S E M A N A S
A N T A E N F A M I L I A
Desde las
CEBs. Pedro Pierre. Guayaquil, 2020.
“ DIOS SACA
VIDA HASTA DE LA MUERTE ”
3.
Jueves santo :
NUESTRO SERVICIO
ES ORGANIZAR EL
COMPARTIR.
‘En verdad he deseado muchísimo comer esta
Pascua con Uds.’ (Lucas 22,15).
OBJETIVOS
DE LA CELEBRACIÓN DE HOY
1.
Recordar la antigua alianza de Moisés con Dios
2.
Recordar la nueva
alianza sellada por Jesús.
3.
Celebrar la continuidad con nosotros.
4.
Comprometernos a hacerla crecer mediante el
Reino.
LEAMOS PRIMERO LO SIGUIENTE.
1ª parte : REFLEXIONEMOS SOBRE EL SENTIDO DE
LA CENA PASCUAL
Para comprender la Cena de Jesús
hay que entender el sentido de la Cena pascual que todo el Pueblo judío
celebraba todos los años. Era su fiesta nacional, o sea, el recuerdo de la
salida de la esclavitud de Egipto unos 1.200 años antes.
A. SENTIDO DE LA CENA
TRADICIONAL DE LOS JUDIOS
En el tiempo de
Jesús, la Cena Pascual se celebraba cada año para recordar la salida de Egipto,
la alianza con Dios en el desierto y la puesta en marcha de una organización
igualitaria: eran los comienzos del Pueblo de Dios. Era la fiesta nacional de
los Judíos: su origen como pueblo y nación. Desde los 12 años, Jesús celebró la
Cena pascual todos los años hasta que en la última, le da un sentido y un
contenido nuevo: pasará a ser nuestra misa.
En la última Cena, Jesús selló una alianza liberadora.
-
Es alianza porque
recuerda el proyecto de Dios de que toda la Humanidad seamos su Pueblo y Él,
nuestro único Dios.
-
Es liberadora porque
somos infieles y nuestro mundo es muy injusto: sólo Dios y nuestra unión nos
dan la capacidad de vencer el mal para formar este Pueblo fraternal en alianza
con Él.
La Cena de Jesús nos recuerda el pasado o sea la primera Pascua o
salida de Egipto. Además nos compromete a construir de fraternidad cada día. También nos asegura
que esta nueva y eterna alianza no
fracasará, sino que avanza irresistiblemente hacia el triunfo
definitivo del Reino por nuestros esfuerzos y la fuerza del Espíritu de Jesús.
B. LA CENA CELEBRADA POR JESÚS ES LA CENA PASCUAL
DE LOS JUDÍOS, PERO RENOVADA
Igual que su vida y su mensaje,
la última Cena de Jesús se inscribió en la historia del Pueblo judío.
Celebraron la primera Cena de Pascua al salir de la esclavitud de Egipto (Éxodo
12,1-14. En tiempos de Jesús esta Cena y Fiesta nacional tenían más de 1,200
años: recordaba la salida exitosa de
la esclavitud de Egipto, la alianza en el desierto del Sinaí y la caminata a
través del desierto hacia la ‘Tierra Prometida’, o sea, Palestina. La salida, o
éxodo de Egipto, permitió al Pueblo judío darse las tres bases que lo que
constituyen: una liberación, una alianza
con Dios y un proyecto social igualitario. Todo esto conformó la Pascua
judía.
1. La Pascua es
liberación
El libro del Éxodo nos cuenta
una doble historia: la de esclavitud
por parte del Faraón, o rey de Egipto, y la de la liberación por parte de los descendientes de Abrahán,
liderados por Moisés (Éxodo 1-15).
2.
La Pascua es también alianza con Dios
Ahí está la dimensión religiosa de este
proceso. La fe de estos esclavos que se liberaban, se originaba en la fe de
Abraham: esta fe les permitió descubrir que Dios estaba presente y activo en
esta liberación o éxodo. Reconocían su rostro permanente: era el Dios de los
pobres, amaba a todos, pero protegía al débil, al explotado, al maltratado...
Sellaron y celebraron esta alianza en el desierto (Éxodo 24).
3. La Pascua es
proyecto social
La liberación de la esclavitud
exigía una organización que impida, adentro de este nuevo pueblo, las
condiciones y estructuras que hicieran posible la misma esclavitud de Egipto.
De ahí provienen las distintas leyes sociales de los libros del Éxodo, Levítico
y Deuteronomio (leyes sabáticas y jubilares en particular), resumidas en los 10
mandamientos (Éxodo 20-23): estas leyes institucionalizaban la
igualdad entre los Hebreos.
El rito que simbolizó los
compromisos adquiridos, fue una cena con cordero, el animal propio de los pastores del
desierto. Esta se renovaba anualmente recordando los compromisos: no
volver a ser esclavos, seguir en Alianza con Dios y construir la fraternidad
social (Éxodo 12). A lo largo de 1,200 años los Jueces, Profetas y los Sabios
recordaron y purificaron estos ideales a pesar de las infidelidades y de las
invasiones extranjeras. En la última Cena Jesús
asumió toda esta herencia y la renovó llevándola a su perfección.
C. LA ‘ÚLTIMA CENA’ DE JESÚS CON SUS DISCÍPULOS
COMIENZA CON EL LAVATORIO DE LOS PIES
1.
Recordemos cómo se celebraba la Cena pascual de los Judíos.
2.
¿Qué significaba esta Cena pascual para los Judíos?
3.
Al iniciar la Cena, ¿qué iniciativa novedosa toma Jesús con sus discípulos?
Leamos cómo fue el lavatorio de los pies, en Juan 13,1-17.
Dialoguemos entre todos.
1.
Cuándo Jesús va a lavar los pies a Pedro, este protesta: ¿Cuáles serán los
motivos de la protesta de Pedro?
2.
¿Qué explicación de su gesto da Jesús a todos los discípulos?
3.
¿Cómo nos aplicamos a nosotros el mensaje de Jesús?
4.
Con el lavatorio de los pies, ¿a qué nos comprometemos?
Ahora realizamos el lavatorio de los pies
-
¿A quiénes lavamos los pies? ¿Quién lava los pies? ¿O nos lavamos los pies
entre todos?
-
También podemos dramatizar el lavatorio de los pies: ¿Quién hace Jesús?
¿Quién hace Pedro?
D. EL MEMORIAL DE LA ÚLTIMA CENA.
Acomodamos la mesa para realizar la Cena de Jesús.
Leamos a Pablo en su 1ª carta a los Corintios 11,17-34.
1.
¿Qué reclama Pablo a los cristianos de Corinto?
2.
¿Qué palabras de Jesús recuerda Pablo que dice sobre el pan y luego sobre
el vino?
3.
¿Qué significan las palabras de Jesús sobre el pan y sobre el vino?
Ahora hacemos memoria de la Cena de Jesús con lo que hemos preparado.
1.
¿Qué oración hacemos antes de comenzar?
2.
¿Quién reparte la comida y qué dice de ella?
3.
¿Quién repararte la bebida y qué dice de ella?
4.
¿Quién hace una oración de acción de gracias?
5.
¿A qué nos estamos comprometiendo al hacer memoria de la Cena de Jesús?
Terminamos rezando el Padrenuestro, nos damos la paz y la bendición.
¿Cómo nos sentimos después de
esta celebración?
Canto.
2ª parte : LAS NOVEDADES
QUE TRAJO JESÚS EN SU ÚLTIMA CENA.
A. “¡DESAPRENDER PARA REAPRENDER!”
Estos tiempos de cuarentena son
una buena oportunidad para la reflexión, el diálogo, la revisión de vida, un
reencuentro con Dios: ¡Aprender y desaprender! Con el paso de los años,
descubrimos que hay que desaprender
cosas viejas e inútiles que se han ido acumulando con el paso de los
siglos. Por ejemplo, puede ser que Jesús no haya “ordenado” ningún sacerdote,
pues él mismo fue ‘laico’ toda su vida. Puede ser también que no haya
proyectado ninguna institución eclesial, pues fueron los representantes de la religión
oficial que lo mandaron a la cruz. Tal vez, todo eso y mucho más haya que
desaprenderlo para actualizarnos.
Lo que sí es seguro es que la construcción del Reino fue la verdadera
misión de Jesús… ¿Nos hemos dada cuanta -¿nos sorprenderá?- que la palabra
Reino ni consta en los credos que rezamos en nuestras misas? Juan Bautista
hablaba de ‘pecado’; Jesús vino para el Reino, es decir la realización social
del amor de Dios y la condición indispensable para la comunión con él. Eso sí,
hay que reaprenderlo en este tiempo
de Semana santa.
La gran novedad de Jesús en la
última Cena fue el lavatorio de los pies
y el compartir del pan y del vino que relaciona con su muerte próxima.
Jesús retomó el sentido de la Cena tradicional de los Judíos, pero le da una nueva dimensión. Es liberación integral, alianza exitosa con
Dios y fraternidad sin frontera en una única familia humana. Eso fue adquirido
por Jesús. Jesús nos lo comunica si
pasamos a seguir sus pasos, sus palabras, su manera de vivir, servir y dar
la vida por los demás. Jesús es nuestro ‘salvador’ porque nos indicó el camino
seguro de la salvación, o sea, la construcción del Reino.
B. LAS NOVEDADES QUE TRAJO JESÚS CON LA ÚLTIMA CENA
1.
Jesús confirmó
que la Cena pascual es liberación, pero esta liberación es ‘integral’.
La primera pascua fue una
hazaña de liberación de la esclavitud después de unos 250 años de opresión.
Jesús quiso una liberación más amplia,
integral, o sea, liberación de todo lo que destruye a las personas, pero
sobre todo sobre todo liberación de la raíz de todos los males que es el pecado
en el corazón de cada persona. Hoy eso es el servicio de los cristianos: colaborar
a la liberación material, social, económica, política, religiosa de
todos los oprimidos.
2.
Jesús selló una
nueva y eterna alianza
La primera alianza del Sinaí
fue un contrato, el compromiso de cumplir leyes -los 10 mandamientos -para
poder continuar en alianza con Dios, leyes. A Dios se lo encontraba mediante
Moisés, los sacerdotes y los levitas, la tienda de Encuentro divino, el templo,
unas fiestas, los rituales y sacrificios…Con
la ‘nueva alianza’ sellado por Jesús nos permite entra en contacto directamente
con Dios.
-
Al hacerse hombre Jesús, nos indica que Dios está en nosotros y entre
nosotros. Con Jesús ‘el cielo ha bajado a la tierra’.
-
Para entrar en contacto con Dios no necesitamos de intermediarios:
sacerdotes, templos, ritos y sacrificios de animales, cumplimiento estricto de
leyes: “Los verdaderos adoradores adoran al Padre en espíritu y en verdad”
(Juan 4,23-24).
-
El verdadero culto que quiere Dios es la fraternidad universal, o
sea, la justicia y la equidad.
3.
Jesús conformó
un Pueblo nuevo encargado del Reino
La primera ‘Pascua’ fue el
arranque de la formación del Pueblo judío con 3 pilares fundamentales:
libertad, alianza e equidad. ‘Equidad’ significa que cada uno logra
tener lo que necesita. Era la mejor manera de no volver a la esclavitud.
Con el proyecto del Reino, Jesús
retoma este proyecto iniciado por Moisés y Miriam e intuido por Abraham y Sara.
A lo largo de muchos siglos los cristianos pensaron que la religión y la
institución eclesial eran los caminos para construir el Reino. Vemos que estas
etapas ya no dan más. Descubrimos que Jesús vino para crear ‘el Movimiento, la
Organización, la Comunidad para el Reino’. Eso estamos rescatando en los
tiempos actuales. Desde 50 años las Reuniones Episcopales Latinoamericana van
por esa dirección. Es el gran empeño del papa Francisco, inspirándose en el
Concilio y las vivencias de las Iglesias latinoamericanas, por eso levanta
tanta resistencia.
Estas novedades pueden aparecer
muy nuevas… pues el paso de los siglos nos ha alejado mucho de la fe y de la
práctica de las primeras Comunidades cristianas. El Concilio nos ha devuelto a
estas épocas de Jesús y de la primeras Comunidades, para volver ‘al primer amor’ y
ser más fieles al mensaje de Jesús y a su misión: el Reino, ‘lo único absoluto’
(Mateo 6,33).
C. LOS CAMINOS QUE ABRE JESÚS
1.
El Reino es lo
único absoluto
Desde el primer capítulo de su
Evangelio -el más antiguo-, Marcos (1,14) nos presenta que la misión es el
Reino. Más de 100 veces, los Evangelistas van a poner esta palabra en boca de
Jesús. Los nuevos ‘mandamientos’ de Jesús son las Bienaventuranzas. Los Evangelios
están llenos de parábolas sobre el Reino. El mismo Jesús afirma
categóricamente: “Busquen primero el Reino de Dios; lo demás vendrá por
añadidura” (Mateo 6,33).
En 1975, 10 años después de
terminar el Concilio Vaticano 2, el papa Pablo 6° volvió a confirmarnos esta
prioridad absoluta del Reino de Dios, en su Carta sobre “La Evangelización del
Mundo Contemporáneo” (8): “Cristo anuncia ante todo un Reino, tan importante
que, en relación a él, todo se convierte en “lo demás”… Solamente el Reino es
pues absoluto y todo el resto es relativo”.
2.
Somos servidores
de la liberación
Con este tema de la liberación,
quedémonos con el mismo papa Pablo 6° que en la misma carta afirma: “La Iglesia
tiene el deber de anunciar la liberación de millones de seres humanos…, el
deber de anunciar que nazca esta liberación, de dar testimonio de la misma, de
hacer que sea total. Todo esto no es extraño a la evangelización” (30).
Por esta razón, los obispos
latinoamericanos desde su reunión en Medellín (Colombia, 1868) hasta la de
Aparecida (Brasil, 2007) lanzaron la opción por los pobres, “preferencial y
solidaria con sus causas” (Puebla 1134 y Mensaje 3). El papa Juan Pablo 2° lo
confirmó solemnemente en sus carta sobre ‘El Trabajo humano” (8): “La Iglesia
está vivamente comprometida en esta causa (la solidaridad), porque la considera
como su misión, su servicio, como verificación de su fidelidad a Cristo”.
Con el lavado de los pies de los 12 apóstoles (Juan 13)., Jesús
quiso insistir en que la Cena Pascual nos compromete en un servicio. De la misma manera que él
fue el modelo del Servidor sufriente, nosotros también somos servidores del
Reino, hasta las últimas consecuencias. El lavado de los pies por Jesús no era
sólo limpieza superficial, fue el signo de su servicio absoluto por el Reino,
que lo llevó a la muerte. Se trata de un servicio liberador del pecado y de
todo lo que nos esclaviza: la maldad, las injusticias, la marginación, el
analfabetismo, los vicios, etc.
3.
Somos un Pueblo
sacerdotal
Al decir ‘hagan esto en memoria
mía’ (Lucas 22,19), Jesús consagró a la Comunidad cristiana como Pueblo
sacerdotal encargado de celebrar siempre “esta fracción del pan”: Es el
comienzo de un nuevo culto: la
Eucaristía. Con la muerte y resurrección de Jesús y con la venida del
Espíritu Santo, se constituyó la primera Comunidad cristiana con los mismos tres compromisos de la Cena: de
alianza, liberación e igualdad como signos del Reino. Iba a ser el Pueblo Nuevo
que continúa la vida, el mensaje y la lucha de Jesús por el Reino. Cada
Eucaristía nos compromete a continuar lo que Jesús resumió en la Cena Pascual:
ser un pueblo fraternal, mantener la alianza con Dios y vivir un compromiso de
liberación desde la igualdad. Eso es el
culto que quiere Dios: ser un Pueblo fraterno que celebra su compromiso
liberador como signo de su Alianza con Dios (Romanos 12,1).
San Pedro nos confirma esta
realidad de que somos un ‘Pueblo
sacerdotal’, por nuestro bautismo, en su primera carta (2,9-10): “Pero
ustedes son una raza elegida, un reino de sacerdotes, una nación consagrada, un
pueblo que Dios hizo suyo para proclamar sus maravillas; pues él los ha llamado
de las tinieblas a su luz admirable. Ustedes antes no eran su pueblo, pero
ahora son pueblo de Dios; no habían alcanzado su misericordia, mas ahora les ha
sido concedida su misericordia.”
Que esta celebración del Jueves
Santo fortalezca nuestra fe, aclare el sentido de la misa y nos comprometa, con
Pueblo sacerdotal, en el servicio liberador por el cual Jesús murió y resucitó.
Nuestro ‘servicio’ como cristianos en Comunidades es ‘organizar el compartir”
en nombre de Dios y de su proyecto, el Reino. Esa es la misión que quiere Jesús
para todos nosotros, individual y colectivamente.
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