6ª
etapa : LLAMADOS A
SEGUIR A JESÚS.
INTRODUCCIÓN
A lo largo de los últimos
encuentros hemos escuchado las principales llamadas de Jesús: su invitación a
entrar en la dinámica del reino de Dios, su llamada a ser compasivos como el
Padre del cielo y su propuesta de amor a Dios y a los hermanos como única ley.
Ha llegado el momento de escuchar de Jesús la llamada concreta a todos y a cada
uno de los miembros de este grupo a seguirlo de cerca.
Ya conocemos su estilo de vida,
su pasión por Dios, su entrega a los que sufren, su proyecto del reino. Ahora
hemos de estar más atentos que nunca. En los próximos encuentros Jesús nos irá
llamando de manera muy concreta a seguirlo, colaborando con él en la tarea
apasionante de abrir caminos a ese Dios que quiere construir, con nosotros y
junto a nosotros, un mundo más digno, justo y fraterno.
He aquí 5 llamadas concretas a seguir a Jesús
de muy cerca.
-
“Sígueme” (tema 32). Antes que nada escucharemos la voz de Jesús, que nos
llama a seguirlo. Nos pide disponibilidad; no nos promete ni seguridad ni
bienes. Se trata de una decisión voluntaria para un amor arriesgado y
apasionado. Si aceptamos, nuestra vida ha de cambiar, definitivamente.
-
“Carguen con la cruz” (tema 33). Decididos a seguir a Jesús, hemos
de olvidarnos de nuestros intereses egoístas. Nos pondremos a colaborar en el
proyecto humanizador del Padre, acompañados de dificultades y sufrimientos.
Pero nos sentiremos profundamente en paz.
-
“Son la sal de la tierra y la luz del mundo” (tema 34). Nuestra tarea es
ardua, pero atractiva. Jesús nos llama a ser sus testigos de 2 maneras: por una
parte ser sal para dar sabor a la vida y, por otra, ser luz para iluminar las
tinieblas de la existencia.
-
“Ustedes recen así” (tema 35). Para lograr ser testigos de Jesús
necesitamos vivir con su Espíritu. Jesús nos ha dejado en herencia la oración
del Padrenuestro. En ella, con el Espíritu de Jesús, podemos animarnos y
alimentarnos para su proyecto del reino: pues es la oración del reino.
-
“Hagan esto en memoria mía” (tema 36). El último mandato de Jesús fue de
celebrar en memoria de él su cena de despedida que hizo con sus discípulos
antes de morir. Esta Cena del Señor fortalece nuestra comunión con él y nuestra
entrega al servicio del reino de Dios.
Tema 32
. “ SÍGUEME ”.
Motivación inicial
En estos momentos de nuestro
recorrido renovamos nuestra actitud de atención y escucha: Jesús nos llama a
seguirlo sin más explicación. Hemos de tomar una decisión que va a orientar
felizmente nuestra vida. Jesús no nos promete seguridad ni bienestar. Nos pide
disponibilidad y confianza. Nos llama para colaborar con él en el proyecto de
Dios, trabajando por un mundo más justo y fraterno. ¿Puede haber alguna tarea
más importante?
1ª parte: PREPARACIÓN
PERSONAL
- Motivación
¿Cuál es la palabra de Jesús que más me anima?
- Lectura de la Palabra de Dios: Lucas 9,57-62: “Sígueme”.
- Profundización de la lectura bíblica
Primera escena (vv.57-58).
-
¿Qué me
parece la decisión de este ‘alguien’ de seguir a Jesús?
-
Según la
respuesta de Jesús, ¿cuál es la primera exigencia para lograr su seguimiento?
Segunda escena (vv. 59-60).
-
¿Me
parece razonable lo que pide este ‘otro’ a Jesús que lo deje ir a enterrar a su
padre antes de seguirlo?
-
¿Por qué
será que Jesús da un carácter tan radical a su seguimiento?
Tercera escena (vv. 61-62).
-
¿Me
parece razonable que le pida este ‘tercero’ a Jesús que lo deje despedirse de
su familia antes de seguirlo?
-
¿Por
qué, según Jesús, no vale para el reino de Dios aquel que vive mirando el
pasado?
-
¿Cómo me
siento frente a estas exigencias de Jesús?
Puedo hacer un momento de oración.
2ª parte. Comentario:
“CONDICIONES PARA SEGUIR A JESÚS.
“Seguir a Jesús” es una metáfora
(una imagen) que los discípulos aprendieron por los caminos de Galilea. La
metáfora es muy sugestiva. Para ellos significa en concreto: caminar, moverse,
dar pasos tras Jesús; no quedar lejos de él. La metáfora va a ir adquiriendo
más tarde un contenido vital. Para las primeras generaciones cristianas,
“seguir a Jesús” significa principalmente vivir como él y colaborar con él a
abrir caminos al reino de Dios.
Por eso, “seguir a Jesús” es el
corazón de la vida cristiana. Nada hay más importante y decisivo. Es un error
pretender ser cristianos sin seguir a Jesús. Precisamente por eso, Lucas escoge
tres escenas para que sus lectores tomen conciencia de que nada pude haber más
urgente e inaplazable.
Jesús emplea imágenes
significativas. Se ve que quiere sacudir las conciencias. No busca seguidores a
toda costa, sino seguidores más comprometidos que le sigan incondicionalmente
renunciando a falsas seguridades y
asumiendo rupturas necesarias. Las palabras de Jesús se resumen en dos
preguntas: ¿quieren vivir en adelante su vida siguiéndome de manera
incondicional? ¿Quieren colaborar conmigo sin reserva con el proyecto
humanizador del Padre?
-
Primera escena. Uno de los que le acompañan
se siente tan atraído por Jesús que, antes de que lo llame, el mismo se
adelanta y toma la decisión: “Te seguiré adónde vayas”. Jesús reacciona de
manera sorprendente. Antes que nada quiere que tome conciencia de su decisión.
Seguirle a él es una aventura arriesgada. ¿Por qué? Sencillamente porque “los
zorros tienen madrigueras y los pájaros nidos”, pero él “no tiene dónde
reclinar la cabeza”.
Jesús no
se detiene en más explicaciones. Nunca promete a sus seguidores seguridad ni
bienestar. Tampoco dinero y poder. No los seduce prometiéndoles metas
atractivas o ideales sublimes. Seguirle es “vivir de camino”, poniendo toda la
confianza en él. Jesús va a imprimir una orientación nueva a sus vidas. Los
arranca de la seguridad donde viven y los llama a una aventura imprevisible: en
más de una ocasión podrán experimentar la falta de acogida y el rechazo. Si
viven al servicio del reino de Dios incorporados a la vida y tarea profética de
Jesús, les espera la misma suerte que a él.
-
Segunda escena. Otro, llamado esta vez por
Jesús, está dispuesto a seguirle, primero le pide cumplir primero con la
obligación sagrada de “enterrar a su padre”. A ningún judío puede extrañar esta
petición, pues se trata de uno de los deberes más importante en la religión
judía. La respuesta de Jesús es desconcertante: “Deja que los muertos entierren
a sus muertos; tú vente a anunciar el reino de Dios”.
Jesús
sabe lo que está diciendo. Lo que el hombre pide no es asistir al entierro de
su padre recién fallecido, que le habría entretenido sólo unos días. Lo que
quiere es seguir atendiendo a su padre hasta los últimos días. Ausentarse de
casa y desentenderse de la familia sin la bendición de su padre no eran sólo
una falta de respeto y gratitud, sino también un desafío a su autoridad
indiscutible sobre la familia.
Jesús
habla con claridad: el proyecto humanizador del reino de Dios es lo primero. No
sigas cuidando el “mundo del padre”: esa familia patriarcal preocupada sólo por
su honor, se sus hijos y sus tierras. Tú vete a anunciar el reino de Dios: esa
familia nueva que el Padre quiere formar donde se vive en actitud fraterna con
todos y en la que se cuida de manera especial a los más necesitados y huérfanos
de ayuda.
Abrir
caminos al reino de Dios es siempre la tarea más urgente. Nada ha de retrasar
nuestra decisión. Nadie nos ha de retener o frenar. Los muertos, es decir los
que no viven al servicio del reino de la vida, ya se dedicarán a otras tareas
menos apremiante que la de buscar el reino de Dios y su justicia.
-
Tercera escena. Hay otro dispuesto a seguir
a Jesús, pero antes le pide así: “déjame primero despedirme de mi familia”. No
está pensando en quedarse en casa hasta la muerte de su padre, pero su corazón
no puede olvidar a su familia. Probablemente lo que pide es tener un gesto de
cortesía con los suyos, sino plantearles la decisión de seguir a Jesús. ¿Cómo
va a abandonar a su familia sin contar con su aprobación? La familia pedía
fidelidad total.
Jesús le
responde de modo terminante: “El que echa mano al arado y sigue mirando atrás
no vale para el reino de Dios”. La familia no lo es todo. Hay algo más
importante: ponerse al servicio del reino de Dios y trabajar por una familia
nueva que no está unida por lazos de sangre ni intereses comunes, sino por su
deseo de hacer la voluntad del Padre. Una familia donde todos se acojan como
hermanos y hermanas, porque son hijos e hijas del único Dios.
En la
respuesta de Jesús hay otro matiz importante: “El que sigue mirando para atrás
no sirve para el reino de Dios”. No es posible abrir caminos nuevos para el
reino de Dios añorando con nostalgia el pasado. Trabajar por el proyecto del
Padre pide dedicación total, concentración en la tarea de hacer más humana la
vida, confianza en el futuro de Dios, audacia y creatividad para caminar tras
los pasos de Jesús.
Las 3 escenas recogidas por
Lucas nos permiten entrever ya algunos rasgos del seguimiento de Jesús:
- El grupo de seguidores se va formando por iniciativa de Jesús. Su llamada es decisiva. Jesús no se detiene a darles muchas explicaciones. Lo irán aprendiendo todo conviviendo con él. Lo primero es escuchar su llamada y tomar la decisión de seguirle.
- Sin embargo, desde el principio queda claro que Jesús los llama para colaborar en el proyecto humanizador del Padre. Jesús no los llama simplemente para que lo imiten. Los llama para que le siguen y se incorporen a la tarea de “anunciar el Reino de Dios”.
- Al llamar al seguimiento, Jesús exige una disponibilidad total: fidelidad absoluta por encima de cualquier otra fidelidad. La razón última es que el Reino de Dios está irrumpiendo. Es urgente poner en marcha un movimiento profético que anuncie esa buena noticia: la gente tiene que experimentar ya su fuerza curadora; hay que sembrar en los pueblos signos de su misericordia; hay que abrir caminos a su justicia ”
Bien puedo hacer un momento de
silencio meditativo.
3ª parte: REUNIÓN DE GRUPO
ACOGIDA MUTUA Y FRATERNA
SALUDO: El animador saluda y presenta el tema
con su motivación inicial.
‘VER’ DESDE NUESTRA VIDA PESONAL
- Compartamos la palabra de Jesús que más nos anima.
‘ILUMINACIÓN’ EVANGÉLICA
Lectura
de Lucas 9,57-62: “Sígueme”.
- ¿Qué exigencias pone Jesús a quién quiere seguirlo?
‘ACTUAR’ POR EL PROYECTO DE JESÚS
- Conversión personal: ¿Cuál de estas exigencias nos parece más costosa?
- Compromiso: ¿Qué vamos a cambiar para seguir a Jesús?
ORACIÓN-‘CELEBRACIÓN’ COMUNITARIA.
- Sugerencias para la oración: Nos repartimos las diferentes partes.
-
Se
explica los símbolos presentes en la mesa.
Momento
de silencio
donde nos disponemos a rezar.
-
Alguien lee la oración siguiente; luego se puede repetir
algunas frases.
Jesús, ya te voy a seguir…
cueste lo que me cueste.
Me conoces y sabes lo que
quiero con mis proyectos y mis debilidades.
No puedo ocultarte nada,
Jesús.
Quisiera dejar de pensar en
mí y dedicarte más tiempo.
Quisiera entregarme por
entero a ti; quisiera seguirte adónde tú me llames.
Pero, ni esto me atrevo a
decirte, porque soy débil: lo sabes mejor que yo.
Sabes de qué barro estoy
hecho, tan frágil e inconstante.
Por eso mismo te necesita aún
más, para que me guíes sin cesar,
Para que seas mi apoyo y mi
descanso. ¡Gracias, Jesús, por tu amistad!
Jesús, ya te voy a seguir…
cueste lo que me cueste.
-
Repetimos frase por frase la siguiente oración.
Confiaré en ti, Jesús, aunque
me pierda en tus caminos./
Confiaré en ti, Jesús, aunque
no encuentre mi destino./
Confiaré en ti, Jesús, aunque
me queme tu mirada./
Te seguiré, Jesús, dudando y
andando a la vez./
Te amaré, Jesús, sin miedo y
temblando a la vez./
-
Hacemos unas peticiones,
terminando diciendo entre todos: Danos
tu fuerza, Señor Jesús.
Señor, yo quiero seguirte: Danos
tu fuerza, Señor Jesús.
Señor, yo quiero estar cerca
de ti: Danos tu fuerza, Señor Jesús.
…
- Bendición y abrazo de paz.
DESPEDIDA. Se señala la fecha y la casa donde tendrá
lugar la próxima reunión.
Tema 33 : “
CARGUEN CON LA
CRUZ ”.
Motivación inicial
Sí, estamos siguiendo a Jesús y
colaboramos en el proyecto del reino de Dios. Necesitamos asegurar este caminar
y actuar con realismo. Jesús nos dice que, si queremos seguirlo de verdad,
hemos de olvidarnos de nuestros intereses egoístas y cargar con los
sufrimientos que nos pueden traer el seguimiento fiel a su persona y la
colaboración en el proyecto de hacer un mundo más humano. El ‘triunfo’ de Jesús
pasa primero por su pasión y crucifixión… de las que tomaremos parte también
nosotros.
1ª parte: PREPARACIÓN
PERSONAL
1.
Motivación
¿Qué dificultades encuentro en mi seguimiento de Jesús?
2.
Lectura de la Palabra de
Dios: Mateo
16,21-25: Ganar o perder la vida.
3.
Profundización de la lectura
bíblica
-
La decisión de Jesús. Jerusalén era el centro político y religioso
de Palestina; Jesús decide subir también a Jerusalén. ¿Por qué motivos decide
Jesús ir a Jerusalén? ¿Por qué presiente un futuro bien sombrío?
-
Reacción de Pedro. ¿Me parece normal la intervención de Pedro con
Jesús? ¿Por qué quiere Pedro disuadir a Jesús de ir a Jerusalén?
-
Respuesta de Jesús. ¿Por qué es tan dura la respuesta de Jesús a
Pedro? ¿Por qué a Pedro Jesús lo llama ‘Satanás’?
-
Realismo de Jesús. ¿Cuáles son las 2 cosas que hay que tener en
cuenta para seguir a Jesús? ¿Qué entiendo con eso de ‘negarse a sí mismo’? ¿Qué
entiendo con lo de ‘cargar con la cruz’?
-
Ganar o perder la vida. ¿Qué sentido encuentro en las palabras sobre
‘ganar o perder su vida’? ¿Estoy dispuesto/a a ‘perder mi vida’ por seguir a
Jesús?
Puedo hacer un momento de oración.
2ª parte. Comentario:
“SEGUIR A JESÚS CARGANDO LA CRUZ.
Jesús encontró en las aldeas de
Galilea una acogida entusiasta. Su mensaje de un Dios bueno que quiere un mundo
justo y fraterno y su preocupación por curar a los enfermos y liberar a la
gente del sufrimiento provocaba en aquellos campesinos sorpresa y admiración.
Los discípulos soñaban ya con un éxito total. Jesús, por lo contrario, sólo
pensaba en cumplir la voluntad del Padre hasta el final. Sabía que en Jerusalén
todo sería diferente.
Por eso empezó a explicar a sus
discípulos lo que le esperaba. Su intención era subir a Jerusalén, a pesar de
que allí iba a “sufrir mucho” por parte de los dirigentes religiosos. Incluso
llegarían a ejecutarlo. Pero Jesús confiaba en su Padre. Su muerte entra en los
designios de Dios, pues es consecuencia inevitable de su empeño en abrir
caminos a su reino. Pero el Padre le “resucitará”. No se quedara pasivo e indiferente
ante aquel crimen.
Pedro se rebela ante la sola idea
de imaginar a Jesús crucificado. No le quiere ver fracasado. Solo quiere seguir
a Jesús victorioso e triunfante. No piensa solo en Jesús. Piensa egoístamente
en las consecuencias que todo aquello puede tener para él y para sus
compañeros. Por eso “se lo lleva aparte” para presionarlo y “lo increpa” para
que se olvide de lo que acaba de decir: “¡No lo permita Dios! No te puede pasar
a ti eso”.
La respuesta de Jesús es muy
fuerte: “Quítate de mi vista, Satanás”. No quiere ver a Pedro ante sus ojos.
“Tú no piensas como Dios, sino como los hombres”. Tu manera de pensar no es la
del Padre, que quiere un reino de paz y justicia para todos sus hijos; tú eres
como los hombres que piensan en su propio bienestar. Eres un obstáculo en mi
camino. Eres la encarnación de Satanás.
Mateo cuida mucho su lenguaje.
Hace poco, cuando Pedro se abre con sencillez a la revelación del Padre y
confiesa a Jesús como Hijo del Dios vivo, se convierte en “roca” sobre la que Jesús
puede construir su Iglesia. Ahora, cuando, escuchando sus propios intereses
humanos, pretende apartar a Jesús del camino de la cruz, se convierte en una
“piedra que le hace tropezar”.
Los autores subrayen que Jesús
dice literalmente a Pedro: “Ponte detrás de mí, Satanás”. Este es tu sitio.
Colócate como servidor fiel detrás de mí. No pretendas desviarme de mi camino
orientado al proyecto del Padre hacia mi éxito y mi triunfo personales.
A
continuación Jesús se dirige a sus discípulos y les unas palabras que hemos de
escuchar bien si queremos seguir a Jesús con realismo. “El que quiera venirse
conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con la cruz y que me siga”. Si
alguien quiere caminar tras los pasos de Jesús y seguirle de cerca, ha de hacer
2 cosas:
-
En
primer lugar, “negarse a sí mismo”. Esto no significar mortificarse, castigarse
a sí mismo y menos anularse o destruirse. Quiere decir olvidarse de sí mismo,
no vivir pendiente de los propios intereses, liberarse del propio “ego” para
encontrar su propia personalidad en la adhesión radical a Jesús.
-
En
segundo lugar, “cargar con la cruz”. Esto no significa sin más aceptar los
sufrimientos que todos los humanos hemos de aceptar tarde o temprano en la vida
(una enfermedad, una desgracia…). Quiere decir más bien asumiendo los
sufrimientos que nos irán llegando como consecuencias de nuestro seguimiento
fiel a Jesús.
Por eso
no hemos de confundir la cruz con cualquier sufrimiento, adversidad o malestar
que se produce en nuestra vida. La “cruz cristiana” consiste en seguir a Jesús
aceptando las consecuencias dolorosas que nos puede traer: inseguridad,
conflictos, rechazos, persecución… Es decir aceptar el destino doloroso que
tendremos que compartir con Jesús si realmente sus pasos.
Para dar
más fuerzo a lo que está diciendo a sus discípulos, Jesús añade una frase
paradójica: “Si alguien quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la
pierda por mí, la salvará”. Jesús les está invitando a vivir como él: agarrarse
ciegamente a la vida que puede llevar a perderla; arriesgarla de manera
generosa y audaz por él y el proyecto del reino lleva a salvarla.
Dicho de
manera más clara. El que camina tras Jesús, pero sigue aferrado a sus
seguridades, expectativas e intereses que le ofrece la vida, puede terminar en
mayor bien de todos: la vida vivida según el proyecto de Dios. Por el
contrario, el que arriesga lo que le ofrece la vida para seguir a Jesús
encontrará vida plena entrando con él en el reino definitiva del Padre.
Puede
ser bueno resumir brevemente las actitudes de Jesús ante el sufrimiento.
- En Jesús no encontramos ese sufrimiento que hay tantas veces en nosotros, generado por nuestro pecado o nuestra manera poco sana de vivir (envidia, resentimiento, apego egoísta a las cosas y a las personas… El que camina tras los pasos de Jesús va poco a poco eliminando de su vida este sufrimiento inútil y dañino.
- Jesús no ama ni busca innecesariamente el sufrimiento, ni para él ni para los demás, como si el sufrimiento encerrara algo especialmente grato a Dios. El esfuerzo ascético y la disciplina personal tienen gran importancia en toda persona. Pero ante el sufrimiento propio y ajeno, lo más que agrada a Dios es que tratemos de suprimirlo o aliviarlo en lo posible.
- Jesús se compromete con todas sus fuerzas para hacer desaparecer de este mundo el sufrimiento. Toda su vida ha sido una lucha constante para arrancar al ser humano del sufrimiento que se esconde en la enfermedad, la injusticia, el hambre, los abusos, el pecado o la muerte. Quien sigue los pasos de Jesús vive aliviando el sufrimiento y trabajando por erradicar sus causas.
- Pero, cuando se encuentra con el sufrimiento que cae sobre él, provocado por quienes se oponen a su actuación al servicio del reino de Dios, Jesús no lo rehúye, no se echa atrás, sino que lo acepta y lo vive en una actitud de fidelidad total al Padre y de amor incondicional a la humanidad. Por decirlo de alguna manera, Jesús no busca “cruces”, sino que acepta la “crucifixión”, movido por su amor fiel al Padre y su amor solidario hacia nosotros. Ese amor es el que nos salva. ”
Bien puedo hacer un momento de
silencio meditativo.
3ª parte: REUNIÓN DE GRUPO
ACOGIDA MUTUA Y FRATERNA
SALUDO: El animador saluda y presenta el tema
con su motivación inicial.
‘VER’ DESDE NUESTRA VIDA PESONAL
1.
¿Qué dificultades encontramos
en el seguimiento más real de Jesús?
‘ILUMINACIÓN’ EVANGÉLICA
Lectura
de Mateo 16,21-25: Ganar o perder la vida.
2.
¿Por qué es tan dura la
respuesta de Jesús a Pedro?
‘ACTUAR’ POR EL PROYECTO DE JESÚS
3.
Conversión personal: ¿Cuándo nos desviamos
nosotros del proyecto del Reino?
4.
Compromiso: ¿Cómo vamos a ser más
coherente entre la fe que estamos descubriendo y nuestra práctica cotidiana?
ORACIÓN-‘CELEBRACIÓN’ COMUNITARIA.
1.
Sugerencias para la oración: Nos repartimos las diferentes
partes.
-
Se
explica los símbolos presentes en la mesa.
Momento
de silencio
donde nos disponemos a rezar.
-
Repetimos frase por frase.
A ti, Señor, me acojo; que no
quede confundido./
Mis enemigos se burlan y me
olvidan los amigos./
Estoy solo en mi tristeza y
ya no tengo cobijo./
Mi vida pasa en tristeza y mi
espíritu en peligro./
Pero me pongo en tus manos y
no seré confundido./
En ti yo busco el refugio y a
ti mis males confío./
Tu eres, Señor, mi fuerza; tú
me enseñas el camino./
-
Repetimos al final de cada invocación: “Jesús, creemos en tu
reino”.
Jesús, Señor del amor y de la
ternura, háblanos otra vez de este proyecto que tú llamas el reino de Dios. – Jesús,
creemos…
Jesús, dinos que ese reino
existe, que está aquí, que es sencillo y pequeño como un grano de mostaza…
Jesús, dinos que el reino es
más ancho que todo lo que podemos soñar, en medio de tanta maldad y desengaños…
Jesús, dinos que el reino
está venciendo los miedos, la pobreza, el llanto y la muerte…
Jesús, dinos que el reino es
la utopía realizada en todo lo que le corazón humano desea…
Jesús, dinos que eres la vida
y la verdad que conducen a este reino…
Jesús, dinos que el reino es
el camino de los pobres, los marginados, los excluidos…
Jesús, dinos que todos los
caminos son un solo camino, y que ese camino eres tú…
-
Escuchamos en silencia y al final repetimos alguna de las frases
siguientes:
Creo en ti, Jesús, eres mi
amigo, mi alegría y mi salvador.
Creo en ti, Jesús, eres la
puerta y me invitas a seguir tus pasos.
Creo en ti, Jesús: te seguiré
y llevaré tu mensaje de amor.
Creo en ti, Jesús: ayudaste
al enfermo y al desesperado, y le trajiste felicidad.
Creo en ti, Jesús: Defendiste
al humilde y al atropellado, y le devolviste su dignidad.
Creo en ti, Jesús, porque
estás siempre a mi lado y tus palabras me iluminan.
Creo en ti, Jesús: eres mi
esperanza y mi salvación.
-
2.
Bendición y abrazo de paz.
DESPEDIDA. Se señala la fecha y la casa donde
tendrá lugar la próxima reunión.
Tema 34 :
SON LA SAL DE LA TIERRA Y LA LUZ DEL MUNDO.
Motivación inicial
Estamos tomando conciencia de que
Jesús nos llama a seguirlo olvidándonos de nosotros mismos y cargando con la
cruz. Nuestra misión es ardua y a la vez atractiva: ¡Hay mucho que ganar! Jesús
confía en nosotros y nosotras. Quiere que seamos sus testigos: ser como él “la
sal” que pone sabor a la vida y como “la luz” que ilumina la oscuridad de la
existencia. Esa es nuestra misión. ¡Felizmente la comunidad que formamos nos
acompaña en este propósito.
1ª parte: PREPARACIÓN
PERSONAL
1.
Motivación
¿Siento que, gracias al grupo que conformamos, he progresado en mi
fe y en mi compromiso? Voy precisando en qué aspectos.
2.
Lectura de la Palabra de
Dios: Mateo
5,13-16: Ser sal y luz.
3.
Profundización de la lectura
bíblica
-
Sal de la tierra. ¿Qué me sugiere espontáneamente la palabra
‘sal’? ¿Qué me sugiere el simbolismo de la ‘luz’? ¿Me resulta atractiva la
tarea de ser sal y luz para los demás?
-
Si la sal se vuelve sosa. ¿Cuándo se vuelve sosa e insípida la fe
cristiana en mi vida personal, en la familia, en mi profesión, en mis
relaciones, en mi comunidad cristiana…?
-
Luz del mundo. ¿Qué entiendo por ser ‘luz del mundo’? Si soy
luz por mi fe cristiana, ¿qué pasa cuando vivo ‘apagado/a’? ¿Conozco cristianos
y cristianas que me ayudaron o me ayudan a vivir como luz para los demás?
-
Los ejemplos de Jesús: la ciudad en alto y el candelabro. ¿Qué me
quiere decir Jesús con estos 2 ejemplos? ¿Cuándo voy ocultando a los demás mi
adhesión a Jesús?
-
Las buenas obras. ¿Me parece importante la última observación de
Jesús? ¿Qué ‘obras buenas’ son hoy más necesarias para dar sabor y alumbrar la
vida?
Puedo hacer un momento de oración.
2ª parte. Comentario:
“IDENTIDAD DE LOS SEGUIDORES DE JESÚS.
Jesús define con dos imágenes
atractivas la identidad de sus seguidores. No vivirán para sus propios
intereses. No han de pensar en su dinero, su prestigio o su poder. Su presencia
en medio de la gente será profética. Serán “sal” que necesita la tierra y “luz”
que necesita el mundo. Introducirán la fuerza sanadora de Jesús y la luz de su
proyecto del reino de Dios.
“Ustedes son la sal de la
tierra”. Los autores señalan los diversos aspectos que puede sugerir el
simbolismo de la sal, muy extendido en el mundo antiguo. Probablemente, las
gentes sencillas de Galilea captaban, en toda su frescura, el lenguaje de
Jesús: la fuerza de la sal es está en que da sabor a los alimentos, y los
purifica y preserva de la corrupción. También la vida de los que habitan la
tierra necesita sal. Los discípulos de Jesús pueden introducir en la humanidad
la fuerza para dar sabor a la vida, purificar lo dañado y preservar de la
corrupción.
Pero Jesús les hace enseguida una
seria advertencia. “Si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? Ya no sirve
más que para tirarla fuera y que la pise la gente”. La vocación de los
discípulos es magnífica, pero puede echarse a perder y quedar frustrada. Si la
sal se desvirtúa y pierde su fuerza para dar sabor, se convierte en algo
inútil. Ya no sirve para nada. Estorba dentro de la casa. Entonces, siguiendo
una costumbre muy extendida en aquellas aldeas primitivas, se tira a la calle,
donde termina siendo pisada por la gente.
A Jesús le preocupa que sus
seguidores pierdan su identidad. Si se vacían de su espíritu, con nada lo
podrán recuperar. Su presencia en medio del mundo no servirá para nada. Ya no
harán falta, pues no podrán dar sabor a la vida. No podrán introducir la fuerza
liberadora, humanizadora y salvadora que se encierra en la persona de Jesús y
en su proyecto del reino de Dios.
La segunda imagen es más audaz y
nos invita a entender la identidad de los seguidores de Jesús en un horizonte
más amplio y universal. La luz que ilumina el mundo creado por Dios es ese sol
que cada mañana hace salir el Padre sobre buenos y malos. Sin la luz del sol,
el mundo quedaría a oscuras. Sería imposible vivir. No podríamos disfrutar de
los colores y la belleza de la creación. No sabríamos movernos ni conocer los
caminos que hay que seguir.
Jesús se atreve a decir: “Ustedes
son la luz del mundo”. La humanidad necesita esta luz que le pueden
proporcionar sus seguidores para no caminar en tinieblas, para orientarse, para
ahondar en el sentido de la existencia, para caminar con la esperanza puesta en
el Padre. Esta luz que irradian sus seguidores proviene de Jesús. Él les ha
hablado con claridad: “Yo soy la luz del mundo” (Juan 8,12). Los discípulos son
testigos que comunican la luz que reciben de Jesús.
Jesús les propone dos ejemplos
sencillos para que los discípulos entiendan mejor su identidad y su misión. El
primero: “No se puede ocultar una ciudad construida en lo alto de un monte”.
Tal vez Jesús está pensando en Séforis, capital de Galilea durante los primeros
años de su vida, encumbrada en una montaña que sobresalía de la llanura de su
entorno. La idea de Jesús es clara. Si hay luz y no se la oculta, nada puede
impedir que brille e ilumine. Así sucederá con sus seguidores. Si no la apagan
o la ocultan, esa luz que viene de Jesús iluminará el mundo. Pero han de
cuidarla. No la mantendrán encerrada. No la ocultarán a nadie. La mostrarán a
todos. Darán testimonio de Jesús, de su Evangelio y de su proyecto.
El segundo ejemplo subraya la
misma idea: “No se enciende una lámpara para meterla debajo de un celemín, sino
para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de la casa”. La luz es
para iluminar. Es absurdo esconderla. Nadie enciende una lámpara de aceite para
cubrirla con el celemín (recipiente para medir grano), sino para poner en un
candelero o sobre un soporte elevado y pueda así alumbra a todos los que están
en la única estancia de la casa. Los discípulos de Jesús no han de esconder su
luz. Sin esa luz, el mundo quedaría a oscuras. Han de mantenerla bien
encendida.
Termina Jesús con unas palabras
que aclaran mucho su pensamiento. “Alumbre su luz a los hombres, para que vean
sus buena obra y den gloria a su Padre, que está en el cielo”. Esta tarea de
alumbrar a los hombres no consiste en proporcionarles grandes ideas o doctrinas
sublimes. No han de aportar nuevas ideologías. Han de iluminar a todos con sus
“buenas obras”, con su actuación humana y humanizadora, con su seguimiento
práctica a Jesús. Este es el mensaje que hemos de escuchar: que brillen sus
vidas, no sus doctrinas. Hagan visible el Evangelio en su vida. Demuestren que
son posibles el amor y la compasión. Busquen la justicia de Dios. Sean mis
profetas, no con palabras, sino sobre todo con hechos.
Sería absurdo comprometernos en
hacer “buenas obras” buscando prestigio o gloria personal, poder, superioridad
o algo semejante. Según Jesús todo ha de estar orientado a la gloria del Padre
del cielo, que se está abriendo camino entre nosotros para construir con
nosotros y junto a nosotros un mundo más justo, fraterno y dichoso para todos.”
Bien puedo hacer un momento de
silencio meditativo.
3ª parte: REUNIÓN DE GRUPO
ACOGIDA MUTUA Y FRATERNA
SALUDO: El animador saluda y presenta el tema
con su motivación inicial.
‘VER’ DESDE NUESTRA VIDA PESONAL
1.
¿Sentimos que, desde nuestra
participación en este grupo, hemos progresado en fe y compromiso cristianos?
‘ILUMINACIÓN’ EVANGÉLICA
Lectura
de Mateo 5,13-16: Ser sal y luz.
2.
¿Qué quería decir Jesús a sus
discípulos con las comparaciones de la sal y la luz?
‘ACTUAR’ POR EL PROYECTO DE JESÚS
3.
Conversión personal: ¿Cómo nos aplicamos a
nosotros las comparaciones de Jesús?
4.
Compromiso: ¿Qué tenemos que dejar de
hacer para ser sal y luz, tanto en la casa como en otras partes?
ORACIÓN-‘CELEBRACIÓN’ COMUNITARIA.
1.
Sugerencias para la oración: Nos repartimos las diferentes
partes.
-
Se
explica los símbolos presentes en la mesa.
Momento
de silencio
donde nos disponemos a rezar.
-
Alguien reza sólo la siguiente oración; al final retomamos alguna
petición.
Señor Jesús, necesito audacia, esperanza, amor, constancia, fe.
Conviérteme primero a mí para
que yo contagie tu Buena Noticia. Señor Jesús, dame audacia.
En este mundo escéptico y
autosuficiente tengo vergüenza y miedo. Señor Jesús, dame esperanza.
En esta sociedad recelosa y
cerrada tengo poca confianza en las personas. Señor Jesús, dame amor.
En esta tierra insolidaria y
fría siento poco amor. Señor Jesús, dame constancia.
En este ambiente cómodo y
superficial, conviérteme primero a mí
Para que yo contagie a otros
tu Buena Noticia.
Señor Jesús, dame audacia, esperanza, amor, constancia, fe.
-
Repetimos frase por frase la oración de san Francisco de Asís.
Señor, haz de mí un
instrumento de tu paz:/
Que donde haya odio, ponga yo
amor;/
Donde haya ofensa, ponga yo
perdón;/
Donde haya discordia, pongo
yo armonía;/
Donde haya error, ponga yo
verdad;/
Donde haya duda, ponga yo
fe;/
Donde haya separación, ponga
yo esperanza;/
Donde haya tinieblas, ponga
yo luz;/
Donde haya tristeza, ponga yo
alegría;/
¡Oh Maestro! Haz que no nos
empeñemos tanto/
a ser consolados como a consolar,
en ser amados como en amar,/
porque dando se recibe,
olvidando se encuentra,/
perdonando se perdona y
muriendo se resucita a la vida eterna./
Amén. Así sea./
-
Meditemos en silencia la siguiente oración
Dios que amo a todo ser
humano,
Comprendemos que tu amor es
ante todo perdón.
Entonces nuestro corazón se
apacigua
Y así podemos cambiar.
-
Terminemos haciendo una breve oración espontánea.
2.
Bendición y abrazo de paz.
DESPEDIDA. Se señala la fecha y la casa donde
tendrá lugar la próxima reunión.
Tema 35 : “
USTEDES OREN ASÍ ”.
Motivación inicial
Demos
unos pasos más en el seguimiento de Jesús: Para ser sus testigos necesitamos
alimentarnos de su Espíritu. Por eso Jesús nos ha dejado en herencia la oración
del Padrenuestro. Ella es para nosotros el modelo de toda oración. En ella
hemos de alimentar nuestro trabajo por el Reino, porque es la oración del
Reino. Descubramos estos aspectos del Padrenuestro.
1ª parte: PREPARACIÓN
PERSONAL
1.
Motivación
¿Qué es lo que me hace decir que el Padrenuestro es la oración del
Reino?
2.
Lectura de la Palabra de
Dios: Mateo
6,9-13: La oración del Reino.
3.
Profundización de la lectura
bíblica
-
El Padrenuestro. ¿Cómo rezo el Padrenuestro: de manera rutinaria, con los mismos
sentimientos de Jesús…? ¿Es una oración que me gusta, que me intriga…?
-
Padre. ¿Sé dirigirme a Dios llamándolo ‘Padre’ o ‘Papito Dios? ¿Alguna vez
lo llamo ‘Padre y Madre’? ¿Es una oración que despierta en mí confianza,
cercanía, comunión…?
-
Padre nuestro. En mis oraciones, ¿llamo a Dios ‘Padre mío’? ¿Qué me sugiere la
invocación ‘Padre nuestro’? ¿Tengo como horizonte a toda la humanidad, a las
demás religiones, en los que no creen en él?
-
Invocaciones. ¿Sé diferenciar las 2 partes del Padrenuestro? Cuando rezo, ¿sé
comenzar mirando a Dios, preocupándome por lo que le preocupa a él? ¿Mis
oraciones tienen estos 2 tiempos del Padrenuestro: las preocupaciones de Dios y
las preocupaciones prioritarias según Jesús?
-
Venga tu reino. ¿En qué pienso cuando pido que ‘venga el reino’? ¿Abarca esta
invocación mis deseos y mis luchas por una sociedad y un mundo más humanos?
¿Puedo convertir esta invocación en el mayor objetivo de mi vida?
-
Hágase tu voluntad. ¿Me ayuda esta invocación a ser más fiel a la voluntad liberadora del
Padre? ¿Me ayuda a evaluar mi vida para que sea conforme a la voluntad del
Padre?
-
Danos el pan de cada
día. Cuando rezo, ¿sé integrar las necesidades de
hoy? ¿… para mí, para los demás? ¿Qué abarca esta petición por el pan nuestro
de cada día?
-
No nos dejes caer en
la tentación. ¿Qué ‘tentaciones’ me asaltan a lo largo del
día? Para Jesús, ¿a qué ‘tentación’ (en singular o sea ‘la mayor tentación’) se
está refiriendo?
-
Perdona nuestras
deudas. ¿Por qué Jesús nos hace pedir por nuestras
deudas y no nuestras ofensas? ¿Qué ‘deudas’ tengo con los demás, con Dios, con
el proyecto de Jesús? ¿Sé perdonar, o sea, desterrar la maldad en mí y en los
demás?
-
Líbranos del mal. ¿Tiene que ver el mal con la destrucción de la vida, del amor, de la
convivencia humana, de los derechos, del medio ambiente?
Puedo hacer un momento de oración.
2ª parte. Comentario: “LA
ORACIÓN DE LOS SEGUIDORES DE JESÚS.
El
Padrenuestro es la única oración que Jesús ha dejado a los suyos. La única que
enseñó para alimentar su identidad de seguidores suyos y su trabajo de
colaboradores en el proyecto del reino de Dios. Desde muy pronto el
Padrenuestro se convirtió no sólo en la oración más querida para los
cristianos, sino también en la plegaria litúrgica que identifica a la comunidad
de los seguidores de Jesús cuando se reúnen en su nombre. Por eso se la
enseñaba a recitar a los catecúmenos
antes de recibir el bautismo. Por eso la recitamos siempre al terminar
nuestros encuentros.
Los
Evangelios han conservado 2 versiones del Padrenuestro con pequeñas diferencias
entre sí. La más larga es recogida por Mateo en 6,9-13, dentro del llamado
“Sermón de la montaña”, donde este evangelista recoge el corazón del mensaje de
Jesús. La versión más breve es recogida por Lucas 11,2-4, y nos dice que Jesús
la pronunció cuando le pidieron que les enseñara a orar como el Bautista
enseñaba a sus discípulos. Nosotros estudiaremos la versión de Mateo, pues es
la que se pronuncia en la liturgia cristiana.
La estructura de la oración de Jesús es
sencilla. Comienza con una invocación al Padre de los cielos. A continuación
viene la oración, en la que podemos distinguir 2 partes. En la primera
exponemos al Padre 3 grandes deseos centrado en el reino de Dios: son sin
duda los deseos más ardientes que Jesús
llevaba en su corazón. En la 2ª hacemos 4 peticiones, presentando al Padre las
necesidades más urgentes de la familia humana: son las necesidades que más
preocupaban a Jesús.
- “Padre nuestro que está en el cielo
-
Jesús se dirigía a Dios llamándolos ‘Abbá’, un
diminuto cariñoso que empleaban sobre todo los niños pequeños para dirigirse a
su Padre. También nosotros invocamos a Dios como ‘Padre’, sintiéndonos hijos e
hijas, y hablamos con él con la misma sencillez, confianza y cariño con que le
hablaba Jesús.
-
“Padre nuestro”. Jesús nos enseña a decir ‘Padre nuestro’, no ‘Padre mío’. Por eso
rezamos el Padrenuestro en plural, desde el inicio hasta el final, sintiéndonos
hermanos y hermanas de todos. No le pedimos nada sólo para nosotros, sino para
todos.
-
“Estás en el cielo”. No está ligado a un lugar sagrado en la tierra. No pertenece a un
pueblo o a una raza concreta. No es propiedad de ninguna religión. Es Padre de
todos. “Hace salir su sol sobre buenos y malos”.
- “Santificado sea tu nombre”. No es una petición más. Es el primer deseo que le nace del alma a Jesús, su aspiración más ardiente. “Haz que tu nombre de Padre sea reconocido y respetado. Que todos conozcan la bondad y la fuerza salvadora que encierra tu nombre santo. Que nadie lo ignore o desprecia. Que nadie lo profane haciendo daño a tus hijos e hijas. Que sean desterrados los nombres de todos los dioses e ídolos que nos deshumanicen. Que todos bendigamos tu nombre de Padre bueno”.
- “Venga tu reino”. Esta es la pasión que anima la vida entera de Jesús. “Que tu reino se vaya abriendo camino por el mundo, que la ‘levadura’ de tu reino le fermente todo. Que a los pobres les llegue tu Buena Noticia. Que los que sufren sientan tu fuerza curadora. Llena el mundo de tu justicia y de tu verdad, de tu compasión y tu paz. Que no reinen los ricos sobre los pobres; que los poderosos no abusen de los débiles; que los varones no dominen a las mujeres. Que nadie dé a ningún César lo que es tuyo. Que nadie pretenda vivir sirviéndote a ti y al Dinero”.
- “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”. Esta petición que sólo aparece en Mateo, no hace sino repetir y reforzar las 2 anteriores, comprometiéndonos aún más en el proyecto salvador de Dios. “Que se haga tu voluntad y no la nuestra. Que se cumplan tus deseos, pues tú sólo quieres nuestro bien. Que en la creación entera se haga lo que tú buscas, no lo que desean los poderosos de la tierra. Que veamos hecho realidad entre nosotros lo que tiene decidido en tu corazón de Padre”.
- “Danos hoy el pan de cada día”. La atención de Jesús se dirige ahora a las necesidades concretas de los seres humanos. “Danos a todos el alimento que necesitamos para vivir. Que a nadie le falte pan. No te pedimos dinero ni bienestar abundante para nosotros, no queremos riqueza para acumular, sólo el pan de todos para todos. Que los hambrientos puedan comer; que tus pobres dejen de llorar y empiecen a reír, que los podamos ver viviendo con dignidad. Que ese pan que un día podremos comer todos juntos, sentados a tu mesa, lo podamos compartir ya desde ahora”.
- “Perdona nuestras deudas como también nosotros personamos a nuestros deudores”. Esta es la traducción literal que ha quedado modificada en la liturgia. Estamos en deuda con Dios. Es nuestro gran pecado: no responder al amor del Padre, no acoger su reino. “Perdona nuestras deudas, no sólo las ofensas contra tu ley, sino el vacío inmensa de nuestra falta de respuesta a tu amor. Necesitamos tu perdón y tu misericordia. Queremos ser sinceros: al hacerte esta petición, estamos perdonando a los que están en deuda con nosotros. No deseamos alimentar resentimientos ni deseos de venganza contra nadie. Queremos convivir como hermanos y hermanas”.
- “No nos dejes caer en la tentación. Somos débiles y estamos expuestos a toda clase de peligros y riesgos que pueden arruinar nuestra vida alejándonos definitivamente de ti. El mal nos amenaza. Que no caigamos derrotados en la prueba final. Que en medio de la tentación podamos encontrar contar con tu ayuda de Padre”.
- “Líbranos del mal”. Esta petición final que sólo es recogida por Mateo, refuerza y culmina toda la oración. El mal está siempre ahí con todo su poder. Jesús nos invita a no vivir con miedo, sino con confianza grande en el Padre: “Líbranos del mal. Somos responsables de nuestros pecados, pero somos también víctimas. El mal y la injusticia no están sólo en nuestros corazones, sino también en las estructuras e instituciones. Están en la dinámica de la historia. A veces parece que el poder del mal lo va a invadirlo todo. ¡Padre, arráncanos del mal”.
Jesús ha querido que nuestra oración al Padre
termine con ese grito de socorro que queda resonando en nuestras vidas.
Tradicionalmente, los cristianos han añadido la palabra “amén”, que significa
“así es”, “así queremos que sea”. Con ese “amén” de todos culminamos nuestra
oración al Padre. “Amén. Así queremos orar siempre. Así queremos vivir: con
confianza total en ti, Padre nuestro; bendiciendo tu nombre; acogiendo tu
reino; haciendo tu voluntad; recibiendo de ti el pan de cada día, el perdón y
la fuerza para vencer el mal.”
Bien puedo hacer un momento de
silencio meditativo.
3ª parte: REUNIÓN DE GRUPO
ACOGIDA MUTUA Y FRATERNA
SALUDO: El animador saluda y presenta el tema
con su motivación inicial.
‘VER’ DESDE NUESTRA VIDA PESONAL
1.
¿Qué es lo que nos hace decir
que el Padrenuestro es la oración del Reino?
‘ILUMINACIÓN’ EVANGÉLICA
Lectura
de Mateo 6,9-13: La oración del Reino.
2.
Según el Padrenuestro,
¿cuáles son los principales aspectos del Reino?
‘ACTUAR’ POR EL PROYECTO DE JESÚS
3.
Conversión personal: ¿Cuál es la invocación del
Padrenuestro que más necesitamos?
4.
Compromiso: De hoy en adelante, ¿cómo
vamos a rezar el Padrenuestro?
ORACIÓN-‘CELEBRACIÓN’ COMUNITARIA.
- Sugerencias para la oración: Nos repartimos las diferentes partes.
-
Se
explica los símbolos presentes en la mesa.
Momento
de silencio
donde nos disponemos a rezar.
-
Repetimos paso a
paso la oración siguiente.
Padre amado y Madre amada,/
Guíanos de la oscuridad a la luz: haznos testigos de tu amor./
Ten nuestras vidas ocupadas a servir a los más necesitados./
Haz que nuestra manera de vivir sea un anuncio de tu reino./
Haz que nuestros pasos avancen siempre por caminos de justicia./
Realiza en nosotros la obra de la verdad: construir tu reino, pobres
con los pobres./
-
En un primer tiempo, rezamos cada uno/a una invocación
del Padrenuestro.
Luego nos damos la mano para rezarlo juntos, más despacio que de
costumbre.
- Nos damos la bendición unos a otros y un largo abrazo de paz.
D.
DESPEDIDA. Se recuerda la casa, el día y la hora de la próxima reunión.
Tema 36 : “
HAGAN ESTO EN
MEMORIA MÍA ”.
Motivación inicial
Por una parte Jesús nos ha dejado
en herencia la oración del Padrenuestro para alimentar nuestra vida de
seguidores. Por además y sobre todo, nos ha mandado celebrar una cena en su
memoria. En ella, sus seguidores nos alimentamos de él, comulgamos con su
entrega total al servicio del reino de Dios hasta la muerte, y reavivamos
nuestra esperanza en el encuentro con él en el banquete definitivo alrededor
del Padre. Descubriremos también que todas nuestras cenas pueden tener sabor a
la última cena de Jesús. Veamos.
1ª parte: PREPARACIÓN
PERSONAL
1.
Motivación
¿Pienso que es muy importante comer siempre juntos y no cada uno
por su lado? ¿Por qué será?
2.
Lectura de la Palabra de
Dios: Marcos
14,22-2: La última Cena.
3.
Profundización de la lectura
bíblica
Nota. Para tener una visión más completa de la cena se
puede leer también el relato de Lucas 22,14-20, prestando atención al versículo
19.
-
Una cena especial. ¿Para qué Jesús
celebra esta cena solemne? ¿Cuál es su intención? ¿Intuyo los sentimientos de
Jesús en estas últimas horas de su vida?
-
Invitación de Jesús. ¿Qué siento al
escuchar la invitación para el pan: ‘Tomen y coman de él porque esto es mi
cuerpo’ y luego para el vino ‘Tomen y beban porque este es el cáliz de mi
sangre’? ¿A qué me siento invitada/o?
-
La entrega de Jesús. Dice también
Jesús que su ‘cuerpo es entregado por nosotros’ y su ‘sangre derramada por
nosotros’: ¿Qué siento ante estas palabras: agradecimiento, llamada, entrega…?
-
Compartir el pan y el cáliz. Jesús
distribuye a todos el mismo pan y les hace beber del mismo cáliz: ¿Qué
significado encuentro a este hecho colectivo?
-
La misa actual. ¿Me ayuda a
revivir la Cena del Señor? ¿Qué es lo que más me alimenta en la celebración
eucarística?
Puedo hacer un momento de oración.
2ª parte. Comentario: “LA CENA DEL SEÑOR”.
Jesús sabe que sus horas están
contadas. Sin embargo no piensa en ocultarse o huir. Lo que hace es organizar
una cena de despedida con sus discípulos y discípulas: la quiere vivir en toda
su hondura. Consciente de la inminencia de su ejecución, necesita compartir con
los suyos su confianza total en el Padre, incluso en esta hora dramática.
Jesús piensa en el futuro: ¿qué
va a ser del proyecto humanizador del Padre cuando él ya no esté en la tierra?
¿Qué harán sus discípulos y discípulas después de su muerte? ¿Dónde alimentarán
en adelante su esperanza en la venida del reino de Dios? ¿Dónde renovarán sus
fuerzas sus seguidores?
Dos sentimientos embargan a
Jesús. Primero, la certeza de su muerte inminente: aquella es la última copa
que va a compartir don los suyos. Al mismo tiempo, su confianza inquebrantable
en el reino de Dios, al que ha dedicado su vida entera. Les habla con toda
seguridad: “Les aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día
en que beba el vino nuevo en el reino de Dios”.
La actividad de Jesús como
profeta y portador del reino de Dios va a ser violentamente truncada, pero su
ejecución no va a impedir la venda del reino de Dios. Su muerte no ha de
destruir la esperanza de nadie. Dios no se echará atrás. Un día, Jesús se
sentará en la mesa para celebrar, con una copa en sus manos, el banquete eterno
de Dios con sus hijos e hijas. Beberá un “vino nuevo” y compartirán juntos la
fiesta final del Padre. El reino de Dios alcanzará su plenitud. La cena de esta
noche es un símbolo.
Al comienzo de la cena, siguiendo
la costumbre judía, Jesús se pone en pie, toma un pan en sus manos y pronuncia
en nombre de todos una bendición a Dios, a la que todos responden diciendo
“amén”. Luego va rompiendo el pan y va
distribuyendo un trozo a cada uno. Se lo han visto hacer a Jesús más de una
comida. Saben lo que significa ese rito judío: al obsequiarles ese trozo de
pan, Jesús les va haciendo llegar la bendición de Dios. ¡Cómo les impresionaba
cuando en aquellas comidas de Galilea Jesús se lo daba también a pecadores,
publicanos y prostitutas! Al recibir aquel trozo de pan, todos se sentían
unidos entre sí y bendecidos por Dios.
Pero aquella noche Jesús añade
unas palabras que le dan un contenido nuevo e insólito a su gesto. Mientras les
va distribuyendo el pan les dice estas palabras: “Tomen, esto es mi cuerpo”. Yo
soy este pan. Véanme en estos trozos entregándome por ustedes hasta el final.
No me olviden nunca. Recuérdenme así: entregado totalmente para hacer les
llegar la bendición del reino de Dios, la salvación del Padre; esto alimentará
sus vidas.
Les sorprende mucho más lo que
hace al acabar la cena. Todos conocían el rito que se acostumbraba. El que
preside la mesa, quedando sentado, toma en su mano derecha una copa de vino y
pronuncia sobre ella una acción de gracias por la comida, a la que todos
respondían “amén”. A continuación bebe de su copa , lo cual servía de señal
para que cada uno bebiera de la suya.
Sin embargo, esta noche, Jesús
cambia el rito e invita a sus discípulos y discípulas a que todos beban de una
única copa: ¡la suya! En esa copa que va pasando a todos, Jesús ve algo nuevo:
“Esta copa es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos”. Vean en
ese vino mi sangre derramada por ustedes: recuérdenme así: entregando mi vida
totalmente por todos.
En ese momento crucial y
decisivo, Jesús no piensa sólo en sus discípulos más cercanos. Su mirada se
hace más universal que nunca. Mi muerte abrirá un futuro nuevo para todos. Vean
en mi sangre una alianza nueva de Dios con los hombres, el ofrecimiento de la
salvación para muchos, para todos.
En su relato de la cena, Lucas
recuerda estas palabras de Jesús: “Hagan esto en memoria mía” (22,19). Celebrar
la eucaristía es “hacer memoria” de Jesús, actualizando su presencia viva en
medio de nosotros, alimentando en él nuestra fe, grabando en nuestros corazones
su entrega hasta la muerte y reafirmándonos en nuestro compromiso se seguir
cargando la cruz hasta las últimas consecuencias.
Vamos
a señalar 4 aspectos importantes para reavivar hoy nuestra celebración de la
cena del Señor.
-
Los seguidores
de Jesús no estamos solos. La muerte no ha roto su comunión con nosotros. No
hemos de sentir su ausencia. Cada vez que celebramos la cena del Señor, él está
vivo y operante en medio de nosotros. Crucificado por los adversarios del
reino, pero resucitado por el Padre, se hace presente, nos acompaña y nos
alimenta en nuestro trabajo de abrir caminos al proyecto humanizador de Dios.
-
En la cena del
Señor alimentamos nuestra fe en Cristo. No basta asistir a la celebración de la
eucaristía. Estamos invitados a “comer” y “beber”. Nos reunimos en esta cena
fraterna para identificarnos cada vez más con Cristo, acogiendo sus palabras en
nuestro corazón y alimentándonos de su cuerpo y de su sangre. Ahí está el
secreto de nuestra fuerza. Ninguna otra experiencia puede ofrecernos un
alimento más sólido.
-
Nunca hemos de
olvidar
que, cuando “comulgamos” con Jesús en la cena eucarística, estamos comulgando
con alguien que ha vivido y muerto “entregado” totalmente a los demás. Así
insiste Jesús: su cuerpo es un “cuerpo entregado” y su sangre una “sangre
derramada” por la salvación de todos. Cada vez que celebramos la eucaristía nos
reafirmamos en no vivir encerrado en nuestro egoísmo, pensando sólo en nuestros
intereses, sino en vivir abiertos a los demás entregando día a día nuestra
vida, contribuyendo desde nuestra pequeñez a hacer la vida más humana.
-
Jesús les da a
todos del mismo pan y les hacer beber des mismo cáliz. Compartir el
mismo pan y beber del mismo cáliz significa, para los seguidores de Jesús,
reforzar los lazos de fraternidad cristiana. La cena del Señor no sólo expresa
y crea la comunión con Cristo, sino también la comunión entre los que lo
seguimos.”
Bien puedo hacer un momento de
silencio meditativo.
3ª parte: REUNIÓN DE GRUPO
ACOGIDA MUTUA Y FRATERNA
SALUDO: El animador saluda y presenta el tema
con su motivación inicial.
‘VER’ DESDE NUESTRA VIDA PESONAL
1.
¿Por qué motivos es muy
importante comer siempre juntos y no cada uno por su lado?
‘ILUMINACIÓN’ EVANGÉLICA
Lectura
de Marcos 14,22-2: La última Cena.
2.
Digámonos cuáles debían ser
los sentimientos de Jesús en esta última cena?
‘ACTUAR’ POR EL PROYECTO DE JESÚS
3.
Conversión personal: ¿Qué hemos descubierto de
nuevo en estas reflexiones sobre la última cena de Jesús?
4.
Compromiso: ¿Qué vamos a cambiar para
aprovechar mejor nuestra participación en las celebraciones de la misa?
ORACIÓN-‘CELEBRACIÓN’ COMUNITARIA.
1.
Sugerencias para la oración: Nos repartimos las
diferentes partes.
-
Se
explica los símbolos presentes en la mesa.
-
Si
contamos con un sacerdote, podemos celebrar la cena del Señor,
preparada con esmero y con la participación creativa de todos. Podemos incluir
en algún momento las 2 oraciones siguientes.
-
Nos disponemos a rezar repitiendo paso a paso.
Jesús, vives en
el pan roto y compartido; vives en la copa llena de vino./
Eso es un
banquete de pobres, una comida de mendigos./
Jesús, eres el
compañero fiel, el amigo entre todos los amigos,/
pero roto en mil
pedazos por la vida y el amor de los hombres./
Eres vivo cundo
nos juntamos y hacemos camino./
Cantamos tu
muerte, amigo de la vida, porque vives en el pan roto y compartido,/
Porque vives en
la copa llena de vino, porque muchos siguen muriendo como tú./
-
Meditamos en silencia la siguiente oración
Para comer y
beber, Dios nos ha sentado en la mesa redonda de la igualdad.
Es comida blanca
de paz y alegría; es bebida de roja fraternidad.
Bien claro está
lo que quiere Dios que nos regala este pan:
Quiere que
compartamos el pan entre nosotros y que,
Juntos,
organicemos el compartir con aquellos que no tienen pan ni amistad.
Quiere que
demostremos nuestra solidaridad activa y efectiva.
-
Padrenuestro.
Abrazo de paz.
2.
Bendición.
DESPEDIDA. Se señala la fecha y la casa donde
tendrá lugar la próxima reunión.
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