lunes, 22 de febrero de 2016

Guías para SEGUIR A JESÚS 6a etapa Llamados a seguir a Jesús



  etapa :  LLAMADOS  A  SEGUIR  A  JESÚS.


INTRODUCCIÓN

               A lo largo de los últimos encuentros hemos escuchado las principales llamadas de Jesús: su invitación a entrar en la dinámica del reino de Dios, su llamada a ser compasivos como el Padre del cielo y su propuesta de amor a Dios y a los hermanos como única ley. Ha llegado el momento de escuchar de Jesús la llamada concreta a todos y a cada uno de los miembros de este grupo a seguirlo de cerca.
               Ya conocemos su estilo de vida, su pasión por Dios, su entrega a los que sufren, su proyecto del reino. Ahora hemos de estar más atentos que nunca. En los próximos encuentros Jesús nos irá llamando de manera muy concreta a seguirlo, colaborando con él en la tarea apasionante de abrir caminos a ese Dios que quiere construir, con nosotros y junto a nosotros, un mundo más digno, justo y fraterno.
He aquí 5 llamadas concretas a seguir a Jesús de muy cerca.
-        “Sígueme” (tema 32). Antes que nada escucharemos la voz de Jesús, que nos llama a seguirlo. Nos pide disponibilidad; no nos promete ni seguridad ni bienes. Se trata de una decisión voluntaria para un amor arriesgado y apasionado. Si aceptamos, nuestra vida ha de cambiar, definitivamente.
-        “Carguen con la cruz” (tema 33). Decididos a seguir a Jesús, hemos de olvidarnos de nuestros intereses egoístas. Nos pondremos a colaborar en el proyecto humanizador del Padre, acompañados de dificultades y sufrimientos. Pero nos sentiremos profundamente en paz.
-        “Son la sal de la tierra y la luz del mundo” (tema 34). Nuestra tarea es ardua, pero atractiva. Jesús nos llama a ser sus testigos de 2 maneras: por una parte ser sal para dar sabor a la vida y, por otra, ser luz para iluminar las tinieblas de la existencia.
-        “Ustedes recen así” (tema 35). Para lograr ser testigos de Jesús necesitamos vivir con su Espíritu. Jesús nos ha dejado en herencia la oración del Padrenuestro. En ella, con el Espíritu de Jesús, podemos animarnos y alimentarnos para su proyecto del reino: pues es la oración del reino.
-        “Hagan esto en memoria mía” (tema 36). El último mandato de Jesús fue de celebrar en memoria de él su cena de despedida que hizo con sus discípulos antes de morir. Esta Cena del Señor fortalece nuestra comunión con él y nuestra entrega al servicio del reino de Dios.


 Tema  32 .  “ SÍGUEME ”.


Motivación inicial
               En estos momentos de nuestro recorrido renovamos nuestra actitud de atención y escucha: Jesús nos llama a seguirlo sin más explicación. Hemos de tomar una decisión que va a orientar felizmente nuestra vida. Jesús no nos promete seguridad ni bienestar. Nos pide disponibilidad y confianza. Nos llama para colaborar con él en el proyecto de Dios, trabajando por un mundo más justo y fraterno. ¿Puede haber alguna tarea más importante?


1ª parte: PREPARACIÓN PERSONAL

  1. Motivación
¿Cuál es la palabra de Jesús que más me anima?

  1. Lectura de la Palabra de Dios: Lucas 9,57-62: “Sígueme”.

  1. Profundización de la lectura bíblica
Primera escena (vv.57-58).
-        ¿Qué me parece la decisión de este ‘alguien’ de seguir a Jesús?
-        Según la respuesta de Jesús, ¿cuál es la primera exigencia para lograr su seguimiento?
Segunda escena (vv. 59-60).
-        ¿Me parece razonable lo que pide este ‘otro’ a Jesús que lo deje ir a enterrar a su padre antes de seguirlo?
-        ¿Por qué será que Jesús da un carácter tan radical a su seguimiento?
Tercera escena (vv. 61-62).
-        ¿Me parece razonable que le pida este ‘tercero’ a Jesús que lo deje despedirse de su familia antes de seguirlo?
-        ¿Por qué, según Jesús, no vale para el reino de Dios aquel que vive mirando el pasado?
-        ¿Cómo me siento frente a estas exigencias de Jesús?
Puedo hacer un momento de oración.


2ª parte. Comentario: “CONDICIONES PARA SEGUIR A JESÚS.

               “Seguir a Jesús” es una metáfora (una imagen) que los discípulos aprendieron por los caminos de Galilea. La metáfora es muy sugestiva. Para ellos significa en concreto: caminar, moverse, dar pasos tras Jesús; no quedar lejos de él. La metáfora va a ir adquiriendo más tarde un contenido vital. Para las primeras generaciones cristianas, “seguir a Jesús” significa principalmente vivir como él y colaborar con él a abrir caminos al reino de Dios.
               Por eso, “seguir a Jesús” es el corazón de la vida cristiana. Nada hay más importante y decisivo. Es un error pretender ser cristianos sin seguir a Jesús. Precisamente por eso, Lucas escoge tres escenas para que sus lectores tomen conciencia de que nada pude haber más urgente e inaplazable.
               Jesús emplea imágenes significativas. Se ve que quiere sacudir las conciencias. No busca seguidores a toda costa, sino seguidores más comprometidos que le sigan incondicionalmente renunciando a falsas seguridades  y asumiendo rupturas necesarias. Las palabras de Jesús se resumen en dos preguntas: ¿quieren vivir en adelante su vida siguiéndome de manera incondicional? ¿Quieren colaborar conmigo sin reserva con el proyecto humanizador del Padre?
-        Primera escena. Uno de los que le acompañan se siente tan atraído por Jesús que, antes de que lo llame, el mismo se adelanta y toma la decisión: “Te seguiré adónde vayas”. Jesús reacciona de manera sorprendente. Antes que nada quiere que tome conciencia de su decisión. Seguirle a él es una aventura arriesgada. ¿Por qué? Sencillamente porque “los zorros tienen madrigueras y los pájaros nidos”, pero él “no tiene dónde reclinar la cabeza”.
Jesús no se detiene en más explicaciones. Nunca promete a sus seguidores seguridad ni bienestar. Tampoco dinero y poder. No los seduce prometiéndoles metas atractivas o ideales sublimes. Seguirle es “vivir de camino”, poniendo toda la confianza en él. Jesús va a imprimir una orientación nueva a sus vidas. Los arranca de la seguridad donde viven y los llama a una aventura imprevisible: en más de una ocasión podrán experimentar la falta de acogida y el rechazo. Si viven al servicio del reino de Dios incorporados a la vida y tarea profética de Jesús, les espera la misma suerte que a él.
-        Segunda escena. Otro, llamado esta vez por Jesús, está dispuesto a seguirle, primero le pide cumplir primero con la obligación sagrada de “enterrar a su padre”. A ningún judío puede extrañar esta petición, pues se trata de uno de los deberes más importante en la religión judía. La respuesta de Jesús es desconcertante: “Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vente a anunciar el reino de Dios”.
Jesús sabe lo que está diciendo. Lo que el hombre pide no es asistir al entierro de su padre recién fallecido, que le habría entretenido sólo unos días. Lo que quiere es seguir atendiendo a su padre hasta los últimos días. Ausentarse de casa y desentenderse de la familia sin la bendición de su padre no eran sólo una falta de respeto y gratitud, sino también un desafío a su autoridad indiscutible sobre la familia.
Jesús habla con claridad: el proyecto humanizador del reino de Dios es lo primero. No sigas cuidando el “mundo del padre”: esa familia patriarcal preocupada sólo por su honor, se sus hijos y sus tierras. Tú vete a anunciar el reino de Dios: esa familia nueva que el Padre quiere formar donde se vive en actitud fraterna con todos y en la que se cuida de manera especial a los más necesitados y huérfanos de ayuda.
Abrir caminos al reino de Dios es siempre la tarea más urgente. Nada ha de retrasar nuestra decisión. Nadie nos ha de retener o frenar. Los muertos, es decir los que no viven al servicio del reino de la vida, ya se dedicarán a otras tareas menos apremiante que la de buscar el reino de Dios y su justicia.
-        Tercera escena. Hay otro dispuesto a seguir a Jesús, pero antes le pide así: “déjame primero despedirme de mi familia”. No está pensando en quedarse en casa hasta la muerte de su padre, pero su corazón no puede olvidar a su familia. Probablemente lo que pide es tener un gesto de cortesía con los suyos, sino plantearles la decisión de seguir a Jesús. ¿Cómo va a abandonar a su familia sin contar con su aprobación? La familia pedía fidelidad total.
Jesús le responde de modo terminante: “El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios”. La familia no lo es todo. Hay algo más importante: ponerse al servicio del reino de Dios y trabajar por una familia nueva que no está unida por lazos de sangre ni intereses comunes, sino por su deseo de hacer la voluntad del Padre. Una familia donde todos se acojan como hermanos y hermanas, porque son hijos e hijas del único Dios.
En la respuesta de Jesús hay otro matiz importante: “El que sigue mirando para atrás no sirve para el reino de Dios”. No es posible abrir caminos nuevos para el reino de Dios añorando con nostalgia el pasado. Trabajar por el proyecto del Padre pide dedicación total, concentración en la tarea de hacer más humana la vida, confianza en el futuro de Dios, audacia y creatividad para caminar tras los pasos de Jesús.
Las 3 escenas recogidas por Lucas nos permiten entrever ya algunos rasgos del seguimiento de Jesús:
  1. El grupo de seguidores se va formando por iniciativa de Jesús. Su llamada es decisiva. Jesús no se detiene a darles muchas explicaciones. Lo irán aprendiendo todo conviviendo con él. Lo primero es escuchar su llamada y tomar la decisión de seguirle.
  2. Sin embargo, desde el principio queda claro que Jesús los llama para colaborar en el proyecto humanizador del Padre. Jesús no los llama simplemente para que lo imiten. Los llama para que le siguen y se incorporen a la tarea de “anunciar el Reino de Dios”.
  3. Al llamar al seguimiento, Jesús exige una disponibilidad total: fidelidad absoluta por encima de cualquier otra fidelidad. La razón última es que el Reino de Dios está irrumpiendo. Es urgente poner en marcha un movimiento profético que anuncie esa buena noticia: la gente tiene que experimentar ya su fuerza curadora; hay que sembrar en los pueblos signos de su misericordia; hay que abrir caminos a su justicia
               Bien puedo hacer un momento de silencio meditativo.


3ª parte: REUNIÓN DE GRUPO

ACOGIDA MUTUA Y FRATERNA

SALUDO: El animador saluda y presenta el tema con su motivación inicial.

‘VER’ DESDE NUESTRA VIDA PESONAL
  1. Compartamos la palabra de Jesús que más nos anima.

‘ILUMINACIÓN’ EVANGÉLICA
Lectura de Lucas 9,57-62: “Sígueme”.
  1. ¿Qué exigencias pone Jesús a quién quiere seguirlo?

‘ACTUAR’ POR EL PROYECTO DE JESÚS
  1. Conversión personal: ¿Cuál de estas exigencias nos parece más costosa?
  2. Compromiso: ¿Qué vamos a cambiar para seguir a Jesús?

ORACIÓN-‘CELEBRACIÓN’ COMUNITARIA.
  1. Sugerencias para la oración: Nos repartimos las diferentes partes.
-         Se explica los símbolos presentes en la mesa.
Momento de silencio donde nos disponemos a rezar.
-        Alguien lee la oración siguiente; luego se puede repetir algunas frases.
Jesús, ya te voy a seguir… cueste lo que me cueste.
Me conoces y sabes lo que quiero con mis proyectos y mis debilidades.
No puedo ocultarte nada, Jesús.
Quisiera dejar de pensar en mí y dedicarte más tiempo.
Quisiera entregarme por entero a ti; quisiera seguirte adónde tú me llames.
Pero, ni esto me atrevo a decirte, porque soy débil: lo sabes mejor que yo.
Sabes de qué barro estoy hecho, tan frágil e inconstante.
Por eso mismo te necesita aún más, para que me guíes sin cesar,
Para que seas mi apoyo y mi descanso. ¡Gracias, Jesús, por tu amistad!
Jesús, ya te voy a seguir… cueste lo que me cueste.
-        Repetimos frase por frase la siguiente oración.
Confiaré en ti, Jesús, aunque me pierda en tus caminos./
Confiaré en ti, Jesús, aunque no encuentre mi destino./
Confiaré en ti, Jesús, aunque me queme tu mirada./
Te seguiré, Jesús, dudando y andando a la vez./
Te amaré, Jesús, sin miedo y temblando a la vez./
-        Hacemos unas peticiones, terminando diciendo entre todos: Danos tu fuerza, Señor Jesús.
Señor, yo quiero seguirte: Danos tu fuerza, Señor Jesús.
Señor, yo quiero estar cerca de ti: Danos tu fuerza, Señor Jesús.

  1. Bendición y abrazo de paz.

DESPEDIDA. Se señala la fecha y la casa donde tendrá lugar la próxima reunión.



Tema  33 :  “ CARGUEN  CON  LA  CRUZ ”.


Motivación inicial
               Sí, estamos siguiendo a Jesús y colaboramos en el proyecto del reino de Dios. Necesitamos asegurar este caminar y actuar con realismo. Jesús nos dice que, si queremos seguirlo de verdad, hemos de olvidarnos de nuestros intereses egoístas y cargar con los sufrimientos que nos pueden traer el seguimiento fiel a su persona y la colaboración en el proyecto de hacer un mundo más humano. El ‘triunfo’ de Jesús pasa primero por su pasión y crucifixión… de las que tomaremos parte también nosotros.


1ª parte: PREPARACIÓN PERSONAL

1.      Motivación
¿Qué dificultades encuentro en mi seguimiento de Jesús?

2.      Lectura de la Palabra de Dios: Mateo 16,21-25: Ganar o perder la vida.

3.      Profundización de la lectura bíblica
-        La decisión de Jesús. Jerusalén era el centro político y religioso de Palestina; Jesús decide subir también a Jerusalén. ¿Por qué motivos decide Jesús ir a Jerusalén? ¿Por qué presiente un futuro bien sombrío?
-        Reacción de Pedro. ¿Me parece normal la intervención de Pedro con Jesús? ¿Por qué quiere Pedro disuadir a Jesús de ir a Jerusalén?
-        Respuesta de Jesús. ¿Por qué es tan dura la respuesta de Jesús a Pedro? ¿Por qué a Pedro Jesús lo llama ‘Satanás’?
-        Realismo de Jesús. ¿Cuáles son las 2 cosas que hay que tener en cuenta para seguir a Jesús? ¿Qué entiendo con eso de ‘negarse a sí mismo’? ¿Qué entiendo con lo de ‘cargar con la cruz’?
-        Ganar o perder la vida. ¿Qué sentido encuentro en las palabras sobre ‘ganar o perder su vida’? ¿Estoy dispuesto/a a ‘perder mi vida’ por seguir a Jesús?
Puedo hacer un momento de oración.


2ª parte. Comentario: “SEGUIR A JESÚS CARGANDO LA CRUZ.

               Jesús encontró en las aldeas de Galilea una acogida entusiasta. Su mensaje de un Dios bueno que quiere un mundo justo y fraterno y su preocupación por curar a los enfermos y liberar a la gente del sufrimiento provocaba en aquellos campesinos sorpresa y admiración. Los discípulos soñaban ya con un éxito total. Jesús, por lo contrario, sólo pensaba en cumplir la voluntad del Padre hasta el final. Sabía que en Jerusalén todo sería diferente.
               Por eso empezó a explicar a sus discípulos lo que le esperaba. Su intención era subir a Jerusalén, a pesar de que allí iba a “sufrir mucho” por parte de los dirigentes religiosos. Incluso llegarían a ejecutarlo. Pero Jesús confiaba en su Padre. Su muerte entra en los designios de Dios, pues es consecuencia inevitable de su empeño en abrir caminos a su reino. Pero el Padre le “resucitará”. No se quedara pasivo e indiferente ante aquel crimen.
               Pedro se rebela ante la sola idea de imaginar a Jesús crucificado. No le quiere ver fracasado. Solo quiere seguir a Jesús victorioso e triunfante. No piensa solo en Jesús. Piensa egoístamente en las consecuencias que todo aquello puede tener para él y para sus compañeros. Por eso “se lo lleva aparte” para presionarlo y “lo increpa” para que se olvide de lo que acaba de decir: “¡No lo permita Dios! No te puede pasar a ti eso”.
               La respuesta de Jesús es muy fuerte: “Quítate de mi vista, Satanás”. No quiere ver a Pedro ante sus ojos. “Tú no piensas como Dios, sino como los hombres”. Tu manera de pensar no es la del Padre, que quiere un reino de paz y justicia para todos sus hijos; tú eres como los hombres que piensan en su propio bienestar. Eres un obstáculo en mi camino. Eres la encarnación de Satanás.
               Mateo cuida mucho su lenguaje. Hace poco, cuando Pedro se abre con sencillez a la revelación del Padre y confiesa a Jesús como Hijo del Dios vivo, se convierte en “roca” sobre la que Jesús puede construir su Iglesia. Ahora, cuando, escuchando sus propios intereses humanos, pretende apartar a Jesús del camino de la cruz, se convierte en una “piedra que le hace tropezar”.
               Los autores subrayen que Jesús dice literalmente a Pedro: “Ponte detrás de mí, Satanás”. Este es tu sitio. Colócate como servidor fiel detrás de mí. No pretendas desviarme de mi camino orientado al proyecto del Padre hacia mi éxito y mi triunfo personales.
A continuación Jesús se dirige a sus discípulos y les unas palabras que hemos de escuchar bien si queremos seguir a Jesús con realismo. “El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con la cruz y que me siga”. Si alguien quiere caminar tras los pasos de Jesús y seguirle de cerca, ha de hacer 2 cosas:
-        En primer lugar, “negarse a sí mismo”. Esto no significar mortificarse, castigarse a sí mismo y menos anularse o destruirse. Quiere decir olvidarse de sí mismo, no vivir pendiente de los propios intereses, liberarse del propio “ego” para encontrar su propia personalidad en la adhesión radical a Jesús.
-        En segundo lugar, “cargar con la cruz”. Esto no significa sin más aceptar los sufrimientos que todos los humanos hemos de aceptar tarde o temprano en la vida (una enfermedad, una desgracia…). Quiere decir más bien asumiendo los sufrimientos que nos irán llegando como consecuencias de nuestro seguimiento fiel a Jesús.
Por eso no hemos de confundir la cruz con cualquier sufrimiento, adversidad o malestar que se produce en nuestra vida. La “cruz cristiana” consiste en seguir a Jesús aceptando las consecuencias dolorosas que nos puede traer: inseguridad, conflictos, rechazos, persecución… Es decir aceptar el destino doloroso que tendremos que compartir con Jesús si realmente sus pasos.
Para dar más fuerzo a lo que está diciendo a sus discípulos, Jesús añade una frase paradójica: “Si alguien quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la salvará”. Jesús les está invitando a vivir como él: agarrarse ciegamente a la vida que puede llevar a perderla; arriesgarla de manera generosa y audaz por él y el proyecto del reino lleva a salvarla.
Dicho de manera más clara. El que camina tras Jesús, pero sigue aferrado a sus seguridades, expectativas e intereses que le ofrece la vida, puede terminar en mayor bien de todos: la vida vivida según el proyecto de Dios. Por el contrario, el que arriesga lo que le ofrece la vida para seguir a Jesús encontrará vida plena entrando con él en el reino definitiva del Padre.
Puede ser bueno resumir brevemente las actitudes de Jesús ante el sufrimiento.
  1. En Jesús no encontramos ese sufrimiento que hay tantas veces en nosotros, generado por nuestro pecado o nuestra manera poco sana de vivir (envidia, resentimiento, apego egoísta a las cosas y a las personas… El que camina tras los pasos de Jesús va poco a poco eliminando de su vida este sufrimiento inútil y dañino.
  2. Jesús no ama ni busca innecesariamente el sufrimiento, ni para él ni para los demás, como si el sufrimiento encerrara algo especialmente grato a Dios. El esfuerzo ascético y la disciplina personal tienen gran importancia en toda persona. Pero ante el sufrimiento propio y ajeno, lo más que agrada a Dios es que tratemos de suprimirlo o aliviarlo en lo posible.
  3. Jesús se compromete con todas sus fuerzas para hacer desaparecer de este mundo el sufrimiento. Toda su vida ha sido una lucha constante para arrancar al ser humano del sufrimiento que se esconde en la enfermedad, la injusticia, el hambre, los abusos, el pecado o la muerte. Quien sigue los pasos de Jesús vive aliviando el sufrimiento y trabajando por erradicar sus causas.
  4. Pero, cuando se encuentra con el sufrimiento que cae sobre él, provocado por quienes se oponen a su actuación al servicio del reino de Dios, Jesús no lo rehúye, no se echa atrás, sino que lo acepta y lo vive en una actitud de fidelidad total al Padre y de amor incondicional a la humanidad. Por decirlo de alguna manera, Jesús no busca “cruces”, sino que acepta la “crucifixión”, movido por su amor fiel al Padre y su amor solidario hacia nosotros. Ese amor es el que nos salva.
               Bien puedo hacer un momento de silencio meditativo.


3ª parte: REUNIÓN DE GRUPO

ACOGIDA MUTUA Y FRATERNA

SALUDO: El animador saluda y presenta el tema con su motivación inicial.

‘VER’ DESDE NUESTRA VIDA PESONAL
1.      ¿Qué dificultades encontramos en el seguimiento más real de Jesús?

‘ILUMINACIÓN’ EVANGÉLICA
Lectura de Mateo 16,21-25: Ganar o perder la vida.
2.      ¿Por qué es tan dura la respuesta de Jesús a Pedro?

‘ACTUAR’ POR EL PROYECTO DE JESÚS
3.      Conversión personal: ¿Cuándo nos desviamos nosotros del proyecto del Reino?
4.      Compromiso: ¿Cómo vamos a ser más coherente entre la fe que estamos descubriendo y nuestra práctica cotidiana?

ORACIÓN-‘CELEBRACIÓN’ COMUNITARIA.
1.      Sugerencias para la oración: Nos repartimos las diferentes partes.
-         Se explica los símbolos presentes en la mesa.
Momento de silencio donde nos disponemos a rezar.
-        Repetimos frase por frase.
A ti, Señor, me acojo; que no quede confundido./
Mis enemigos se burlan y me olvidan los amigos./
Estoy solo en mi tristeza y ya no tengo cobijo./
Mi vida pasa en tristeza y mi espíritu en peligro./
Pero me pongo en tus manos y no seré confundido./
En ti yo busco el refugio y a ti mis males confío./
Tu eres, Señor, mi fuerza; tú me enseñas el camino./
-        Repetimos al final de cada invocación: “Jesús, creemos en tu reino”.
Jesús, Señor del amor y de la ternura, háblanos otra vez de este proyecto que tú llamas el reino de Dios. – Jesús, creemos…
Jesús, dinos que ese reino existe, que está aquí, que es sencillo y pequeño como un grano de mostaza…
Jesús, dinos que el reino es más ancho que todo lo que podemos soñar, en medio de tanta maldad y desengaños…
Jesús, dinos que el reino está venciendo los miedos, la pobreza, el llanto y la muerte…
Jesús, dinos que el reino es la utopía realizada en todo lo que le corazón humano desea…
Jesús, dinos que eres la vida y la verdad que conducen a este reino…
Jesús, dinos que el reino es el camino de los pobres, los marginados, los excluidos…
Jesús, dinos que todos los caminos son un solo camino, y que ese camino eres tú…
-        Escuchamos en silencia y al final repetimos alguna de las frases siguientes:
Creo en ti, Jesús, eres mi amigo, mi alegría y mi salvador.
Creo en ti, Jesús, eres la puerta y me invitas a seguir tus pasos.
Creo en ti, Jesús: te seguiré y llevaré tu mensaje de amor.
Creo en ti, Jesús: ayudaste al enfermo y al desesperado, y le trajiste felicidad.
Creo en ti, Jesús: Defendiste al humilde y al atropellado, y le devolviste su dignidad.
Creo en ti, Jesús, porque estás siempre a mi lado y tus palabras me iluminan.
Creo en ti, Jesús: eres mi esperanza y mi salvación.
-          

2.      Bendición y abrazo de paz.

DESPEDIDA. Se señala la fecha y la casa donde tendrá lugar la próxima reunión.



Tema  34 :  SON LA SAL DE LA TIERRA Y LA LUZ DEL MUNDO.


Motivación inicial
               Estamos tomando conciencia de que Jesús nos llama a seguirlo olvidándonos de nosotros mismos y cargando con la cruz. Nuestra misión es ardua y a la vez atractiva: ¡Hay mucho que ganar! Jesús confía en nosotros y nosotras. Quiere que seamos sus testigos: ser como él “la sal” que pone sabor a la vida y como “la luz” que ilumina la oscuridad de la existencia. Esa es nuestra misión. ¡Felizmente la comunidad que formamos nos acompaña en este propósito.


1ª parte: PREPARACIÓN PERSONAL

1.      Motivación
¿Siento que, gracias al grupo que conformamos, he progresado en mi fe y en mi compromiso? Voy precisando en qué aspectos.
          
2.      Lectura de la Palabra de Dios: Mateo 5,13-16: Ser sal y luz.

3.      Profundización de la lectura bíblica
-        Sal de la tierra. ¿Qué me sugiere espontáneamente la palabra ‘sal’? ¿Qué me sugiere el simbolismo de la ‘luz’? ¿Me resulta atractiva la tarea de ser sal y luz para los demás?
-        Si la sal se vuelve sosa. ¿Cuándo se vuelve sosa e insípida la fe cristiana en mi vida personal, en la familia, en mi profesión, en mis relaciones, en mi comunidad cristiana…?
-        Luz del mundo. ¿Qué entiendo por ser ‘luz del mundo’? Si soy luz por mi fe cristiana, ¿qué pasa cuando vivo ‘apagado/a’? ¿Conozco cristianos y cristianas que me ayudaron o me ayudan a vivir como luz para los demás?
-        Los ejemplos de Jesús: la ciudad en alto y el candelabro. ¿Qué me quiere decir Jesús con estos 2 ejemplos? ¿Cuándo voy ocultando a los demás mi adhesión a Jesús?
-        Las buenas obras. ¿Me parece importante la última observación de Jesús? ¿Qué ‘obras buenas’ son hoy más necesarias para dar sabor y alumbrar la vida?
Puedo hacer un momento de oración.


2ª parte. Comentario: “IDENTIDAD DE LOS SEGUIDORES DE JESÚS.

               Jesús define con dos imágenes atractivas la identidad de sus seguidores. No vivirán para sus propios intereses. No han de pensar en su dinero, su prestigio o su poder. Su presencia en medio de la gente será profética. Serán “sal” que necesita la tierra y “luz” que necesita el mundo. Introducirán la fuerza sanadora de Jesús y la luz de su proyecto del reino de Dios.
               “Ustedes son la sal de la tierra”. Los autores señalan los diversos aspectos que puede sugerir el simbolismo de la sal, muy extendido en el mundo antiguo. Probablemente, las gentes sencillas de Galilea captaban, en toda su frescura, el lenguaje de Jesús: la fuerza de la sal es está en que da sabor a los alimentos, y los purifica y preserva de la corrupción. También la vida de los que habitan la tierra necesita sal. Los discípulos de Jesús pueden introducir en la humanidad la fuerza para dar sabor a la vida, purificar lo dañado y preservar de la corrupción.
               Pero Jesús les hace enseguida una seria advertencia. “Si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? Ya no sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente”. La vocación de los discípulos es magnífica, pero puede echarse a perder y quedar frustrada. Si la sal se desvirtúa y pierde su fuerza para dar sabor, se convierte en algo inútil. Ya no sirve para nada. Estorba dentro de la casa. Entonces, siguiendo una costumbre muy extendida en aquellas aldeas primitivas, se tira a la calle, donde termina siendo pisada por la gente.
               A Jesús le preocupa que sus seguidores pierdan su identidad. Si se vacían de su espíritu, con nada lo podrán recuperar. Su presencia en medio del mundo no servirá para nada. Ya no harán falta, pues no podrán dar sabor a la vida. No podrán introducir la fuerza liberadora, humanizadora y salvadora que se encierra en la persona de Jesús y en su proyecto del reino de Dios.
               La segunda imagen es más audaz y nos invita a entender la identidad de los seguidores de Jesús en un horizonte más amplio y universal. La luz que ilumina el mundo creado por Dios es ese sol que cada mañana hace salir el Padre sobre buenos y malos. Sin la luz del sol, el mundo quedaría a oscuras. Sería imposible vivir. No podríamos disfrutar de los colores y la belleza de la creación. No sabríamos movernos ni conocer los caminos que hay que seguir.
               Jesús se atreve a decir: “Ustedes son la luz del mundo”. La humanidad necesita esta luz que le pueden proporcionar sus seguidores para no caminar en tinieblas, para orientarse, para ahondar en el sentido de la existencia, para caminar con la esperanza puesta en el Padre. Esta luz que irradian sus seguidores proviene de Jesús. Él les ha hablado con claridad: “Yo soy la luz del mundo” (Juan 8,12). Los discípulos son testigos que comunican la luz que reciben de Jesús.
               Jesús les propone dos ejemplos sencillos para que los discípulos entiendan mejor su identidad y su misión. El primero: “No se puede ocultar una ciudad construida en lo alto de un monte”. Tal vez Jesús está pensando en Séforis, capital de Galilea durante los primeros años de su vida, encumbrada en una montaña que sobresalía de la llanura de su entorno. La idea de Jesús es clara. Si hay luz y no se la oculta, nada puede impedir que brille e ilumine. Así sucederá con sus seguidores. Si no la apagan o la ocultan, esa luz que viene de Jesús iluminará el mundo. Pero han de cuidarla. No la mantendrán encerrada. No la ocultarán a nadie. La mostrarán a todos. Darán testimonio de Jesús, de su Evangelio y de su proyecto.
               El segundo ejemplo subraya la misma idea: “No se enciende una lámpara para meterla debajo de un celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de la casa”. La luz es para iluminar. Es absurdo esconderla. Nadie enciende una lámpara de aceite para cubrirla con el celemín (recipiente para medir grano), sino para poner en un candelero o sobre un soporte elevado y pueda así alumbra a todos los que están en la única estancia de la casa. Los discípulos de Jesús no han de esconder su luz. Sin esa luz, el mundo quedaría a oscuras. Han de mantenerla bien encendida.
               Termina Jesús con unas palabras que aclaran mucho su pensamiento. “Alumbre su luz a los hombres, para que vean sus buena obra y den gloria a su Padre, que está en el cielo”. Esta tarea de alumbrar a los hombres no consiste en proporcionarles grandes ideas o doctrinas sublimes. No han de aportar nuevas ideologías. Han de iluminar a todos con sus “buenas obras”, con su actuación humana y humanizadora, con su seguimiento práctica a Jesús. Este es el mensaje que hemos de escuchar: que brillen sus vidas, no sus doctrinas. Hagan visible el Evangelio en su vida. Demuestren que son posibles el amor y la compasión. Busquen la justicia de Dios. Sean mis profetas, no con palabras, sino sobre todo con hechos.
               Sería absurdo comprometernos en hacer “buenas obras” buscando prestigio o gloria personal, poder, superioridad o algo semejante. Según Jesús todo ha de estar orientado a la gloria del Padre del cielo, que se está abriendo camino entre nosotros para construir con nosotros y junto a nosotros un mundo más justo, fraterno y dichoso para todos.
               Bien puedo hacer un momento de silencio meditativo.


3ª parte: REUNIÓN DE GRUPO

ACOGIDA MUTUA Y FRATERNA

SALUDO: El animador saluda y presenta el tema con su motivación inicial.

‘VER’ DESDE NUESTRA VIDA PESONAL
1.      ¿Sentimos que, desde nuestra participación en este grupo, hemos progresado en fe y compromiso cristianos?

‘ILUMINACIÓN’ EVANGÉLICA
Lectura de Mateo 5,13-16: Ser sal y luz.
2.      ¿Qué quería decir Jesús a sus discípulos con las comparaciones de la sal y la luz?

‘ACTUAR’ POR EL PROYECTO DE JESÚS
3.      Conversión personal: ¿Cómo nos aplicamos a nosotros las comparaciones de Jesús?
4.      Compromiso: ¿Qué tenemos que dejar de hacer para ser sal y luz, tanto en la casa como en otras partes?

ORACIÓN-‘CELEBRACIÓN’ COMUNITARIA.
1.      Sugerencias para la oración: Nos repartimos las diferentes partes.
-         Se explica los símbolos presentes en la mesa.
Momento de silencio donde nos disponemos a rezar.
-         Alguien reza sólo la siguiente oración; al final retomamos alguna petición.
Señor Jesús, necesito audacia, esperanza, amor, constancia, fe.
Conviérteme primero a mí para que yo contagie tu Buena Noticia. Señor Jesús, dame audacia.
En este mundo escéptico y autosuficiente tengo vergüenza y miedo. Señor Jesús, dame esperanza.
En esta sociedad recelosa y cerrada tengo poca confianza en las personas. Señor Jesús, dame amor.
En esta tierra insolidaria y fría siento poco amor. Señor Jesús, dame constancia.
En este ambiente cómodo y superficial, conviérteme primero a mí
Para que yo contagie a otros tu Buena Noticia.
Señor Jesús, dame audacia, esperanza, amor, constancia, fe.
-         Repetimos frase por frase la oración de san Francisco de Asís.
Señor, haz de mí un instrumento de tu paz:/
Que donde haya odio, ponga yo amor;/
Donde haya ofensa, ponga yo perdón;/
Donde haya discordia, pongo yo armonía;/
Donde haya error, ponga yo verdad;/
Donde haya duda, ponga yo fe;/
Donde haya separación, ponga yo esperanza;/
Donde haya tinieblas, ponga yo luz;/
Donde haya tristeza, ponga yo alegría;/
¡Oh Maestro! Haz que no nos empeñemos tanto/
a ser consolados como a consolar, en ser amados como en amar,/
porque dando se recibe, olvidando se encuentra,/
perdonando se perdona y muriendo se resucita a la vida eterna./
Amén. Así sea./
-         Meditemos en silencia la siguiente oración
Dios que amo a todo ser humano,
Comprendemos que tu amor es ante todo perdón.
Entonces nuestro corazón se apacigua
Y así podemos cambiar.
-         Terminemos haciendo una breve oración espontánea.

2.      Bendición y abrazo de paz.

DESPEDIDA. Se señala la fecha y la casa donde tendrá lugar la próxima reunión.



Tema  35 :  “ USTEDES  OREN  ASÍ ”.


Motivación inicial
               Demos unos pasos más en el seguimiento de Jesús: Para ser sus testigos necesitamos alimentarnos de su Espíritu. Por eso Jesús nos ha dejado en herencia la oración del Padrenuestro. Ella es para nosotros el modelo de toda oración. En ella hemos de alimentar nuestro trabajo por el Reino, porque es la oración del Reino. Descubramos estos aspectos del Padrenuestro.


1ª parte: PREPARACIÓN PERSONAL

1.      Motivación
¿Qué es lo que me hace decir que el Padrenuestro es la oración del Reino?

2.      Lectura de la Palabra de Dios: Mateo 6,9-13: La oración del Reino.

3.      Profundización de la lectura bíblica
-        El Padrenuestro. ¿Cómo rezo el Padrenuestro: de manera rutinaria, con los mismos sentimientos de Jesús…? ¿Es una oración que me gusta, que me intriga…?
-        Padre. ¿Sé dirigirme a Dios llamándolo ‘Padre’ o ‘Papito Dios? ¿Alguna vez lo llamo ‘Padre y Madre’? ¿Es una oración que despierta en mí confianza, cercanía, comunión…?
-        Padre nuestro. En mis oraciones, ¿llamo a Dios ‘Padre mío’? ¿Qué me sugiere la invocación ‘Padre nuestro’? ¿Tengo como horizonte a toda la humanidad, a las demás religiones, en los que no creen en él?
-        Invocaciones. ¿Sé diferenciar las 2 partes del Padrenuestro? Cuando rezo, ¿sé comenzar mirando a Dios, preocupándome por lo que le preocupa a él? ¿Mis oraciones tienen estos 2 tiempos del Padrenuestro: las preocupaciones de Dios y las preocupaciones prioritarias según Jesús?
-        Venga tu reino. ¿En qué pienso cuando pido que ‘venga el reino’? ¿Abarca esta invocación mis deseos y mis luchas por una sociedad y un mundo más humanos? ¿Puedo convertir esta invocación en el mayor objetivo de mi vida?
-        Hágase tu voluntad. ¿Me ayuda esta invocación a ser más fiel a la voluntad liberadora del Padre? ¿Me ayuda a evaluar mi vida para que sea conforme a la voluntad del Padre?
-        Danos el pan de cada día. Cuando rezo, ¿sé integrar las necesidades de hoy? ¿… para mí, para los demás? ¿Qué abarca esta petición por el pan nuestro de cada día?
-        No nos dejes caer en la tentación. ¿Qué ‘tentaciones’ me asaltan a lo largo del día? Para Jesús, ¿a qué ‘tentación’ (en singular o sea ‘la mayor tentación’) se está refiriendo?
-        Perdona nuestras deudas. ¿Por qué Jesús nos hace pedir por nuestras deudas y no nuestras ofensas? ¿Qué ‘deudas’ tengo con los demás, con Dios, con el proyecto de Jesús? ¿Sé perdonar, o sea, desterrar la maldad en mí y en los demás?
-        Líbranos del mal. ¿Tiene que ver el mal con la destrucción de la vida, del amor, de la convivencia humana, de los derechos, del medio ambiente?
Puedo hacer un momento de oración.


2ª parte. Comentario: “LA ORACIÓN DE LOS SEGUIDORES DE JESÚS.

               El Padrenuestro es la única oración que Jesús ha dejado a los suyos. La única que enseñó para alimentar su identidad de seguidores suyos y su trabajo de colaboradores en el proyecto del reino de Dios. Desde muy pronto el Padrenuestro se convirtió no sólo en la oración más querida para los cristianos, sino también en la plegaria litúrgica que identifica a la comunidad de los seguidores de Jesús cuando se reúnen en su nombre. Por eso se la enseñaba a recitar a los catecúmenos  antes de recibir el bautismo. Por eso la recitamos siempre al terminar nuestros encuentros.
               Los Evangelios han conservado 2 versiones del Padrenuestro con pequeñas diferencias entre sí. La más larga es recogida por Mateo en 6,9-13, dentro del llamado “Sermón de la montaña”, donde este evangelista recoge el corazón del mensaje de Jesús. La versión más breve es recogida por Lucas 11,2-4, y nos dice que Jesús la pronunció cuando le pidieron que les enseñara a orar como el Bautista enseñaba a sus discípulos. Nosotros estudiaremos la versión de Mateo, pues es la que se pronuncia en la liturgia cristiana.
La estructura de la oración de Jesús es sencilla. Comienza con una invocación al Padre de los cielos. A continuación viene la oración, en la que podemos distinguir 2 partes. En la primera exponemos al Padre 3 grandes deseos centrado en el reino de Dios: son sin duda  los deseos más ardientes que Jesús llevaba en su corazón. En la 2ª hacemos 4 peticiones, presentando al Padre las necesidades más urgentes de la familia humana: son las necesidades que más preocupaban a Jesús.
  1. “Padre nuestro que está en el cielo
-        Jesús se dirigía a Dios llamándolos ‘Abbá’, un diminuto cariñoso que empleaban sobre todo los niños pequeños para dirigirse a su Padre. También nosotros invocamos a Dios como ‘Padre’, sintiéndonos hijos e hijas, y hablamos con él con la misma sencillez, confianza y cariño con que le hablaba Jesús.
-        “Padre nuestro”. Jesús nos enseña a decir ‘Padre nuestro’, no ‘Padre mío’. Por eso rezamos el Padrenuestro en plural, desde el inicio hasta el final, sintiéndonos hermanos y hermanas de todos. No le pedimos nada sólo para nosotros, sino para todos.
-        “Estás en el cielo”. No está ligado a un lugar sagrado en la tierra. No pertenece a un pueblo o a una raza concreta. No es propiedad de ninguna religión. Es Padre de todos. “Hace salir su sol sobre buenos y malos”.
  1. “Santificado sea tu nombre”. No es una petición más. Es el primer deseo que le nace del alma a Jesús, su aspiración más ardiente. “Haz que tu nombre de Padre sea reconocido y respetado. Que todos conozcan la bondad y la fuerza salvadora que encierra tu nombre santo. Que nadie lo ignore o desprecia. Que nadie lo profane haciendo daño a tus hijos e hijas. Que sean desterrados los nombres de todos los dioses e ídolos que nos deshumanicen. Que todos bendigamos tu nombre de Padre bueno”.
  2. “Venga tu reino”. Esta es la pasión que anima la vida entera de Jesús. “Que tu reino se vaya abriendo camino por el mundo, que la ‘levadura’ de tu reino le fermente todo. Que a los pobres les llegue tu Buena Noticia. Que los que sufren sientan tu fuerza curadora. Llena el mundo de tu justicia y de tu verdad, de tu compasión y tu paz. Que no reinen los ricos sobre los pobres; que los poderosos no abusen de los débiles; que los varones no dominen a las mujeres. Que nadie dé a ningún César lo que es tuyo. Que nadie pretenda vivir sirviéndote a ti y al Dinero”.
  3. “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”. Esta petición que sólo aparece en Mateo, no hace sino repetir y reforzar las 2 anteriores, comprometiéndonos aún más en el proyecto salvador de Dios. “Que se haga tu voluntad y no la nuestra. Que se cumplan tus deseos, pues tú sólo quieres nuestro bien. Que en la creación entera se haga lo que tú buscas, no lo que desean los poderosos de la tierra. Que veamos hecho realidad entre nosotros lo que tiene decidido en tu corazón de Padre”.
  4. “Danos hoy el pan de cada día”. La atención de Jesús se dirige ahora a las necesidades concretas de los seres humanos. “Danos a todos el alimento que necesitamos para vivir. Que a nadie le falte pan. No te pedimos dinero ni bienestar abundante para nosotros, no queremos riqueza para acumular, sólo el pan de todos para todos. Que los hambrientos puedan comer; que tus pobres dejen de llorar y empiecen a reír, que los podamos ver viviendo con dignidad. Que ese pan que un día podremos comer todos juntos, sentados a tu mesa, lo podamos compartir ya desde ahora”.
  5. “Perdona nuestras deudas como también nosotros personamos a nuestros deudores”. Esta es la traducción literal que ha quedado modificada en la liturgia. Estamos en deuda con Dios. Es nuestro gran pecado: no responder al amor del Padre, no acoger su reino. “Perdona nuestras deudas, no sólo las ofensas contra tu ley, sino el vacío inmensa de nuestra falta de respuesta a tu amor. Necesitamos tu perdón y tu misericordia. Queremos ser sinceros: al hacerte esta petición, estamos perdonando a los que están en deuda con nosotros. No deseamos alimentar resentimientos ni deseos de venganza contra nadie. Queremos convivir como hermanos y hermanas”.
  6. “No nos dejes caer en la tentación. Somos débiles y estamos expuestos a toda clase de peligros y riesgos que pueden arruinar nuestra vida alejándonos definitivamente de ti. El mal nos amenaza. Que no caigamos derrotados en la prueba final. Que en medio de la tentación podamos encontrar contar con tu ayuda de Padre”.
  7. “Líbranos del mal”. Esta petición final que sólo es recogida por Mateo, refuerza y culmina toda la oración. El mal está siempre ahí con todo su poder. Jesús nos invita a no vivir con miedo, sino con confianza grande en el Padre: “Líbranos del mal. Somos responsables de nuestros pecados, pero somos también víctimas. El mal y la injusticia no están sólo en nuestros corazones, sino también en las estructuras e instituciones. Están en la dinámica de la historia. A veces parece que el poder del mal lo va a invadirlo todo. ¡Padre, arráncanos del mal”.
Jesús ha querido que nuestra oración al Padre termine con ese grito de socorro que queda resonando en nuestras vidas. Tradicionalmente, los cristianos han añadido la palabra “amén”, que significa “así es”, “así queremos que sea”. Con ese “amén” de todos culminamos nuestra oración al Padre. “Amén. Así queremos orar siempre. Así queremos vivir: con confianza total en ti, Padre nuestro; bendiciendo tu nombre; acogiendo tu reino; haciendo tu voluntad; recibiendo de ti el pan de cada día, el perdón y la fuerza para vencer el mal.
               Bien puedo hacer un momento de silencio meditativo.


3ª parte: REUNIÓN DE GRUPO

ACOGIDA MUTUA Y FRATERNA

SALUDO: El animador saluda y presenta el tema con su motivación inicial.

‘VER’ DESDE NUESTRA VIDA PESONAL
1.      ¿Qué es lo que nos hace decir que el Padrenuestro es la oración del Reino?

‘ILUMINACIÓN’ EVANGÉLICA
Lectura de Mateo 6,9-13: La oración del Reino.
2.      Según el Padrenuestro, ¿cuáles son los principales aspectos del Reino?

‘ACTUAR’ POR EL PROYECTO DE JESÚS
3.      Conversión personal: ¿Cuál es la invocación del Padrenuestro que más necesitamos?
4.      Compromiso: De hoy en adelante, ¿cómo vamos a rezar el Padrenuestro?

ORACIÓN-‘CELEBRACIÓN’ COMUNITARIA.
  1. Sugerencias para la oración: Nos repartimos las diferentes partes.
-         Se explica los símbolos presentes en la mesa.
Momento de silencio donde nos disponemos a rezar.
-        Repetimos paso a paso la oración siguiente.
Padre amado y Madre amada,/
Guíanos de la oscuridad a la luz: haznos testigos de tu amor./
Ten nuestras vidas ocupadas a servir a los más necesitados./
Haz que nuestra manera de vivir sea un anuncio de tu reino./
Haz que nuestros pasos avancen siempre por caminos de justicia./
Realiza en nosotros la obra de la verdad: construir tu reino, pobres con los pobres./
-        En un primer tiempo, rezamos cada uno/a una invocación del Padrenuestro.
Luego nos damos la mano para rezarlo juntos, más despacio que de costumbre.
  1. Nos damos la bendición unos a otros y un largo abrazo de paz.

D. DESPEDIDA. Se recuerda la casa, el día y la hora de la próxima reunión.



Tema  36 :  “ HAGAN  ESTO  EN  MEMORIA  MÍA ”.


Motivación inicial
               Por una parte Jesús nos ha dejado en herencia la oración del Padrenuestro para alimentar nuestra vida de seguidores. Por además y sobre todo, nos ha mandado celebrar una cena en su memoria. En ella, sus seguidores nos alimentamos de él, comulgamos con su entrega total al servicio del reino de Dios hasta la muerte, y reavivamos nuestra esperanza en el encuentro con él en el banquete definitivo alrededor del Padre. Descubriremos también que todas nuestras cenas pueden tener sabor a la última cena de Jesús. Veamos.


1ª parte: PREPARACIÓN PERSONAL

1.      Motivación
¿Pienso que es muy importante comer siempre juntos y no cada uno por su lado? ¿Por qué será?

2.      Lectura de la Palabra de Dios: Marcos 14,22-2: La última Cena.

3.      Profundización de la lectura bíblica
Nota. Para tener una visión más completa de la cena se puede leer también el relato de Lucas 22,14-20, prestando atención al versículo 19.
-        Una cena especial. ¿Para qué Jesús celebra esta cena solemne? ¿Cuál es su intención? ¿Intuyo los sentimientos de Jesús en estas últimas horas de su vida?
-        Invitación de Jesús. ¿Qué siento al escuchar la invitación para el pan: ‘Tomen y coman de él porque esto es mi cuerpo’ y luego para el vino ‘Tomen y beban porque este es el cáliz de mi sangre’? ¿A qué me siento invitada/o?
-        La entrega de Jesús. Dice también Jesús que su ‘cuerpo es entregado por nosotros’ y su ‘sangre derramada por nosotros’: ¿Qué siento ante estas palabras: agradecimiento, llamada, entrega…?
-        Compartir el pan y el cáliz. Jesús distribuye a todos el mismo pan y les hace beber del mismo cáliz: ¿Qué significado encuentro a este hecho colectivo?
-        La misa actual. ¿Me ayuda a revivir la Cena del Señor? ¿Qué es lo que más me alimenta en la celebración eucarística?
Puedo hacer un momento de oración.


2ª parte. Comentario: “LA CENA DEL SEÑOR”.

               Jesús sabe que sus horas están contadas. Sin embargo no piensa en ocultarse o huir. Lo que hace es organizar una cena de despedida con sus discípulos y discípulas: la quiere vivir en toda su hondura. Consciente de la inminencia de su ejecución, necesita compartir con los suyos su confianza total en el Padre, incluso en esta hora dramática.
               Jesús piensa en el futuro: ¿qué va a ser del proyecto humanizador del Padre cuando él ya no esté en la tierra? ¿Qué harán sus discípulos y discípulas después de su muerte? ¿Dónde alimentarán en adelante su esperanza en la venida del reino de Dios? ¿Dónde renovarán sus fuerzas sus seguidores?
               Dos sentimientos embargan a Jesús. Primero, la certeza de su muerte inminente: aquella es la última copa que va a compartir don los suyos. Al mismo tiempo, su confianza inquebrantable en el reino de Dios, al que ha dedicado su vida entera. Les habla con toda seguridad: “Les aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el reino de Dios”.
               La actividad de Jesús como profeta y portador del reino de Dios va a ser violentamente truncada, pero su ejecución no va a impedir la venda del reino de Dios. Su muerte no ha de destruir la esperanza de nadie. Dios no se echará atrás. Un día, Jesús se sentará en la mesa para celebrar, con una copa en sus manos, el banquete eterno de Dios con sus hijos e hijas. Beberá un “vino nuevo” y compartirán juntos la fiesta final del Padre. El reino de Dios alcanzará su plenitud. La cena de esta noche es un símbolo.
               Al comienzo de la cena, siguiendo la costumbre judía, Jesús se pone en pie, toma un pan en sus manos y pronuncia en nombre de todos una bendición a Dios, a la que todos responden diciendo “amén”.  Luego va rompiendo el pan y va distribuyendo un trozo a cada uno. Se lo han visto hacer a Jesús más de una comida. Saben lo que significa ese rito judío: al obsequiarles ese trozo de pan, Jesús les va haciendo llegar la bendición de Dios. ¡Cómo les impresionaba cuando en aquellas comidas de Galilea Jesús se lo daba también a pecadores, publicanos y prostitutas! Al recibir aquel trozo de pan, todos se sentían unidos entre sí y bendecidos por Dios.
               Pero aquella noche Jesús añade unas palabras que le dan un contenido nuevo e insólito a su gesto. Mientras les va distribuyendo el pan les dice estas palabras: “Tomen, esto es mi cuerpo”. Yo soy este pan. Véanme en estos trozos entregándome por ustedes hasta el final. No me olviden nunca. Recuérdenme así: entregado totalmente para hacer les llegar la bendición del reino de Dios, la salvación del Padre; esto alimentará sus vidas.
               Les sorprende mucho más lo que hace al acabar la cena. Todos conocían el rito que se acostumbraba. El que preside la mesa, quedando sentado, toma en su mano derecha una copa de vino y pronuncia sobre ella una acción de gracias por la comida, a la que todos respondían “amén”. A continuación bebe de su copa , lo cual servía de señal para que cada uno bebiera de la suya.
               Sin embargo, esta noche, Jesús cambia el rito e invita a sus discípulos y discípulas a que todos beban de una única copa: ¡la suya! En esa copa que va pasando a todos, Jesús ve algo nuevo: “Esta copa es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos”. Vean en ese vino mi sangre derramada por ustedes: recuérdenme así: entregando mi vida totalmente por todos.
               En ese momento crucial y decisivo, Jesús no piensa sólo en sus discípulos más cercanos. Su mirada se hace más universal que nunca. Mi muerte abrirá un futuro nuevo para todos. Vean en mi sangre una alianza nueva de Dios con los hombres, el ofrecimiento de la salvación para muchos, para todos.
               En su relato de la cena, Lucas recuerda estas palabras de Jesús: “Hagan esto en memoria mía” (22,19). Celebrar la eucaristía es “hacer memoria” de Jesús, actualizando su presencia viva en medio de nosotros, alimentando en él nuestra fe, grabando en nuestros corazones su entrega hasta la muerte y reafirmándonos en nuestro compromiso se seguir cargando la cruz hasta las últimas consecuencias.
Vamos a señalar 4 aspectos importantes para reavivar hoy nuestra celebración de la cena del Señor.
-        Los seguidores de Jesús no estamos solos. La muerte no ha roto su comunión con nosotros. No hemos de sentir su ausencia. Cada vez que celebramos la cena del Señor, él está vivo y operante en medio de nosotros. Crucificado por los adversarios del reino, pero resucitado por el Padre, se hace presente, nos acompaña y nos alimenta en nuestro trabajo de abrir caminos al proyecto humanizador de Dios.
-        En la cena del Señor alimentamos nuestra fe en Cristo. No basta asistir a la celebración de la eucaristía. Estamos invitados a “comer” y “beber”. Nos reunimos en esta cena fraterna para identificarnos cada vez más con Cristo, acogiendo sus palabras en nuestro corazón y alimentándonos de su cuerpo y de su sangre. Ahí está el secreto de nuestra fuerza. Ninguna otra experiencia puede ofrecernos un alimento más sólido.
-        Nunca hemos de olvidar que, cuando “comulgamos” con Jesús en la cena eucarística, estamos comulgando con alguien que ha vivido y muerto “entregado” totalmente a los demás. Así insiste Jesús: su cuerpo es un “cuerpo entregado” y su sangre una “sangre derramada” por la salvación de todos. Cada vez que celebramos la eucaristía nos reafirmamos en no vivir encerrado en nuestro egoísmo, pensando sólo en nuestros intereses, sino en vivir abiertos a los demás entregando día a día nuestra vida, contribuyendo desde nuestra pequeñez a hacer la vida más humana.
-        Jesús les da a todos del mismo pan y les hacer beber des mismo cáliz. Compartir el mismo pan y beber del mismo cáliz significa, para los seguidores de Jesús, reforzar los lazos de fraternidad cristiana. La cena del Señor no sólo expresa y crea la comunión con Cristo, sino también la comunión entre los que lo seguimos.
               Bien puedo hacer un momento de silencio meditativo.


3ª parte: REUNIÓN DE GRUPO

ACOGIDA MUTUA Y FRATERNA

SALUDO: El animador saluda y presenta el tema con su motivación inicial.

‘VER’ DESDE NUESTRA VIDA PESONAL
1.      ¿Por qué motivos es muy importante comer siempre juntos y no cada uno por su lado?

‘ILUMINACIÓN’ EVANGÉLICA
Lectura de Marcos 14,22-2: La última Cena.
2.      Digámonos cuáles debían ser los sentimientos de Jesús en esta última cena?

‘ACTUAR’ POR EL PROYECTO DE JESÚS
3.      Conversión personal: ¿Qué hemos descubierto de nuevo en estas reflexiones sobre la última cena de Jesús?
4.      Compromiso: ¿Qué vamos a cambiar para aprovechar mejor nuestra participación en las celebraciones de la misa?

ORACIÓN-‘CELEBRACIÓN’ COMUNITARIA.
1.      Sugerencias para la oración: Nos repartimos las diferentes partes.
-         Se explica los símbolos presentes en la mesa.
-         Si contamos con un sacerdote, podemos celebrar la cena del Señor, preparada con esmero y con la participación creativa de todos. Podemos incluir en algún momento las 2 oraciones siguientes.
-         Nos disponemos a rezar repitiendo paso a paso.
Jesús, vives en el pan roto y compartido; vives en la copa llena de vino./
Eso es un banquete de pobres, una comida de mendigos./
Jesús, eres el compañero fiel, el amigo entre todos los amigos,/
pero roto en mil pedazos por la vida y el amor de los hombres./
Eres vivo cundo nos juntamos y hacemos camino./
Cantamos tu muerte, amigo de la vida, porque vives en el pan roto y compartido,/
Porque vives en la copa llena de vino, porque muchos siguen muriendo como tú./
-         Meditamos en silencia la siguiente oración
Para comer y beber, Dios nos ha sentado en la mesa redonda de la igualdad.
Es comida blanca de paz y alegría; es bebida de roja fraternidad.
Bien claro está lo que quiere Dios que nos regala este pan:
Quiere que compartamos el pan entre nosotros y que,
Juntos, organicemos el compartir con aquellos que no tienen pan ni amistad.
Quiere que demostremos nuestra solidaridad activa y efectiva.
-         Padrenuestro. Abrazo de paz.

2.      Bendición.

DESPEDIDA. Se señala la fecha y la casa donde tendrá lugar la próxima reunión.

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