APORTES DE LAS CEBs A LA ASAMBLEA ECLESIAL LATINOAMERICANA
Pedro
Pierre, Guayaquil, septiembre de 2021.
A. INQUIETUDES Y PREOCUPACIONES POR NUESTRA
IGLESIA CATÓLICA
1. La deserción que se vive en la Iglesia Católica.
Desde varios decenios la deserción de los católicos
no ha dejado de aumentar. Por una parte, se dejan conquistar por las Iglesias
evangélicos y por otra, caen en la indiferencia religiosa. La gran mayoría de
los católicos lo son sólo de nombre porque no participan de la vida eclesial ni
viven un compromiso por el Reino inaugurado por Jesús.
Es muy llamativo el comentario de un pastor
evangélico: “Entre los que fueron bautizados como evangélicos, el 90% van a
seguir participando; los católicos, apenas el 10%. Normalmente, el 100% de los
evangélicos saben por qué lo son; entre los católicos, cuando mucho, el 2%. El
90% de los evangélicos son misioneros; los católicos misioneros, excluyendo los
religiosos/as, cuando mucho, el 2%.”
2. Un pronunciado clericalismo patriarcal
Es generalizado el acentuado clericalismo de los
sacerdotes, sacerdotes y religiosas y se manifiesta por un autoritarismo
absoluto, a pesar de las orientaciones del papa Francisco en la materia. Esto
impide la participación de los seglares que desean ser miembro con plenos
derechos, adulto, participativo, porque han descubierto que su bautismo les
hace herederos de la misión del discipulado. Jesús nos confía a todos y todas
la tarea evangelizadora, sin que tengamos necesariamente que depender del
clero.
3. El crecimiento de los fundamentalismos religiosos
En todos los países se nota un marcado incremento
de organizaciones religiosas de corte fundamentalista tanto en las Iglesias
católicas y evangélicas como en los nuevos movimientos religiosos en los
sectores populares como la buscada de poder político y económico en las
instancias nacionales.
4. La pérdida de credibilidad de la Iglesia católica
Principalmente,
el clericalismo, la pederastia y la marginación de las mujeres en la Iglesia
Católica han mermado la credibilidad, la influencia y diversos tipos de
presencia de la Iglesia católica. Esta tiene serias dificultades para ser
fermento en la masa. Respalda movimientos que congregan, en eventos y
liturgias, a miles de personas, pero que pasan sin crear comunidad ni
compromiso social y mucho menos impulso misionero y seguimiento de Jesús.
5. La vitalidad de las CEBs en todo el continente
La realización en Guayaquil el año pasado del XI
Encuentro Continental de CEBs, con la presencia de CEBs juveniles de 13 países,
manifestó su vitalidad, su testimonio vivo y martirial, su capacidad de
renovación eclesial y transformación social. Las CEBs son conscientes de su
identidad como Iglesia completa en igualdad de las parroquias, siendo el
“primer y fundamental núcleo eclesial” en los sectores populares de la ciudad,
el campo y el mundo indígena. Están animadas por una espiritualidad liberadora
que se nutre de la meditación de la Palabra de Dios, la acción contemplativa,
la opción por los pobres y las orientaciones del magisterio latinoamericano y
papal. Sufren de la falta de reconocimiento y valoración de sus pastores tanto
parroquiales como diocesanos.
B. PROPUESTAS FRENTE A ESTOS DESAFÍOS
1. Reafirmar la eclesialidad y el valor de las
Comunidades Eclesiales de Base para la
Iglesia y la vida de nuestros pueblos, especialmente, para quienes viven en las
periferias urbanas y zonas rurales.
A pesar de las dificultades impuestas por la actual
situación política, económica, social, sanitaria, ambiental y eclesial de
América Latina y del Caribe, la experiencia de más de cinco décadas de
existencia confirma su definición por la Conferencia de Medellín como “célula
inicial de estructuración eclesial y foco de evangelización” (Medellín 15,10).
Muestra que las CEBs desempeñan fielmente su misión evangelizadora. Medellín
señaló, además, que “ellas son un factor primordial de promoción humana y
desarrollo”. El avance del fundamentalismo en América Latina exige de una
propuesta eclesial que vuelva a Jesús desde la base, y en eso trabajan
incesantemente las CEBs.
2. Las CEBs son Iglesia en salida, desde los
descartados.
Ellas apuntan a un camino privilegiado de la
renovación misionera y sinodal que el papa Francisco solicita a toda la
Iglesia. “Las comunidades eclesiales de base son expresión del amor
preferencial de la Iglesia por el pueblo sencillo” (Puebla 643), funcionan como
lugar de oración, vida fraterna y compromiso con los pobres y marginados, ellas
son expresión privilegiada de “una Iglesia pobre para los pobres” (EG 198). En
cuanto comunidades de “discípulos y discípulas misioneros y misioneras” (EG
119), “sujetos activos de la evangelización” (EG 120), son “fuentes y semilla
de variados servicios y ministerios que promueven la vida en la sociedad y en
la Iglesia” (Aparecida 179); de especial relevancia es hoy el cuidado de la
casa común como un ministerio permanente.
3. Las CEBs promueven nuevos ministerios eclesiales
Hace falta un reconocimiento del ministerio de
animación comunitaria que realizan laicos y laicas que concilian sus
responsabilidades bautismales, familiares, y laborales con talante profético.
Urge la participación de los seglares en las instancias de decisión para
reorganizar la vida de la Iglesia desde la base. Las CEBs, en comunión con sus
pastores, necesitan de autonomía para extenderse por los más amplios espacios
del compromiso cristiano. Las CEBs preparan gentes, muchos de ellos
jóvenes, para un verdadero compromiso misionero que abre grietas en la
indiferencia religiosa, la falta de compromiso social y la inmovilidad de la
institución eclesial.
4. Las CEBs saldan la deuda histórica de la Iglesia
con las mujeres.
En la Exhortación Apostólica Querida Amazonia, el
papa Francisco llama la atención sobre “la fuerza y el don de las mujeres” en
las comunidades. Reconoce la necesidad de que ellas “tuvieran una incidencia
real y efectiva en la organización, en las decisiones más importantes y en la
guía de las comunidades, pero, sin dejar de actuar en el estilo propio de su
perfil femenino” (QA 103). Esta perspectiva está presente en la vida ordinaria
de nuestras CEBs y en el rol de ´animadoras de comunidad’ que ya practican
ministerialmente muchas de nuestras hermanas.
5. La nube de mártires latinoamericanos abre camino a
la Iglesia de mañana
Hay que agradecer el testimonio de entrega total al
ofrendar la propia vida, por parte de un sinnúmero de miembros y acompañantes
de las CEBs. Como atestigua innumerables mártires del Pueblo de Dios, podemos
mencionar algunos: delegados de la palabra, catequistas, religiosas,
presbíteros, teólogos, biblistas, misioneros y misioneras, y obispos. Ninguna
otra expresión eclesial cuenta con tantos mártires como las Comunidades de Base
en América Latina. Este hecho nos da la certeza de que están en el camino
señalado por Jesús a sus discípulos.
C. UNOS 5 ASPECTOS A INCORPORAR EN LA AGENDA DE LA
ASAMBLEA ECLESIAL DE MÉXICO
Teniendo en cuenta el camino recorrido,
sus logros y dificultades, es hora de reafirmar el apoyo y la opción pastoral
por las CEBs y su articulación en las diócesis, en los diferentes países y en
el Continente, tal como han sido confirmados en los grandes documentos episcopales
latinoamericanos (Medellín, 1968; Puebla, 1979; Santo Domingo, 1992 y
Aparecida, 2007).
- Revalorizar y recrear, de
acuerdo a los signos de los tiempos, las comunidades eclesiales, pequeñas
y desarrolladas en la base como “célula inicial de estructuración eclesial
y foco de evangelización” porque “la comunidad cristiana de base es el
primero y fundamental núcleo eclesial” (Med.10 Apa.193). Sería desconocer
la acción del Espíritu en nuestras Iglesias latinoamericanas no asumir lo
vivido en los últimos 60 años por las CEBs de América Latina y el Caribe
como un modelo aún vigente y posible, aunque no necesariamente único.
- Protagonizar el desarrollo y funcionamiento de las Comunidades
Eclesiales y estimulando su
surgimiento, creadas y animadas por laicas y laicos, en los diferentes
lugares donde viven o se encuentran las personas, quizás se podrá generar
el impulso misionero, militante y amplio que permita frenar la embestida
conservadora y alienante de los grupos neopentecostales. Las pequeñas
comunidades generadas en la base podrían ser la respuesta más adecuada que
podríamos dar, pero que no estamos utilizando.
- Fomentar Comunidades Eclesiales cercanas, alternativas a la masificación, la individuación y el anonimato de las
ciudades, insertas en la vida de los pueblos y comprometidas en sus
movimientos y organizaciones sociales. Son indispensables para hacer
realidad la opción por los pobres, la participación en la lucha por la
vida digna y la justicia y el servicio a los empobrecidos, a los sectores
vulnerables, marginados y excluidos. Es imprescindible reformular la
organización eclesial desde abajo, en base al desarrollo de comunidades en
torno a la Palabra de Dios y de la vida de la gente: Comunidades de pobres
y comprometidas con la vida del pueblo pobre, pequeñas, a escala humana
donde el conocimiento y la fraternidad sean posibles, insertas en la base
del pueblo y con una forma circular y horizontal de funcionamiento. La
historia de las CEBs muestra que de esta manera se vive, sostiene y
desarrolla una verdadera forma de ser Iglesia sinodal.
- Superar la división y oposición clero-laicos para ir hacia una autocomprensión de las comunidades eclesiales
desde el binomio comunidad-ministerios, para hacer posible la conversión
sinodal, superar el clericalismo y poner el anuncio de la fraternidad y la
amistad social como ejes estructurantes de la misión de la Iglesia.
- Reconocer y asumir los diversos ministerios, de mujeres y hombres, nuevos y antiguos, ordenados y no ordenados, suscitados por el
Espíritu Santo en las comunidades locales como signos e instrumentos de
vitalidad, compromiso y corresponsabilidad en la vida y misión de la
Iglesia.
Hacemos votos para que la Asamblea
Eclesial a realizar en México a final de noviembre próximo sea un nuevo impulso
a nuestra Iglesia católica en su impulso misionera de ser testiga del Reino de
Dios en una nueva organización interna y un mayor compromiso con los
pobres.
Que las CEBs sean reconocidas como el
motor privilegiado de estas transformaciones y novedades.
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