesús, dinos que el reino es más ancho que todo lo que podemos soñar, en medio de tanta maldad y desengaños…
Jesús, dinos que el reino está venciendo los miedos, la pobreza, el llanto y la muerte…
Jesús, dinos que el reino es la utopía realizada en todo lo que le corazón humano desea…
Jesús, dinos que eres la vida y la verdad que conducen a este reino…
Jesús, dinos que el reino es el camino de los pobres, los marginados, los excluidos…
Jesús, dinos que todos los caminos son un solo camino, y que ese camino eres tú…
-        Escuchamos en silencia y al final repetimos alguna de las frases siguientes:
Creo en ti, Jesús, eres mi amigo, mi alegría y mi salvador.
Creo en ti, Jesús, eres la puerta y me invitas a seguir tus pasos.
Creo en ti, Jesús: te seguiré y llevaré tu mensaje de amor.
Creo en ti, Jesús: ayudaste al enfermo y al desesperado, y le trajiste felicidad.
Creo en ti, Jesús: Defendiste al humilde y al atropellado, y le devolviste su dignidad.
Creo en ti, Jesús, porque estás siempre a mi lado y tus palabras me iluminan.
Creo en ti, Jesús: eres mi esperanza y mi salvación.
-          

2.      Bendición y abrazo de paz.

DESPEDIDA. Se señala la fecha y la casa donde tendrá lugar la próxima reunión.


 Tema  34 :  SON LA SAL DE LA TIERRA Y LA LUZ DEL MUNDO.

Motivación inicial
               Estamos tomando conciencia de que Jesús nos llama a seguirlo olvidándonos de nosotros mismos y cargando con la cruz. Nuestra misión es ardua y a la vez atractiva: ¡Hay mucho que ganar! Jesús confía en nosotros y nosotras. Quiere que seamos sus testigos: ser como él “la sal” que pone sabor a la vida y como “la luz” que ilumina la oscuridad de la existencia. Esa es nuestra misión. ¡Felizmente la comunidad que formamos nos acompaña en este propósito.


1ª parte: PREPARACIÓN PERSONAL

1.      Motivación
¿Siento que, gracias al grupo que conformamos, he progresado en mi fe y en mi compromiso? Voy precisando en qué aspectos.
          
2.      Lectura de la Palabra de Dios: Mateo 5,13-16: Ser sal y luz.

3.      Profundización de la lectura bíblica
-        Sal de la tierra. ¿Qué me sugiere espontáneamente la palabra ‘sal’? ¿Qué me sugiere el simbolismo de la ‘luz’? ¿Me resulta atractiva la tarea de ser sal y luz para los demás?
-        Si la sal se vuelve sosa. ¿Cuándo se vuelve sosa e insípida la fe cristiana en mi vida personal, en la familia, en mi profesión, en mis relaciones, en mi comunidad cristiana…?
-        Luz del mundo. ¿Qué entiendo por ser ‘luz del mundo’? Si soy luz por mi fe cristiana, ¿qué pasa cuando vivo ‘apagado/a’? ¿Conozco cristianos y cristianas que me ayudaron o me ayudan a vivir como luz para los demás?
-        Los ejemplos de Jesús: la ciudad en alto y el candelabro. ¿Qué me quiere decir Jesús con estos 2 ejemplos? ¿Cuándo voy ocultando a los demás mi adhesión a Jesús?
-        Las buenas obras. ¿Me parece importante la última observación de Jesús? ¿Qué ‘obras buenas’ son hoy más necesarias para dar sabor y alumbrar la vida?
Puedo hacer un momento de oración.


2ª parte. Comentario: “IDENTIDAD DE LOS SEGUIDORES DE JESÚS.

               Jesús define con dos imágenes atractivas la identidad de sus seguidores. No vivirán para sus propios intereses. No han de pensar en su dinero, su prestigio o su poder. Su presencia en medio de la gente será profética. Serán “sal” que necesita la tierra y “luz” que necesita el mundo. Introducirán la fuerza sanadora de Jesús y la luz de su proyecto del reino de Dios.
               “Ustedes son la sal de la tierra”. Los autores señalan los diversos aspectos que puede sugerir el simbolismo de la sal, muy extendido en el mundo antiguo. Probablemente, las gentes sencillas de Galilea captaban, en toda su frescura, el lenguaje de Jesús: la fuerza de la sal es está en que da sabor a los alimentos, y los purifica y preserva de la corrupción. También la vida de los que habitan la tierra necesita sal. Los discípulos de Jesús pueden introducir en la humanidad la fuerza para dar sabor a la vida, purificar lo dañado y preservar de la corrupción.
               Pero Jesús les hace enseguida una seria advertencia. “Si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? Ya no sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente”. La vocación de los discípulos es magnífica, pero puede echarse a perder y quedar frustrada. Si la sal se desvirtúa y pierde su fuerza para dar sabor, se convierte en algo inútil. Ya no sirve para nada. Estorba dentro de la casa. Entonces, siguiendo una costumbre muy extendida en aquellas aldeas primitivas, se tira a la calle, donde termina siendo pisada por la gente.
               A Jesús le preocupa que sus seguidores pierdan su identidad. Si se vacían de su espíritu, con nada lo podrán recuperar. Su presencia en medio del mundo no servirá para nada. Ya no harán falta, pues no podrán dar sabor a la vida. No podrán introducir la fuerza liberadora, humanizadora y salvadora que se encierra en la persona de Jesús y en su proyecto del reino de Dios.
               La segunda imagen es más audaz y nos invita a entender la identidad de los seguidores de Jesús en un horizonte más amplio y universal. La luz que ilumina el mundo creado por Dios es ese sol que cada mañana hace salir el Padre sobre buenos y malos. Sin la luz del sol, el mundo quedaría a oscuras. Sería imposible vivir. No podríamos disfrutar de los colores y la belleza de la creación. No sabríamos movernos ni conocer los caminos que hay que seguir.
               Jesús se atreve a decir: “Ustedes son la luz del mundo”. La humanidad necesita esta luz que le pueden proporcionar sus seguidores para no caminar en tinieblas, para orientarse, para ahondar en el sentido de la existencia, para caminar con la esperanza puesta en el Padre. Esta luz que irradian sus seguidores proviene de Jesús. Él les ha hablado con claridad: “Yo soy la luz del mundo” (Juan 8,12). Los discípulos son testigos que comunican la luz que reciben de Jesús.
               Jesús les propone dos ejemplos sencillos para que los discípulos entiendan mejor su identidad y su misión. El primero: “No se puede ocultar una ciudad construida en lo alto de un monte”. Tal vez Jesús está pensando en Séforis, capital de Galilea durante los primeros años de su vida, encumbrada en una montaña que sobresalía de la llanura de su entorno. La idea de Jesús es clara. Si hay luz y no se la oculta, nada puede impedir que brille e ilumine. Así sucederá con sus seguidores. Si no la apagan o la ocultan, esa luz que viene de Jesús iluminará el mundo. Pero han de cuidarla. No la mantendrán encerrada. No la ocultarán a nadie. La mostrarán a todos. Darán testimonio de Jesús, de su Evangelio y de su proyecto.
               El segundo ejemplo subraya la misma idea: “No se enciende una lámpara para meterla debajo de un celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de la casa”. La luz es para iluminar. Es absurdo esconderla. Nadie enciende una lámpara de aceite para cubrirla con el celemín (recipiente para medir grano), sino para poner en un candelero o sobre un soporte elevado y pueda así alumbra a todos los que están en la única estancia de la casa. Los discípulos de Jesús no han de esconder su luz. Sin esa luz, el mundo quedaría a oscuras. Han de mantenerla bien encendida.
               Termina Jesús con unas palabras que aclaran mucho su pensamiento. “Alumbre su luz a los hombres, para que vean sus buena obra y den gloria a su Padre, que está en el cielo”. Esta tarea de alumbrar a los hombres no consiste en proporcionarles grandes ideas o doctrinas sublimes. No han de aportar nuevas ideologías. Han de iluminar a todos con sus “buenas obras”, con su actuación humana y humanizadora, con su seguimiento práctica a Jesús. Este es el mensaje que hemos de escuchar: que brillen sus vidas, no sus doctrinas. Hagan visible el Evangelio en su vida. Demuestren que son posibles el amor y la compasión. Busquen la justicia de Dios. Sean mis profetas, no con palabras, sino sobre todo con hechos.
               Sería absurdo comprometernos en hacer “buenas obras” buscando prestigio o gloria personal, poder, superioridad o algo semejante. Según Jesús todo ha de estar orientado a la gloria del Padre del cielo, que se está abriendo camino entre nosotros para construir con nosotros y junto a nosotros un mundo más justo, fraterno y dichoso para todos.
               Bien puedo hacer un momento de silencio meditativo.


3ª parte: REUNIÓN DE GRUPO

ACOGIDA MUTUA Y FRATERNA

SALUDO: El animador saluda y presenta el tema con su motivación inicial.

‘VER’ DESDE NUESTRA VIDA PESONAL
1.      ¿Sentimos que, desde nuestra participación en este grupo, hemos progresado en fe y compromiso cristianos?

‘ILUMINACIÓN’ EVANGÉLICA
Lectura de Mateo 5,13-16: Ser sal y luz.
2.      ¿Qué quería decir Jesús a sus discípulos con las comparaciones de la sal y la luz?

‘ACTUAR’ POR EL PROYECTO DE JESÚS
3.      Conversión personal: ¿Cómo nos aplicamos a nosotros las comparaciones de Jesús?
4.      Compromiso: ¿Qué tenemos que dejar de hacer para ser sal y luz, tanto en la casa como en otras partes?

ORACIÓN-‘CELEBRACIÓN’ COMUNITARIA.
1.      Sugerencias para la oración: Nos repartimos las diferentes partes.
-         Se explica los símbolos presentes en la mesa.
Momento de silencio donde nos disponemos a rezar.
-         Alguien reza sólo la siguiente oración; al final retomamos alguna petición.
Señor Jesús, necesito audacia, esperanza, amor, constancia, fe.
Conviérteme primero a mí para que yo contagie tu Buena Noticia. Señor Jesús, dame audacia.
En este mundo escéptico y autosuficiente tengo vergüenza y miedo. Señor Jesús, dame esperanza.
En esta sociedad recelosa y cerrada tengo poca confianza en las personas. Señor Jesús, dame amor.
En esta tierra insolidaria y fría siento poco amor. Señor Jesús, dame constancia.
En este ambiente cómodo y superficial, conviérteme primero a mí
Para que yo contagie a otros tu Buena Noticia.
Señor Jesús, dame audacia, esperanza, amor, constancia, fe.
-         Repetimos frase por frase la oración de san Francisco de Asís.
Señor, haz de mí un instrumento de tu paz:/
Que donde haya odio, ponga yo amor;/
Donde haya ofensa, ponga yo perdón;/
Donde haya discordia, pongo yo armonía;/
Donde haya error, ponga yo verdad;/
Donde haya duda, ponga yo fe;/
Donde haya separación, ponga yo esperanza;/
Donde haya tinieblas, ponga yo luz;/
Donde haya tristeza, ponga yo alegría;/
¡Oh Maestro! Haz que no nos empeñemos tanto/
a ser consolados como a consolar, en ser amados como en amar,/
porque dando se recibe, olvidando se encuentra,/
perdonando se perdona y muriendo se resucita a la vida eterna./
Amén. Así sea./
-         Meditemos en silencia la siguiente oración
Dios que amo a todo ser humano,
Comprendemos que tu amor es ante todo perdón.
Entonces nuestro corazón se apacigua
Y así podemos cambiar.
-         Terminemos haciendo una breve oración espontánea.

2.      Bendición y abrazo de paz.

DESPEDIDA. Se señala la fecha y la casa donde tendrá lugar la próxima reunión.


 Tema  35 :  “ USTEDES  OREN  ASÍ ”.

Motivación inicial
               Demos unos pasos más en el seguimiento de Jesús: Para ser sus testigos necesitamos alimentarnos de su Espíritu. Por eso Jesús nos ha dejado en herencia la oración del Padrenuestro. Ella es para nosotros el modelo de toda oración. En ella hemos de alimentar nuestro trabajo por el Reino, porque es la oración del Reino. Descubramos estos aspectos del Padrenuestro.


1ª parte: PREPARACIÓN PERSONAL

1.      Motivación
¿Qué es lo que me hace decir que el Padrenuestro es la oración del Reino?

2.      Lectura de la Palabra de Dios: Mateo 6,9-13: La oración del Reino.

3.      Profundización de la lectura bíblica
-        El Padrenuestro. ¿Cómo rezo el Padrenuestro: de manera rutinaria, con los mismos sentimientos de Jesús…? ¿Es una oración que me gusta, que me intriga…?
-        Padre. ¿Sé dirigirme a Dios llamándolo ‘Padre’ o ‘Papito Dios? ¿Alguna vez lo llamo ‘Padre y Madre’? ¿Es una oración que despierta en mí confianza, cercanía, comunión…?
-        Padre nuestro. En mis oraciones, ¿llamo a Dios ‘Padre mío’? ¿Qué me sugiere la invocación ‘Padre nuestro’? ¿Tengo como horizonte a toda la humanidad, a las demás religiones, en los que no creen en él?
-        Invocaciones. ¿Sé diferenciar las 2 partes del Padrenuestro? Cuando rezo, ¿sé comenzar mirando a Dios, preocupándome por lo que le preocupa a él? ¿Mis oraciones tienen estos 2 tiempos del Padrenuestro: las preocupaciones de Dios y las preocupaciones prioritarias según Jesús?
-        Venga tu reino. ¿En qué pienso cuando pido que ‘venga el reino’? ¿Abarca esta invocación mis deseos y mis luchas por una sociedad y un mundo más humanos? ¿Puedo convertir esta invocación en el mayor objetivo de mi vida?
-        Hágase tu voluntad. ¿Me ayuda esta invocación a ser más fiel a la voluntad liberadora del Padre? ¿Me ayuda a evaluar mi vida para que sea conforme a la voluntad del Padre?
-        Danos el pan de cada día. Cuando rezo, ¿sé integrar las necesidades de hoy? ¿… para mí, para los demás? ¿Qué abarca esta petición por el pan nuestro de cada día?
-        No nos dejes caer en la tentación. ¿Qué ‘tentaciones’ me asaltan a lo largo del día? Para Jesús, ¿a qué ‘tentación’ (en singular o sea ‘la mayor tentación’) se está refiriendo?
-        Perdona nuestras deudas. ¿Por qué Jesús nos hace pedir por nuestras deudas y no nuestras ofensas? ¿Qué ‘deudas’ tengo con los demás, con Dios, con el proyecto de Jesús? ¿Sé perdonar, o sea, desterrar la maldad en mí y en los demás?
-        Líbranos del mal. ¿Tiene que ver el mal con la destrucción de la vida, del amor, de la convivencia humana, de los derechos, del medio ambiente?
Puedo hacer un momento de oración.


2ª parte. Comentario: “LA ORACIÓN DE LOS SEGUIDORES DE JESÚS.

               El Padrenuestro es la única oración que Jesús ha dejado a los suyos. La única que enseñó para alimentar su identidad de seguidores suyos y su trabajo de colaboradores en el proyecto del reino de Dios. Desde muy pronto el Padrenuestro se convirtió no sólo en la oración más querida para los cristianos, sino también en la plegaria litúrgica que identifica a la comunidad de los seguidores de Jesús cuando se reúnen en su nombre. Por eso se la enseñaba a recitar a los catecúmenos  antes de recibir el bautismo. Por eso la recitamos siempre al terminar nuestros encuentros.
               Los Evangelios han conservado 2 versiones del Padrenuestro con pequeñas diferencias entre sí. La más larga es recogida por Mateo en 6,9-13, dentro del llamado “Sermón de la montaña”, donde este evangelista recoge el corazón del mensaje de Jesús. La versión más breve es recogida por Lucas 11,2-4, y nos dice que Jesús la pronunció cuando le pidieron que les enseñara a orar como el Bautista enseñaba a sus discípulos. Nosotros estudiaremos la versión de Mateo, pues es la que se pronuncia en la liturgia cristiana.
La estructura de la oración de Jesús es sencilla. Comienza con una invocación al Padre de los cielos. A continuación viene la oración, en la que podemos distinguir 2 partes. En la primera exponemos al Padre 3 grandes deseos centrado en el reino de Dios: son sin duda  los deseos más ardientes que Jesús llevaba en su corazón. En la 2ª hacemos 4 peticiones, presentando al Padre las necesidades más urgentes de la familia humana: son las necesidades que más preocupaban a Jesús.
  1. “Padre nuestro que está en el cielo
-        Jesús se dirigía a Dios llamándolos ‘Abbá’, un diminuto cariñoso que empleaban sobre todo los niños pequeños para dirigirse a su Padre. También nosotros invocamos a Dios como ‘Padre’, sintiéndonos hijos e hijas, y hablamos con él con la misma sencillez, confianza y cariño con que le hablaba Jesús.
-        “Padre nuestro”. Jesús nos enseña a decir ‘Padre nuestro’, no ‘Padre mío’. Por eso rezamos el Padrenuestro en plural, desde el inicio hasta el final, sintiéndonos hermanos y hermanas de todos. No le pedimos nada sólo para nosotros, sino para todos.
-        “Estás en el cielo”. No está ligado a un lugar sagrado en la tierra. No pertenece a un pueblo o a una raza concreta. No es propiedad de ninguna religión. Es Padre de todos. “Hace salir su sol sobre buenos y malos”.
  1. “Santificado sea tu nombre”. No es una petición más. Es el primer deseo que le nace del alma a Jesús, su aspiración más ardiente. “Haz que tu nombre de Padre sea reconocido y respetado. Que todos conozcan la bondad y la fuerza salvadora que encierra tu nombre santo. Que nadie lo ignore o desprecia. Que nadie lo profane haciendo daño a tus hijos e hijas. Que sean desterrados los nombres de todos los dioses e ídolos que nos deshumanicen. Que todos bendigamos tu nombre de Padre bueno”.
  2. “Venga tu reino”. Esta es la pasión que anima la vida entera de Jesús. “Que tu reino se vaya abriendo camino por el mundo, que la ‘levadura’ de tu reino le fermente todo. Que a los pobres les llegue tu Buena Noticia. Que los que sufren sientan tu fuerza curadora. Llena el mundo de tu justicia y de tu verdad, de tu compasión y tu paz. Que no reinen los ricos sobre los pobres; que los poderosos no abusen de los débiles; que los varones no dominen a las mujeres. Que nadie dé a ningún César lo que es tuyo. Que nadie pretenda vivir sirviéndote a ti y al Dinero”.
  3. “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”. Esta petición que sólo aparece en Mateo, no hace sino repetir y reforzar las 2 anteriores, comprometiéndonos aún más en el proyecto salvador de Dios. “Que se haga tu voluntad y no la nuestra. Que se cumplan tus deseos, pues tú sólo quieres nuestro bien. Que en la creación entera se haga lo que tú buscas, no lo que desean los poderosos de la tierra. Que veamos hecho realidad entre nosotros lo que tiene decidido en tu corazón de Padre”.
  4. “Danos hoy el pan de cada día”. La atención de Jesús se dirige ahora a las necesidades concretas de los seres humanos. “Danos a todos el alimento que necesitamos para vivir. Que a nadie le falte pan. No te pedimos dinero ni bienestar abundante para nosotros, no queremos riqueza para acumular, sólo el pan de todos para todos. Que los hambrientos puedan comer; que tus pobres dejen de llorar y empiecen a reír, que los podamos ver viviendo con dignidad. Que ese pan que un día podremos comer todos juntos, sentados a tu mesa, lo podamos compartir ya desde ahora”.
  5. “Perdona nuestras deudas como también nosotros personamos a nuestros deudores”. Esta es la traducción literal que ha quedado modificada en la liturgia. Estamos en deuda con Dios. Es nuestro gran pecado: no responder al amor del Padre, no acoger su reino. “Perdona nuestras deudas, no sólo las ofensas contra tu ley, sino el vacío inmensa de nuestra falta de respuesta a tu amor. Necesitamos tu perdón y tu misericordia. Queremos ser sinceros: al hacerte esta petición, estamos perdonando a los que están en deuda con nosotros. No deseamos alimentar resentimientos ni deseos de venganza contra nadie. Queremos convivir como hermanos y hermanas”.
  6. “No nos dejes caer en la tentación. Somos débiles y estamos expuestos a toda clase de peligros y riesgos que pueden arruinar nuestra vida alejándonos definitivamente de ti. El mal nos amenaza. Que no caigamos derrotados en la prueba final. Que en medio de la tentación podamos encontrar contar con tu ayuda de Padre”.
  7. “Líbranos del mal”. Esta petición final que sólo es recogida por Mateo, refuerza y culmina toda la oración. El mal está siempre ahí con todo su poder. Jesús nos invita a no vivir con miedo, sino con confianza grande en el Padre: “Líbranos del mal. Somos responsables de nuestros pecados, pero somos también víctimas. El mal y la injusticia no están sólo en nuestros corazones, sino también en las estructuras e instituciones. Están en la dinámica de la historia. A veces parece que el poder del mal lo va a invadirlo todo. ¡Padre, arráncanos del mal”.
Jesús ha querido que nuestra oración al Padre termine con ese grito de socorro que queda resonando en nuestras vidas. Tradicionalmente, los cristianos han añadido la palabra “amén”, que significa “así es”, “así queremos que sea”. Con ese “amén” de todos culminamos nuestra oración al Padre. “Amén. Así queremos orar siempre. Así queremos vivir: con confianza total en ti, Padre nuestro; bendiciendo tu nombre; acogiendo tu reino; haciendo tu voluntad; recibiendo de ti el pan de cada día, el perdón y la fuerza para vencer el mal.
               Bien puedo hacer un momento de silencio meditativo.


3ª parte: REUNIÓN DE GRUPO

ACOGIDA MUTUA Y FRATERNA

SALUDO: El animador saluda y presenta el tema con su motivación inicial.

‘VER’ DESDE NUESTRA VIDA PESONAL
1.      ¿Qué es lo que nos hace decir que el Padrenuestro es la oración del Reino?

‘ILUMINACIÓN’ EVANGÉLICA
Lectura de Mateo 6,9-13: La oración del Reino.
2.      Según el Padrenuestro, ¿cuáles son los principales aspectos del Reino?

‘ACTUAR’ POR EL PROYECTO DE JESÚS
3.      Conversión personal: ¿Cuál es la invocación del Padrenuestro que más necesitamos?
4.      Compromiso: De hoy en adelante, ¿cómo vamos a rezar el Padrenuestro?

ORACIÓN-‘CELEBRACIÓN’ COMUNITARIA.
  1. Sugerencias para la oración: Nos repartimos las diferentes partes.
-         Se explica los símbolos presentes en la mesa.
Momento de silencio donde nos disponemos a rezar.
-        Repetimos paso a paso la oración siguiente.
Padre amado y Madre amada,/
Guíanos de la oscuridad a la luz: haznos testigos de tu amor./
Ten nuestras vidas ocupadas a servir a los más necesitados./
Haz que nuestra manera de vivir sea un anuncio de tu reino./
Haz que nuestros pasos avancen siempre por caminos de justicia./
Realiza en nosotros la obra de la verdad: construir tu reino, pobres con los pobres./
-        En un primer tiempo, rezamos cada uno/a una invocación del Padrenuestro.
Luego nos damos la mano para rezarlo juntos, más despacio que de costumbre.
  1. Nos damos la bendición unos a otros y un largo abrazo de paz.

D. DESPEDIDA. Se recuerda la casa, el día y la hora de la próxima reunión.


 Tema  36 :  “ HAGAN  ESTO  EN  MEMORIA  MÍA ”.

Motivación inicial
               Por una parte Jesús nos ha dejado en herencia la oración del Padrenuestro para alimentar nuestra vida de seguidores. Por además y sobre todo, nos ha mandado celebrar una cena en su memoria. En ella, sus seguidores nos alimentamos de él, comulgamos con su entrega total al servicio del reino de Dios hasta la muerte, y reavivamos nuestra esperanza en el encuentro con él en el banquete definitivo alrededor del Padre. Descubriremos también que todas nuestras cenas pueden tener sabor a la última cena de Jesús. Veamos.


1ª parte: PREPARACIÓN PERSONAL

1.      Motivación
¿Pienso que es muy importante comer siempre juntos y no cada uno por su lado? ¿Por qué será?

2.      Lectura de la Palabra de Dios: Marcos 14,22-2: La última Cena.

3.      Profundización de la lectura bíblica
Nota. Para tener una visión más completa de la cena se puede leer también el relato de Lucas 22,14-20, prestando atención al versículo 19.
-        Una cena especial. ¿Para qué Jesús celebra esta cena solemne? ¿Cuál es su intención? ¿Intuyo los sentimientos de Jesús en estas últimas horas de su vida?
-        Invitación de Jesús. ¿Qué siento al escuchar la invitación para el pan: ‘Tomen y coman de él porque esto es mi cuerpo’ y luego para el vino ‘Tomen y beban porque este es el cáliz de mi sangre’? ¿A qué me siento invitada/o?
-        La entrega de Jesús. Dice también Jesús que su ‘cuerpo es entregado por nosotros’ y su ‘sangre derramada por nosotros’: ¿Qué siento ante estas palabras: agradecimiento, llamada, entrega…?
-        Compartir el pan y el cáliz. Jesús distribuye a todos el mismo pan y les hace beber del mismo cáliz: ¿Qué significado encuentro a este hecho colectivo?
-        La misa actual. ¿Me ayuda a revivir la Cena del Señor? ¿Qué es lo que más me alimenta en la celebración eucarística?
Puedo hacer un momento de oración.


2ª parte. Comentario: “LA CENA DEL SEÑOR”.

               Jesús sabe que sus horas están contadas. Sin embargo no piensa en ocultarse o huir. Lo que hace es organizar una cena de despedida con sus discípulos y discípulas: la quiere vivir en toda su hondura. Consciente de la inminencia de su ejecución, necesita compartir con los suyos su confianza total en el Padre, incluso en esta hora dramática.
               Jesús piensa en el futuro: ¿qué va a ser del proyecto humanizador del Padre cuando él ya no esté en la tierra? ¿Qué harán sus discípulos y discípulas después de su muerte? ¿Dónde alimentarán en adelante su esperanza en la venida del reino de Dios? ¿Dónde renovarán sus fuerzas sus seguidores?
               Dos sentimientos embargan a Jesús. Primero, la certeza de su muerte inminente: aquella es la última copa que va a compartir don los suyos. Al mismo tiempo, su confianza inquebrantable en el reino de Dios, al que ha dedicado su vida entera. Les habla con toda seguridad: “Les aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el reino de Dios”.
               La actividad de Jesús como profeta y portador del reino de Dios va a ser violentamente truncada, pero su ejecución no va a impedir la venda del reino de Dios. Su muerte no ha de destruir la esperanza de nadie. Dios no se echará atrás. Un día, Jesús se sentará en la mesa para celebrar, con una copa en sus manos, el banquete eterno de Dios con sus hijos e hijas. Beberá un “vino nuevo” y compartirán juntos la fiesta final del Padre. El reino de Dios alcanzará su plenitud. La cena de esta noche es un símbolo.
               Al comienzo de la cena, siguiendo la costumbre judía, Jesús se pone en pie, toma un pan en sus manos y pronuncia en nombre de todos una bendición a Dios, a la que todos responden diciendo “amén”.  Luego va rompiendo el pan y va distribuyendo un trozo a cada uno. Se lo han visto hacer a Jesús más de una comida. Saben lo que significa ese rito judío: al obsequiarles ese trozo de pan, Jesús les va haciendo llegar la bendición de Dios. ¡Cómo les impresionaba cuando en aquellas comidas de Galilea Jesús se lo daba también a pecadores, publicanos y prostitutas! Al recibir aquel trozo de pan, todos se sentían unidos entre sí y bendecidos por Dios.
               Pero aquella noche Jesús añade unas palabras que le dan un contenido nuevo e insólito a su gesto. Mientras les va distribuyendo el pan les dice estas palabras: “Tomen, esto es mi cuerpo”. Yo soy este pan. Véanme en estos trozos entregándome por ustedes hasta el final. No me olviden nunca. Recuérdenme así: entregado totalmente para hacer les llegar la bendición del reino de Dios, la salvación del Padre; esto alimentará sus vidas.
               Les sorprende mucho más lo que hace al acabar la cena. Todos conocían el rito que se acostumbraba. El que preside la mesa, quedando sentado, toma en su mano derecha una copa de vino y pronuncia sobre ella una acción de gracias por la comida, a la que todos respondían “amén”. A continuación bebe de su copa , lo cual servía de señal para que cada uno bebiera de la suya.
               Sin embargo, esta noche, Jesús cambia el rito e invita a sus discípulos y discípulas a que todos beban de una única copa: ¡la suya! En esa copa que va pasando a todos, Jesús ve algo nuevo: “Esta copa es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos”. Vean en ese vino mi sangre derramada por ustedes: recuérdenme así: entregando mi vida totalmente por todos.
               En ese momento crucial y decisivo, Jesús no piensa sólo en sus discípulos más cercanos. Su mirada se hace más universal que nunca. Mi muerte abrirá un futuro nuevo para todos. Vean en mi sangre una alianza nueva de Dios con los hombres, el ofrecimiento de la salvación para muchos, para todos.
               En su relato de la cena, Lucas recuerda estas palabras de Jesús: “Hagan esto en memoria mía” (22,19). Celebrar la eucaristía es “hacer memoria” de Jesús, actualizando su presencia viva en medio de nosotros, alimentando en él nuestra fe, grabando en nuestros corazones su entrega hasta la muerte y reafirmándonos en nuestro compromiso se seguir cargando la cruz hasta las últimas consecuencias.
Vamos a señalar 4 aspectos importantes para reavivar hoy nuestra celebración de la cena del Señor.
-        Los seguidores de Jesús no estamos solos. La muerte no ha roto su comunión con nosotros. No hemos de sentir su ausencia. Cada vez que celebramos la cena del Señor, él está vivo y operante en medio de nosotros. Crucificado por los adversarios del reino, pero resucitado por el Padre, se hace presente, nos acompaña y nos alimenta en nuestro trabajo de abrir caminos al proyecto humanizador de Dios.
-        En la cena del Señor alimentamos nuestra fe en Cristo. No basta asistir a la celebración de la eucaristía. Estamos invitados a “comer” y “beber”. Nos reunimos en esta cena fraterna para identificarnos cada vez más con Cristo, acogiendo sus palabras en nuestro corazón y alimentándonos de su cuerpo y de su sangre. Ahí está el secreto de nuestra fuerza. Ninguna otra experiencia puede ofrecernos un alimento más sólido.
-        Nunca hemos de olvidar que, cuando “comulgamos” con Jesús en la cena eucarística, estamos comulgando con alguien que ha vivido y muerto “entregado” totalmente a los demás. Así insiste Jesús: su cuerpo es un “cuerpo entregado” y su sangre una “sangre derramada” por la salvación de todos. Cada vez que celebramos la eucaristía nos reafirmamos en no vivir encerrado en nuestro egoísmo, pensando sólo en nuestros intereses, sino en vivir abiertos a los demás entregando día a día nuestra vida, contribuyendo desde nuestra pequeñez a hacer la vida más humana.
-        Jesús les da a todos del mismo pan y les hacer beber des mismo cáliz. Compartir el mismo pan y beber del mismo cáliz significa, para los seguidores de Jesús, reforzar los lazos de fraternidad cristiana. La cena del Señor no sólo expresa y crea la comunión con Cristo, sino también la comunión entre los que lo seguimos.
               Bien puedo hacer un momento de silencio meditativo.


3ª parte: REUNIÓN DE GRUPO

ACOGIDA MUTUA Y FRATERNA

SALUDO: El animador saluda y presenta el tema con su motivación inicial.

‘VER’ DESDE NUESTRA VIDA PESONAL
1.      ¿Por qué motivos es muy importante comer siempre juntos y no cada uno por su lado?

‘ILUMINACIÓN’ EVANGÉLICA
Lectura de Marcos 14,22-2: La última Cena.
2.      Digámonos cuáles debían ser los sentimientos de Jesús en esta última cena?

‘ACTUAR’ POR EL PROYECTO DE JESÚS
3.      Conversión personal: ¿Qué hemos descubierto de nuevo en estas reflexiones sobre la última cena de Jesús?
4.      Compromiso: ¿Qué vamos a cambiar para aprovechar mejor nuestra participación en las celebraciones de la misa?

ORACIÓN-‘CELEBRACIÓN’ COMUNITARIA.
1.      Sugerencias para la oración: Nos repartimos las diferentes partes.
-         Se explica los símbolos presentes en la mesa.
-         Si contamos con un sacerdote, podemos celebrar la cena del Señor, preparada con esmero y con la participación creativa de todos. Podemos incluir en algún momento las 2 oraciones siguientes.
-         Nos disponemos a rezar repitiendo paso a paso.
Jesús, vives en el pan roto y compartido; vives en la copa llena de vino./
Eso es un banquete de pobres, una comida de mendigos./
Jesús, eres el compañero fiel, el amigo entre todos los amigos,/
pero roto en mil pedazos por la vida y el amor de los hombres./
Eres vivo cundo nos juntamos y hacemos camino./
Cantamos tu muerte, amigo de la vida, porque vives en el pan roto y compartido,/
Porque vives en la copa llena de vino, porque muchos siguen muriendo como tú./
-         Meditamos en silencia la siguiente oración
Para comer y beber, Dios nos ha sentado en la mesa redonda de la igualdad.
Es comida blanca de paz y alegría; es bebida de roja fraternidad.
Bien claro está lo que quiere Dios que nos regala este pan:
Quiere que compartamos el pan entre nosotros y que,
Juntos, organicemos el compartir con aquellos que no tienen pan ni amistad.
Quiere que demostremos nuestra solidaridad activa y efectiva.
-         Padrenuestro. Abrazo de paz.

2.      Bendición.

DESPEDIDA. Se señala la fecha y la casa donde tendrá lugar la próxima reunión.




  etapa :  ENVIADOS  POR  JESÚS  RESUCITADO.


 INTRODUCCIÓN.

            Estamos ya en la recta final de nuestro recorrido. También nos sentimos más decididos a seguir a Jesús. Pero hemos de dar todavía un paso decisivo: abrirnos al misterio que se encierra en Cristo, el profeta del Reino, crucificado por sus adversarios, pero resucitado por el Padre. Sólo cuando nos encontraremos con Cristo resucitado y enviados por el Padre, conoceremos en su verdadera hondura la llamada de Jesús y el alcance de nuestro compromiso por el reino de Dios.
            Con estos últimos encuentros nos acercaremos, en primer lugar, a las dos últimas experiencias que vivieron los discípulos: su huida ante su ejecución ignominiosa de Jesús en una cruz y su reencuentro con él, resucitado gloriosamente por el Padre. Luego conoceremos las dos experiencias que, como seguidores, nos permiten caminar acompañados por su presencia viva. Terminaremos escuchando su llamada concreta en ponernos en camino para colaborar con él curando la vida y abriendo camino al reino de Dios.

A los pies del Crucificado (tema 37).
Sólo podremos asumir nuestro compromiso de seguir a Jesús hasta el final si nos abrimos al misterio de la crucifixión y nos identificamos con Jesús, Mártir del reino de Dios y Salvador del mundo.
“Yo les envío” (tema 38).
Sólo escuchando al Resucitado, que nos envía como el Padre lo ha enviado a él, y escuchando el Espíritu, recibiremos el impulso decisivo para colaborar en el proyecto salvador del Padre.
“Quédate con nosotros” (tema 39).
Antes de ponernos en marcha a anunciar el Evangelio, hemos de saber que, en nuestro caminar, podemos en dos experiencias reconocer junto a nosotros la presencia del Resucitado: la escucha compartida del Evangelio de Jesús y la celebración de la Eucaristía.
“Pónganse en camino” (tema 40).
En este último encuentro de nuestro ‘Grupo de Jesús’ hemos de abrirnos con fe, generosidad y agradecimiento a la llamada de Jesucristo que nos envía a curar la vida y abrir caminos del reino de Dios.


 Tema  37 :  A  LOS  PIES  DEL  CRICIFICADO.

Motivación inicial
               La pasión y la ejecución inesperadas de Jesús, a las pocas horas de su cena de despedida, provocó una crisis total en sus discípulos. Todos huyeron: ¿cómo acompañar a un crucificado sin tener la misma suerte? El fracaso era patente. Además, ¿qué Buena Noticia podían anunciar en su nombre? ¿En qué proyecto podían colaborar ahora para abrir caminos al reino de Dios? Poco a poco fueron entendiendo el porqué del arresto de Jesús y de su muerte violente y la continuidad de su presencia. A la luz de la resurrección volvieron a reunirse y pudieron descubrir a Jesús como mártir del reino de Dios. En cuanto a nosotros, podremos seguir a Jesús si, primero, nos identificamos con el Crucificado. Veamos.


1ª parte: PREPARACIÓN PERSONAL

1.      Motivación
¿He salido de esta falsa presentación de la pasión y muerte de Jesús como un ‘sacrificio agradable a Dios’? ¿Cómo las entiendo?

2.      Lectura de la Palabra de Dios: Lucas 22,33-46: De pie junto a la cruz.

3.      Profundización de la lectura bíblica
-        Las burlas al Crucificado. ¿Quiénes son los que se burlan de Jesús? ¿Por qué estás reacciones tan crueles contra Jesús en la cruz?
-        El silencio de Jesús. ¿Cómo interpreto el silencio de Jesús? ¿Qué me está diciendo Dios en el silencio de su Hijo crucificado? ¿Por qué el Padre no interviene para salvar a su Hijo?
-        El perdón a los verdugos. Medito un poco esta oración de Jesús al Padre. ¿Qué es lo que mueve a Jesús hasta el final? ¿Intuyo el perdón insondable del Padre?
-        El diálogo con el malhechor. ¿Qué pienso del ruego del malhechor a Jesús? ¿Sé yo orar así? ¿Capto la grandeza de la respuesta de Jesús? ¿Confío en poder morir y resucitar unido a Jesús?
-        Últimas palabras de Jesús. ¿Qué eco encuentra en mí su confianza total en el Padre? ¿Qué palabras quisiera pronunciar al final de mi vida de seguidor de Jesús?
Puedo hacer un momento de oración.


2ª parte. Comentario: “MÁRTIR DEL REINO DE DIOS.

               En nuestro recorrido hemos visto a Jesús ofreciendo salud a quienes vivían sometidos en la enfermedad, liberando del mal a los poseídos por espíritus malignos, acogiendo a los excluidos por la sociedad, regalando perdón a pecadores y gentes perdidas, incapaces de volver a la amistad con Dios por su propias fuerzas.
               Jesús no sólo proclamó el amor insondable de Dios a todos sus hijos e hijas. Al mismo tiempo ofrece en su nombre vida sana, perdón y salvación. Fiel a la voluntad del Padre, pasa su vida entera curando, acogiendo, bendiciendo, perdonando y salvando. Ahora morirá como ha vivido. Su muerte en la cruz será su último servicio al proyecto del reino de Dios y su contribución suprema a la salvación de todos. Eso es lo que nos deja entrever Lucas.
               Según el evangelista, mientras agoniza, Jesús sólo escucha desde la cruz burlas e insultos. Su respuesta es un silencio cargado de misterio. No está pensando en su salvación sino en la de los demás. Precisamente porque es el Mesías, el Hijo querido de Dios, seguirá en la cruz hasta su muerte.
               ¿Qué sería de nosotros si Jesús buscará su propia salvación escapando de esta cruz que lo une para siempre a todos los crucificados de la historia? ¿Cómo podríamos confiar en un Dios que salvará a su Hijo y nos dejara hundidos en nuestro pecado y nuestra impotencia ante la muerte?
               Lucas nos revela algo de lo que vive Jesús en la cruz. En el momento de la crucifixión, mientras los soldados lo van clavando en el madero, Jesús ora así al Padre: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que están haciendo”.  Así es Jesús. Así ha vivido siempre: ofreciendo gratuitamente a los pecadores el perdón del Padre. Ahora muere pidiendo perdón al Padre a los que lo crucifican, que siga ofreciendo su amor, su perdón y su salvación a todos, incluso a los que lo están ejecutando.
               Más tarde, en medio de tantas burlas y desprecios, se escucha de pronto un grito desgarrador: “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino”. No es un seguidor de Jesús, sino uno de los malhechores crucificado junto a él. Jesús le responde de inmediato: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”. Jesús ha vivido abriendo caminos al reino de Dios. Ahora que va a entrar en el reino definitivo del Padre acoge a este pecador desconocido como compañero inseparable. Los dos están unidos en la angustia y la impotencia. Los dos morirán crucificados y ambos entrarán juntos en la plenitud del reino de Dios.
               Lucas recoge también las últimas palabras de Jesús. A pesar de su angustia mortal, mantiene hasta el final su confianza en el Padre. “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Nada ni nadie ha podido separarlo de él. El Padre ha estado siempre sosteniendo y alentando su vida entregada a abrir caminos a su reino. Terminada su misión, Jesús lo deja todo en sus manos: su vida, el futuro de su proyecto humanizador y la salvación del mundo. El Padre romperá su silencio, lo resucitará y lo acogerá en su reino.
               A la luz de la resurrección de Jesús, los primeros cristianos fueron ahondando en el misterio encerrado en su crucifixión. Vamos a recordar lo que nos puede reafirmar en nuestro seguimiento de Jesús.
               La crucifixión no ha sido un fracaso, sino el sino el servicio supremo al proyecto salvador de Dios. Su petición al Padre por el perdón de sus verdugos y su promesa al malhechor para entrar juntos en el reino nos revela que el proyecto del Padre no consiste sólo en humanizar la vida de este mundo, sino en conducirlo todo hasta la salvación final. Así habla Pablo de Tarso: “En Cristo estaba Dios reconciliando el mundo consigo, no tomando en cuenta las transgresiones de los hombres” (2 Corintios 5,19). Por su parte el evangelio de Juan afirma: “Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por medio de él” (3,17). Cuando colaboramos con Jesús en el proyecto del Reino de Dios, no estamos llevando a cabo una mera acción social o política. Estamos humanizando la vida hacia su plenitud eterna en el seno del Padre.
               Jesús murió como mártir del reino de Dios, pues su crucifixión fue la consecuencia de la reacción que provocó su entrega libre e incondicional al proyecto humanizador del Padre. No se puede trabajar por el reino de Dios que es fraternidad, libertad y justicia sin provocar sin provocar el rechazo y la persecución de aquellos a los que no les interesa cambio alguno. Es imposible luchar por una sociedad más justa y más solidaria con los últimos sin sufrir la reacción de los poderosos.
               Por eso seguir a Jesús conduce siempre a la cruz. Significa estar dispuestos a sufrir conflictos, rechazos, polémicas y hasta persecución. Colaborar con él en el proyecto del reino de manera responsable y comprometida nos llevará tarde o temprano a compartir su destino doloroso. Pero hemos de recordar que a una vida crucificada, vivida con el espíritu de Jesús, le espera siempre la resurrección.
               En el rostro desfigurado del Crucificado, Dios se nos revela identificado para siempre con todos los crucificados de la historia. Ya no podremos separar nunca al Padre del sufrimiento que se inflige injustamente a sus hijos e hijas. Pero además, si Jesús ha muerto identificado con las víctimas inocentes de todos los tiempos, seguir sus pasos significa acercarnos servicialmente a los crucificados, introducir justicia donde se abusa de los inocentes, reclamar compasión donde sólo hay indiferencia a los que sufren. Esto nos traerá tarde o temprano sufrimiento. Será nuestra manera humilde de cargar con la cruz de Cristo”.
               Bien puedo hacer un momento de silencio meditativo.


3ª parte: REUNIÓN DE GRUPO

ACOGIDA MUTUA Y FRATERNA

SALUDO: El animador saluda y presenta el tema con su motivación inicial.

‘VER’ DESDE NUESTRA VIDA PESONAL
1.      ¿Por qué no se puede entender la muerte de Jesús como un “sacrificio agradable a Dios”?

‘ILUMINACIÓN’ EVANGÉLICA
Lectura de Lucas 22,33-46: De pie junto a la cruz.
2.      ¿Qué relaciones hacemos entre la pasión y muerte de Jesús y el Reino?

‘ACTUAR’ POR EL PROYECTO DE JESÚS
3.      Conversión personal: ¿Por qué la cruz es parte de la construcción del Reino?
4.      Compromiso: ¿Cuál va a ser nuestra actitud frente a los sufrimientos por el Reino?

ORACIÓN-‘CELEBRACIÓN’ COMUNITARIA.
1.      Sugerencias para la oración, junto a una cruz.: Nos repartimos las diferentes partes.
Momento de silencio donde nos disponemos a rezar.
-        Nos disponemos a rezar escuchando en silencio.
En esta tarde, Cristo del calvario, vine a rogarte por mi cuerpo enfermo;
Pero al verte mis ojos van y vienen de tu cuerpo al mío con cierta vergüenza.
¿Cómo quejarme de mis pies cansados cuando veo los tuyos traspasados?
¿Cómo mostrarte mis manos vacías cuando veo las tuyas desgarradas?
¿Cómo expresarte a ti mi soledad cuando alzado en la cruz y solo estás?
¿Cómo explicarte que bien poca amor tengo cuando tienes rasgado el corazón?
-        Alguien lee la siguiente oración que repetimos paso a paso.
Tu muerte, Jesús, fue el último eslabón de una cadena de amor subversivo./
Amaste, simplemente amaste, sin mezcla ni impureza./
Te hiciste el último para que los últimos fueran los primeros./
Defendiste a los que no tienen defensor y te colgaron como un infame./
Renunciaste al triunfo personal porque creíste sin vacilar hasta el final./
Creíste en el reino y tu fe se hizo amor, puro amor./
Así lo diste todo: todo lo que tenías y eras./
Y develaste el misterio: hay un amor y una casa para todos./
-        Añadimos nuestras peticiones a la siguiente oración.
Cristo Jesús, nos dices a cada uno: “No temas, arriésgate a seguirme siempre una y otra vez”.
Como discípulos tuyos, necesitamos fuerza para cargar con nuestra propia cruz.
2.      Padrenuestro. Abrazo de paz. Bendición.

D. DESPEDIDA. Se recuerda la casa, el día y la hora de la próxima reunión.


 Tema  38 :  “ Y O   L E S   E N V Í O ”.

Motivación inicial
               Avanzamos en nuestro compromiso con Jesús. El Padre ha resucitado a Jesús que está vivo entre nosotros. Pero si nosotros no percibimos su presencia viva en nuestra vida y realidad, nuestras comunidades cristianas vivirán apagadas y tristes. Por otra parte si no nos sentimos enviados por el Resucitado, no podemos anunciar su Buena Noticia con entusiasmo. En fin si no acogemos la fuerza de su Espíritu, no seremos capaces de colaborar con él abriendo caminos del Reino. Veamos más detalladamente estos distintos pasos.


1ª parte: PREPARACIÓN PERSONAL

1.      Motivación
¿Qué dudas y debilidades siento para seguir a Jesús con más entusiasmo?

2.      Lectura de la Palabra de Dios: Juan 20,19-22: “Como el Padre me ha enviado, yo les envío”.

3.      Profundización de la lectura bíblica
-        Situación del grupo de discípulos. ¿Puedo señalar los aspectos oscuros que describen la situación de los discípulos sin Jesús resucitado? ¿Qué consecuencias trae para los discípulos permanecer con las puertas cerradas, paralizados por el miedo?
-        La presencia del Resucitado. ¿Cómo se describe la entrada de Jesús resucitado en la Comunidad? ¿Qué lugar ocupa?
-        La transformación del grupo. ¿Qué es lo que Jesús infunde en sus discípulos? ¿Capto la transformación que se va produciendo en la Comunidad, mirando antes y después de la presencia de Jesús?
-        El envío de los discípulos. ¿Por qué no les concreta nada Jesús a los discípulos? ¿En qué consiste su misión de los discípulos?
-        El don del Espíritu santo. ¿Cómo entiendo el gesto de Jesús que acompaña sus palabras? ¿Era un gesto acostumbrado? ¿Conozco el sentido de este gesto en el libro del Génesis 2,7? Después de estas reflexiones, ¿cómo entiendo mi propia misión?
Puedo hacer un momento de oración.


2ª parte. Comentario: “ENVIADOS POR EL RESUCITADO.

               Aterrados por la ejecución de Jesús, los discípulos se refugian en una casa conocida. De nuevo están reunidos, pero no está Jesús con ellos. En el grupo hay un vacío que nadie puede llenar. Les falta Jesús. ¿A quién seguirán ahora? ¿Qué podrán hacer sin él? El evangelista describe con trazos oscuros la situación del grupo de los discípulos sin Cristo resucitado.
-        “Está anocheciendo” en Jerusalén y también en el corazón de los discípulos. Todavía no se han disipado las tinieblas de la crucifixión. Es una comunidad sin horizonte.
-        Con “las puertas cerradas”. Es una comunidad sin misión, sin objetiva, encerrada en sí misma, sin capacidad de acogida. Nadie piensa en salir por los caminos a anunciar el reino de Dios y curar la vida. Con las puertas cerradas no es posible acercarse a los heridos abandonados por los caminos.
-        Están llenos de “miedo a los judíos”, en los que el evangelista ve todas las fuerzas hostiles que han crucificado a Jesús. Es una comunidad paralizada por el miedo, a la defensiva. Con miedo no es posible amar al mundo como Jesús ni anunciar a nadie su Buena Noticia.
Es Jesús quien toma la iniciativa. Estando las puertas cerradas “entra” en la casa. Nada ni nadie puede impedir al Resucitado ponerse en contacto con los suyos para reavivar a su comunidad. Según el relato, “entra y se poner en medio de ellos” lleno de vida. Es él quien ha de estar siempre en el centro. Nadie ha de ocupar su lugar. Con el Resucitado, todo es posible: disipar las tinieblas, liberarse del miedo, abrir puertas y poner en marcha la evangelización del mundo.
               Lo primero que infunde el Resucitado a su comunidad es la paz perdida por su cobardía y su debilidad en el momento de la cruz. Por dos veces les repite: “La paz esté con ustedes”. Ningún reproche por haberlo abandonado, ninguna queja ni reprobación. Les regala su paz inconfundible. Una paz que nunca les podrá dar el mundo.
               Al mismo tiempo les enseña “las manos y el costado”. En estas cicatrices pueden descubrir que Jesús los ha amado hasta el extremo. Al ver al Señor con estas llagas, los discípulos “se llenaron de alegría”. Una alegría que nadie ni nada les podrá quitar.
               La comunidad se va transformando. Estaban huérfanos y sin Maestro. Ahora tienen al Resucitado en medio de ellos. Del miedo pasan a la paz que les regala el Señor. De la oscuridad pasan a la alegría de verlo lleno de vida. De las puertas cerradas van a pasar enseguida a ser enviados en la misión. La comunidad de Jesús no puede vivir encerrada en sí misma, porque es una comunidad enviada.
               El Resucitado les habla de una manera solemne. “Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo”. No les dice en concreto han de ir, qué han de anunciar o cómo han de actuar. Su misión es la que Jesús ha recibido de su Padre. Serán en el mundo lo que ha sido él.
               Aprenderán a evangelizar desde Jesús. Ya han visto a quiénes se ha acercado, cómo ha ido anunciando la Buena Noticia de Dios, cómo ha ido sembrando gestos de curación, liberación y perdón. Jesús les envía ahora para que “reproduzcan” su presencia entre las gentes.
               Jesús sabe que sus discípulos son frágiles. Más de una vez ha criticado su fe débil y vacilante. Necesitan de la fuerza de su Espíritu para cumplir su misión. Por eso hace con ellos un gesto especial. No les impone las manos ni los bendice, como hacía con los enfermos y los niños. Exhala su aliento sobre ellos y les dice: ‘Reciban el Espíritu Santo’”.
               Su gesto tiene una gran fuerza expresiva. Segú el libro del Génesis, Dios modeló a Adán con “barro”; luego sopló sobre él su “aliento de vida” y aquel barro se convirtió en un “ser viviente”. Según el relato evangélico, las comunidades cristianas son “barro”, fragilidad, mediocridad, pero tras ellas está el Resucitado dándoles aliento, espíritu y vida.
Este relato de Juan nos ofrece una luz nueva para comprender y vivir nuestra misión evangelizadora.
-        El impulso decisivo para seguir a Jesús anunciando su Buena Noticia y colaborando en el proyecto del reino de Dios nace siempre del encuentro con el Resucitado. Si queremos impulsar una nueva etapa evangelizadora, hemos de acoger de manera más viva la presencia de Cristo resucitado en nuestros grupos y comunidades. Siempre ha de estar él en medio de nosotros. Que nadie ocupe su lugar. Que nadie se apropie de su mensaje. Que nadie nos imponga un estilo deferente del suyo.
-        Los discípulos tuvieron que aprender a vivir siguiendo al Resucitado. Ya no sería como en Galilea, cuando Jesús vivía con ellos. Ahora lo seguirán acogiendo su Espíritu, recordando su palabra y reproduciendo sus gestos creativamente. Pero saben que el Señor está con ellos, lleno de vida para siempre.
-        En la comunidad cristiana es decisivo vivir abiertos al Espíritu que el Resucitado nos ha comunicado también hoy a sus seguidores. Ese Espíritu “nos va recordando” lo que decía Jesús por los caminos de Galilea, nos defiende de lo que nos pueda desviar de él, nos mantiene en la verdad del Evangelio y nos inspira para actualizar hoy nuestro servicio al reino de Dios.
-        Según el relato de Juan, nuestra misión es la misma que Jesús recibió del Padre, pero, naturalmente, hemos de desarrollarla con creatividad, atentos a los signos de nuestros tiempos y respondiendo a las necesidades del hombre y la mujer de hoy. Por eso necesitamos el Espíritu del Resucitado. Privados de este aliento espiritual corremos el riego de vivir sin creatividad, con las “puertas cerradas” al mundo moderno y haciendo lo que se ha hecho siempre, pero sin alegría ni convicción.
-        Por último, el relato dice que el Resucitado despierta en los discípulos paz y alegría. Es tan central esta experiencia que se puede decir que de ella nació su entusiasmo por la tarea evangelizadora. Si nos falta esa alegría del Resucitado, ¿a quién vamos a comunicar algo “nuevo” y “bueno”? ¿Cómo vamos a despertar esperanza? ¿Cómo vamos a abrir caminos al reino de Dios?
               Bien puedo hacer un momento de silencio meditativo.


3ª parte: REUNIÓN DE GRUPO

ACOGIDA MUTUA Y FRATERNA

SALUDO: El animador saluda y presenta el tema con su motivación inicial.

‘VER’ DESDE NUESTRA VIDA PESONAL
1.      ¿Qué dudas y debilidades sentimos para seguir a Jesús con más entusiasmo?

‘ILUMINACIÓN’ EVANGÉLICA
Lectura de Juan 20,19-22: “Como el Padre me ha enviado, yo les envío”.
2.      ¿En qué consiste la misión que Jesús confía a sus discípulos?

‘ACTUAR’ POR EL PROYECTO DE JESÚS
3.      Conversión personal: ¿Cómo entendemos nuestra propia misión?
4.      Compromiso: ¿De qué manera vamos a poner en marcha nuestro testimonio cristiano? ¿Dónde? ¿Con quiénes?

ORACIÓN-‘CELEBRACIÓN’ COMUNITARIA.
1.      Sugerencias para la oración: Nos repartimos las diferentes partes.
-         Se explica los símbolos presentes en la mesa.
Momento de silencio donde nos disponemos a rezar.
-        Repetimos frase por frase la siguiente profesión de fe.
Puesto que has resucitado, Jesús, podemos empezar una vida nueva,/
Ser hombres nuevos y mujeres dignas, hermanos de todos./
Puesto que has resucitado, Jesús, tenemos tu Espíritu entusiasta/
Y queremos llevarlo bien visible para contagiar a muchos./
Puesto que has resucitado, Jesús, estamos en renovación permanente:/
Pues es preciso transformar nuestro mundo desde los cimientos./
Puesto que has resucitado, Jesús, hay que construir una ciudad solidaria/
Donde el hombre no sea lobo sino compañero y hermano./
Puesto que has resucitado, Jesús, creemos en la realidad de una tierra nueva/
Donde habrá amor, casa y vida para todas y todos./
-        Escuchamos la siguiente oración repitiendo después de cada invocación: “Señor Jesús, envíame nuevamente”.
Me pediste las manos, Señor, pues tenías para mí una tarea:
Te las presté un momento, pero las retiré porque era duro el trabajo. Señor Jesús…
Me pediste los ojos, Señor Jesús, para ver penas y pobrezas:
Pero pronto los cerré para no pasar angustias. Señor Jesús…
Me pediste la boca, Señor Jesús, para clamar contra las injusticias:
Pero te di sólo un susurro para que nadie me acusara de nada. Señor Jesús…
Me pediste la vida, Señor Jesús, para trabajar para ti:
Pero te di sólo una parte para no comprometerme demasiado. Señor Jesús…
Perdóname, Señor Jesús y envíame de nuevo:
Ahora sí tomaré en serio la cruz y tus pedidos. Señor Jesús…
-        Escuchemos la siguiente oración, luego iremos haciendo cada uno nuestra oración de acción de gracias, de perdón, de petición, de compromiso…
Cristo Jesús, no se nos hace fácil comprender tu presencia de Resucitado entre nosotros.
Pero, por tu Espíritu, tú nos habitas y nos dices a cada uno:
“Ven y sígueme porque he abierto para ti un camino de vida plena”.

2.      Bendición y abrazo de paz.

DESPEDIDA. Se señala la fecha y la casa donde tendrá lugar la próxima reunión.


 Tema  39 :  “ QUÉDATE  CON  NOSOTROS ”.

Motivación inicial
               Nosotros no hemos vivido un encuentro con el Resucitado como el que vivieron los primeros discípulos; más bien nos parecemos a la experiencia de Pablo o a la de los discípulos de Emaús. A todos nos ha costado reconocer al Resucitado y escuchar su envío. Esta experiencia nos permite reavivar nuestra fe, actualizar el mensaje del Evangelio y confirmar nuestro seguimiento de Jesús. El episodio de los discípulos de Emaús nos ofrece 5 espacios para reconocerlo vivo entre nosotros: 1. él sigue caminando con nosotros, 2. él nos revela el sentido profundo de la Biblia cuando la compartimos juntos, 3. él nos parte el pan cuando lo compartimos con otros, 4. él se hace presente cuando lo comunicamos y 5. cuando lo celebramos. Confirmemos esta fe con nuestra fraternidad alegre.


1ª parte: PREPARACIÓN PERSONAL

1.      Motivación
¿Me he acostumbrado a reconocer a Jesús presente conmigo a lo largo de cada día?

2.      Lectura de la Palabra de Dios: Lucas 24,13-35: “Quédate con nosotros ya que anochece”.

3.      Profundización de la lectura bíblica
-        Situación de los 2 discípulos. ¿Cuál es el estado de ánimos de los discípulos? ¿Por qué han perdido la esperanza? ¿Qué les falta para reconocer al Resucitado?
-        Recuerdo de Jesús. ¿Qué están haciendo los 2 discípulos cuando Jesús se les acerca para caminar con ellos? ¿Me parece importante seguir recordando a Jesús y hablando de su mensaje y de su vida profética?
-        Conversación con Jesús. ¿Qué les reprocha Jesús a los 2 discípulos? ¿Qué sienten los discípulos mientras Jesús les habla? ¿He sentido alguna vez lo mismo al hablar con Jesús o al escuchar sus palabras junto a otros?
-        La cena con Jesús. ¿Qué me parece el ruego que le hacen a Jesús los 2 discípulos al caer la tarde? ¿He hecho alguna vez el mismo pedido a Jesús? ¿He sentido la presencia de Jesús en el compartir del pan, en la solidaridad, en la eucaristía?
-        Testigos del Resucitado. ¿Entiendo por qué motivos los 2 discípulos corren de regreso a Jerusalén? ¿He sentido algo parecido a la experiencia de los 2 discípulos desde que pertenezco a este grupo? ¿A qué me siento llamado/a al experimentar más fuertemente la presencia de Jesús resucitado?
Puedo hacer un momento de oración.


2ª parte. Comentario: “DOS EXPERIENCIAS BÁSICAS.

               Dos discípulos van caminando hacia Emaús, una pequeña aldea a unos ocho kilómetros de Jerusalén. Todo sucede en este camino, que sugiere, por una parte, el recorrido de nuestra vida, pero también el camino interior que hemos de hacer para reconocer la presencia del Resucitado que camina junto a nosotros.
               Los dos caminantes marchan envueltos en tristeza y desolación. Aparentemente poseen lo necesario para creer. Conocen las Escrituras judías, pero nadie les ha explicado su contenido más profundo. Han escuchado a Jesús y han visto su actuación de “profeta poderoso en obras y palabras”, reconocido por Dios y por el pueblo, pero saben que ha muerto crucificado, condenado como un malhechor por sus dirigentes religiosos. Han oído el mensaje de la resurrección de las mujeres diciendo que “Jesús está vivo”.
               Todo es inútil. Esperaban que Jesús “el futuro liberador de Israel”. Pero la esperanza puesta en él se les ha venido abajo con el fracaso de su crucifixión. Todo ha sido una ilusión. Ya no esperan nada. ¿Cómo creer que está vivo? A esto discípulos les falta lo único que les puede arrancar a la incredulidad y la desesperación: el contacto personal con el Resucitado. Pero, ¿dónde lo podrán encontrar?
               Hay algo que el evangelista quiere destacar. A pesar de su tristeza y confusión, estos dos discípulos siguen pensando en Jesús. No se resignan a olvidarlo para siempre. Siguen recordando sus palabras y su actividad de profeta. Quieren comprender mejor lo que ha pasado. El relato nos dice que, “mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se les acercó y se puso a caminar con ellos”.
               No hemos de olvidarlo. Allí donde hay hombres y mujeres que, a pesar de su desesperanza, recuerdan a Jesús y se preguntan por el significado de su mensaje y su persona, allí está Jesús caminando con ellos. Sin embargo el evangelista nos advierte que “sus ojos no eran capaces de reconocerlo”. Jesús les parece un caminante desconocido, “un extranjero”. Para reconocerlo necesitaban vivir una doble experiencia.
               Jesús toma la iniciativa y entabla conversación con ellos. “¿Qué conversación es esa”. ¿Cuál es la causa de una tristeza tan honda? Cuando ellos le dan a conocer su desengaño y abatimiento, Jesús comienza a curar sus corazones. Mientras van caminando les explica las Escrituras, para que descubran mejor la identidad del Mesías, el contenido salvador de su muerte, la verdadera liberación que ofrece Cristo y la novedad de su esperanza.
               El evangelista no describe inmediatamente la transformación que se va produciendo en los discípulos: la incredulidad les ha impedido abrirse al misterio encerrado en Jesús, va desapareciendo poco a poco. Sólo más tarde se nos habla del comentario de los discípulos: “¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino?”.
               Esa es la primera experiencia. Sí, al hacer el recorrido de la vida, nos reunimos a recordar a Jesús, a escuchar su mensaje, a conocer su actuación profética, a meditar su entrega hasta la crucifixión… experimentamos que Jesús nos conmueve, que sus palabras nos llegan hasta dentro y que nuestro corazón comienza a arder, no pidamos más. El Resucitado está caminando con nosotros. En nuestro propio grupo hemos podido sentirlo.
               Según Lucas, no basta. Aunque no han reconocido a Jesús, los 2 caminantes sienten la necesidad de su compañía. No quieren que los deje. Al ver que, cerca ya de Emaús, Jesús hace ademán de seguir adelante, lo retienen: “Quédate con nosotros, porque anochece”. El evangelista subraya con gozo: Jesús “entró a quedarse con ellos”. No les abandonará.
               La escena es sencilla, pero entrañable. Unos caminantes, cansados de su largo caminar, se sienten como amigos a compartir la misma mesa. Es entonces cuando Jesús repite exactamente los mismos cuatro gestos que, según la tradición, había hecho en la escena de despedida: “Tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio”. En los dos discípulos se despierta la fe: “Se les abrieron los ojos y lo reconocieron”. Descubren a Jesús como alguien que alimenta sus vidas, les sostiene en el cansancio y les fortalece para el camino.
               Es la segunda experiencia. Si al celebrar la eucaristía nos sentimos alimentados por Jesús, reafirmados en la fe y alentados a para seguirle con esperanza nueva, no pidamos más. El Resucitado está caminando con nosotros.
               Reconocer a Jesús es mucho más que verlo. Durante el camino veían a Jesús, pero no eran capaces de reconocerlo. Ahora lo han reconocido y, aunque Jesús se vuelva de nuevo invisible, los discípulos saben que Jesús está vivo y les acompaña. Esta experiencia los transforma. Recuperan la esperanza. Llenos de alegría se levantan y marchan presurosos a contar lo que “les ha pasado por el camino”, No pueden guardarse para sí mismos la buena noticia. Necesitan comunicar a todos que Jesús está vivo. No hablan teóricamente de su resurrección, sino que contagian la experiencia que ellos mismos han vivido”.
               Bien puedo hacer un momento de silencio meditativo.


3ª parte: REUNIÓN DE GRUPO

ACOGIDA MUTUA Y FRATERNA

SALUDO: El animador saluda y presenta el tema con su motivación inicial.

‘VER’ DESDE NUESTRA VIDA PESONAL
1.      ¿Nos hemos acostumbrado a reconocer a Jesús presente con nosotros a lo largo de cada día?

‘ILUMINACIÓN’ EVANGÉLICA
Lectura de Lucas 24,13-35: “Quédate con nosotros ya que anochece”.
2.      ¿Qué etapas o pasos necesitaban los 2 discípulos para reconocer a Jesús con ellos?

‘ACTUAR’ POR EL PROYECTO DE JESÚS
3.      Conversión personal: ¿Sabemos reconocer a Jesús en los 5 pasos o etapas de este episodio evangélico?
4.      Compromiso: ¿Sobre qué punto tenemos que esforzarnos más para reconocer a Jesús?

ORACIÓN-‘CELEBRACIÓN’ COMUNITARIA.
1.      Sugerencias para la oración: Nos repartimos las diferentes partes.
-         Se explica los símbolos presentes en la mesa.
Momento de silencio donde nos disponemos a rezar.
-        Repetimos después de cada invocación: ¡Señor Jesús, quédate con nosotros, la tarde está cayendo!
Quédate, Señor Jesús, con nosotros, que el camino se hace largo y el cansancio grande./ Señor Jesús…
Quédate con nosotros para que tus palabras vivas enciendan nuestros corazones./ Señor Jesús…
Quédate con nosotros al declinar el día para que aquieten nuestra mente./…
Quédate con nosotros porque la mesa está servida, caliente es el pan y envejecido el vino./
¿Cómo sabremos que está entre los hombres si no compartimos nuestra mesa contigo?/
Quédate con nosotros para repartirnos el pan y el gozo de tu presencia./
Quédate con nosotros para que estallen nuestros sueños e ilusiones perdidos./
Quédate con nosotros para que compartamos con otros la paz de tu reino./
Quédate a decirnos para que nuestro camino sea tu camino./
-        Escuchemos la oración siguiente para hacer luego nuestras propias peticiones.
Cristo Jesús, tu Evangelio nos lo asegura: Nunca nos abandonas.
Nos das tu Espíritu que nos consuela, nos ilumina y nos fortalece.
Concédenos estar en comunión contigo día tras día.

2.      Compromiso para la próximo y última reunión: celebrar una Eucaristía.
-        ¿Quién se encarga de encontrar un sacerdote amigo con quien podemos celebrar una Eucaristía participativa?
-        ¿Quiénes preparan los cantos?
-        ¿Quiénes se encargan de las lecturas, por ejemplo un texto llamativo y un episodio evangélico?
-        ¿Qué símbolos que nos ayuden a emprender el futuro vamos a traer para presentarlos en el ofertorio?
-        ¿Quiénes preparan la participación en la oraciones: de perdón, de petición, de acción de gracias, de compromiso…?
-        ¿Qué oración de estos últimos temas podemos rezar al final de la Eucaristía?

3.      Bendición y abrazo de paz.

DESPEDIDA. Se señala la fecha y la casa donde tendrá lugar la próxima reunión.


 Tema  40 :  “ PÓNGANSE  EN  CAMINO ”.

Motivación inicial
               Recordemos la experiencia de los primeros discípulos. El impulso decisivo que los lanzó a anunciar la Buena Noticia del Reino fue su encuentro con Jesús resucitado y el reconocimiento de su presencia viva con ellos. Sin embargo para concretar cómo continuar la misión, recordaron las recomendaciones que les hacía Jesús en los caminos de Galilea. Vamos a conocer también nosotros las principales directivas que dio Jesús a sus discípulos: han de inspirarnos, iluminarnos y animarnos para la terea de seguir colaborando con su proyecto humanizador. Ese es el gran desafío. Veamos


1ª parte: PREPARACIÓN PERSONAL

1.      Motivación
¿Qué pasos he dado para la construcción del Reino en mi vida cotidiana?

2.      Lectura de la Palabra de Dios: Lucas 10,3-9: “Pónganse en camino”.

3.      Profundización de la lectura bíblica
-        El envío de los setenta y dos discípulos. ¿Adónde envía Jesús a los 72 discípulos y con qué misión? ¿Sustituyen a Jesús en su misión? ¿Por qué se habla de ‘72’? ¿Por qué los envía Jesús de 2 en 2?
-        “Pónganse en camino”. ¿Qué significa para mí que los discípulos ‘se pongan en marcha’? ¿Por qué no tiene sentido una Iglesia encerrada en sí misma, que no sale a anunciar la Buena Nueva de Jesús?
-        Como corderos en medio de lobos. ¿Cómo entiendo esta comparación de Jesús? ¿Qué molestias, dificultades y riesgos hay hoy de anunciar el Evangelio de Jesús?
-        “No lleven monedero, ni alforja, ni sandalias”. ¿Me sorprende la radicalidad de las recomendaciones de Jesús? ¿Cómo aplicar estas recomendaciones a la realidad actual? ¿Dónde está la fuerza de estos mensajeros tan indefensos?
-        “Digan primero: ‘Paz a esta casa’”. ¿Por qué es tan importante para Jesús anunciar la paz? ¿Cuándo es la religión fuente de conflictos? ¿Qué hago cuando mis deseos de paz son rechazados?
-        “Curen a los enfermos”. ¿Me atrae esta llamada a curar? ¿Entiendo esta misión de ‘curar’, en sentido amplio: curar personas, sanar heridas, humanizar la convivencia, liberar las conciencias, curar la vida…?
-        “Digan: ‘Está cerca el Reino de Dios’”. ¿Cómo hacer visible hoy el reino de Dios: mediante palabras, hechos, la misma vida… individual y colectivamente? ¿Dónde está presente hoy este reino en medio de nosotros y nosotras? ¿Qué significa para mí abrir caminos al reino de Dios en la realidad cotidiana?
Puedo hacer un momento de oración.


2ª parte. Comentario: “RECOMENDACIONES DE JESÚS.

               La misión de colaborar con él en el proyecto del Reino de Dios no lo confía Jesús sólo al pequeño grupo de los 12 apóstoles, sino a un número más amplio de 72 discípulos. Este número es significativo, pues, según la tradición judía, son 72 las naciones que hay en el mundo. Podemos decir que las directrices que da Jesús a estos discípulos son las que nos pueden inspirar también a los evangelizadores de todos los tiempos.
-        Jesús los envía a los lugares donde piensa ir él. Colaboran preparándole el camino. En ningún momento lo desplazan o sustituyen. El gran Evangelizador, enviado por el Padre, es siempre Jesús. Los envía de 2 en 2, seguramente para defenderse de los animales peligrosos y de maleantes de los caminos. También, tal vez, para dar más fuerza a su mensaje, al estar atestiguado por 2 discípulos de Jesús.
-        “Ponerse en camino”. Nunca ha imaginado Jesús a sus discípulos como un grupo cerrado: una comunidad preocupada sólo de cuidar y desarrollar su propia religión. Los llama para poner en marcha un movimiento profético que viva caminando según la lógica del envío: saliendo de sí mismos para anunciar a todos los pueblos la Buena Noticia del Dios y para abrir caminos a su reino. ¿Qué sería una Iglesia preocupada sólo de sus propias instituciones, su futuro, sus adquisiciones doctrinales y sus prácticas religiosas; una Iglesia sin profetas de Jesús ni portadores de su Buena Noticia?
-        “Como corderos en medio de lobos”. Es la primera advertencia de Jesús. El mundo no necesita más lobos. Los discípulos de Jesús introducirán paz en una sociedad atravesada por toda clase de conflictos y enfrentamientos. No tiene por qué ser todo rivalidad, violencia y enfrentamientos. Los portadores del Evangelio abrirán un camino nuevo: se acercarán a los problemas de la gente en una actitud de respeto, servicio y amistad. Jesús sabe que sólo se abren caminos al reino de Dios introduciendo en el mundo bondad, amor y ternura.
-        “No lleven bolsa, ni alforja, ni sandalias”. Los seguidores de Jesús anunciarán su buena noticia viviendo como los indigentes que encuentran en su camino. No llevarán dinero ni provisiones. Caminarán descalzos, como tantos pobres que no tienen un par de sandalias de cuero. Todos podrán ver en su estilo de vivir su libertad para entregarse totalmente a su misión y su confianza total en el Padre.
Lo sorprendente es que Jesús está pensando en lo que han de llevar consigo, sino precisamente en lo contrario: lo que no deben llevar, no sea que se distancien demasiado de los más pobres Para anunciar la Buena Nueva de Dios y abrir caminos al proyecto humanizador del Padre, lo medios más adecuados ni son el dinero o el poder, sino los medios pobres de que se sirvió Jesús: la acogida a cada persona, el amor servicial a los más necesitados, la defensa de los últimos, el ofrecimiento del perdón de Dios, la creación de una sociedad más fraterna.
-        “Digan primero: “Paz a esta casa’”. Lo primero que anuncian siempre los seguidores de Jesús es la paz que reciben del Resucitado: una paz que el mundo no puede dar. Esta paz es la primera señal del reino de Dios: proviene del amor perdonador de Dios y crece en una sociedad justa, fraterna y solidaria. Es un grave error pretender imponer el reino de Dios desde la prepotencia, la amenaza o el resentimiento.
-        “Descansará su paz sobre ellos”. Según la promesa de Jesús, la paz que llevan en el corazón sus seguidores se contagiará a su paso por las casas. Esa paz cura la vida de los que la acogen, pues, es una fuerza para trabajar contra la agresividad, los odios y las discordias. Por otra parte, abre camino al proyecto humanizador del Padre, pues introduce reconciliación, concordia, amistad y fraternidad.
Si no la acogen, “la paz volverá a ustedes”. La paz es un don precioso que no ha de perderse en el corazón de los seguidores de Jesús. El rechazo, la indiferencia, el fracaso, no han de desalentarlos. Seguirán su camino hacia otras casas. Privados de paz, no podrían anunciar la Buena Nueva de Jesús.
Todas estas recomendaciones no son consignas arbitrarias. Están orientadas a capacitar a los discípulos a llevar a cabo una tarea que Jesús formula con 2 mandatos muy concretos: “Curen a los enfermos” y “digan: ‘El reino de Dios está cerca de ustedes’”. Estas 2 actividades son inseparables y necesarias para proclamar la Buena Noticia de Dios. Y las 2 constituyen una síntesis de la actuación profética de Jesús. No olvidemos que los discípulos reciben la misma misión que Jesús recibe del Padre.
       No es accidental que se hable en primer lugar de la curación de los enfermos antes que de la predicación del reino de Dios. Lo mismo que Jesús, también su evangelizadores actúan no en nombre de un Dios juez que busca juzgar y condenar al mundo, sino en nombre de un Padre misericordioso que quiere una vida más sana y digna para todos. Por eso su primera tarea es curar enfermedades, sanar heridas, aliviar sufrimientos. No atemorizan a la gente con amenaza o condena, sino que contagian paz con gestos de curación y liberación en los más enfermos, abatidos y rotos.
       Pero los evangelizadores de Jesús no curan de manera arbitraria o por puro sensacionalismo. Sus curaciones no son tampoco un receta fácil para eliminar el mal que hay en el mundo. Su actividad curador es signo que muestra en qué dirección hemos de trabajar para abrir caminos al proyecto humanizador del reino en las personas y la sociedad.
       Anunciar la cercanía del reino de Dios y abrirle caminos es curar la convivencia y hacerla más justa y solidaria; luchar por una sociedad más liberada del poder de los ricos y poderosos; defender a los más débiles y olvidados; curar las relaciones haciéndolas más fraternas; curar patologías religiosas poniendo la religión al servicio del ser humano; curar la culpabilidad ofreciendo el perdón gratuito de Dios; curar el miedo a la muerte alentando la confianza en Dios e infundiendo la esperanza en su salvación eterna.
       Los cristianos eran conscientes de que las consignas de Jesús a sus discípulos no se podían aplicar en todas partes y en todas las situaciones de la misma manera. Lucas las recoge porque son una invitación permanente a vivir con radicalidad las exigencias básicas de la tarea evangelizadora. Siempre hemos de revisar nuestros comportamientos para ver cómo traducir en nuestros días el espíritu que alienta las palabras de Jesús.
       No caminaremos descalzos y sin dinero, pero nuestro estilo de vida deberá dejar claro que nos identificamos con los pobres e indefensos y no por los ricos y poderosos. No iremos de casa en casa saludando con la paz, pero no tendrán que ver como hombres y mujeres de paz por nuestra actitud fraterna y amistosa con todos, incluso con los adversarios. No utilizaremos el poder del dinero, la prepotencia ni las presiones para evangelizar, sino los medios pobres que Jesús empleaba.
               Bien puedo hacer un momento de silencio meditativo.


3ª parte: REUNIÓN DE GRUPO

ACOGIDA MUTUA Y FRATERNA

SALUDO: El animador saluda y presenta el tema con su motivación inicial.

‘VER’ DESDE NUESTRA VIDA PESONAL
1.      ¿Qué pasos estamos dando para la construcción del Reino en nuestra vida cotidiana?

‘ILUMINACIÓN’ EVANGÉLICA
Lectura de Lucas 10,3-9: “Pónganse en camino”.
2.      ¿Cuáles son los consejos de Jesús al enviar a los 72 discípulos en misión?

‘ACTUAR’ POR EL PROYECTO DE JESÚS
3.      Conversión personal: ¿Cómo relacionamos esta lectura con nuestra propia misión de continuar el camino abierto por Jesús?
4.      Compromiso: ¿Qué aspecto de nuestro testimonio vamos a fortalecer más?

ORACIÓN-‘CELEBRACIÓN’ COMUNITARIA.
1.      Si hay celebración eucarística, n os ponemos de acuerdo para el desarrollo de la Eucaristía.
-         Se prepara una mesa de fiesta para la celebración de la Eucaristía.
-         Momento de silencio donde nos disponemos a rezar.
-         Se explica los símbolos presentes en la mesa.
2.      Sugerencias para la oración de acción de gracias, a las que podemos añadir algunas más personales.
A las siguientes gracias, contestamos: Gracias, Padre.
Por haber estado hablando de Jesús en nuestras vidas, (todos): Gracias, Padre.
Por haber descubierto el proyecto del reino,…
Por la profunda amistad que ha nacido entre nosotros y nosotras,…
Por nuestra conversión al Resucitado vivo en nosotras y entre nosotros,…
Por las nuevas personas que hemos logrado ser gracias a la ayuda de todas y todos,…
Por la nueva vida que ha crecido en cada uno de nosotros,…
Por la fuerza y la luz del Espíritu que nos habita,…
Por este hermoso momento que estamos viviendo juntos,...
Por la esperanza y el compromiso que están en nosotros y nosotras,…
Por el llamado que sentimos a continuar el proyecto humanizador del Padre…
Por haber descubierto la voz de Dios en los pobres de hoy,…
Por todas las personas que luchan por hacer un mundo más justo y fraternal,...
Por saber que continuaremos la tarea de abrir caminos al reino de Dios,…
Por el amor del Padre, la compañía de Jesucristo y la sabiduría del Espíritu,…
              

Antes de emprender una nueva etapa, se hace una doble sugerencia para una próxima reunión:
-        Hacer una evaluación y
-        Programar el futuro.
Fuera bueno que unas 3 personas prepararan más detalladamente esta próxima reunión.

DESPEDIDA. Se señala la fecha y la casa donde tendrá lugar la próxima reunión.



C O N C L U S I Ó N :   C O N   M I R A S   A L   F U T U R O.

Fuera bueno que unas 3 personas preparen más detalladamente esta reunión.

YA HEMOS TERMINADO NUESTRO RECORRIDO
Durante estos meses hemos descubierto muchas cosas personal y colectivamente.
-        Nos hemos hecho más amigos.
-        Hemos cambiado personalmente, en la familia, el trabajo, la vecindad…
-        Hemos llevado adelante compromisos colectivos.
-        Hemos aportado nuestro grano de arena a una Iglesia más evangélica y a una sociedad más humana.
-        Hemos descubierto a Jesús y su presencia de profeta del reino y Resucitado en nosotros y entre nosotros.
-        Gracias a Jesús nos hemos convertido al proyecto humanizador de su Padre.
-        Hemos decidido continuar: continuar con la amistad, continuar en grupo, continuar con Jesús, continuar con el reino…
Ya hemos escuchado la misión: “Ahora yo los envío… Pónganse en camino”.

Antes de emprender una nueva etapa, se hace una doble sugerencia:
-        Hacer una evaluación y
-        Programar el futuro.

A. EVALUACIÓN DE TODA ESTA ETAPA
1.      En general
-        ¿Cuál es el mayor provecho que hemos sacado de estas reuniones?
-        ¿Cuál es el gran cambio que se ha dado en nuestra vida?
-        ¿Qué rostro tiene ahora nuestra fe?
2.      Sobre la forma exterior de nuestras reuniones
-        ¿Qué es lo que ha funcionado bien en la organización de las reuniones?
-        ¿Qué fallas ha habido en nuestra organización?
3.      Sobre el contenido de las temáticas
-        ¿Qué hemos descubierto de más novedoso sobre Jesús, el Reino, la misión, la fe, la Iglesia…?
-        ¿Qué es lo que nos ha costado entender o asimilar?
-        ¿Qué aspectos no se han profundizado lo suficiente o han faltado?
-        ¿De qué nos agradecemos los unos a los otros?

B. DIFERENTES ALTERNATIVAS
Le toca a cada persona tomar las decisiones apropiadas, personalmente y con relación al grupo, para continuar con la misión que nos confió Jesús.
Conversemos los caminos que se va a emprender, para que nuestras decisiones sean más acertadas. Hay diferentes alternativas por emprender.
-        Se puede continuar en el mismo grupo con nuevos temas.
-        Unas personas pueden integrarse a otros grupos de la misma línea: Existen muchos “Grupos de Jesús”: www.gruposdejesus.com (la experiencia esta comenzó en España con el acompañamiento de José A. Pagola).
-        Otras pueden decidir conformar un nuevo grupo con familiares, amigos y personas que pueden estar interesadas en la experiencia vivida.
-        Si las condiciones se prestan, fuera bueno poder integrar la organización parroquial y participar de sus decisiones pastorales.
-        Es necesario que unas personas se integran o continúen participando en asociaciones e instituciones sociales, culturales, políticas… para compartir su experiencia en el “grupo de Jesús” donde participan.
-        Algún grupo puede tomar la decisión de realizar “celebraciones de la Palabra”, sean dominicales, sean en días ordinarios, a la manera de los primeros cristianos (Hechos 2,42 y 4,32), ya que el número de sacerdotes disminuye poco a poco o drásticamente según los lugares….

Si les parece que “¡no hay camino!”, sepan que “¡el camino se hace caminando!”
Pues, el Resucitado sigue vivo y su Espíritu no descansa…
“El Reino es lo único absoluto; el resto es relativo” (papa Pablo 6° y Mateo 6,33).


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