S E G U I R
A J E S Ú S (3)
ENTRAR EN EL
MOVIMIENTO DE JESÚS
Reflexión – Espiritualidad - Compromiso
JESÚS ES
COMPAÑERO NUESTRO DE CAMINO.
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3ª parte
: JESÚS
FUE EL DEFENSOR
DE LOS ÚLTIMOS.
Tema 22 : ¡
DICHOSOS LOS POBRES !
Motivación inicial
Siguiendo tras los pasos de
Jesús, vamos reconociendo algunos de sus rasgos más característicos. Lo hemos
visto actuar como curador de la vida y amigo de los pecadores. Ahora lo vamos a
ver como defensor de los pobres, o mejor dicho de los ‘empobrecidos’, es decir
de las víctimas la explotación y la injusticia. Comenzamos recordando su grito:
“¡Dichosos los pobres!”. Ellos han de estar siempre ante nuestros ojos, pues
son los predilectos de Dios.
1ª parte:
PREPARACIÓN PERSONAL
1.
Motivación
¿Por qué será que los pobres son los predilectos de Dios?
2.
Lectura de la Palabra de
Dios: Lucas
6,20-26: “Felices los pobres”.
3.
Profundización de la lectura
bíblica
-
Las bienaventuranzas. Voy comparando las 2 versiones de las
Bienaventuranzas: la de Lucas 6,20-26 (“Dichosos los pobres…”) y la de Mateo
5,3-12 (“Dichosos los que tienen el espíritu de los pobres…”). ¿Qué parecidos
voy encontrando? ¿Qué diferencias voy encontrando?
-
Bienaventuranzas y amenazas. Lucas pone a continuación de sus
Bienaventuranzas, unas amenazas. ¿Cómo interpreto las ‘amenazas’ a los ricos
por parte de Jesús? ¿De qué ‘pobres’ habla Jesús en Mateo y de qué ‘pobres’
habla Jesús en Lucas? ¿Dónde me ubico yo: entre los ricos, entre los pobres,
entre los 2?
-
Mi reacción. ¿Qué es lo que siento al escuchar las
bienaventuranzas y las amenazas de Jesús en Lucas: sorpresa, cuestionamiento,
agradecimiento, necesidad de perdón?
-
Efecto de las bienaventuranzas. ¿No será un abuso declarar
‘dichosos’ a los pobres? ¿Cuáles son los pobres que se sienten dichosos? ¿En
qué aspectos siento una llamada a revisar mi manera de ver quién es rico y
quién es pobre?
Puedo hacer un momento de oración.
2ª parte.
Comentario: “EL REINO DE DIOS ES DE LOS POBRES”.
Las bienaventuranzas de Jesús han
llegado a nosotros en 2 versiones bastantes diferentes. Acostumbrados a leerlas
tal como aparecen en el evangelio de Mateo, se nos hace duro a los cristianos
de los países ricos leer el texto que nos ofrece Lucas. La diferencia más
importante entre ambas versiones es la siguiente.
Mateo recoge las bienaventuranzas
para proponer un estilo de vida propio de un discípulo de Jesús que busca
fielmente el reino de Dios y su justicia. Por eso habla de ocho actitudes: son
declarados dichosos los pobres de espíritu, los sufridos, los que tienen hambre
y sed de justicia, los que practican la misericordia, los que viven con corazón
limpio, los que buscan la justicia de Dios y son por ellos perseguidos.
Lucas, por su parte, recoge las
bienaventuranzas para declarar que el Evangelio de Jesús no puede ser escuchado
de igual manera por todos. Mientras que para los pobres es una buena noticia
que les invita a la esperanza, para los ricos es una amenaza que los llama a la
conversión. Por eso que habla de cuatro situaciones sociológicas (no
de actitudes): son declarados dichosos los pobres que no tienen lo necesario
para vivir; los que pasan hambre; los que viven llorando; los que son
perseguidos. Además añade cuatro amenazas a los ricos, a los que están
saciados, a los que viven riendo y a los que son alabados por todos.
Las bienaventuranzas de Jesús son
provocativas. En Galilea se consideraba dichosos a los ricos, a los que tienen
salud, a los que gozan de bienestar, los que tienen buena fama… Es tan evidente
que no necesita más explicación: se supone que la riqueza, la salud, el
bienestar… son signos de la bendición de Dios. Pero cuando Jesús declara
dichosos a los pobres, los que tienen hambre, los que lloran o son perseguidos,
las cosas no son tan claras. Por eso tiene que explicar que la razón última de
sus bienaventuranzas está en que el reino de Dios es de los pobres, pues a los
hambrientos Dios los quiere ver comiendo, a los que lloran los quiere ver
riendo y a los perseguidos recibiendo una gran recompensa.
Es posible que las
bienaventuranzas recojan los gritos que Jesús fue lanzando por las aldeas de
Galilea en diversas circunstancias: al ver la situación de las familias que se
iban quedando sin tierras; al observar la desnutrición de tantos mendigos y
gentes hambrientas; al ver llorar de rabia e impotencia a los campesinos,
cuando los recaudadores se llevaban lo mejor de sus cosechas. Estos gritos de
Jesús han sido más tarde agrupados en las comunidades cristianas para ser
recordados más fácilmente. Para captar bien la defensa que hace Jesús de los
pobres hemos de conocer el contexto social de Galilea de los años treinta. (No
vamos a considerar la bienaventuranza sobre los perseguidos -Lucas 6,22-23,2-,
pues pertenece a otro contexto.)
- Pobres y ricos. Los ricos son las
clases dominantes que viven en los lujosos edificios y villas de Séforis y
Tiberíades. Constituyen la élite urbana protegida por Herodes Antipas
(herodianos): grandes terratenientes, recaudadores de tributos de Roma,
responsables de almacenamiento de productos. No son muchos pero controlan
toda la región. Acumulan su bienestar explotando a los campesinos de
Galilea. Son los que poseen riqueza, poder, honor.
Los
pobres son el estrato más oprimido de las aldeas de Galilea. Los que,
presionados por los poderos terratenientes y recaudadores, se van quedando sin
tierras. Privados de todo, estas familias se van desintegrando. Crece el número
de jornaleros, mendigos, prostitutas y gentes que huyen de sus acreedores.
Muchas son mujeres, las más vulnerables e indefensas: viudas, esposas
estériles, repudiadas… Pobres y, además, mujeres.
Desde
esta sociedad injusta y desigual Jesús grita: “Dichosos los pobres, porque de
ustedes es el reino de Dios. ¡Ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su
consuelo!”. En Galilea no reina la
justicia que busca Dios. El Padre está de parte de los pobres.
- Hambrientos y satisfechos. Los ricos de Galilea
viven con lujo y ostentación. Van construyendo graneros y almacenes cada
vez más grandes. Se pueden permitir grandes fiestas y banquetes. No saben
lo que es el hambre y la miseria.
Mientras
tanto, los indigentes de las aldeas no comen carne ni pan de trigo. Apenas
pueden guardar grano para la siembra. Los más indefensos ante la hambruna son
los niños y las mujeres. Los más desnutrido, sin duda, los mendigos, que van de
pueblo en pueblo y los tullidos, ciego y demás enfermos que piden limosna en
los caminos o a la entrada de las aldeas.
Jesús ve
el hambre en los rostros demacrados de la gente y grita: “Dichosos los que
ahora tienen hambre, porque quedarán saciados. ¡Ay de ustedes, los que están
saciados, porque tendrán hambre!”. El hambre de tanta gente inocente ha de ser
tomado en cuenta. No puede ser aceptado como algo normal. Dios no lo quiere.
- Los que loran y los que rían. La vida de los pobres
de Galilea es sufrimiento y lágrimas. Es su rasgo más común: todos ellos
son víctimas de abusos y atropellos; viven en un estado de miseria de la
que no podrán escapar; no pueden defenderse de los poderosos; no tienen un
patrón que los defienda. Son los perdedores. No interesan a nadie.
La vida
de los ricos es muy diferente. No conocen la amenaza de las deudas ni la
inseguridad del que no tiene quien lo defienda. La vida les sonríe. Incluso
muchos ven en su bienestar un signo de la bendición de Dios.
Jesús no
lo puede soportar y grita su indignación: “Dichosos los que ahora lloran,
porque reirán. ¡Ay de los que ahora rían, porque harán duelo y llorarán!”. Esta
sociedad no responde al proyecto del Padre. Dios quiere un mundo dichoso para
todos sus hijos e hijas.
- ¿Cómo escuchar este mensaje de Jesús?
-
Nuestra primera reacción puede ser muy sencilla. ¿No es todo esto una burla?
¿No es cinismo? Lo estuviera si Jesús no estuviera hablando desde alguna villa
de Séforis o Tiberíades. Pero está con ellos. No tiene tierra ni un techo bajo
el que descansar. No lleva dinero, camina descalzo y sin túnica de repuesto. Es
un indigente más que habla con fe y convicción total. Los que vivimos
satisfechos en sociedades de abundancia no tenemos derecho a predicar a nadie
estas bienaventuranzas. Lo que hemos de hacer es escucharlas y empezar a mirar
a los pobres, a los hambrientos, y los que lloran como los mira Dios. De ahí
puede nacer nuestra conversión.
-
Los pobres entienden bien el mensaje de Jesús. No son dichosos por su
pobreza ni mucho menos. Su miseria no es un estado envidiable ni un ideal.
Jesús los llama “dichosos” porque Dios no puede reinar entre los hombres sin
hacer justicia a los que nadie se la hace. Eso es lo que Jesús quiere dejar
bien claro: los que no interesan a nadie son los que más interesan a Dios; los
que nosotros marginados son los que ocupan un lugar privilegiado en su corazón;
los que no tienen quien los defienden tiene a Dios como Padre,
-
Antes que nada Jesús nos pone ante la realidad más sangrante que
hay en el mundo, la que
está más presente a los ojos de Dios, la que más ofende a su corazón de Padre.
Una realidad que, desde los países ricos, tratamos de ignorar encubriendo de
mil maneras esa injusticia cruel de la que, en buena parte, somos cómplices.
¿Queremos aumentar el autoengaño o abrir los ojos a la realidad de los pobres?
¿Tomaremos en serio alguna vez esa inmensa mayoría de los que viven desnutridos
y sin dignidad, los que no tienen voz no cuentan para nuestra carrera hacia un
bienestar siempre mayor?
-
Jesús es realista. Jesús sabe muy bien sus palabras no significan
ahora mismo el final del hambre y la miseria de los pobres, pero atribuyen una
dignidad absoluta a todas las víctimas de abusos y atropellos. Ellos son los
hijos predilectos de Dios. Su vida es sagrada. Nunca en ninguna parte se está
construyendo la vida tal como la quiere Dios si no es liberando a eso hombres y
mujeres de su miseria y humillación. Nunca religión alguna será bendecida por
Dios si vive de espaldas a ellos.
-
Los cristianos no hemos descubierto todavía la importancia que pueden tener los pobres
en la historia de la humanidad. Ellos nos dan más luz que nadie en nuestra
propia verdad, sacuden nuestra conciencia y nos invitan a cambiar. Ellos nos
pueden ayudar a configurar la Iglesia de manera más evangélica. Nos pueden
hacer más humanos: más capaces de austeridad, solidaridad y generosidad. O
tomamos en serio a los pobres o dejamos de hablar del Evangelio. En los países
ricos nos resulta cada vez más difícil escuchar la advertencia de Jesús: “No
pueden servir a Dios y al dinero”. Se nos hará insoportable. ”
Bien puedo hacer un momento de
silencio meditativo.
3ª parte:
REUNIÓN DE GRUPO
ACOGIDA MUTUA Y FRATERNA
SALUDO: El animador saluda y presenta el tema
con su motivación inicial.
‘VER’ DESDE NUESTRA VIDA PESONAL
1.
Digámonos cuándo somos pobres
y cuando somos ricos, a partir de los criterios de Jesús.
‘ILUMINACIÓN’ EVANGÉLICA
Lectura
de Lucas 6,20-26: “Felices los pobres”.
2.
En Lucas, ¿de qué pobres se
trata? ¿Y en Mateo? (Mateo
5,3-12).
‘ACTUAR’ POR EL PROYECTO DE JESÚS
3.
Conversión personal: ¿Qué mirada tengo que
cambiar con relación a los pobres, a los ricos, a nosotros mismos
personalmente?
4.
Compromiso: ¿Cómo podemos lograr ser
felices según las bienaventuranzas de Jesús?
ORACIÓN-‘CELEBRACIÓN’ COMUNITARIA.
- Sugerencias para la oración: Nos repartimos las
diferentes partes.
-
Se
explica los símbolos presentes en la mesa.
-
Momento
de silencio
donde nos disponemos a rezar.
-
Meditemos en silencio la siguiente oración. Luego retomamos en voz alta
alguna frase con la que nos identificamos.
Señor Jesús, si yo tuviera
entrañas de misericordia…
Si yo tuviera entrañas de
misericordia:
Saldría de mi casa para
encontrarme con los necesitados;
De mi apatía para ayudar a
los que sufren;
De mi ignorancia para conocer
a los ignorados;
De mis caprichos para
socorrer a los hambrientos;
De mi actitud crítica para
comprender a los que fallan;
De mi suficiencia para estar
con los que no valen;
De mi prisa para dar tiempo
de los abandonados;
De mi burguesía para
compartir con los pobres.
Señor Jesús, si yo tuviera
entrañas de misericordia,
Actuaría más acorde a tu
Evangelio.
-
Alguien lee la siguiente oración
Volvemos a escuchar las
bienaventuranzas de Jesús según Lucas.
Luego añadimos las
bienaventuranzas que nos salen del corazón al recordar tantos sufrimientos
actuales.
“Dichosos los pobres…”
… Y nuestras bienaventuranzas
como, por ejemplo:
Dichosos los ancianos que
viven abandonados, porque Dios les acogerá.
Dichosas las mujeres
maltratadas, porque conocerán el cariño de Dios.
Dichosos los que viven con
miedo, porque….
…
-
Repetimos frase por frase la oración siguiente.
Quiero creer, Señor, que el
grande es el más pequeño,/
Que el último es el primero,/
Que el pobre es el
preferido,/
Que el insignificante es el
que cuenta para ti./
Lo quiero creer, Señor, pero
me cuesta,/
Porque yo mismo veo que no me
importan tanto los rostros tristes./
El mundo puede continuar sin
ellos sin notar su falta./
Señor, dime que a ti sí te
importan, ¡por favor!
- Bendición y abrazo de paz.
DESPEDIDA. Se señala la fecha y la casa donde
tendrá lugar la próxima reunión.
Tema 23 : EL RICO
INDIFERENTE Y EL
MENDIGO HAMBRIENTO.
Motivación inicial
Jesús no sólo lanzó
felicitaciones a los pobres y amenazas a los ricos. También contó parábolas
inolvidables para desenmascarar la mayor tragedia que había en su tiempo: el
abismo de egoísmo e insolidaridad que separaban a los ricos y poderosos de los
pobres y hambrientos. La más importante es, sin duda, la del rico sin entrañas
y el mendigo Lázaro. Veamos cómo nos ayuda
a nosotros a profundizar sobre nuestro egoísmo e insolidaridad.
1ª parte:
PREPARACIÓN PERSONAL
1.
Motivación
Recuerdo cuándo he pasado recientemente con indiferencia frente a
algún necesitado.
2.
Lectura de la Palabra de
Dios: Lucas
16,19-31: El rico sin corazón y el mendigo hambriento.
3.
Profundización de la lectura
bíblica
-
El hombre rico. ¿A qué se dedicaba el hombre rico de la
parábola? ¿Dónde veo que existen hoy tales situaciones? ¿Cómo se las logra
soportar?
-
El mendigo mísero. ¿Cómo está descrita la situación del pobre
hambriento? ¿Qué es lo más doloroso de su situación? ¿Qué siento ante tanta
riqueza de unos pocos y tanta miseria de otros muchos?
-
El nombre. El mendigo tiene nombre: ‘Lázaro’, que significa ‘Dios es ayuda’;
pero el rico no aparece identificado. ¿Qué significado quiere hacerme notar
este diferencia?
-
Cercanos y, al mismo tiempo, tan lejos. Según el relato, luego de la
muerte hay una cercanía física entre el rico y el mendigo; pero, ¿qué es lo que
les separa?
-
El pecado del rico. La separación entre el rico y el mendigo
continúa después de muertos. ¿Cuál fue el pecado del rico? ¿Por qué es salvado
el mendigo?
-
Actualidad de la parábola. ¿Cuál es el mensaje de la parábola para hoy?
¿Qué me quiere decir a mí Jesús?
Puedo hacer un momento de oración.
2ª parte.
Comentario: “LA BARRERA ENTRE RICOS Y POBRES”.
Jesús comienza su relato
describiendo de manera gráfica el horrible contraste entre un rico que vive
disfrutando de su bienestar y un mendigo que yace muy cerca de él, abandonado
por todos.
El rico es un hombre poderoso. Su
túnica de lino fino, proveniente de Egipto, nos habla de su vida de lujo y
ostentación. El color púrpura de sus vestidos indica que pertenece a círculos
cercanos al rey. Su vida es una fiesta continua. Sólo piensa en “banquetear
espléndidamente cada día”. Pertenece, sin duda, al sector de privilegiados que
viven en Séforis y Tiberíades. Sin embargo, este rico no tiene nombre, pues no
tiene identidad. No es nadie. Su vida, vacía de amor solidario, es un fracaso.
No se puede vivir sólo para banquetear.
Muy cerca de este rico, echado
junto a la puerta de su mansión, está tendido un mendigo. No está cubierto de
lino y púrpura, sino de llagas repugnantes. No sabe lo que es un festín. Está
deseando comer de las sobras que tiran de la mesa del rico, pero nadie le
ofrece nada. Sólo unos perros callejeros se le acercan a lamer sus heridas.
Está solo. No tiene a nadie. Sólo un nombre llenado de promesas: “Lázaro” o
“Eliecer”, que significa “Dios es ayuda”.
El relato sugiere que se encuentra
en un estado de extrema necesidad. Lázaro parece extenuado: no se mueve para
nada; no tiene fuerza ni para pedir ayuda. No parece estar lejos de su final.
Tal vez los mendigos que escuchaban a Jesús se estremecían: Lázaro podía ser
uno de ellos. Ese era el final que les esperaba a quienes vivían hundidos en la
miseria, abandonados por todos.
La escena es insoportable. El
rico lo tiene todo. Se siente seguro. No parece necesitar de nadie, tampoco de
Dios. Vive en la inconsciencia. No ve al pobre que muere de hambre junto a su
casa. ¿No se parece a muchos de los que vivimos en los países del bienestar?
Lázaro, por su parte, vive en extrema necesidad: enfermo, hambriento,
excluidos, ignorado por quienes lo podrían ayudar. Su única esperanza es Dios. ¿No
se parece a tantos millones de hombres y mujeres hundidos en el hambre y la
miseria?
Jesús no pronuncia ninguna
palabra de condenación. Su palabra penetrante está desenmascarando la terrible
injusticia de aquella sociedad. Las
clases más poderosas y los estratos más oprimidos parecen pertenecer a la misma
sociedad, pero están separados por una barrera casi invisible: esa puerta que
el rico no atraviesa nunca para acercarse a Lázaro. Así ve Jesús al mundo: los
ricos están dentro de sus palacios celebrando espléndidas fiestas; los pobres
están junto a sus puertas muriendo de hambre. Dios no puede aceptar esta cruel
separación entre sus hijos.
Todo cambia radicalmente en el
momento de su muerte. El rico es enterado seguramente con toda solemnidad, pero
es llevado al Hades, el reino de la muerte y la aflicción. También muere
Lázaro. Nada se dice de rito funerario alguna, pero “los ángeles lo llevan al
seno de Abrahán”. Con imágenes populares de su tiempo, Jesús recuerda que Dios
tiene la última palabra sobre ricos y pobres.
El vuelco de la situación es
total. Desde su lugar de aflicción, el rico reacciona por vez primera. No había
tenido compasión de Lázaro, ahora pide a gritos piedad. No lo había visto
cuando lo tenía junto a su puerta; ahora lo ve “de lejos” y lo llama por su
nombre. No había atravesado la puerta para aliviar el sufrimiento del pobre;
ahora quiere que Lázaro se acerque para aliviar el suyo. Es demasiado tarde.
Abrahán le advierte: aquella barrera invisible de la tierra se ha convertido ahora
en un abismo infranqueable.
El objetivo de la parábola no es
para describir el cielo ni el inferno; sino condenar la indiferencia de los
ricos, que viven disfrutando de su bienestar ignorando a quienes mueren de
hambre. Al rico no se le juzga como explotador, Simplemente ha disfrutado de su
riqueza ignorando al pobre. Lo tenían allí mismo, pero no lo ha visto. Estaba
en el portal de su mansión, pero no se ha acercado a él. Su pecado es la
indiferencia.
Así ve Jesús al mundo: una
barrera de indiferencia, ceguera y crueldad separa el mundo de los ricos del
mundo de los hambrientos. El obstáculo para construir un mundo más justo somos
los ricos, que vamos levantando barreras cada vez más inhumanas para que los
pobres no entren en nuestro país, ni lleguen a nuestras residencias, ni llamen
a nuestra puerta. Sólo encerrándonos en nuestro mundo de bienestar podemos
soportarnos a nosotros mismos.
Nuestro primer pecado contra el
proyecto del reino de Dios es la indiferencia y falta de sensibilidad ante el
sufrimiento de los que viven abandonados en su miseria. Si están cerca de
nosotros, los evitamos de mil maneras. Si están lejos, los reducimos a cifras y
estadísticas que nos informan de la realidad sin tocar apenas nuestro corazón.
La parábola es una llamada a salir
de la indiferencia dando pasos para acercarnos al mundo de los que sufren:
conociendo mejor sus problemas, cuidando una relación más cercana, buscando un
contacto más estrecho, teniendo los ojos más abiertos para captar en nuestro
entorno el sufrimiento y la soledad de las personas.”
Bien puedo hacer un momento de
silencio meditativo.
3ª parte:
REUNIÓN DE GRUPO
ACOGIDA MUTUA Y FRATERNA
SALUDO: El animador saluda y presenta el tema
con su motivación inicial.
‘VER’ DESDE NUESTRA VIDA PESONAL
1.
¿Dónde vemos actos de
indiferencia frente a las grandes desigualdades actuales?
‘ILUMINACIÓN’ EVANGÉLICA
Lectura
de Lucas 16,19-31: El rico sin corazón y el mendigo hambriento.
2.
¿Con qué rasgos se describe
el rico y el indigente en la parábola?
‘ACTUAR’ POR EL PROYECTO DE JESÚS
3.
Conversión personal: ¿Es un escándalo en nuestro
alrededor las muy grandes diferencias de hoy entre ricos y pobres?
4.
Compromiso: ¿Cómo vamos a cambiar
nuestra mirada y nuestras actitudes frente a las desigualdades actuales?
ORACIÓN-‘CELEBRACIÓN’ COMUNITARIA.
- Sugerencias para la oración: Nos repartimos las
diferentes partes.
-
Se
explica los símbolos presentes en la mesa.
-
Momento
de silencio
donde nos disponemos a rezar.
-
Escuchemos primero la siguiente oración. Luego retomamos en voz alta
alguna parte.
Hoy te pedimos, Padre Dios,
lo más precioso:
Que reconozcamos nuestra
verdad: nos sentimos importantes
Y no hacemos sitio en nuestro
corazón a tus hijos e hijas pobres.
Te pedimos, Padre, lo más
decisivo:
Que no nos pongamos a
nosotros en el centro de nuestro corazón,
Sino que nos abramos a las
necesidades de los demás.
Te pedimos, Padre, que no
vivamos sólo llenos de nuestras ideas y nuestros sueños,
Que tampoco nuestro grupo se
convierta para nosotros en un encierro
Que nos impida reconocer los
rostros ajenos y escuchar sus sufrimientos y sus llamadas.
Te pedimos, Padre, que nos
sepamos acercarnos a los pobres, haciéndonos gentes humildes:
Ellos son tus predilectos,
tus más queridos: Ellos sufren injusticias, por eso los prefieren;
Saben acoger tu Buena
Noticia; saben reconocerte y agradecerte
como su Padre.
También con ellos y como
ellos queremos reconocerte en ellos y agradecerte.
Padre Dios, te alabamos con
Jesús, el hombre sencillo y de corazón humilde,
Porque sabemos que escondes
tu salvación a sabios y entendidos
Y la revelas a gente pobre y
sencilla y a los de corazón abierto.
Sí, Padre, ¡bendito seas por
haberte parecido bien así!
-
Repitamos frase por frase la siguiente oración
Jesús, vivo dudando, pero tú
me dices: Confía./
Tengo miedo, pero tú me
dices: Sígueme./
Fabrico mis planes, pero tú
me dices: Déjalos./
Me agarro a mis cosas, pero
tú me dices: Despréndete./
Quiero vivir aislado, pero tú
me dice: Da tu vida./
Creo ser bueno, pero tú me
dices: No basta./
Quiero mandar, pero tú me dices:
Ponte a servir./
Deseo comprenderlo todo, pero
tú me dices: Cree./
Jesús, busco claridad y tú me
hablas en parábolas./
Quiero poesía y me hablas de
la realidad./
Deseo tranquilidad y me dejas
inquieto./
Soy cómplice de violencias y
me hablas de paz./
Busco tranquilidad y vienes a
traer fuego a la tierra./
Jesús, quiero ser grande,
pero tú me dices: Sé cómo un niño./
Quiero esconderme, pero tú me
dices: Sé luz./
Quiero ser visto, pero tú me
dices: Ora en lo escondido./
Jesús, no te entiendo: Me
desconciertas y me atraes a la vez./
Me sucede lo que a Pedro: No
encuentro un guía mejor,/
Pues sólo tú tienes palabras
de vida eterna./
-
Escuchemos en silencio
Jesús, paz de nuestros
corazones, tú nos descubres esta realidad sorprendente:
Dios no quiere ni el sufrimiento
ni la aflicción humana.
Dios no provoca en nosotros
ni miedo ni angustia.
Dios sólo puede amarnos y
enseñarnos a amar.
-
Hacemos unas breves oraciones espontáneas.
- Bendición y abrazo de paz.
DESPEDIDA. Se señala la fecha y la casa donde
tendrá lugar la próxima reunión.
4ª parte
: JESÚS
FUE EL AMIGO
DE LAS MUJERES
Tema 24 : LA MIRADA DE
JESÚS A LA
MUJER ENCORVADA.
Motivación inicial
Dejémonos sorprender al ver a
Jesús rodeado de tantas mujeres: amigas entrañable como María de Magdala o las
hermanas Marta y María de Betania; seguidoras fieles como Salomé; enfermas
desconocidas que acuden a él con fe grande. Sin duda ellas ven en Jesús una
actitud diferente hacia ellas. Antes que nada, nosotros y nosotras sus
seguidores hemos de aprender a mirar a la mujer o mirarnos a nosotras como
Jesús miraba a las mujeres: con respeto, amor y ternura especial. Que la
reflexión de hoy nos ayude a entrar en esta dinámica de Jesús.
1ª parte:
PREPARACIÓN PERSONAL
1.
Motivación
Como varón, ¿cómo es mi mirada hacia las mujeres en general?
Como mujer, ¿sé valorarme o acepto una cierta discriminación con mi
persona?
2.
Lectura de la Palabra de
Dios: Lucas
13,10-17: Jesús y la mujer encorvada.
3.
Profundización de la lectura
bíblica
-
La mujer encorvada. ¿Qué sé de la condición social y religiosa de
la mujer en la sociedad que conoció Jesús? ¿Qué puede significar ‘esta mujer
que sólo podía mirar el suelo’?
-
Actuación de Jesús. ¿Qué hace y qué dice Jesús con relación a la
mujer encorvada? ¿Cómo la llama? ¿Descubro en las palabras de Jesús algo más
que su voluntad de curarla?
-
Liberación de la mujer. La mujer se pone de pie en la sinagoga y da
gloria a Dios públicamente: ¿qué significan estos cambios de actitudes de la
mujer?
-
Reacción del jefe de la sinagoga. ¿Por qué se indigna el jefe
de la sinagoga en vez de alegrarse por la curación de la mujer? ¿Qué imagen se
hacía de Dios y de la religión?
-
La respuesta de Jesús. Él busca aclarar definitivamente la situación
de todos: ¿Cuál es el ejemplo práctico que propone Jesús? ¿Dónde está la
hipocresía del jefe de la sinagoga y de los que piensan como él? ¿Qué
significado tendrá el nombre de ‘hija de Abrahán’ que Jesús da a la mujer?
-
Conclusión del relato. Las palabras de Jesús provocan reacciones
diferentes. ¿Cómo explico la reacción de sus adversarios? ¿Por qué motivos se
alegra la gente? ¿Siento alegría de ver cómo actuó Jesús con la mujer
encorvada?
Puedo hacer un momento de oración.
2ª parte.
Comentario: “LA MUJER LIBERADA POR JESÚS.
Según su costumbre, Jesús se encuentra
enseñando en una sinagoga un día de sábado. Tanto el espacio sagrado de la
sinagoga como el día de sábado, consagrado al Creador y Liberador de Israel,
nos invitan a pensar en el Dios de la vida, del que Jesús habla en todas
partes.
El centro de la escena la ocupa
la curación de una mujer encorvada. El episodio es narrado con rasgos de gran
fuerza evocadora. Lucas nos presenta a Jesús liberando a la mujer de las
ataduras que le impiden vivir con la dignidad de ‘hija de Abrahán’ junto a los
varones de Israel.
Entre la gente congregada en la
sinagoga hay una mujer enferma. La descripción de la enfermedad va más allá de
un mal físico. La mujer es víctima de un espíritu que la tiene ‘encorvada’,
mirando al suelo sin poder enderezarse en modo alguno. El mal parece
irremediable, pues lleva así 18 años.
El estado de la mujer es
humillante. Camina sin poder levantar sus ojos hacia el horizonte. Pero
precisamente, según la cultura popular, caminar erguido es el rasgo que
diferencia claramente al ser humano de los animales. Sin duda el estado físico
de esta mujer sin nombre es el mejor reflejo de la situación en que se
encuentran las mujeres en aquella sociedad: privadas de autonomía, sometidas a
la autoridad patriarcal de sus esposos, sin presencia social significativa,
discriminadas religiosamente, víctimas de los abusos de los varones. En aquella
sociedad la mujer sólo puede caminar ‘encorvada’, sin poder mirar de frente al
varón.
La enferma está seguramente en la
parte de la sinagoga reservada a las mujeres. Según el relato, Jesús “la ve”,
interrumpe su enseñanza y “la llama”. Todo empieza con la mirada de Jesús a la
mujer encorvada. No puede permanecer indiferente al ver su sufrimiento y
humillación. Su modo de mirar a la mujer es el punto de partida de su acción
liberadora. La llama junto a sí y le dice estas palabras que no hemos de
olvidar: “Mujer, quedas liberada de tu enfermedad”. Luego impone sobre ella sus
manos y la envuelve con la fuerza curadora y la ternura de Dios.
La mujer se endereza. Puede
levantar sus ojos al cielo. Puede mirar de frente a Jesús. Llamada por Jesús,
ha pasado de la marginación al centro de la sinagoga. Estaba callada, ahora
recupera la palabra para explotar en una alabanza a Dios. La escena es
insólita. Lucas lo afirma con gozo: la mujer “daba gloria a Dios”. Junto a
Jesús, en el centro de la sinagoga, donde sólo se daba la palabra a los
varones, esta mujer, de pie, erguida, liberada por Jesús, da gloria a Dios ante
todo el pueblo.
El jefe de la sinagoga,
responsable del lugar de oración, se indigna porque Jesús ha curado en sábado a
la mujer. “Hay 6 días en que se puede trabajar: vengan esos días a curarse y no
en sábado”. Se siente obligado a intervenir. No se alegra de la curación de la
enferma. No entiende que esta mujer liberada da más gloria a Dios que el
cumplimiento del sábado. Considera que lo que acaba de hacer Jesús es una
transgresión de la le de Dios, no un gesto liberador realizado en su nombre.
Para el jefe de la sinagoga, la observancia del sábado prohíbe reaccionar ante
el sufrimiento curando a la mujer. Para Jesús, el sábado, día consagrado a
Dios, es el más adecuado para poner en práctica el amor liberador.
Jesús reacciona antes de que la
gente diga nada. Por los caminos de Galilea ha ido sembrando su mensaje: lo
primeo para Dios es la vida de las personas, no la religión; el sábado ha de
estar al servicio del ser humano y no al revés; ha de ser un día de liberación;
la mejor manera de celebra al Dios de la vida y liberador del pueblo es liberar
a las personas, desatar sus ataduras, restaurar la vida y reafirmar su
dignidad.
Jesús les pone un ejemplo
práctico para desenmascarar la hipocresía que se encierra en el jefe de la
sinagoga y en quienes piensan como él. Como es sabido por todo, cualquier de
ellos “desata” al buey y al burro para llevarlos a beber al río o a la fuente
del pueblo. ¿Y no había que liberar de sus ataduras a esta mujer para
devolverle la salud y la dignidad? Esta mujer no es un animal, aunque ha vivido
encorvada mirando al suelo, “atada por Satanás durante 18 años”. Es “hija de
Abrahán”, miembro del pueblo elegido lo mismo que el jefe de la sinagoga y
quienes condenan a Jesús.
Las palabras de Jesús provocan
una división entre quienes lo escuchan. Sus “adversarios” se avergüenzan y
permanecen mudos: se dan cuenta que están haciendo de Dios un ídolo falso que
sólo busca su culto y su honor y no siente compasión hacia sus hijas. El
pueblo, por el contrario, se llena de alegría al ver las maravillas que hace
Jesús: en la compasión liberadora de Jesús descubren la salvación que Dios
ofrece a las mujeres.
Hemos de grabar bien en nuestro
grupo el gesto liberador de Jesús que “mira” a la mujer encorvada por el peso
de la humillación, la “llama” para que todos la puedan mirar como la mira él,
la rescata de la marginación, la libera de sus ataduras, la pone en pie y le
devuelve su verdadera dignidad, perdida por la prepotencia y los abusos de los
varones. El recuerdo de esta escena y las palabras de Jesús: “Mujer, quedas
liberada de tu enfermedad”, nos ayudan a descubrirlo como liberador y amigo de
la mujer. ”
Bien puedo hacer un momento de
silencio meditativo.
3ª parte:
REUNIÓN DE GRUPO
ACOGIDA MUTUA Y FRATERNA
SALUDO: El animador saluda y presenta el tema
con su motivación inicial.
‘VER’ DESDE NUESTRA VIDA PESONAL
1.
Digámonos cuando nos sentimos
inconformes por los atropellados a las mujeres.
‘ILUMINACIÓN’ EVANGÉLICA
Lectura
de Lucas 13,10-17: Jesús y la mujer encorvada.
2.
Según la descripción de la
parábola, ¿cuál era la situación de la mujer en tiempos de Jesús?
‘ACTUAR’ POR EL PROYECTO DE JESÚS
3.
Conversión personal: ¿Qué lecciones nos da Jesús
en esta parábola con relación a la mujer?
4.
Compromiso:
-
Como
mujer, ¿qué actitudes vamos a cambiar con relación a nosotros mismas?
-
Como
varones, ¿qué actitudes vamos a cambiar con relación a las mujeres, comenzando
por la casa?
ORACIÓN-‘CELEBRACIÓN’ COMUNITARIA.
1.
Sugerencias para la oración: Nos repartimos las
diferentes partes.
-
Se
explica los símbolos presentes en la mesa.
Momento
de silencio
donde nos disponemos a rezar.
-
Una mujer del grupo vuelve a leer el relato de la curación de la mujer
encorvada, hasta la reacción del jefe de la sinagoga.
-
Otra mujer lee el siguiente “Salmo de las mujeres dichosas”.
Al final añadimos alguna
moción por la que declaramos ‘dichosas’ a las mujeres.
Dichosas las mujeres que
salen de la pasividad y dedican su vida a testimoniar por el reino de Dios:
Así abren caminos nuevos para
ellas y para todos.
Dichosas las mujeres que
luchan por su dignidad, denunciando el maltrato y la discriminación de la
mujer:
Están forjando un futuro
mejor para las nuevas generaciones.
Dichosas las mujeres que
defienden la libertad, trabajan por la justicia, arriesgan su vida por la
igualdad de todos:
Con sus
palabras y hechos están engendrando un mundo nuevo.
Dichosas
las mujeres cariñosas y tiernas, sencillas y alegres, creativas y fuertes:
Su
bondad y su esfuerzo nos revelan el rostro materno de Dios.
Dichosas
las mujeres llenas de fe, servidoras de la comunidad, solidarias de las luchas
colectivas:
Continúan
entre nosotros la presencia liberadora de Jesús y de su Reino de vida y de
amor.
‘¡Alegrémonos
porque sus nombres están inscritos en el Libro de la Vida!
-
Otra mujer lee la siguiente oración que repetimos paso a paso.
Todos
los humanos somos una misma unidad y formamos un solo cuerpo solidario./
Toda mujer es mi hermana y
todo varón es mi hermano./
Todas y todos somos iguales,
pero las y los pobres van primero./
Jesús, estos criterios
cambiarán mi vida, si los tomo en serio./
Cambarán la sociedad, si los
tomamos en serio./
Cambiarán la Iglesia… si los
tomamos en serio./
Jesús, fuiste el ser humano
más solidario que haya existido./
Eres el modelo humano más
valioso de todos nosotros y nosotras./
Jesús, quiero ser hermana
como tú, quiero ser hermano como tú,/
Para continuar tu obrar
liberador de todas y de todos./
Así el Reino de Dios estará
aconteciendo en nuestro mundo./
-
Otra mujer proclama, sola.
Señor Jesús, que te
encontremos a ti como te encontraron María de Magdalá, Marta y María, Salomé y
la Samaritana.
Les devolviste su
visibilidad, su dignidad, su libertad, su alegría, su protagonismo,
Porque te acercaste a ellas,
las miraste con amor, les hablaste con verdad, las liberaste con respeto.
Que toda mujer y todo varón
lleguemos a ponernos de pie juntos y proclamar a Dios con valentía:
Así construiremos tu Reino
hoy, mañana y siempre. Amén.
-
Hagamos una breve oración espontánea.
2.
Bendición y abrazo de paz.
DESPEDIDA. Se señala la fecha y la casa donde
tendrá lugar la próxima reunión.
Tema 25 : JESÚS DEFIENDE
A LA MUJER
ADÚLTERA.
Motivación inicial
Jesús vivió defendiendo a la
mujer en una cultura patriarcal en la que se la consideraba inferior en todo al
varón y se la mantenía sometida a él en todos los ámbitos. Su actuación ante
una mujer adúltera a punto de ser lapidada nos revela su voluntad radical, en
nombre de Dios, de liberar a la mujer del sometimiento injusto al varón. Hay su
actitud y sus palabras nos siguen iluminado.
1ª parte:
PREPARACIÓN PERSONAL
1.
Motivación
¿Cómo se manifiestan el machismo o el patriarcado en mi alrededor?
2.
Lectura de la Palabra de
Dios: Juan
8,3-11: Jesús y la mujer adúltera.
3.
Profundización de la lectura
bíblica
-
Marco de la escena. ¿En dónde Jesús pasó la noche? ¿Adónde se
dirige? ¿Qué hace cuando se ve rodeado de gente? ¿Qué sentido doy al silencio
de Jesús?
-
Intervención de los escribas y fariseos. ¿Qué siento al ver a la
mujer adúltera en medio de la gente? ¿Por qué nadie interroga a la mujer? ¿Por
qué nadie habla del varón que estuvo con la mujer? ¿En qué consiste la trampa
que le tienden a Jesús?
-
Reacción de Jesús. Jesús está muy tranquilo. ¿Cómo interpreto su
gesto de escribir en el suelo en un momento tan dramático? ¿Qué pienso de sus
palabras a los acusadores? ¿Qué mensaje quiere comunicar Jesús?
-
Retirada de los acusadores. ¿Cuál es el efecto de las palabras de Jesús?
¿Por qué motivos se retiran todos? ¿Qué pienso de la pena de muerte?
-
Jesús y la mujer adúltera. ¿Cómo la trata Jesús? ¿Qué quiere infundirle?
¿He escuchado alguna vez las palabras de Jesús a la mujer adúltera? ¿Las he
dicho a alguien?
Puedo hacer un momento de oración.
2ª parte.
Comentario: “UNA SOCIEDAD SIN DOMINACIÓN MASCULINA.
El historiador judío Flavio
Josefa resume la condición de la mujer en tiempos de Jesús con estas palabras:
“Con la Tora, la mujer es inferior al varón en todo”. El protagonista de la
vida religiosa es el varón. No es necesaria la presencia de la mujer. Por eso
no se las iniciaba ala al estudio de la le no los rabinos las aceptaban como
discípulas. Hubiera sido una insensatez poner en sus manos el texto sagrado: la
mujer era considerada incapaz de interpretar correctamente la Palabra de Dios.
No tenían la obligación de subir en peregrinación a Jerusalén en las grandes
fiestas judías. Ocupaban un lugar separado de los varones en el templo y,
probablemente, en las sinagogas.
Fuera del hogar, propiamente, las
mujeres “no existían”. No podían alejarse de casa sin ser acompañada por un
varón y sin ocultar su rostro con un velo. No podían hablar en público. Su
testimonio no tenía validez. Tampoco podían tomar parte en un banquete fuera
del hogar. Si alguna andaba sin vigilancia de un varón, sentándose a la mesa
junto a varones, su comportamiento era considerado como propio de una mujer de
mala reputación. Jesús lo sabía cuándo acepto a mujeres entre sus discípulos.
La visión de la mujer era muy
negativa. Los proverbios que circulan por el pueblo y los escritos rabínicos
describen su comportamiento de manera severa. Se decía que la mujer era
insensata, estúpida, vanidosa, pendenciera, chismosa… Los varones han de estar
atentos para no dejarse engañar por sus artes de seducción. El escrito judío
Filón de Alejandría, contemporáneo de Jesús, dice que, mientras el varón se
deja guiar por la razón, la mujer se deja llevar por la sensualidad.
No ha de entrañarnos que esta
sociedad controlada por el varón se empleará un doble criterio para juzgar el
mismo comportamiento de la mujer y del varón, sobre todo en el área de la
sexualidad. Así, en los casos de adulterio, se supone que la mujer es más
culpable que el varón, al que considera más bien víctima de las artes y engaños
de la mujer. Jesús no pudo soportar tanta hipocresía machista.
Según su costumbre, Jesús ha
pasado la noche a solas con su padre querido en el monte de los Olivos.
Comienza el nuevo día lleno del Espíritu de Dios que le envía cada día a
“proclamar la liberación de los cautivos… y dar libertad a los oprimidos”.
Pronto se ve rodeado por un gran gentío que acude hasta el recinto del templo
para escuchar su mensaje. El narrador lo presenta, como los maestros en Israel,
enseñando a la gente los caminos del Reino de Dios. Este es el marco de un
episodio dramático en el que Jesús se va a ver obligado a mostrar hasta donde
llega su compromiso para liberar a la mujer de una cultura que la mantiene
sometida injustamente.
De pronto, un grupo de escribas y
fariseos irrumpe trayendo “una mujer sorprendida en adulterio”. Se trata
probablemente de una mujer casada que han sorprendido acostada con un hombre
que no es su marido. La colocan “en medio” para que todos la vean y la juzguen.
No es difícil intuir la vergüenza, humillación y angustia de esta mujer que ha
pasado rápidamente de una niche de placer a la amenaza de una muerte inminente.
La mujer es lo que menos les
preocupa a estos varones venerables, representantes de las leyes y tradiciones
de Israel. Nadie piensa en su destino. Nadie le interroga sobre nada. Está ya
condenada. Ella es sólo el pretexto para enfrentar a Jesús con la ley de
Moisés. Así se instrumentaliza a las mujeres en esta sociedad machista,
Los acusadores sólo buscan un
objetivo: comprometer a Jesús y poder acusarlo de algo grave: “Maestro esta
mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda
apedrear a las adúlteras. ¿Tú qué dices?”. El desafío es frontal: la ley dice
que hay que apedrearla; ¿tú qué dices? El delito de la mujer está comprobado.
Jesús ha de pronunciarse necesariamente ante todos. No se trata de una
discusión más entre diferentes escuelas de rabinos, sino de una decisión de
vida y de muerte para la mujer. Mientras tanto, nadie parece acordarse del
amante. ¿Dónde está el varón?
Jesús no responde. Está sentado,
se inclina hacia el suelo y se pone a escribir en la tierra. No se sabe con
certeza el significado de este detalle, que se repite dos veces. Probablemente
no es necesario buscarle un sentido simbólico oculto, como hacen algunos
autores. Tal vez todo sea más sencillo. Los fariseos están tensos: la mujer,
angustiada; la gente, expectante. Jesús trata de mantenerse tranquilo,
dominando la situación. El momento es grave y no quiere precipitarse. Mientras
va pensando su respuesta, hace algunos garabatos en el suelo. Si hubiera
escrito algo importante, el narrador lo hubiera indicado.
Jesús se da cuenta de la gravedad
de la trampa que le han preparado. Si defiende a la mujer y se opone a la
lapidación, viola gravemente lo establecido por Moisés (Levítico 20,10). Si
aprueba la lapidación puede tener problema con los romanos, que se reservan la
potestad de ejecutar a los delincuentes. Pero, antes que nada, ¿cuál es la
voluntad del Padre del cielo con el que ha estado dialogando toda la noche?
Jesús está viendo a aquella
mujer, humillada públicamente, condenadas por escribas respetables, indefensa
ante la sociedad y ante los dirigentes religiosos. Nadie habla del varón. Es lo
que sucedía en aquella sociedad machista: al promulgar la ley se piensa en los
varones como responsables de la moralidad; luego, al reprimir el delito, se
castiga con dureza a la mujer y se disculpa fácilmente al varón. Jesús no
soporta esta hipocresía social, construida por la “dureza de corazón” de los
varones. No es verdad que la mujer sea más culpable. De ordinario no es sino
víctima o, todo lo más, cómplice.
Por eso Jesús se incorpora y, dirigiéndose
a los escribas y fariseos, les dice algo inesperado: “El que esté sin pecado,
tire la primera piedra”. La gente queda sorprendida, pues, eran los testigos
los que iniciaban la lapidación. El efecto de las palabras de Jesús es
impresionante. Los escribas y los fariseos “se van retirando, uno tras otro,
comenzando por los más viejos”. Aquellos varones respetables, representantes de
las tradiciones y leyes que tanto pesan sobre las mujeres, se van retirando.
Los acusadores se sienten acusados. Saben mejor que nadie que ellos son los más
responsables de los adulterios que se cometen en aquellas aldeas.
La conclusión es conmovedora.
Jesús y la mujer han quedado solos. La mujer no se ha movido. Sigue allí, en
medio, humillada y avergonzada. Los acusadores se han ido retirando, pero ella
no se siente libre todavía. Parece que necesita escuchar el veredicto de Jesús.
Entonces él, que ha seguido sentado, se incorpora. Puede mirarla a los ojos con
ternura y expresarle todo su respeto y cariño. “Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te
ha condenado?”. Hasta ahora nadie le había preguntado nada. Es Jesús que busca
el diálogo y se interesa por ella. La mujer le responde humildemente: “Nadie,
Señor”.
Las últimas palabras de Jesús son
inolvidables. Nunca las podrán escuchar los acusadores que se han retirado
confundidos. Sólo esta mujer abatida. Jesús la trata como una persona adulta y
responsable. “Tampoco yo te condeno. Vete y, en adelante, no peques más”. La
mujer no necesita más condenas. Jesús le ofrece su perdón, confía en ella y la
invita a vivir de manera diferente. La mujer que ha estado a punto de morir
apedreada por aquel grupo de varones se va libre hacia una vida nueva abierta
por Jesús. ”
Bien puedo hacer un momento de
silencio meditativo.
3ª parte:
REUNIÓN DE GRUPO
ACOGIDA MUTUA Y FRATERNA
SALUDO: El animador saluda y presenta el tema
con su motivación inicial.
‘VER’ DESDE NUESTRA VIDA PESONAL
1.
¿Cómo se manifiestan el
machismo o el patriarcado en nuestro alrededor?
‘ILUMINACIÓN’ EVANGÉLICA
Lectura
de Juan 8,3-11: Jesús y la mujer adúltera.
2.
¿Qué es lo que nos llama más
la atención en las actitudes y palabras de Jesús?
‘ACTUAR’ POR EL PROYECTO DE JESÚS
3.
Conversión personal: ¿Qué nos enseña este
acontecimiento para nosotros actualmente?
4.
Compromiso: ¿Qué vamos a cambiar en
nuestras actitudes machistas y palabras patriarcales?
ORACIÓN-‘CELEBRACIÓN’ COMUNITARIA.
1.
Sugerencias para la oración: Nos repartimos las
diferentes partes.
-
Se
explica los símbolos presentes en la mesa.
Momento
de silencio
donde nos disponemos a rezar.
-
Una mujer lee el siguiente texto sobre ‘la creación de la mujer’.
Luego de
un momento de silencio retomamos algún rasgo sobre la mujer.
Cuando el universo todavía
estaba incompleto,
Al sexto día Dios creó a la
mujer y le dijo: “Yo te daré…
Te daré un corazón lleno de
compasión,
Un espíritu libre para volar
como los pájaros,
Sabiduría para conocer
grandes verdades,
Ánimo para salir de la
opresión,
Fuerza para mover montañas,
Ternura para besar la tierra,
Pasión para inflamar el
mundo,
Risas para llenar los valles,
Lágrimas para lavar las
penas,
Intuición para conocer lo
escondido,
Manos para trabajar y
acariciar”.
Y Dios dijo: “Mujer, yo te he
creado a mi imagen y semejanza:
Eres bella y buena como yo”.
-
Otra mujer lee la siguiente oración y todos repetimos,
despertando nuestra feminidad.
Nosotras,
reunidas entre varones y mujer,/
Te alabamos, Dios nuestro,
porque eres mujer y varón, madre y padre./
Nosotras, te
alabamos porque eres tierno y compasivo/
Con quien te busca con un
corazón amoroso./
Tú alegras nuestra vida
porque nos llenas de tu ternura./
Nos quieres
incondicionalmente como hijos e hijas tuyas./
Tu cariño es la alegría de
nuestro corazón./
Tu espíritu nos llena de
energía y entusiasmo./
Tu amor nos enseña a vivir
gozosos y felices./
Dios, mujer y varón, madre y
padre,/
Quieres que nos amemos como
tú nos amas./
-
Escuchamos en silencio esta oración que lee otra mujer.
Jesús, esperanza nuestra, tu
Evangelio nos descubre que
Dios nos quiere felices,
incluso en las horas de oscuridad.
Haz que la paz y la ternura
de nuestro corazón
Puedan hacer hermosa y feliz
la vida de los que nos rodean.
-
Hacemos unas breves oraciones espontáneas.
-
- Bendición y abrazo de paz.
DESPEDIDA. Se señala la fecha y la casa donde
tendrá lugar la próxima reunión.
5ª
etapa : GRANDES LLAMADOS
DE JESÚS.
INTRODUCCIÓN.
Vamos
avanzando en nuestro recorrido. Hemos dado ya pasos importantes. Poco a poco
hemos ido descubriendo el modo de vivir de Jesús. Está creciendo en nosotros el
deseo sincero de vivir como discípulos y seguidores suyos. Ha llegado el
momento de escuchar sus llamadas más importantes y fundamentales. Hemos de
grabarlas bien en nuestro corazón.
-
Escucharemos
primero la llamada a entrar en el Reino
de Dios para acoger el proyecto humanizador del Padre y vivir, como Jesús,
colaborando en abrir sus caminos para un mundo más justo y fraterno.
-
Escucharemos
luego su invitación a ser compasivos
como el Padre del cielo: es la primera actitud para trabajar por un mundo más
humano, como lo quiere Dios.
-
En
tercer lugar Jesús nos llamará a centrar nuestra vida en el amor a Dios y al hermano: nada más hay más importante que el
amor.
HE AQUÍ LOS 3 GRANDES EJES DE LAS LLAMADAS DE
JESÚS.
- ACOJAN EL REINO DE DIOS
Tema 26. “Conviértanse y
crean en la Buena Noticia” (Marcos 1,14-20). Es importante entender bien la 1ª llamada de
Jesús, pues sólo creyendo en la Buena Noticia del Reino de Dios, descubriremos
lo esencial del Evangelio y aprenderemos a defender la causa que él defendió.
Tema 27. “Acojan la semilla del Reino” (Marcos 4,1-9). A lo largo
de nuestro recorrido Jesús está “sembrando” en nuestros corazones la semilla
del Reino de Dios. Si sabemos acogerla, germinará y crecerá en nosotros.
Nuestra vida se irá transformando.
- SEAN COMPASIVLO COMO SU
PADRE
Tema 28. “Haz tú lo mismo” (Lucas 10,19-37). Lo primero para colaborar en
el proyecto humanizador del Padre es ser compasivo como él. El samaritano de la
parábola es el modelo de esta actuación. Jesús nos dice: “Haz tú lo mismo”.
Tema 29. “A mí me lo hicieron” (Mateo 25,31-46). La compasión se concreta en
ayudar prácticamente a los necesitados. Según Jesús es el camino para acoger la
bendición en el Reino definitivo de Dios.
- NADA HAY MÁS IMPORTANTE
QUE EL AMOR
Tema 30. “Amarás a Dios y a tu prójimo” (Marcos 12,2-34). El gran
mandato de Jesús es ser compasivos como el Padre. Entonces, ¿qué decir de las
leyes que rigen la religión de Israel? Jesús las resume en amar a Dios de todo
corazón y al prójimo como a uno mismo.
Tema 31. “Amen a sus enemigos” (Mateo ,3-45). Jesús añade un rasgo nuevo y
original al mandato del amor. Llama a sus seguidores a amar incluso a nuestros
enemigos. Así seremos hijos e hijas del Padre del cielo.
1ª parte
: “ ACOJAN EL
REINO DE DIOS ”.
Tema 26: “Conviértanse y crean en la Buena Noticia” (Marcos 1,14-20).
Tema 27: “Acojan la semilla del Reino” (Marcos 4,1-9).
Tema 26
: “ CONVIÉTANSE Y
CREEN EN LA
BUENA NOTICIA ”.
Motivación inicial
A lo largo de nuestro recorrido
hemos podido descubrir cómo vive Jesús curando
la vida, ofreciendo acogida a pecadores, defendiendo a los últimos y
liberando a la mujer. Vamos a escuchar ahora las llamadas que nos hace Jesús.
La más importante la resume así el evangelista Marcos (1,15): “Comienza algo
nuevo. Está cerca el Reino de Dios. Cambien de manera de pensar y de actuar, y
crean esta Buena noticia”. Si seguimos a Jesús es para colaborar con él en el
proyecto humanizador del Padre, es decir, crear nuevas relaciones humanas,
porque eso es el Reino.
1ª parte:
PREPARACIÓN PERSONAL
1.
Motivación
Después de estas reuniones, ¿qué es lo que me parece lo más
importante del mensaje y testimonio de Jesús?
2.
Lectura de la Palabra de
Dios: Marcos
1,14-20: “Conviértanse y crean en la Buena Noticia del Reino”.
3.
Profundización de la lectura
bíblica
-
Contexto de la escena. ¿Qué me sugiere el desenlace final de Juan
Bautista en prisión? ¿Qué importancia tiene ‘Galilea’ para los seguidores de
Jesús? ¿Por qué abandona Jesús el desierto?
-
Reino de Dios. Cuando oigo hablar de ‘Reino de Dios’, ¿en qué
pienso: en la Iglesia, el cielo, algún lugar sagrado…? ¿Qué es para Jesús el
Reino de Dios?
-
El Reino de Dios está cerca. ¿Sé ver a Dios como alguien que está siempre
abriendo caminos para humanizar mi vida? ¿En qué puedo notar que Dios empieza a
reinar en mí y en mi alrededor?
-
Conviértanse. ¿En qué pienso cuando oigo hablar de
‘conversión’: arrepentimiento, hacer penitencia, abandonar vicios y pecados,
confesarme, tomar otra orientación de vida…? ¿En qué puede consistir
‘convertirme’ al Reino de Dios?
-
Crean en esta Buena Noticia. ¿Creo que Dios me está llamando hacia una vida
más humana personal y colectivamente? ¿Me parece una buena noticia saber que
Dios busca una vida dichosa para mí, para todos, para los más sufridos? ¿Cuándo
estoy haciendo acontecer el Reino de Dios?
-
La llamada a 4 pescadores. Jesús comienza llamando a unos pescadores y no
a sacerdotes del templo ni a maestros de la ley: ¿Me llama la atención esta
opción de Jesús? ¿Por qué dice Jesús a sus primeros discípulos: “Les haré
pescadores de hombres”?
Puedo hacer un momento de oración.
2ª parte.
Comentario: “EL REINO DE DIOS ESTÁ CERCA.
Jesús comienza su actividad
profética. El evangelista Marcos cuida mucho sus palabras para que captemos
bien la importancia de lo que va a exponer. Hemos de escuchar con atención.
Estamos en un momento decisivo para este grupo que busca seguir a Jesús y
colaborar en su proyecto.
El poderoso Antipas ha
encarcelado a Juan (el Bautista) en la fortaleza de Maqueronte. La prisión pone
fin a su actividad. Se apaga la voz del Bautista, pero surge una voz más
fuerte, la de Jesús. De sus labios vamos a escuchar el gran proyecto de Dios.
Jesús deja la región del Jordán y
viene a Galilea. No se queda en el desierto a que venga la gente hasta él.
Tampoco vuelve a Nazaret, a su antiguo trabajo de artesano. Será él quien se
acerque a las aldeas a proclamar la “Buena Noticia de Dios”.
Los seguidores de Jesús no hemos
de olvidar nunca “Galilea”. Aquí empezó todo. Es en Galilea donde se escuchó
por primera vez el gran proyecto del Padre, que Jesús llamaba “reino de Dios”.
Es en Galilea donde Jesús llamó a sus 4 primeros seguidores: nosotros somos hoy
sus herederos. Es a Galilea donde hemos de volver siempre a reavivar nuestro
seguimiento a Jesús resucitado (véase el tema 6).
Según Marcos, Jesús no enseña
propiamente una “doctrina religiosa” para que sus discípulos la recojan y la
difundan fielmente. Anuncia más bien un “acontecimiento”, algo que está
sucediendo y es necesario acoger, pues lo puede cambiar todo. Él a lo está
experimentando y quiere que todos comparan su experiencia. El evangelista
resume el núcleo del mensaje de Jesús con estas palabra precisas. Venía a decir
esto: “Se ha cumplido el plazo. Está cerca el Reino de Dios. Conviértanse y
crean esta Buena Noticia”.
-
“Se ha cumplido el plazo”. Empieza un tiempo nuevo.
Todo lo anterior va a quedar superado definitivamente. No hay que vivir mirando
al pasado. Las promesas de Dios se están cumpliendo. Hay que estar atento a lo
que está sucediendo: “El que echa la mano al arado y sigue mirando hacia atrás
no sirve para el reino de Dios” (Lucas 9,62).
-
“Está cerca el reino de
Dios”. Dios no
quiere dejarnos sólo en nuestros problemas, conflictos sufrimientos. Dios es un Presencia buena y
amistosa para abrirse camino entre nosotros para hacer la vida más humana.
Donde reina Dios, la humanidad progresa en justicia, solidaridad, fraternidad y
paz. No es verdad que la historia tenga que discurrir por caminos de
sufrimientos y muerte que le trazan los poderosos. Es posible un mundo diferente,
más justo, más digno, más sano y dichoso para todos, precisamente porque Dios
lo quiere así. Es posible la alternativa.
-
“Conviértanse”. Cambien de manera de
pensar actuar. Dios no puede cambiar el
mundo sin que nosotros cambiemos. Su
voluntad de humanizar la vida se va haciendo realidad en nuestra respuesta a su
proyecto. Hemos de despertar nuestra responsabilidad. Es posible dar una nueva
dirección a la historia humana, porque Dios nos está atrayendo hacia un mundo
más humano. Hemos de salir de otros reinos -poder, dinero, violencia,
consumismo…- y entrar en la lógica y la dinámica del reino de Dios.
-
“Crean en esta Buena
Noticia”. Hemos
de tomar en serio el proyecto de Dios y confiar en el poder transformador del
ser humano, atraído por él a una vida más digna. No estamos solos. Es posible
la esperanza. Dios está sosteniendo también hoy el clamor de los que sufren y
la indignación de los que reclaman justicia. Hemos de introducir en el mundo la
confianza. Necesitamos profetas del reino, colaboradores en el proyecto del
Padre, seguidores fieles de Jesús.
Lo
sorprendente es que Jesús nunca explica con conceptos en qué consiste el reino
de Dios. Lo que hace es sugerir, con su vida y sus parábolas inolvidables, cómo
actúa Dios y cómo sería la vida si hubiera gente que actuara como él. Podemos
decir que, para Jesús, el “reino de Dios” es la vida tal como la quiere
construir Dios: el proyecto que el Padre quiere llevar adelante en el mundo.
Esta es la inquietud que Jesús lleva adentro: ¿cómo sería la vida en el imperio
si en Roma no reinara Tiberio, sino alguien que actuara como el Padre del
cielo? ¿Cómo sería la vida en las aldeas de Galilea si en Tiberíades no
gobernará Antipas, sino alguien que tuviera los sentimientos de Dios? ¿Cómo
sería la religión judía si el templo de Jerusalén estuviera regido no por
Caifás, sino por alguien que actuara con la compasión del Padre?
El reino de Dios no es una religión. Es
mucho más. Va más allá de las creencias, preceptos y ritos de cualquier
religión. Es una experiencia nueva de Dios. Una manera nueva de entender y
vivir a Dios que nos lleva a situarlo todo en su gran proyecto de humanizar el
mundo. Si de Jesús nace una religión, como de hecho sucedió, tendrá que ser una
religión al servicio del reino de Dios.
Ese proyecto de Dios es el corazón de su
mensaje, la pasión que animó toda su vida, y también la razón por la que fue
ejecutado. Por eso seguir a Jesús es, antes que nada, colaborar en su proyecto.
El criterio para medir la identidad de los cristianos, la verdad de un grupo de
seguidores o la autenticidad de lo que hace la Iglesia es siempre “el reino de
Dios”. Un reino que comienza en esta vida y que alcanza su plenitud en la vida
eterna.
No es
extraño que, inmediatamente después de ofrecernos el resumen del proyecto del
reino de Dios, Marcos presenta a Jesús buscando colaboradores para llevarlo
adelante. La escena va más allá de un simple episodio. El evangelista se
esfuerza por transmitir el sentido profundo que tiene su llamada: Jesús pone en
marcha un movimiento de seguidores y seguidoras a los que confía la tarea de
anunciar y promover el proyecto del
reino de Dios a lo largo de los siglos. De ahí arranca la Iglesia.
Jesús “va pasando junto al lago de
Galilea”. Ha comenzado un camino. No es un rabino, sentado en su cátedra, que
busca discípulos para formar una escuela religiosa. Es un profeta itinerante
que busca seguidores para hacer con ellos un recorrido apasionante: vivir
abriendo caminos al reino de Dios. Ser discípulos de Jesús no es tanto aprender
doctrinas cuanto seguirle en su proyecto de vida.
Es Jesús quien toma la iniciativa. Se
acerca, fija la mirada en aquellos pescadores y los llama a dar una orientación
nueva a su vida. Nadie se pone en marcha tras los pasos de Jesús siguiendo su
propia intuición o deseos de vivir un ideal. También en este grupo seguimos a
Jesús porque nos sentimos atraídos y llamados por él.
La llamada de Jesús es personal. Se
dirige a pescadores que tienen un nombre: Simón y Andrés, Santiago Juan. Jesús los sorprende en medio de sus
ocupaciones de cada día: echando las redes o reparándolas. No tienen una
preparación especial. No destacan en nada. Lo decisivo es escuchar desde dentro
la llamada de Jesús: “Vengan conmigo”. Escuchar esta llamada no es tarea de un
día. Jesús nos llama a caminar tras él. El seguimiento de Jesús exige una
dinámica de seguimiento. Seguir a Jesús significa da pasos concretos. Si nos
detenemos o nos instalamos en nuestra propia vida, nos vamos quedando lejos de
Jesús. Lo contrario al seguimiento es el inmovilismo.
Lo que buscamos en este grupo es
precisamente escuchar la llamada de Jesús
reavivar nuestro seguimiento: despertar nuestra confianza en él,
reafirmar nuestro deseo de colabora con él en el proyecto del Padre, identificándonos
con su programa, continuar su tarea y aprender a vivir según su estilo.
Al llamar a estos 4 pescadores, Jesús les
dice: “Vengan conmigo y los haré pescadores de hombres”. La expresión, sugerida
sin duda por el trabajo de aquellos hombres, es provocativa. ¿Qué significa ser
“pescadores de hombres”? Sin duda, capturar nuevos colaboradores para el
proyecto del Padre. Pero hay algo más. Los hebreos veían en el mar enfurecido
la representación de las fuerzas del mal: en las aguas del abismo habita lo
hostil a Dios, lo que amenaza al ser humano. Por eso “pescar hombres” es
liberar al ser humano del mal para introducirlo en la dinámica del reino de
Dios.”
Bien puedo hacer un momento de
silencio meditativo.
3ª parte:
REUNIÓN DE GRUPO
ACOGIDA MUTUA Y FRATERNA
SALUDO: El animador saluda y presenta el tema
con su motivación inicial.
‘VER’ DESDE NUESTRA VIDA PESONAL
1.
Según nuestras reflexiones,
¿qué es lo que me parece lo más importante del mensaje y testimonio de Jesús?
‘ILUMINACIÓN’ EVANGÉLICA
Lectura
de Marcos 1,14-20: “Conviértanse y crean en la Buena Noticia del Reino”.
2.
Según las palabras del mismo
Jesús, ¿en qué Buena Noticia quiere que creamos?
‘ACTUAR’ POR EL PROYECTO DE JESÚS
3.
Conversión personal: ¿Es para nosotros una
novedad la primacía del Reino de Dios en el seguimiento de Jesús?
4.
Compromiso: ¿Qué vamos a cambiar para
centrarlo todo en nuestra vida y nuestra fe en torno al Reino de Dios?
ORACIÓN-‘CELEBRACIÓN’ COMUNITARIA.
1.
Sugerencias para la oración: Nos repartimos las
diferentes partes.
-
Se
explica los símbolos presentes en la mesa.
Momento
de silencio
donde nos disponemos a rezar.
-
Alguien lee: “Pasando por el lago de Galilea… Jesús les
dijo: ‘Vengan conmigo, les haré pescadores de hombres’.”
Hoy, Jesús nos mira y nos
repite lo mismo. Repetimos frase por frase.
Jesús, no tienes manos:/
Sólo tienes nuestras manos
para construir un mundo de justicia./
Jesús, no tienes pies:/
Sólo tienes nuestros pies
para poner en marcha la libertad y el amor./
Jesús, no tienes labios:/
Sólo tienes nuestros labios
para revelar a los pobres el Reino de Dios./
Jesús, no tienes medios:/
Sólo tienes nuestras acciones
para hacer que todos seamos más hermanos./
Jesús, nosotros somos tu
Evangelio, tu Buena Noticia,/
Haznos tus testigos para que
la gente acoja tu Reino./
-
Escuchemos cada frase y continuamos diciendo: La tierra empieza a
ser tu Reino, Señor.
Si nosotros salimos a la vida
compartiendo el pan con el hambriento: Todos: La tierra…
Si nosotros rompemos las
discordias poniendo el bien en todos los senderos: …
Si nosotros salimos a la vida
armados sólo de concordia y de paz: …
Si nosotros ayudamos al
oprimido salir de su opresión: …
Si nosotros acogemos el
extranjero y el forastero: …
Si nosotros salimos a la vida
haciendo carne tu Evangelio: …
Si nosotros gritamos para que
otros despiertan a tu Reino: …
-
Rezamos el Padrenuestro dándonos la mano y pensando que esa oración
es un resumen del proyecto del Reino de Jesús.
2.
Bendición y abrazo de paz.
DESPEDIDA. Se señala la fecha y la casa donde
tendrá lugar la próxima reunión.
Tema 27
: “ ACOJAN LA
SEMILLA DEL REINO
DE DIOS ”.
Motivación inicial
Necesitamos acoger desde muy
dentro la llamada de Jesús a colaborar con él abriendo caminos al Reino de Dios
y su justicia. Como hacía ayer junto al lago de Galilea, Jesús va sembrando
también du Palabra en nuestro grupo. Nuestra primera actitud ha de ser acoger
en nosotros la semilla del Reino. Poco a poco esta semilla germinará, crecerá y
dará frutos. Nuestra vida se irá transformando: nos convertiremos en
colaboradores del Reino de Dios.
1ª parte:
PREPARACIÓN PERSONAL
1.
Motivación
¿No me desespero al ver el poco crecimiento del Reino de Dios en mi
entorno?
2.
Lectura de la Palabra de
Dios: Marcos
4,1-9 y 14-20: ‘El sembrador salió a sembrar’.
3.
Profundización de la lectura
bíblica
-
El escenario. Jesús está enseñando no en alguna sinagoga,
sino a la muchedumbre, desde el borde del Lago de Galilea: ¿Qué podría
significar este cambio de lugar de parte de Jesús?
-
“Escuchen – Quien tenga oídos”. Vuelvo a leer lo que Jesús
dice, por una parte, antes de narrar la parábola y, por otra, al concluirla.
¿Qué significaría esta insistencia de Jesús?
-
El sembrador. ¿Qué me llama la atención en el modo de
sembrar? ¿Así sembraba Jesús? ¿A quiénes puede representar hoy el sembrador?
¿Me siento incluida/o?
-
La mucha siembra desperdiciada. ¿A qué se debe este fracaso:
al sembrador, al mal tiempo, a la mala calidad de los terrenos? ¿A quiénes
representan los malos terrenos? ¿Cuándo soy parecido/a a alguno de estos
terrenos?
-
La tierra buena. ¿Qué necesita la semilla para poder germinar y
fructificar? Según la explicación del mismo Jesús, ¿qué condiciones tiene que
encontrar en mí la ‘palabra’ para ‘crecer, desarrollar y fructificar’?
-
Mensaje de la parábola. ¿Qué significa este ‘derroche’ de semillas?
¿Qué significa la gran cosecha en tierra buena? ¿Cómo me aplico a mí mismo
estas conclusiones?
Puedo hacer un momento de oración.
2ª parte.
Comentario: “ACOGER LA SEMILLA DEL REINO.
Marcos describe con muchos
detalles el marco en que Jesús comienza a enseñar por medio de parábolas. Jesús
no se dirige a la sinagoga para enseñar a los que se congreguen en ella el
sábado. Vuelve a la orilla del lago para comunicar su mensaje. Pero, al ver que
acude una muchedumbre grandísima (literalmente, “mayor que nunca”), sube a una
barca y se sienta en ella, dentro del mar, a corte distancia de la orilla. La
multitud se queda en la orilla, “de cara” al mar de Galilea.
Marcos está sugiriendo a sus
lectores que el Evangelio no va a quedar encerrado en el pueblo de Israel. El
horizonte abierto del “mar de Galilea” está apuntando al anuncio universal del
reino de Dios a todos los pueblos. Hoy llega a nuestro pequeño grupo.
Sentado en la barca, Jesús les
enseña muchas cosas, pero ahora no proclama directamente la Palabra. Después de
la resistencia que ha ido encontrando su predicación, busca otro leguaje más
adecuado para el pueblo. Les habla en parábolas. En estos breves relatos, Jesús
no busca ilustrar grandes doctrinas, sino poner a la gente en contacto con
experiencias de su propia vida que pueden ayudarles a abrirse al reino de Dios.
Sus parábolas hacen pensar, tocan el corazón e invitan a acoger la Buena
Noticia de Dios. El que escucha ‘desde fuera’ no capta nada. Por el contrario,
quien “entra” en la parábola y se deja conmover por su fuerza está ya
“entrando” en el reino de Dios.
Jesús comienza pidiendo a la
gente atención para captar bien el contenido de la parábola: “Escuchen”. La
parábola encierra algo muy importante. Al final del relato vuele a gritar:
“Quien tenga oídos para oír, que oiga”. El fracaso o el éxito de la siembra
depende de cómo es el terreno donde cae la siembra. Sólo los que tienen oídos
para escuchar acogen la semilla y dan fruto. Jesús les habla de algo que
conocen muy bien los campesinos de Galilea. En otoño salen a sembrar sus
tierras; en junio recogen las cosechas. Todos saben lo que es sembrar y lo que
es vivir pendientes de la futura cosecha. ¿De qué les quiere hablar Jesús?
“Salió el sembrador a sembrar”.
Lo hace con confianza. Siembra de manera abundante, incluso en lugares donde
parece difícil que la semilla pueda germinar. Así sembraban los campesinos de
Galilea para aprovechar bien todas las posibilidades de sus pequeños terrenos.
La semilla cae y cae por todas partes. A la gente no le es difícil identificar
el sembrador. Así es Jesús. Lo están viendo salir todas las mañanas, movido por
el Espíritu de Dios, a anunciar la Buena Noticia del reino de Dios por todas
las aldeas de Galilea. Lo hace incluso entre los escribas, los fariseos y los
vecinos de su pueblo de Nazaret, donde ha sido rechazado. No se desalienta
nunca. Sigue sembrando.
El relato cuenta con todo detalle
lo que sucede con la siembra. Una parte de la semilla cae a lo largo del camino
que bordea el terreno. La tierra está endurecida. La semilla no puede penetrar.
Desaparece su dejar rastro. Vienen los pájaros y se la comen. La siembra ha
fracasado desde el primer momento.
Otra parte cae en una zona
pedregosa, cubierta ligeramente por algo de tierra. La semilla sólo penetra en
la superficie. Llega a dar un pequeño brote, pero poco más. Al no poder echar
raíz, al salir el sol, se quema. La siembra ha quedado algo más en perderse,
pero termina fracasando.
Otra parte cae en una zona más
abandonada, donde crecen abrojos y malas hierbas. La semilla puede germinar y
crecer, pero no llega a dar fruto. Los abrojos y la mala hierba crecen con más
fuerza y la ahogan.
Probablemente los oyentes
escuchan consternados. ¿Fracasará toda la siembra? ¿No podrá el sembrador un
terreno mejor? Jesús continúa su relato. Otras partes cayeron en tierra buena.
La semilla no sólo germina, sino que las plantas crecen, se desarrollan y dan
fruto: el treinta, el sesenta y hasta el cien por uno. A pesar de que, en
algunas partes, la semilla se ha perdido, al final el sembrador puede recoger
una buena cosecha.
La gente empieza a “entender”.
Jesús siembra como los campesinos. Al sembrar, todos saben que parte de la
siembre se puede echar a perder, pero esto no desalienta a nadie: lo importante
es la cosecha final. Con el reino de Dios sucede algo semejante. No faltan
obstáculos resistencias, pero la semilla
sembrada por Jesús dará su fruto.
¿Qué hemos de escuchar con
atención en esta parábola? Jesús deja el relato abierto. Los oyentes pueden
escuchar varia llamadas. Algunos podrán tomar conciencia más viva que Dios está
queriendo introducirse en muchas vidas para hacer un mundo nuevo. Otros podrán
contagiarse de la confianza y seguridad de Jesús: a pesar de las resistencias y
rechazos, el reino de Dios se abrirá camino. Pero sobre todo la parábola es una
invitación a acoger esta experiencia nueva
sorprendente que Jesús está tratando de contagiar a todos y que él llama
“reino de Dios”. El fracaso de la siembra no se debe al sembrador, sino a las
resistencias y obstáculos que “la semilla del reino” encuentra en los
diferentes terrenos.
¿Podemos concretar más cuáles son
estas resistencias y obstáculos? Marcos nos ofrece la explicación que da más
tarde el mismo Jesús a sus discípulos. El texto va concretando lo que significa
cada terreno. (4,14-20).
Primer caso. “Lo sembrado al borde del camino” son aquellos que los
que el mensaje de Jesús no penetra. Desaparece sin dejar rastro. Es como si no
lo hubieran escuchado nunca. “En cuanto
lo oyen, viene Satanás y se lleva la Palabra sembrada en ellos”. El reino de
Dios sólo penetra en nosotros cuando lo acogemos con un corazón abierto y
sencillo.
Segundo caso. “Lo sembrado en terreno pedregoso” son aquellos que,
“cuando escuchan el mensaje lo aceptan con alegría, pero no echa raíces en
ellos. Son inconstantes. Por eso cuando surge una dificultad o persecución por
la Palabra, sucumben”. A estos, el mensaje de Jesús los convence o incluso les
entusiasma, porque en el fondo responde a sus ideales, pero no se comprometen
seriamente a acogerlo y trabajar por el reino de Dios. Cuando se encuentra con
alguna dificultad que pone en peligro su seguridad, bienestar o intereses, se
echan atrás.
Tercer caso. “Lo sembrado entre abrojos”. Estos son “los que
escuchan el mensaje, pero las preocupaciones del mundo, la seducción de la
riqueza y los deseos de todo género penetran en ellos, ahogan la Palabra y la
dejan sin fruto”. Estos escuchan el mensaje, pero en ellos hay obstáculos que
impiden que la Palabra finalmente dé fruto. El principal es, sin duda, la
atracción del dinero. Jesús gritará un día: “No pueden servir a Dios y al
Dinero” (Lucas 16,13). Pero también puede convertirse en obstáculo la vida
agitada por toda clase de preocupaciones y problemas, o atraídos por todo tipo
de deseos e intereses.
Cuarto caso. “Lo sembrado en tierra buena” son los que 1) escuchan
el mensaje, 2) lo acogen y 3) dan fruto: el treinta, el sesenta y el cien por
uno. Son aquellos que acogen el mensaje de Jesús con un corazón abierto, lo
hacen suyo, no ponen obstáculos a la Palabra, sino que la hacen vida. Estos son
los que entran en la dinámica del reino de Dios. ¿Seremos así en este Grupo de
Jesús?”
Bien puedo hacer un momento de
silencio meditativo.
3ª parte:
REUNIÓN DE GRUPO
ACOGIDA MUTUA Y FRATERNA
SALUDO: El animador saluda y presenta el tema
con su motivación inicial.
‘VER’ DESDE NUESTRA VIDA PESONAL
1.
¿Cómo nos sentimos a ver el
poco éxito del Reino de Dios en nuestro entorno?
‘ILUMINACIÓN’ EVANGÉLICA
Lectura
de Marcos 4,1-9 y 14-20: ‘El sembrador salió a sembrar’.
2.
¿Qué es lo que más nos llama
la atención en esta parábola del sembrador?
‘ACTUAR’ POR EL PROYECTO DE JESÚS
3.
Conversión personal: ¿En qué sentido nos anima
esta parábola con relación al Reino de Dios?
4.
Compromiso: ¿Qué vamos a hacer como
sembradores del Reino?
ORACIÓN-‘CELEBRACIÓN’ COMUNITARIA.
1.
Sugerencias para la oración: Nos repartimos las
diferentes partes.
-
Se
explica los símbolos presentes en la mesa.
Momento
de silencio
donde nos disponemos a rezar.
-
Alguien repite la 1ª frase de la parábola: “El sembrador salió a
sembrar”.
Seguimos
cada uno/a revisando en silencio el resto de la parábola.
-
Alguien lee las siguientes peticiones de perdón, a las que
contestamos: ‘Perdón, Señor, perdón’.
Estás cerca, Señor; estás
siempre con nosotros: nos estás esperando y no te hacemos caso: Perdón, Señor,
por nuestras falta de atención. Perdón, S…
Señor, caminas junto a
nosotros, respetas nuestra libertad, sostienes nuestras vidas no nos enteramos.: Perdón, Señor, por nuestra
falta de apertura. Perdón, S…
Señor, nos ayudas a
reconocernos como hermanos tuyos, nos animas a entrar en tu reino no te hacemos caso: Perdón, Señor, por
nuestra falta de acogida. Perdón, S…
Señor, nos amas con ternura,
quieres lo mejor para nosotros, nos ofreces tu presencia y no te lo agradecemos:
Perdón, Señor, por nuestra ingratitud. Perdón, S…
Por nuestras dudas y
vacilaciones, por nuestra búsqueda de seguridad, por nuestro olvido de ti:
Perdón, Señor, por nuestra falta de fe. Perdón, S…
-
Escuchemos en silencio esta oración para, luego, hacer alguna
petición.
Cuando mi pecado me
desaliente, Señor, ayúdame a creer,
porque tú nunca dejes de
sembrar en el barro de mi mediocridad.
Cuando el sufrimiento me deja
sin fuerza, Señor, ayúdame a creer,
porque tú estás sembrando en
mí una secreta fecundidad.
Cuando la muerte cercana me
dé miedo, Señor, ayúdame a creer,
porque el grano que muere es
semilla de una espiga dorada.
Cuando la desgracia de los
oprimidos me entristezca, Señor, ayúdame a creer,
porque nuestro amor solidario
es semilla de justicia y libertad.
Cuando veas a tus seguidores
infieles a nuestra común misión, Señor, ayúdame a creer,
porque tú siembras en el
corazón de nuestras contradicciones.
Peticiones individuales…
-
Repetimos frase por frase
Espíritu de Jesús, tú siempre
nos visitas,/
Tú siempre nos revistes de tu
paz./
Cuando dejamos que
permanezcas en nosotros,/
la alegría que brota de tu
Evangelio/
nos aporta un aliento de
vida./
2.
Bendición y abrazo de paz.
DESPEDIDA. Se señala la fecha y la casa donde
tendrá lugar la próxima reunión.
2ª parte
: “ SEAN
COMPASIVOS COMO SU
PADRE ”.
Tema 28: “Haz tú lo mismo” (Lucas 10,19-37).
Tema 29: “A mí me lo hicieron” (Mateo 25,31-46).
Tema 28
: “ VETE
Y HAZ TÚ
LO MISMO.
Motivación inicial
Hemos escuchado las llamadas de
Jesús a entrar en el reino de Dios. Pero, ¿qué es lo primero para comenzar a
colaborar en este proyecto del Padre de hacer un mundo nuevo, más humano y
justo para todos? La respuesta de Jesús es clara. “Sean compasivos como su
Padre es compasivo”. El samaritano de la parábola es el modelo de esta
actuación compasiva. Busquemos sacar provecho de estas reflexiones nuestras.
1ª parte:
PREPARACIÓN PERSONAL
1.
Motivación
¿He visto en estos días gestos o actitudes de compasión?
2.
Lectura de la Palabra de
Dios: Lucas 10,29-37:
“Vete y haz tú lo mismo”.
3.
Profundización de la lectura
bíblica
-
La pregunta del maestro de la ley. ¿Qué busca el
maestro de la ley cuando pregunta a Jesús ‘quién es mi prójimo’? ¿Me he hecho
alguna vez esta misma pregunta?
-
El herido de la cuneta. En el extenso
camino de la vida, ¿qué personas heridas, asaltadas, golpeadas, abandonadas a
su suerte… he visto?
-
El sacerdote y el levita. ¿Cómo se
describe los comportamientos del sacerdote y del levita al encontrar el herido?
¿Por qué su entrega al servicio de Dios y del templo no les lleva a ayudar al
herido?
-
El samaritano. Los samaritanos eran apartados
de la religión judía por no haber cumplido cabalmente la ley de Moisés. ¿Qué
más sé de los samaritanos excluidos del pueblo de Dios por parte de los judíos
de Jerusalén? ¿Cuáles son las 3 actitudes del samaritano al encontrar el
herido? ¿Siguen hoy pueblos o etnias discriminadas? ¿Por qué motivos se los
discrimina?
-
Jesús, buen samaritano. ¿También llamo
a Jesús así? ¿Por qué motivos? ¿Cómo resumiría las actitudes de Jesús con la
gente atropellada?
-
“Vete y haz tú lo mismo”. Estas son las
últimas palabras de Jesús al maestro de la ley: ¿qué mensaje deja Jesús al
maestro de
Puedo hacer un momento de oración.
2ª parte.
Comentario: “ACTUAR COMO EL SAMARITANO.
Jesús experimenta el misterio de
Dios como compasión. Dios tiene entrañas de madre. La compasión es el modo de
ser de Dios, su primera reacción ante el sufrimiento de sus criaturas, su
manera de mirar al mundo tratar a las
personas. Dios actúa movido por su compasión. Las parábolas más conmovedoras
son las que narró Jesús para hacer intuir a todos la compasión de Dios hacia
sus hijos e hijas (temas 12, 14 y 15). Movido por esta experiencia, Jesús va
introducir en la historia humana un nuevo principio de actuación: la fuerza que
ha de impulsar el crecimiento del reino de Dios en el mundo ha de ser la
compasión del Padre. “Sean compasivos como su Padre es compasivo” (Lucas 6,36.
El pueblo judío tenía otro
principio para orientar su conducta. La fórmula es del libro del Levítico:
“Sean santo porque yo, el Señor su Dios, soy santo” (Levítico 19,2). Todos han
de imitar la santidad del Dios del templo: un Dios que ama a su pueblo, pero
que rechaza a los extranjeros; que bendice a los que cumple la ley, pero que
maldice a los pecadores; que acoge a los puros, pero aparta a los impuros.
Jesús lo captó enseguida. Esta imitación de Dios santo no responde a su
experiencia de un Dios acogedor y
compasivo con todos. Es la compasión de Dios y no la “santidad” la que ha de
inspirar a los que acogen el proyecto del Padre. Jesús no niega “la santidad”
de Dios, pero lo que califica esa santidad no es el rechazo a los paganos, la
maldición a los pecadores o la separación de los impuros. Dios es grande y
santo no porque rechaza, maldice o separa, sino porque ama a todos sin excluir
a nadie de su compasión.
La parábola del buen samaritano
nos permite entender en qué consiste ser compasivo como el Padre. Según Luca,
Jesús narra esta parábola para responder a una pregunta que le hace un maestro
de la ley para no salir mal parado de una conversación que mantiene con él:
“¿Quién es mi prójimo?”. Esta es la pregunta de aquel que sólo se preocupa de
cumplir la ley para heredar de la vida eterna y lograr su salvación. Al maestro
de la ley le interesa saber a quién tiene la obligación de amar y a quién puede
excluir de su amor. No piensa en el sufrimiento de la gente. No conoce la
compasión hacia los que sufren.
Jesús que vive aliviando el
sufrimiento de los que encuentra en su camino, rompiendo si hace falta la le
del sábado o las normas de pureza, le responde con un relato en el que expone
de forma gráfica como actúa quien vive movido por la compasión del Padre.
En el camino que baja de
Jerusalén a Jericó, un hombre ha caído en manos de unos salteadores. Asaltado y
despojado de todo, queda en la cuneta, medio muerto, abandonado a su suerte. No
sabemos quién es. Sólo que es “un hombre”. Podría ser cualquier de nosotros.
Cualquier ser humano abatido por la violencia, la desgracia o el abandonado.
Afortunadamente, por el camino
llegan primero un sacerdote y luego un levita. Viven al servicio del Dios Santo
del templo. Sin duda se apiadarán de él. Sin embargo no es así. Al ver al
herido los dos cierran sus ojos y su corazón. Pero ellos es como su aquel
hombre “medio muerto” no existiera: “Ven al herido, dan un rodeo y pasan de
largo”. Su falta de compasión no es sólo una reacción personal, pues los dos
hacen lo mismo. El relato sugiere que es la tentación que acecha a quienes se
dedican a lo sagrado: vivir lejos del mundo real, donde la gente trabaja, lucha
y sufre. Probablemente siguen su camino ocupados a ser santos cumpliendo la
ley. En su horizonte no están los que sufren en las cunetas de los caminos.
¿Estaremos también nosotros dando rodeos para no encontrarnos con los que
sufren?
A lo lejos aparece un tercer
viajero. No es sacerdote ni levita. No viene del templo, ni siquiera pertenece
al pueblo elegido. Para los oyentes de la parábola es un despreciable
“samaritano”. El herido se puede esperar de él lo peor. Sin embargo su
actuación sorprende a todos. El relato la describe con todo detalle: “Al llegar
junto a él, lo vio, se conmovió y se acercó”. Esta es siempre la reacción de
quien vive conmovido por la compasión. Luego hace por el herido todo lo que
está en sus manos: desinfecta sus heridas con vina, las cura con aceite y lo
lleva hasta una posada. Allí lo cuida personalmente y procura que lo sigan
atendiendo. Él pagará los gastos. Esta actuación del samaritano nos revela la
dinámica de la verdadera compasión.
-
La mirada compasiva. El samaritano sabe mirar al
herido con compasión. Es lo primero. La compasión no brota de la atención a la
le o al respeto de los derechos humanos, Se despierta en nosotros desde la
mirada atenta y responsable al que sufre. Esta mirada nos libera del egoísmo y
de la indiferencia. Los evangelios recuerdan con frecuencia la mirada compasiva
de Jesús (léase Lucas 7,13; Mateo 9, 36 y 14,14).
-
El acercamiento. La mirada compasiva lleva al
acercarnos al que sufre. El samaritano “se acercó” al herido, se aproximó, se
hizo prójimo de él. El maestro de la le había preguntado a Jesús: “¿Quién es mi
prójimo?”. El samaritano no se pregunta si aquel desconocido que está medio
muerto en la cuneta es su prójimo o no. Sabe que es un ser humano que lo
necesita cerca. No necesitamos saber más. Quien mira a las personas con
compasión no se pregunta ‘quién es mi prójimo’, a quien debo amar. Se pregunta
quién es necesitado de que yo me acerque y me haga el prójimo, cualquier sea su
raza, su origen, su religión o su ideología.
-
El comportamiento de los
gestos. El
samaritano no se siente obligado a cumplir un determinado código legal.
Sencillamente responde a la situación del herido inventando toda clase de
gestos orientados a aliviar el sufrimiento y restaurar su vida.
Jesús
pasó su vida entera sembrando gestos de bondad. No tiene poder político ni
religioso. No puede resolver las injusticias que se cometen en Galilea, pero
vive inventando gestos de bondad orientados a cambiar aquella sociedad. Abraza
a los niños de la calle porque no quiere que los seres más frágiles vivan como
huérfanos; bendice a los enfermos porque no quiere que se sientan rechazados
por un Dios ante el que se sienten culpables, toca la piel de los leprosos porque
quiere que nadie los excluya de la convivencia; cura rompiendo el sábado para
que todos sepan que ni la ley más sagrada está por encima de los que sufren.
Estos
gestos de Jesús no son convencionales. Le nacen de su voluntad de hace un mundo
más amable y solidario en el que las personas se ayuden y cuiden mutuamente: el
mundo querido por el Padre, Sus gestos están orientados a afirmar la vida y la
dignidad de todos los seres humanos.
-
“Vete y haz tú lo mismo”. La parábola concluye con esta pregunta de
Jesús: “¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo de que cayó en manos de
los salteadores?”. El maestro de la le respondió: “El que tuvo compasión con
él”. Jesús le dice: “Vete y haz tú lo mismo”. Ahora sabemos lo que hemos de
hacer: no dar “rodeos” ante nadie que esté sufriendo, abrir los ojos, mirar
atentamente a los que sufren, acercarnos a las cunetas de los caminos, levantar
los heridos, vivir curando a los que sufren.
La
compasión no es sólo un sentimiento del corazón. No consiste en hacer de vez en
cuando una “obra de misericordia”. Según Jesús, la compasión es el principio de
acción que ha de inspirar e impulsar nuestro trabajo para extender el reino de
Dios: “Sean compasivos como su Padre es compasivo”.”
Bien puedo hacer un momento de
silencio meditativo.
3ª parte:
REUNIÓN DE GRUPO
ACOGIDA MUTUA Y FRATERNA
SALUDO: El animador saluda y presenta el tema
con su motivación inicial.
‘VER’ DESDE NUESTRA VIDA PESONAL
1.
Compartamos gestos y
actitudes de compasión que hemos presenciado recientemente.
‘ILUMINACIÓN’ EVANGÉLICA
Lectura
de Lucas 10,29-37: “Vete y haz tú lo mismo”.
2.
¿Por qué calificamos al
samaritano de la parábola de “bueno”?
‘ACTUAR’ POR EL PROYECTO DE JESÚS
3.
Conversión personal: ¿Qué mensaje sacamos de esta
parábola para nosotros?
4.
Compromiso: ¿Cuándo vamos a ser ‘buenos
samaritanos’ nosotros y nosotras?
ORACIÓN-‘CELEBRACIÓN’ COMUNITARIA.
1.
Sugerencias para la oración: Nos repartimos las
diferentes partes.
-
Se
explica los símbolos presentes en la mesa.
Momento
de silencio
donde nos disponemos a rezar.
-
Retomamos la última frase de Jesús al maestro de la ley: “Vete y
haz tú lo mismo” y hacemos un momento de silencio.
-
Meditamos la siguiente oración y terminamos haciendo alguna
petición.
Señor, tú eres el buen
samaritano, porque has sido el primero en hacerte el mejor prójimo del ser
humano.
Tú te acercas siempre que nos
ves caídos o heridos en el camino de la vida.
Cuando yo me pregunto ‘quién
es mi prójimo’,
Tú me cambias con paciencia
la pregunta y me dices: ‘¿De quién te vas a hacer el prójimo?’.
Tú nos descubres el cambio
que necesitamos:
Salir de nuestro egoísmo,
romper nuestro estrecho círculo de bienestar,
Ponernos cada mañana los ojos
bien abiertos para ir al encuentro de quién tú nos pones en el camino.
La vecina viuda y sin
recursos, el desempleado que turba mi paz,
El extranjero con quien no
quiero hablar…
¡Dame, Seño, danos un corazón
compasivo como el tuyo!
Hacemos alguna petición…
-
Alguien lee la siguiente oración que repetimos paso a paso:
Señor, esta es nuestra hora; Señor, esta es tu hora./
No es la hora del miedo y de
la soledad,/
No es el tiempo de la
dispersión,/
No es el momento de hacer
camino en solitario,/
No son los días de
desesperar./
Señor, esta es nuestra hora; Señor, esta es tu hora./
Es la hora de la comunión y
el tiempo de la verdad,/
Es la hora de la compasión y
de la misericordia./
Es la hora de quienes tienen
oídos para oír,/
Es la hora de quienes tienen
corazón de carne y no de piedra./
Señor, esta es nuestra hora; Señor, esta es tu hora./
Es ahora cuando podemos dar la
mano,/
Es ahora cuando los profetas
han de gritar,/
Es ahora cuando nuestra
fuerza es la esperanza,/
Es la hora de quienes creen y
confían,/
Es el tiempo de hacer nuevas
todas las cosas,/
Porque, Señor, esta es nuestra hora, esta es, Señor, tu hora./
-
Terminamos escuchando:
Jesús, paz de nuestros
corazones,
Tú nos llamas a cada uno a
seguirte.
¿A quién iríamos sino a ti?
Tú tienes las palabras que
dan vida a nuestro corazón.
2.
Bendición y abrazo de paz.
DESPEDIDA. Se señala la fecha y la casa donde
tendrá lugar la próxima reunión.
Tema 29 : “
A MÍ
ME LO HICIERON ”.
Motivación inicial
En el encuentro anterior hemos
escuchado la llamada de Jesús a ser compasivos como el Padre, imitando al
samaritano de la parábola. Ahora veremos que esa compasión, que se concreta en
ayuda práctica a los más necesitados, es lo decisivo: es el criterio definitivo
para entrar en el reino de Dios y recibir la bienvenida del Padre compasivo.
1ª parte:
PREPARACIÓN PERSONAL
1.
Motivación
¿Me he puesto a pensar cuál es criterio ineludible que define una
vida según el sueño de Dios?
2.
Lectura de la Palabra de
Dios: Mateo
25,31-46: “A mí me lo hicieron”.
3.
Profundización de la lectura
bíblica
-
Escena grandiosa. El relato del juicio final no es propiamente
una parábola, sino una escena grandiosa en la que Cristo preside como rey la
asamblea universal de todos los pueblos de la tierra. Trato de imaginar la
escena: Jesús de Nazaret, el carpintero que se hizo misionero itinerante y
pobre de Galilea, el resucitado torturado y crucificado… que mira a esa
muchedumbre…
-
Separación en 2 grupos. Para la ubicación no hay sino 2 alternativas:
¿qué es lo primero que hace Jesús? ¿Quiénes componen cada uno de los grupos que
quedan separados? ¿Se da hoy está separación en el planeta, en el país?
-
Doble invitación a los 2 grupos. ¿Qué invitación o despedida
dirige Jesús a cada grupo? ¿Cuál es el motivo de un destino tan diferente y
opuesto?
-
Necesidades básicas. ¿De qué clases de necesitados se habla en el
relato? ¿Siguen existiendo hoy estas clases de necesitados? ¿Hay estos casos
reales cerca de donde vivo?
-
Sorpresa de los 2 grupos. ¿Por qué se sorprenden los de cada grupo?
¿Cuál es la respuesta de Jesús a cada uno? ¿Sé ver hoy a Jesús identificado con
los necesitados?
-
Lo decisivo. ¿Qué es lo decisivo para entrar en el reino
definitivo de Dios? Parece que no tienen importancia las religiones y las
prácticas religiosas: ¿qué digo al respecto? En definitiva, ¿para qué vino
Jesús? ¿Cómo armonizar la compasión solidaria con la vivencia religiosa?
Puedo hacer un momento de oración.
2ª parte.
Comentario: “LO DECISIVO ES LA AYUDA AL NECESITADO.
En el evangelio de Mateo
encontramos un relato impresionante que tradicionalmente se suele presentar
como “parábola del juicio final”. Sin embargo, no es propiamente una parábola,
sino una escena grandiosa donde se afirma que el criterio definitivo que
decidirá la suerte final de todos es la ayuda práctica a los necesitados.
Sin ninguna introducción previa
se nos dice que el Hijo del Hombre (Cristo resucitado) llegará como un rey,
acompañado por un cortejo de ángeles, y se sentará de manera solemne “en el
trono de su gloria”. Ante él se reúnen “todos los pueblos”. Allí están hombres
y mujeres de todas las razas y pueblos, de todas las culturas religiones, generaciones de todos los
tiempos. Es la hora de la verdad. La humanidad entera va a escuchar el
veredicto final.
El rey comenzará por separar esta
muchedumbre en 2 grupos, como hacen los pastores con su rebaño al atardecer:
las ovejas a un lado, para dejarlas al fresco durante la noche, pues así les va
mejor; los cabritos del otro lado, para cobijarlos al interior, porque el frío
de la noche no les hace bien.
El relato no se detiene
propiamente a describir los detalles de un juicio (acusaciones, defensa,
sentencia…). Lo que se destaca es un doble diálogo que arroja una luz grande
sobre nuestro modo de vivir, pues nos hace ver que, en definitiva, hay 2
maneras de reaccionar ante los que sufren: nos compadecemos y les ayudamos o
nos desentendemos y los abandonamos.
Al primer grupo, el rey los
invita a acercarse: “Vengan, benditos de mi Padre”; son hombres y mujeres que
reciben la bendición de Dios para heredar el reino “preparado para ellos desde
el comienzo del mundo”. Al segundo grupo, les invita a apartarse: son los que
se quedan sin la bendición de Dios y sin el reino. Cada grupo se dirige al
lugar que ha escogido con su vida: los que han vivido movidos por la compasión
y han ayudado a los necesitados terminan en el reino del amor y de la
misericordia de Dios; los que han excluidos de su vida a los necesitados se
autoexcluyen del reino de Dios, donde reina el amor. El criterio para separar a
los 2 grupos es preciso y claro. Los del primer grupo han reaccionado con
compasión ante los necesitados y les han ofrecido su ayuda. Los del otro grupo
han vivido indiferentes a su sufrimiento y no les han ofrecido ayuda alguna.
El rey les habla a los 2 grupos
de 6 situaciones de necesidades básicas y fundamentales. No son casos irreales,
sino necesidades que todos conocemos, y que se dan en todos los pueblos y en
todos los tiempos. En todas partes hay hambrientos y sedientos; hay inmigrantes
y desnudos; hay enfermos y encarcelados.
No se pronuncian grandes palabras
como “justicia”, “solidaridad”, “respeto a los derechos humanos”… Están todas
de sobra si no hay ayuda real a los que sufren. Aquí se habla de comida, algo
de beber, ropa, un techo bajo el que cobijarse. Tampoco se habla de amor que
puede resultar un lenguaje demasiado abstracto. Se habla de cosas tan concretas
como dar de comer y de beber, vestir, acoger, visitar. Lo decisivo no es el
sentimiento del amor, sino la compasión que se traduce en ayuda práctica.
Lo sorprendente es como les habla
el rey a los 2 grupos. Al primero le dice así: “Tuve hambre y me dieron de
comer; tuve sed y me dieron de beber; era extranjero y me acogieron; estaba
desnudo y me vistieron; enfermo y me visitaron; encarcelado y vinieron a
verme”. El grupo naturalmente expresa su asombro: nunca han visto a l rey en
esas gentes hambrientas y sedientas; nunca lo han visto en los extranjeros o en
los desnudos; tampoco en los enfermos y los encarcelados. Pero el rey se
reafirma en lo dicho: “Les aseguro que cuando lo hicieron a unos de estos
hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicieron”.
Lo mismo sucede con el segundo
grupo. El rey les dice: “Tuve hambre y no me dieron de comer; tuve sed y no me
dieron de beber; fui extranjero y no me acogieron; estuve desnudo y no me
vistieron: enfermo y en la cárcel y no me visitaron”. También este grupo manifiesta
su extrañez: ni se les ha pasado por la cabeza que podían estar desatiendo a su
re. Pero este se reafirma en lo dicho: él está presente en el sufrimiento de
estos “hermanos pequeños”: “Les aseguro que, cuando dejaron de hacerlo a uno de
estos pequeños, también a mí me lo dejaron de hacer”.
Este lenguaje que emplea el rey
no es un recurso literario. Es totalmente coherente con lo que sabemos de
Jesús. Las fuentes evangélicas no admiten dudas. Jesús vivió volcado en
aquellos que veía necesitados de ayuda. Era incapaz de pasar de largo. Ningún
sufrimiento le era ajeno. Se identificaba con los más pequeños y desvalidos, y
hacía por ellos todo lo que podía.
Los que son declarados “benditos
del Padre” no han actuado por motivos religiosos, sino por compasión. No es su
religión ni su adhesión explícita a Jesús lo que los conduce al reino de Dios,
sino su ayuda concreta a los necesitados. El camino que conduce a Dios no pasa
necesariamente por la religión, el culto o la confesión de fe, sino por la
compasión activa y solidaria hacia los “hermanos pequeños” de Jesús. Lo
decisivo en la vida no es lo que confesamos. El reino de Dios es y será siempre
de los que aman al pobre que sufre y le ayudan en su necesidad. Esto es lo
decisivo.
Algunos autores llegan a decir
que este relato significa una “revolución religiosa” sin precedentes, pues
Jesús abre una vía de acceso al Padre distinta de lo sagrado: la ayuda al
hermano necesitado. Por esa vía caminan muchos hombres y mujeres que no conocen
o no confiesan fe alguna en Jesús.
Esto no significa que la religión
o la adhesión creyente a Jesucristo queden anuladas. Al contrario, quedan
interiormente orientadas hacia el amor y la compasión activa y solidaria. La
religión verdadera siempre conduce al amor. El seguimiento fiel a Jesucristo
siempre arrastra a ser compasivos como el Padre es compasivo.
El relato de Jesús habla del
veredicto final, pero nos arroja mucha luz sobre nuestra vida actual. No hay
que esperar el juicio final. Ahora nos estamos acercando o apartando de los que
sufren. Ahora nos estamos acercando o alejando de Cristo. Ahora estamos
decidiendo nuestra vida.”
Bien puedo hacer un momento de
silencio meditativo.
3ª parte:
REUNIÓN DE GRUPO
ACOGIDA MUTUA Y FRATERNA
SALUDO: El animador saluda y presenta el tema
con su motivación inicial.
‘VER’ DESDE NUESTRA VIDA PESONAL
1.
¿Cuál es criterio ineludible
de una vida según la voluntad de Dios?
‘ILUMINACIÓN’ EVANGÉLICA
Lectura
de Mateo 25,31-46: “A mí me lo hicieron”.
2.
¿Sobre qué criterios asienta
Jesús el juicio final de las personas y de los pueblos?
‘ACTUAR’ POR EL PROYECTO DE JESÚS
3.
Conversión personal: ¿Cómo aplicamos los
criterios de Jesús a nuestra vida personal y colectiva?
4.
Compromiso: ¿Qué vamos a cambiar en
nuestro actuar y nuestra fe para estar acordes con el criterio definitiva de
Jesús?
ORACIÓN-‘CELEBRACIÓN’ COMUNITARIA.
1.
Sugerencias para la oración: Nos repartimos las
diferentes partes.
-
Se
explica los símbolos presentes en la mesa.
Momento
de silencio
donde nos disponemos a rezar.
-
Rezamos a partir de la siguiente canción conocida: la cantamos o la
meditamos.
Con nosotros está y no lo conocemos. Con nosotros está: su nombre
es el Señor.
Su nombre es el Señor y pasa
hambre y clama por la boca del hambriento;
Y muchos que lo ven pasan de
largo, acaso por llegar temprano al templo.
Su nombre es el Señor y sed
soporta y está en quien de justicia está sediento;
Y muchos que lo ven pasan de
largo, a veces preocupados en sus rezos.
Con nosotros está…
Su nombre es el Señor y está
desnudo; la ausencia del amor hiela sus huesos;
Y muchos que lo ven pasan de
largo, seguros al calor de su dinero.
Su nombre es el Señor y
enfermo vive y su agonía es la de enfermo;
Y muchos que lo saben no
hacen caso, tal vez no frecuentaba mucho el templo.
Con nosotros…
Su nombre es el Señor y está
en la cárcel, está en la soledad de cada preso;
Y nadie lo visita y hasta
dicen: ‘Tal vez este no era de los nuestros’.
Su nombre es el Señor, el que
sed tiene y pide por la boca del hambriento;
Está preso, está enfermo,
está desnudo: pero Él nos va a juzgar por todo eso.
Con nosotros…
-
Repetimos despacio la siguiente oración:
Señor, en este mundo
insolidario y frío queremos buscarte./
En los barrios periféricos y
las zonas marginales queremos encontrarte./
En los que la sociedad
esconde y olvida queremos verte./
En los que no cuentan para la
cultura dominante queremos descubrirte./
En los que carecen de lo
básico y necesario queremos acogerte./
En los que pertenecen al
revés de la historia queremos abrazarte./
-
Alguien reza sólo:
Jesús, paz de nuestros
corazones en nuestros días y en nuestras noches,
En la horas de plena luz como
en las de gran oscuridad,
Tú llamas insistente a
nuestra puerta y espera nuestra respuesta solidaria.
-
Hagamos una breve oración espontánea.
2.
Bendición y abrazo de paz.
DESPEDIDA. Se señala la fecha y la casa donde
tendrá lugar la próxima reunión.
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