martes, 11 de julio de 2023

Documento de Trabajo del Sínodo Resumen y Comentarios

 

16ª ASAMBLEA DEL SÍNODO DE OBISPOS

El Vaticano, Roma, octubre de 2023

DOCUMENTO DE TRABAJO

Resumen: Pedro Pierre, julio de 2023.

Oficina de prensa del Vaticano, 29 de mayo de 2023.

Í N D I C E

Primero, he aquí las 3 partes principales:

1.     Presentación y Resumen del Documento de Preparación del Sínodo (Síntesis y Preguntas).

2.     Las reflexiones de las ‘Fichas de trabajo’ en grupos para facilitar el desarrollo del Sínodo.

3.     Unos comentarios personales sobre este rico Documento: ‘Alegrías y preocupaciones sinodales’.

Anexo: “Teologalmente jerárquica y socialmente democrática’, de Consuelo Vélez (extracto).

I. PRESENTACIÓN - Dos dibujos explicativos

PRÓLOGO

1.     El viaje hasta ahora

2.     Una herramienta de trabajo para la segunda fase del proceso sinodal

3.     La estructura del texto

A. Por una Iglesia sinodal - Una experiencia integral

1.     Signos característicos de una Iglesia sinodal

2.     Un camino para la Iglesia sinodal: conversar en el Espíritu

B. Comunión, misión, participación. Tres temas prioritarios para la Iglesia sinodal

1.     Una comunión que se irradia. ¿Cómo podemos ser más plenamente signo e instrumento de la unión con Dios y de la unidad del género humano?

2.     Corresponsables en la misión. ¿Cómo podemos compartir dones y tareas al servicio del Evangelio?

3.     Participación, responsabilidad y autoridad. ¿Qué procesos, estructuras e instituciones son necesarios en una Iglesia sinodal misionera?

C. Fichas de trabajo. Discernir los caminos sinodales a abrir.

1.     Octubre de 2023: Discernir qué caminos abrir para una mayor comunión, misión y participación.

2.     Octubre de 2024: Establecer cómo abrir más concretamente estos caminos de comunión, misión y participación.

II. REFLEXIONES DE LAS FICHAS DE TRABAJO (Resumidas)

III. ANEXO RELEVANTE: Participación, responsabilidad y autoridad.

IV. COMENTARI*OS PERSONALES, Pedro Pierre.

PRESENTACIÓN

A. DATOS DE LA ASAMBLEA DEL SÍNODO de octubre de 2023

-        Temática: Por una Iglesia sinodal: Comunión, participación y misión.

-        Motivación bíblica: “Ensancha el espacio de tu tienda” (Isaías 54,2).

-        Objetivo: Humanizarlo todo en nuestra Iglesia, las actitudes, las palabras, los procesos, los ritos, las estructuras para el anuncio del Evangelio al servicio de la construcción del Reino.

B. EL SÍNODO ES UN PROCESO QUE SE DESARROLLA EN VARIAS ETAPAS

1.     La ‘escucha mutua’ a todos los niveles para una Iglesia sinodal

-        Comenzó en octubre de 2021 con la propuesta del papa Francisco de emprender una transformación sinodal de nuestra Iglesia.

-        Se trató de contestar colectivamente unas 10 preguntas sobre la Sinodalidad que es “comunión, misión y participación”.

-        Las respuestas se resumieron al nivel local, nacional, continental y universal para formar el Documento de Trabajo para el Sínodo de octubre de 2023 en el Vaticano.

2.     El ‘discernimiento comunitario’ para entender lo que Dios espera de nosotros

-        Se comenzó en las bases de la Iglesia que hacen propuestas de mayor comunión, misión y participación en nuestra Iglesia.

-        El Documento de Trabajo resume estás propuestas para una Iglesia sinodal.

-        La Asamblea del Sínodo de octubre de 20 profundiza este discernimiento comunitario que se realizará en el Sínodo: la Asamblea sinodal revisará el Documento de Trabajo afín de proponer nuevos caminos de sinodalidad en nuestra Iglesia.

3.     La ‘apertura de caminos nuevos’ hacia una Iglesia sinodal

-        Todos hicimos propuestas de conversión y transformaciones a emprender para ser mejor Iglesia sinodal.

-        Las Asamblea del Sínodo, en una primera sesión en octubre de 2023, reconocerá cuáles son las propuestas prioritarias y las analiza.

-        Después de un año para asumir cómo concretar las propuestas de una Iglesia sinodal, se realizará una 2ª sesión del Sínodo en 2024, se confirmará los pasos a seguir para una Iglesia sinodal

C. EL DOCUMENTO DE TRABAJO PARA OCTUBRE DE 2023 TIENE 3 PARTES PRINCIPALES

1.     El resumen de las respuestas sobre la Sinodalidad y su incidencia para la vida eclesial y su organización.

2.     Los temas prioritarios del resumen para profundizarlos: Comunión, misión y participación.

3.     Unas fichas de 5 preguntas para cada uno de los 3 temas ‘comunión, misión y participación’ para encontrar propuestas de caminos nuevos hacia una Iglesia sinodal.

D. LO QUE ES PROCESO HACIA UNA IGLESIA SINODAL

Estamos en un camino sinodal desde octubre de 2021 hasta octubre de 2024.

-        Es sentarnos juntos en una misma mesa redonda

-        Con el único vestido blanco de nuestro bautismo

-        Para discernir colectivamente los mayores desafíos de nuestra Iglesia y

-        Para superarlos comunitariamente.

“La Sinodalidad es dimensión constitutiva de la Iglesia desde sus orígenes:

Palabra primera de la eclesiología, clave hermenéutica de la eclesiología y aliento de la renovación pastoral y misionera que necesita la Iglesia” (papa Francisco).

I. RESUMEN DEL DOCUMENTO DE TRABAJO

PRÓLOGO        

«Que el Dios de la paciencia y del consuelo les conceda tener entre ustedes los mismos sentimientos, según Cristo Jesús; de este modo, unánimes, a una voz, glorificarán al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo» (Romanos 15, 5-6).

1. EL VIAJE HASTA AHORA

1. El Pueblo de Dios se ha puesto en camino sinodal el 10 de octubre de 2021 con una consulta a todos los bautizados para construir una Iglesia sinodal, es decir, de iguales e igualmente responsables. Se trató de contestar unas 10 preguntas para analizar la situación actual de la Iglesia, discernir los cambios que quería Dios y sugerir pasos para abrir caminos nuevos. Las respuestas se recogieron a todos los niveles: local, nacional, continental y universal.

2. Se pidió a las Asambleas continentales centrarse en las mayores tensiones e identificar las prioridades a tratar en el Sínodo de octubre 2023.

3. El resultado de primera fase de escucha es el actual Documento de Trabajo: “Por una Iglesias sinodal: comunión, participación y misión”. Se cierra la fase de escucha mutua. Se abre una segunda fase en 2 Asambleas: La del Sínodo de octubre 2023 y la del Sínodo de 2024. El objetivo es impulsar el proceso sinodal y encarnarlo en la vida ordinaria de la Iglesia, abriendo horizontes de esperanza para cumplir nuestra misión como Iglesia. Nuestra misión es anunciar, en la realidad actual, la Buena Nueva de Jesús que es colaborar a la construcción del Reino.

4. La realidad actual está marcada por lo siguiente:

Al nivel social: Excesivas guerras, las consecuencias negativas del cambio climático, un sistema económico de explotación, desigualdad y ‘descarte, el colonialismo cultural, la migración, el pluralismo cultural y la secularización

Al nivel eclesial: La persecución a los cristianos, la disminución del número de cristianos por el pluralismo cultural y la secularización, los abusos sexuales, de poder y de conciencia

Todo esto exige un creciente compromiso de conversión.

5. La cuestión de fondo es la urgencia misionera que consiste en anunciar el Evangelio, uniéndonos entre todas las Iglesia cristianas y caminar junto a todos los hombres y mujeres.

6. Somos ricos de los frutos recogidos en estos 2 años de camino sinodal. Se dio un encuentro cordial entre las y los que participamos de este proceso. Experimentamos que la fe es fuente de alegría porque encontrarnos es encontrar al Señor presente en medio de nosotros. Conocimos más la catolicidad de nuestra Iglesia: Somos muy diferentes por nuestras tradiciones, ministerios y carismas. Descubrimos que la sinodalidad es potenciar estas diferencias sin anularla en la uniformidad. No debemos asustarnos de las tensiones, ni tratar de resolverlas a toda costa, sino comprometernos en un discernimiento sinodal constante: sólo así las tensiones podrán convertirse en fuentes de energía, sin caer en polarizaciones destructivas.

7. Hacer sínodo es el modo para llegar a ser verdaderamente discípulos y amigos de aquel Maestro y Señor que dijo de sí mismo «Yo soy el camino» (Jn 14, 6). Este camino culminará en el último día, cuando, por la gracia de Dios, entraremos a formar parte de esa muchedumbre que el libro del Apocalipsis (7, 9-10) donde reina una comunión perfecta entre todas las diferencias.

8. A la intercesión de todos los santos y de María, la madre de la Iglesia, confiamos los trabajos de la Asamblea y la continuación de nuestro empeño por una Iglesia sinodal.

2. UNA HERRAMIENTA DE TRABAJO PARA LA SEGUNDA FASE DEL PROCESO SINODAL

9. El presente Documento no anula ni absorbe toda esta riqueza, sino que se enraíza en ella. Se invita a los miembros del Sínodo a tener presentes los documentos de preparación de este camino sinodal, en particular los dos documentos de la Comisión Teológica Internacional.

10. Este Documento forma parte de un proceso que aún no ha terminado. Da un paso más: Articula algunas de las prioridades surgidas de la escucha al Pueblo de Dios. Se trata de discernir e identificar algunos pasos concretos para seguir creciendo como Iglesia sinodal. Se entregará las conclusiones al papa Francisco. Cada uno tiene algo que aprender: El Pueblo fiel, el Colegio episcopal, el Obispo de Roma: uno en escucha de los otros; y todos en escucha del Espíritu Santo, para saber lo que Él “dice a las Iglesias” (Ap 2,7). El Documento final habrá de ser corregido o enmendado, a partir del cual se puede hacer un discernimiento ulterior. Se hará público no sólo en aras de la transparencia, sino también como subsidio para la puesta en marcha de iniciativas eclesiales. Las Iglesias locales serán llamadas a orar, reflexionar, actuar y contribuir con sus propias aportaciones.

11. El Documento de Trabajo plantea nuevas preguntas: Indican un horizonte e invitan a dar confiadamente nuevos pasos para profundizar en la práctica de la dimensión sinodal de la Iglesia. La Iglesia local como punto de referencia privilegiado, como lugar teológico. Eso no conduce a un repliegue: Ninguna Iglesia local puede vivir al margen de las relaciones que la unen a todas las demás Iglesias.

12. La referencia compartida no puede ser otra que la visión del Vaticano II. Cada una de las Iglesias colabora con sus dones propios con las demás Iglesias: Cada una y todas ellas crecen a causa de todos los que mutuamente se comunican y tienden a la plenitud en la unidad.

3. LA ESTRUCTURA DEL TEXTO

13. Este Documento de Trabajo se divide en dos secciones

14. La 1ª sección es titulada «Por una Iglesia sinodal», intenta recoger los frutos de la relectura del camino recorrido.  Enumera una serie de características fundamentales o señas de identidad de una Iglesia sinodal. Proponen, para los trabajos en grupo, cinco fichas de trabajo para cada una de estas tres prioridades: ‘Comunión, misión y participación’.

15. La 2ª sección, también a través de fichas de trabajo, abarca temas amplios y de gran relevancia. Deben abordarse partiendo de su relación con el tema de la Asamblea, es decir, la Iglesia sinodal.

16. El compromiso que se pide a la Asamblea será el de mantener la tensión entre la visión de conjunto, que caracteriza el trabajo a partir de la sección A, y la identificación de los pasos a dar, necesariamente concretos, a los que apunta en cambio el trabajo a partir de la sección B.

1ª parte. POR UNA IGLESIA SINODAL

1.      UNA EXPERIENCIA INTEGRAL

«Hay diversidad de carismas, de ministerios y de actuaciones, pero un mismo Señor y un mismo Espíritu para el bien común» (1 Co 12, 4-7).

17. Un rasgo de la primera fase es la sorpresa expresada que los participantes se encontraron ante algo inesperado, más grande de lo previsto. Fue un encuentro en la fe que hizo crecer el vínculo con el Señor, la fraternidad entre las personas y el amor a la Iglesia. Se experimentó un horizonte de esperanza que se abre para la Iglesia, signo claro del Espíritu que guía la Iglesia en su camino hacia el Reino. Los problemas, las resistencias, las dificultades y las tensiones no se ocultan ni se esconden, sino que se identifican y se nombran.

18. La sinodalidad ha comenzado a encarnarse en una experiencia concreta. De la escucha del Pueblo de Dios surge una progresiva apropiación y comprensión de la sinodalidad «desde dentro». Fue posible gracias a la disposición a entrar en un proceso dinámico de palabra constructiva, respetuosa y orante, de escucha y diálogo. Estamos a la vez ante un don y un desafío: Ser una Iglesia de hermanas y hermanos en Cristo que se escuchan mutuamente y que, al hacerlo, son transformados gradualmente por el Espíritu.

2.      SIGNOS CARACTERÍSTICOS DE UNA IGLESIA SINODAL

19. En el camino sinodal surgió la conciencia de algunas características o signos distintivos de una Iglesia sinodal que se irá clarificando y afinando poco a poco en la Asamblea del Sínodo.

20. De todos los continentes surge con fuerza la conciencia de que una Iglesia sinodal se funda en el reconocimiento de la dignidad común que deriva del Bautismo. Somos hermanos y hermanas en Cristo, habitados por el único Espíritu y enviados a cumplir una misión común. «Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo» (1 Co 12,13). El Bautismo crea así una verdadera corresponsabilidad entre los miembros de la Iglesia, que se manifiesta en la participación de todos, con los carismas de cada uno, en la misión y edificación de la comunidad eclesial. Tenemos la misma misión para anunciar y encarnar el Evangelio en todas las dimensiones de la existencia humana. Comunión y misión se alimentan en la participación común en la Eucaristía, que hace de la Iglesia un cuerpo «bien ajustado y unido» (Ef 4,16) en Cristo, capaz de caminar juntos hacia el Reino.

21. Estamos el deseo de una Iglesia cada vez más sinodal también en sus instituciones, estructuras y procedimientos, para constituir un espacio en el que la común dignidad bautismal y la corresponsabilidad en la misión no sólo se afirmen, sino que se ejerzan y practiquen. El ejercicio de la autoridad en la Iglesia se aprecia como un don y se configura cada vez más como «un verdadero servicio, según el modelo de Jesús, que se inclinó para lavar los pies a sus discípulos (cf. Jn 13, 1-11).

22. Una Iglesia sinodal es una Iglesia de la escucha. Escucha de la Palabra y de los acontecimientos. Escucha recíproca entre los individuos y entre las Comunidades eclesiales, desde el nivel local hasta el continental y universal, siguiendo el ejemplo de Jesús. La escucha es el reconocimiento del propio valor que testimonia el amor del Padre.

23. El rostro de la Iglesia muestra hoy los signos de graves crisis de confianza y credibilidad. En muchos contextos, las crisis relacionadas con abusos sexuales, económicos, de poder y de conciencia. Necesita un camino de arrepentimiento y conversión que abra caminos de reconciliación, sanación y justicia.

24. Una Iglesia sinodal es una Iglesia de encuentro y diálogo con las otras Iglesias y Comunidades eclesiales, a las que estamos unidos por el vínculo de un mismo Bautismo. Estamos invitados a emprender caminos de conocimiento mutuo, de compartir y de construir una vida común frente a la persecución y la emergencia ecológica.

25. Una Iglesia sinodal está llamada a practicar la cultura del encuentro y el diálogo con los creyentes de otras religiones, con las culturas y sociedades en las cuales se inserta, - - Entre las múltiples diferencias que atraviesan a la Iglesia misma: Las valora sin forzar la uniformidad. El proceso sinodal consiste en aprender lo que significa vivir la unidad en la diversidad, pasar del ‘yo’ al ‘nosotros’. A nadie se le pide que abandone el suyo, sino más bien que lo comprenda y se encarne en él con mayor profundidad.

26. Una Iglesia sinodal es abierta, acogedora y abraza a todos. La radicalidad del cristianismo consiste en construir una comunidad que viva y testimonie una manera diferente de entender la relación entre las hijas y los hijos de Dios, que encarne la verdad del amor, fundada en el don y la gratuidad. Una Iglesia sinodal es una Iglesia en salida, en la que todos se sientan acogidos.

27. Al mismo tiempo, una Iglesia sinodal afronta con honestidad y valentía la llamada a una comprensión más profunda de la relación entre amor y verdad.

28. Una Iglesia sinodal es capaz de gestionar las tensiones sin dejarse destruir por ellas, mediante la vivencia de la comunión, la misión y la participación. La sinodalidad es un camino privilegiado de conversión, porque reconstituye a la Iglesia en la unidad. Cristo nos da la capacidad de ser sacramento, es decir, signo e instrumento, de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano

29. El camino sinodal nos pone en contacto con la sana inquietud de lo incompleto. Estamos ante el misterio inagotable y santo de Dios y debemos permanecer abiertos a sus sorpresas mientras peregrinamos hacia el Reino.

30. Llevar el peso de estos interrogantes es tarea de toda la comunidad que se alimenta de la Eucaristía.

31. Una Iglesia sinodal es también una Iglesia del discernimiento que nos hace reconocer las mociones del Espíritu de Dios en la vida de los otros, en la nuestra, con el compromiso y la esperanza de convertirnos en una Iglesia cada vez más capaz de tomar decisiones proféticas.

3.      UN CAMINO PARA LA IGLESIA SINODAL: CONVERSAR EN EL ESPÍRITU

32. El método sinodal consiste en una conversación en el Espíritu.

33. La palabra pronunciada y escuchada genera familiaridad. La oración nos abre a la libre acción de Aquel que, como el viento, sopla donde quiere (cf. Jn 3,8).

34. Con el camino sinodal experimentamos el ser Iglesia y pasar de escuchar a nuestros hermanos y hermanas en Cristo a escuchar al Espíritu y recibir de Él una misión. Se descubrió la importancia del método ‘escucharnos - discernir - abrir caminos’ para animar cada vez más la vida cotidiana de las Iglesias.

35. El ‘diálogo en el Espíritu’ permite pasar del «yo» al «nosotros»: no pierde de vista ni borra la dimensión personal del «yo», sino que la reconoce y la inserta en la dimensión comunitaria.

36. Este diálogo en el Espíritu retoma los pasos del encuentro del Señor resucitado con los dos discípulos de Emaús (cf. Lc 24, 13-35). Estos pasos son 4: la amistad, la palabra, el compartir y la celebración.

37. La conversación en el Espíritu puede describirse como una oración compartida con vistas a un discernimiento en común.

38. El silencio y la oración permiten expresar lo que durante la escucha ha conmovido más profundamente y por lo que se siente interpelado con más fuerza, hasta reconocer el sonido de su voz (cf. Jn 10,14.27).

39. Luego se trata de identificar los puntos clave que han surgido y construir un consenso sobre los frutos del trabajo común. Es necesario prestar atención también a las voces marginales y proféticas.

40. El proceso culmina con una oración de alabanza a Dios y gratitud por la experiencia. Cada vez que nos encontramos con un ser humano en el amor, quedamos capacitados para descubrir algo nuevo de Dios.

41. Más allá de las oportunas adaptaciones concretas, la intención y el dinamismo que unen los pasos de este pasajes son y siguen siendo característicos del modo de proceder de una Iglesia sinodal.

42. La formación en este método se percibe como una prioridad en todos los niveles de la vida eclesial y para todos los bautizados, comenzando por los ministros ordenados, en particular de animadores capaces de acompañar a las comunidades a practicarlo. La formación para la conversación en el Espíritu es la formación para ser una Iglesia sinodal.

2ª parte: COMUNIÓN, MISIÓN, PARTICIPACIÓN

Estos son los 3 temas prioritarios para la Iglesia sinodal: Comunión, Misión y Participación.

               «Como en un solo cuerpo tenemos muchos miembros, y no todos los miembros cumplen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo, pero cada cual existe en relación con los otros miembros» (Rm 12, 4-5).

43. Las 3 prioridades -comunión, misión y participación- se articulan, alimentándose y apoyándose mutuamente. Son desafíos con los que toda la Iglesia debe dar un paso adelante y crecer en su ser sinodal a todos los niveles y desde una pluralidad de perspectivas en la Teología y del Derecho canónico, en la pastoral y la espiritualidad. Cuestionan la planificación de las diócesis, así como las opciones cotidianas y el estilo de vida de cada miembro del Pueblo de Dios.

44. De los 3 aspectos, la misión tiene el lugar central. La comunión y la misión están profundamente unidas entre sí, se compenetran y se implican mutuamente, hasta tal punto que la comunión representa a la vez la fuente y el fruto de la misión: la comunión es misionera y la misión es para la comunión. La comunión es la condición de la credibilidad del anuncio.  La orientación a la misión es el único criterio evangélicamente fundado para la organización interna de la comunidad cristiana, la distribución de funciones y tareas y la gestión de sus instituciones y estructuras. Es en la relación con la comunión y la misión como puede entenderse la participación y por eso sólo puede abordarse después de las otras dos.

45. Se han elaborado cinco fichas de trabajo para cada una de las 3 prioridades. Los distintos párrafos son haces de luz que iluminan la vida sinodal de la Iglesia, invitando a crecer en ella.

1.      UNA COMUNIÓN QUE SE IRRADIA

¿Cómo podemos ser más plenamente signo e instrumento de la unión con Dios y de la unidad del género humano?

46. La comunión es ante todo un don del Dios Trino y, al mismo tiempo, una tarea de construcción del «nosotros» del Pueblo de Dios. Entrelaza una dimensión vertical de la «unión con Dios» con la horizontal de «la unidad del género humano». La comunión es un camino en el que estamos llamados a crecer, «hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al Hombre perfecto» (Ef 4,13).

47. La oración y la liturgia, en particular la Eucaristía, anticipan la comunión total La multiplicidad de ritos en la Iglesia es una auténtica bendición, que hay que proteger y promover.

48. La tradición nos dice que la Asamblea sinodal no puede entenderse como representativa y legislativa. Comienza con la invocación al Espíritu Santo, continúa con la profesión de fe y llega a determinaciones compartidas. En la Asamblea sinodal Cristo se hace presente y actúa, transforma la historia y los acontecimientos cotidianos, dona el Espíritu para guiar a la Iglesia a encontrar un consenso sobre cómo caminar juntos hacia el Reino.

49. La vida sinodal es la experiencia de poder encontrar una unidad que abraza la diversidad, debe asumir las contradicciones, los límites y las heridas de la historia.

50. El primer tema prioritario que surgió del proceso sinodal. Las fichas buscan preservar y promover la comunión que exige vivir la unidad en la diversidad, desarrollar vínculos, construir protecciones, desvelar divisiones infecundas, progresar con gradualidad, acoger a todas las personas, en particular con las que son marginadas, dialogar con las culturas y las religiones.

2.      CORRESPONSABLES EN LA MISIÓN

¿Cómo compartir dones y tareas al servicio del Evangelio?

51. «La Iglesia es por naturaleza misionera» (AG 2).  La misión constituye el horizonte dinámico de una Iglesia sinodal para buscar el bien de los demás, hasta dar la vida.

51. La misión se centra en la transparencia. Consiste en construir una comunidad en la que las relaciones sean transparencia del amor de Dios: De este modo, la vida misma se convierta en anuncio. En los Hechos de los Apóstoles, la vida de la comunidad primitiva se convertía en ocasión de comunión (cf. 2,42-47).

53. La primera pregunta sobre la misión se refiere a lo que los miembros de la comunidad cristiana: ¿Están dispuestos a ponerlo todo en común en virtud de su relación directa con Cristo en el Bautismo y de su ser habitado por el Espíritu? Para llevar a cabo la misión, todos los miembros son necesarios.

54. La prioridad de la misión exige la contribución de todos, cada uno con sus dones y tareas, valorando la diversidad de los carismas e integrando la relación entre dones jerárquicos y carismáticos, los ministerios. También se extiende más allá de la Iglesia: Contribuir activamente al bien común de la humanidad que representa un componente inalienable de la dignidad de la persona. La primera contribución que cada uno puede hacer es discernir los signos de los tiempos. Todos los puntos de vista tienen algo que aportar, empezando por el de los pobres y excluidos: caminar junto a ellos no significa sólo asumir sus necesidades y sufrimientos, sino también aprender de ellos para preparar “los cielos nuevos y de la tierra nueva”.

55. Las fichas de trabajo están para una cuestión de fondo: Reconocer la variedad de vocaciones, carismas y ministerios, la promoción de la dignidad bautismal de las mujeres, el papel del ministerio ordenado, en particular el del obispo.

3.      PARTICIPACIÓN, RESPONSABILIDAD Y AUTORIDAD

¿Qué procesos, estructuras e instituciones son necesarios en una Iglesia sinodal misionera?

56. Para no quedarse en letra muerta, la comunión y la misión exigen la implicación real de todos y cada uno. La participación es esencialmente una expresión de creatividad y cultivo de relaciones de hospitalidad, acogida y promoción humana.

57. Surge la cuestión de la autoridad, su significado y el estilo de su ejercicio dentro de una Iglesia sinodal. Se plantea en la línea del servicio: «No será así, (o sea, una autoridad de dominación) entre ustedes» (Mt 20,26; cf. Mc 10,43). Se debe seguir el ejemplo del lavado de los pies: «Les he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con ustedes, lo hagan también ustedes» (Jn 13,15). El término «autoridad» indica la capacidad de hacer crecer, el servicio a la originalidad personal de cada uno, el apoyo a la creatividad, la construcción de la libertad de la persona.

58. No bastan nuevas instituciones y estructuras. Son necesarias una cultura y una espiritualidad sinodales, como también la formación integral que lleven a la orientación misionera, la capacidad de relacionarse y de construir comunidad, la disposición a la escucha espiritual y la familiaridad con el discernimiento personal y comunitario, la paciencia, la perseverancia…

59. Es necesario estructurar propuestas adecuadas de formación dirigidas a todos los fieles. Cuanto más se está llamado a servir a la Iglesia, tanto más se debe sentir la urgencia de la formación. La formación para una espiritualidad sinodal está en el corazón de la renovación de la Iglesia. Todos los que ejercen un ministerio necesitan formación para renovar los modos de ejercer la autoridad y los procesos de toma de decisiones en clave sinodal, y para aprender cómo acompañar el discernimiento comunitario y la conversación en el Espíritu. La promoción de una cultura de la sinodalidad implica la renovación del actual currículo de los seminarios con una orientación clara y decidida hacia la formación a una vida de comunión, misión y participación.

60. Son necesarias una renovación del lenguaje y la capacidad de inculturación en la liturgia, la predicación, la catequesis, los medios de comunicación. El mensaje evangélico debe ser asequible y atractivo a los hombres y mujeres de nuestro tiempo.

Roma, 29 de mayo de 2023.

II. REFLEXIONES: FICHAS DE TRABAJO PARA LA ASAMBLEA SINODAL

He aquí las 5 reflexiones sobre cada uno de los 3 temas: A. Comunión, B. Misión y C. Participación.

Estas reflexiones resumidas retoman las 5 preguntas que buscan profundizar los 3 temas del Sínodo.

A.     Una comunión que irradia

B.     Corresponsables en la misión

C.     Participación, responsabilidad y autoridad

A. UNA COMUNIÓN QUE SE IRRADIA

 ¿Cómo podemos ser más plenamente signo e instrumento de la unión con Dios y de la unidad del género humano?

1.       ¿Cómo alimentan la comunión en una Iglesia sinodal el servicio de la caridad, el compromiso por la justicia y el cuidado de la casa común?

-        Ser una Iglesia sinodal, los pobres, en el sentido original de los que viven en condiciones de indigencia y de exclusión social, ocupan un lugar central.

-        El cuidado de la casa común exige una acción compartida:

-        Los movimientos migratorios son un signo de nuestro tiempo capaz de vivificar nuestro tiempo.

-        Una Iglesia sinodal desempeña un papel de testimonio profético.

-        «Todo cristiano y toda comunidad están llamados a ser instrumento de Dios para la liberación y promoción de los pobres» (EG 187

2.       ¿Cómo puede una Iglesia sinodal hacer creíble la promesa de que “el amor y la verdad se encontrarán” (Sal 85,11)?

-        Ser signo de su presencia y anuncio creíble de la verdad del Evangelio en la vida de todos

-        Vivir la pluralidad a todos los niveles

3.       ¿Cómo puede crecer una relación dinámica de intercambio de dones entre las Iglesias?

-        Ser conscientes de la riqueza de la diversidad y la profundidad de nuestra interconexión entre Iglesias cristianas…

-        … porque tenemos en común nuestra unidad de creación, vocación y destino.

4.       ¿Cómo puede una Iglesia sinodal cumplir mejor su misión mediante un compromiso ecuménico renovado?

El camino de la sinodalidad es y debe ser ecuménico. Incluye a todos los creyentes en Cristo, porque participamos de:

-        La misma creación: El bautismo nos recrea en el mismo ‘sentido de la fe’.

-        La misma vocación: Tenemos un objetivo común: un mejor testimonio cristiano.

-        El mismo destino: Vamos hacia una mayor unidad en Cristo y del género humano.

5.       ¿Cómo reconocer y aprovechar la riqueza de las culturas y desarrollar el diálogo con las religiones a la luz del Evangelio?

Reconocemos la relación entre Iglesia católica y la cultura occidental colonizadora.

La secularización no puede ser vista sólo como una amenaza sino también como una oportunidad.

Las culturas indígenas pueden aportar una contribución original a la edificación de la Iglesia.

Hemos entrado en una nueva cultura, la de los entornos digitales y los nuevos medios de comunicación.

Necesitamos:

-        Escucharnos es escuchar todas las culturas.

-        Valorizar las tensiones como fuentes de dinamismo al servicio de la promoción de la paz, la reconciliación, la justicia y la libertad.

-        Promover una auténtica conversación en el Espíritu.

-        Aprender a articular mejor el Evangelio porque ‘el Espíritu sopla dónde quiere’.

B. CORRESPONSABLES EN LA MISIÓN

¿Cómo podemos compartir dones y tareas al servicio del Evangelio?

1.       ¿Cómo podemos caminar juntos hacia una conciencia compartida del significado y el contenido de la misión?

La misión de los cristianos es testimoniar de la Buena Nueva del Reino.

Somos llamados continuamente invitados a crece en nuestra respuesta a esta llamada.

-        Hay que ser una Iglesia pobre y cercana a los pobres, siguiendo las huellas del Señor.

-        Hay que oponerse proféticamente a los nuevos y destructivos colonialismos creando lugares que satisfacen las necesidades humanas básicas.

-        Hay que promover lugares de formación, compartir y diálogo entre las diferentes perspectivas, espiritualidades y sensibilidades.

2.       ¿Qué hacer para que una Iglesia sinodal sea también una Iglesia misionera “totalmente ministerial”?

Surge la urgencia por discernir los carismas emergentes y las formas apropiadas de ejercer los Ministerios bautismales (instituidos, extraordinarios y de hecho) en el seno del Pueblo de Dios, partícipe de la función profética, sacerdotal y real de Cristo.

El sacerdocio común y el sacerdocio ministerial, que están ordenados el uno al otro.

-        Se debe superar una visión que reserva sólo a los ministros ordenados (obispos, presbíteros, diáconos) toda función activa en la Iglesia.

-        Se debe discernir qué carismas y ministerios son útiles para el bien de todos en un determinado contexto social, cultural y eclesial.

-        Se debe discernir juntos qué ministerios han de crearse o promoverse a la luz de los signos de los tiempos, como respuesta al servicio del mundo.

3.      ¿Cómo puede la Iglesia de nuestro tiempo cumplir mejor su misión mediante un mayor reconocimiento y promoción de la dignidad bautismal de las mujeres?

Por el bautismo, los cristianos se relacionan unos a otros como miembros de un único cuerpo en el que gozan de igual dignidad.

Las relaciones entre hombres y mujeres son de mutualidad, reciprocidad y complementariedad.

Las mujeres son las primeras formadoras en la fe u destaca su contribución a la dimensión profética.

-        Es indispensable la presencia de mujeres en puestos de responsabilidad y gobierno para que se viva la misión de la Iglesia de una manera más sinodal.

-        Es indispensable construirse juntos respuestas concretas para un mayor reconocimiento de la dignidad bautismal de las mujeres y para la lucha contra todas las formas de discriminación y exclusión.

4.      ¿Cómo puede valorarse el ministerio ordenado, en su relación con los ministerios bautismales, en una perspectiva misionera?

Se expresa un fuerte deseo de que se aborde la relación entre los ministerios ordenados y los Ministerios bautismales.

El ministerio ordenado es considerado como un don y una tarea inalienable al servicio del Pueblo de Dios: Es complementario del sacerdocio bautismal.

-        Hay que renovar el sacerdocio ordenado en una línea sinodal.

-        No se limita al ámbito litúrgico-sacramental, sino que debe adaptarse a los desafíos de nuestro tiempo, estar insertado en la vida y las necesidades del pueblo.

-        Se debe subrayar la necesidad de atención, amistad y apoyo frente a la soledad en la que viven muchos presbíteros.

-        Se pide una renovación de los programas de los seminarios, para que tengan una orientación más sinodal y estén más en contacto con todo el Pueblo de Dios.

5.      ¿Cómo renovar y promover el ministerio del obispo en una perspectiva sinodal misionera?

El Concilio Vaticano 2° reconoce a los obispos como "sucesores de los Apóstoles, los cuales, junto con el sucesor de Pedro, Vicario de Cristo y Cabeza visible de toda la Iglesia, rigen la casa del Dios vivo" (LG 18).

-        Se debe profundizar la teología del sacerdocio en el Nuevo Testamento y por lo mismo de los obispos.

-        Existe una demanda de estructuras de gobierno adecuadas, inspiradas en una mayor transparencia y responsabilidad.

-        Se pide una mayor participación de todos los fieles y, por tanto, un ejercicio «menos exclusivo» de la función de los obispos.

-        La perspectiva de la Iglesia sinodal va en el sentido de una sana descentralización.

C. PARTICIPACIÓN, RESPONSABILIDAD Y AUTORIDAD

¿Qué procesos, estructuras e instituciones son necesarios en una Iglesia sinodal misionera?

a)     ¿Cómo renovar el servicio de la autoridad y el ejercicio de la responsabilidad en una Iglesia sinodal misionera?

Una Iglesia sinodal está llamada a articular el derecho de todos a participar en la vida y misión de la Iglesia en virtud del Bautismo con el servicio de la autoridad y el ejercicio de la responsabilidad que se confía a algunos.

La autoridad, la responsabilidad y el gobierno son servicios: «Yo estoy entre ustedes como el que sirve» (Lc 22,27).

Los fenómenos de apropiación del poder y los procesos de toma de decisiones autoritarias fomentan los abusos sexuales.

La única autoridad es la autoridad del servicio.

-        Las diferencias entre estas formas de autoridad deben salvaguardarse, sin olvidar que todas tienen en común el hecho de ser un servicio en la Iglesia.

-        El servicio episcopal está hecho de transparencia, estímulo y promoción de las personas, competencia y capacidad de visión, discernimiento, inclusión, colaboración y delegación.

-        La transparencia y la rendición de cuentas son fundamental para un ejercicio evangélico de la autoridad y la responsabilidad.

b)     ¿Cómo podemos hacer evolucionar las prácticas de discernimiento y los procesos de toma de decisiones de una manera auténticamente sinodal, realizando el protagonismo del Espíritu?

Como Iglesia sinodal, estamos llamados a discernir juntos qué pasos dar para cumplir la misión de evangelización, subrayando el derecho de todos a participar en la vida y misión de la Iglesia.

El discernimiento busaca cuál es la voluntad de Dios.

Las dimensiones sinodal y jerárquica son ambas constitutivas de la Iglesia.

La toma de decisión se enraíza en la oración, la Palabra de Dios y la escucha de la Comunidad.

-        Las decisiones necesitan un proceso compartido. Nadie puede quedar al margen de la consulta comunitaria.

-        Quienes desempeñan tareas de gobierno y responsabilidad deben facilitar procesos de discernimiento comunitario que incluyan la escucha del Pueblo de Dios.

-        Se requiere una conversión personal, comunitaria, cultural e institucional, así como una inversión en la formación.

c)      ¿Qué estructuras se pueden desarrollar para consolidar una Iglesia sinodal misionera?

La sinodalidad penetra todos los niveles de la Iglesia, renovando las estructuras existentes, en particular los consejos y sínodos diocesanos y parroquiales.

La intervención en las estructuras es indispensable para consolidar los cambios

La corresponsabilidad en el ejercicio del poder deriva del Bautismo y pertenece al Pueblo de Dios.

-        Son necesarios marcos institucionales para poder ejercerse según los carismas y ministerios de cada uno.

-        La corresponsabilidad requiere concretarse en formas estructurales para renovar las relaciones en la Comunidad.

-        Se necesita espacios en los que se pueda practicar regularmente el discernimiento comunitario.

-        Deben participar las mujeres, los jóvenes, las minorías y los pobres y marginados, como también las asociaciones, movimientos y nuevas Comunidades.

-        Debe haber una mayor transparencia en los contextos más marcados por la crisis de los abusos sexuales y de poder.

-        Las Asambleas continentales deben ir a la par con una conversión de las mentalidades y una mayor formación.

-        Se debe revisar el Derecho canónico para equilibrar el principio de autoridad y la necesaria participación.

d)     ¿Cómo configurar instancias de sinodalidad y colegialidad que impliquen a agrupaciones de Iglesias locales?

La sinodalidad supone la colegialidad para armonizar las estructuras de las Iglesias cristianas tanto orientales como latinas.

La consulta al Pueblo de Dios aparece como una iniciativa benéfica.

-        El proceso sinodal puede convertirse en «un dinamismo de comunión que inspira todas las decisiones eclesiales desde las parroquias hasta el Vaticano.

-        La relación entre sinodalidad y la colegialidad necesita ser profundizada.

-        Es necesaria la descentralización: No es conveniente que el Papa reemplace a los episcopados locales, sino encontrar instancias intermedias de colegialidad.

e)     ¿Cómo reforzar la institución del Sínodo para que sea expresión de la colegialidad episcopal en una Iglesia sinodal?

La novedad de este Sínodo es que se transforma en una asamblea de obispos en un proceso de escucha del Pueblo de Dios, articulado en etapas.

Eso es el ejercicio integrado del primado, la colegialidad y la sinodalidad.

-        Se debe discernir lo que el Espíritu dice a la Iglesia a través de la consulta del Pueblo de Dios que “no puede equivocarse cuando cree”.

-        Corresponde al Obispo de Roma convocar a la Iglesia en Sínodo, convocando una Asamblea para la Iglesia universal.

-        Corresponde a cada obispo diocesano iniciar, acompañar y concluir la consulta del Pueblo de Dios en su Iglesia hasta octubre de 2024.

-        Los obispos deben cooperar con las Asambleas continentales que son lugares del ejercicio de la sinodalidad y de la colegialidad, con las aportaciones del Pueblo de Dios.

III. ANEXO RELEVANTE (Texto del Documento de Trabajo - Subrayados nuestros)

PARTICIPACIÓN, RESPONSABILIDAD Y AUTORIDAD

¿Qué procesos, estructuras e instituciones son necesarios en una Iglesia sinodal misionera?

Tema 1:

¿Cómo renovar el servicio de la autoridad y el ejercicio de la responsabilidad en una Iglesia sinodal misionera?

Una Iglesia constitutivamente sinodal está llamada a articular el derecho de todos a participar en la vida y misión de la Iglesia en virtud del Bautismo con el servicio de la autoridad y el ejercicio de la responsabilidad que, de diversas formas, se confía a algunos. El camino sinodal es una oportunidad para discernir cuáles son las vías adecuadas en nuestro tiempo para realizar esta articulación. La primera fase ha permitido recoger algunas intuiciones al respecto:

a.      Las funciones de autoridad, responsabilidad y gobierno -a veces denominadas sintéticamente con el término inglés leadership- adoptan diversas formas dentro de la Iglesia. La autoridad en la vida consagrada, en los movimientos y asociaciones, en las instituciones relacionadas con la Iglesia (como universidades, fundaciones, escuelas, etc.) es diferente de la que deriva del sacramento del Orden; así como la autoridad espiritual vinculada a un carisma es diferente de la vinculada al servicio ministerial. Las diferencias entre estas formas de autoridad deben salvaguardarse, sin olvidar que todas tienen en común el hecho de ser un servicio en la Iglesia.

b.     En particular, todas comparten la llamada a conformarse con el ejemplo del Maestro, que dijo de sí mismo: «Yo estoy entre vosotros como el que sirve» (Lc 22,27). «Para los discípulos de Jesús, ayer, hoy y siempre, la única autoridad es la autoridad del servicio»[16]. Estas son las coordenadas fundamentales para crecer en el ejercicio de la autoridad y de la responsabilidad, en todas sus formas y en todos los niveles de la vida de la Iglesia. Es la perspectiva de esa conversión misionera «destinada a renovar la Iglesia según la imagen de la propia misión de amor de Cristo» (PE I, 2).

c.      En esta línea, los documentos de la primera fase expresan algunas características del ejercicio de la autoridad y la responsabilidad en una Iglesia sinodal misionera: actitud de servicio y no de poder o control, transparencia, estímulo y promoción de las personas, competencia y capacidad de visión, discernimiento, inclusión, colaboración y delegación. Sobre todo, se hace hincapié en la actitud y la voluntad de escuchar. Por eso se insiste en la necesidad de una formación específica en estas habilidades para quienes ocupan puestos de responsabilidad y autoridad, así como en la activación de procesos de selección más participativos, especialmente para los obispos.

d.     La perspectiva de transparencia y rendición de cuentas es fundamental para un ejercicio auténticamente evangélico de la autoridad y la responsabilidad. Sin embargo, también suscita temores y resistencias. Por eso es importante afrontar seriamente, con actitud de discernimiento, los hallazgos más recientes de las ciencias de la gestión y el liderazgo. Además, la conversación en el Espíritu se indica como una forma de gestionar los procesos de toma de decisiones y de construcción del consenso capaz de generar confianza y de favorecer un ejercicio de la autoridad propio de una Iglesia sinodal.

e.      Las Asambleas continentales señalan también fenómenos de apropiación del poder y de los procesos de toma de decisiones por parte de algunos que ocupan puestos de autoridad y responsabilidad. A estos fenómenos vinculan la cultura del clericalismo y las diferentes formas de abuso (sexual, financiero, espiritual y de poder) que erosionan la credibilidad de la Iglesia y comprometen la eficacia de su misión, particularmente en aquellas culturas donde el respeto a la autoridad es un valor importante.

TEMA 2:

¿Cómo podemos hacer evolucionar las prácticas de discernimiento y los procesos de toma de decisiones de una manera auténticamente sinodal, realizando el protagonismo del Espíritu?

Como Iglesia sinodal, estamos llamados a discernir juntos qué pasos dar para cumplir la misión de evangelización, subrayando el derecho de todos a participar en la vida y misión de la Iglesia y urgiendo la insustituible contribución de cada bautizado. En la base de todo discernimiento está el deseo de hacer la voluntad del Señor y el crecimiento en la familiaridad con Él a través de la oración, la meditación de la Palabra y la vida sacramental, que nos permite elegir como Él elegiría. Por lo que respecta al puesto del discernimiento en una Iglesia sinodal misionera:

a)     De las Asambleas continentales emerge con fuerza el deseo de procesos de decisión más compartidos, capaces de integrar la aportación de todo el Pueblo de Dios y la experiencia de que disponen algunos, y de implicar a quienes, por diversas razones, permanecen al margen de la vida comunitaria, como las mujeres, los jóvenes, las minorías, los pobres y los excluidos. Este deseo coincide con la insatisfacción que provocan formas de ejercer la autoridad en las que las decisiones se toman sin consultar.

b)     Las Asambleas continentales dan voz al temor de algunos que ven en competencia las dimensiones sinodal y jerárquica, ambas constitutivas de la Iglesia. Sin embargo, también surgen rasgos que expresan lo contrario. Un primer ejemplo es la experiencia de que, cuando la autoridad toma decisiones en el marco de procesos sinodales, a la comunidad le resulta más fácil reconocer su legitimidad y aceptarlas. Un segundo ejemplo es la creciente toma de conciencia de que la falta de intercambio con la comunidad debilita el papel de la autoridad, relegándolo a veces a un ejercicio de afirmación del poder. Un tercer ejemplo es la atribución de responsabilidades eclesiales a fieles laicos, que las ejercen de forma constructiva y no en oposición, en regiones donde el número de ministros ordenados es muy bajo.

c)      La adopción generalizada del método de la conversación en el Espíritu durante la fase de consulta permitió a muchos experimentar algunos de los elementos de un proceso de discernimiento comunitario y de construcción participativa del consenso, sin ocultar conflictos ni crear polarizaciones.

d)     Quienes desempeñan tareas de gobierno y responsabilidad están llamados a impulsar, facilitar y acompañar procesos de discernimiento comunitario que incluyan la escucha del Pueblo de Dios. En particular, corresponde a la autoridad del obispo un servicio fundamental de animación y validación del carácter sinodal de estos procesos y de confirmación de la fidelidad de las conclusiones a cuanto ha surgido durante el proceso. En particular, corresponde a los pastores verificar la consonancia entre las aspiraciones de sus comunidades y el «depósito sagrado de la Palabra de Dios confiado a la Iglesia» (DV 10), consonancia que permite considerar esas aspiraciones como expresión genuina del sentido de fe del Pueblo de Dios.

e)     La perspectiva del discernimiento comunitario interpela a la Iglesia a todos los niveles y en todas sus articulaciones y formas organizativas. Además de a las estructuras parroquiales y diocesanas, concierne también a los procesos de decisión de las asociaciones, movimientos y grupos laicales, donde afecta a los mecanismos institucionales que implican habitualmente el recurso a instrumentos como el voto. Cuestiona el modo en que los órganos de decisión de las instituciones relacionadas con la Iglesia (escuelas, universidades, fundaciones, hospitales, centros de acogida y de acción social, etc.) identifican y formulan las orientaciones operativas. Por último, interpela a los institutos de vida consagrada y a las sociedades de vida apostólica sobre las modalidades que se entrelazan con las peculiaridades de sus carismas y su derecho particular (cf. DEC 81).

f)      Adoptar procesos de decisión que recurran de forma estable al discernimiento comunitario requiere una conversión personal, comunitaria, cultural e institucional, así como una inversión en la formación.

TEMA 3:

¿Qué estructuras se pueden desarrollar para consolidar una Iglesia sinodal misionera?

Las Asambleas continentales expresan con fuerza el deseo de que el modo de proceder sinodal, experimentado en el camino actual, penetre en la vida cotidiana de la Iglesia a todos los niveles, renovando las estructuras existentes -empezando por los consejos pastorales diocesanos y parroquiales, los consejos de asuntos económicos, los Sínodos diocesanos o parroquiales- o estableciendo otras nuevas. Sin restar importancia a la renovación de las relaciones en el seno del Pueblo de Dios, la intervención en las estructuras es indispensable para consolidar los cambios en el tiempo. En particular:

a.      Para que no se quede solo en el papel o se confíe únicamente a la buena voluntad de los individuos, la corresponsabilidad en la misión derivada del Bautismo requiere concretarse en formas estructuradas. Se necesitan, por tanto, marcos institucionales adecuados, así como espacios en los que se pueda practicar regularmente el discernimiento comunitario. No se trata de una exigencia de redistribución del poder, sino de la necesidad de un ejercicio efectivo de la corresponsabilidad derivada del Bautismo. Este confiere derechos y deberes a cada persona, que deben poder ejercerse según los carismas y ministerios de cada uno.

b.     Esto requiere que las estructuras e instituciones funcionen con procedimientos adecuados: transparentes, centrados en la misión, abiertos a la participación, capaces de dar espacio a las mujeres, a los jóvenes, a las minorías y a los pobres y marginados. Esto vale para los organismos de participación ya mencionados, cuyo papel debe ser reafirmado y consolidado, pero también para los órganos de decisión de las asociaciones, movimientos y nuevas comunidades; para los órganos de gobierno de los institutos de vida consagrada y de las sociedades de vida apostólica (de manera adecuada al carisma particular de cada uno de ellos); para las numerosas y variadas instituciones, a menudo también sujetas al derecho civil, a través de las cuales se realiza la acción misionera y el servicio de la comunidad cristiana: escuelas, hospitales, universidades, medios de comunicación social, centros de acogida y de acción social, centros culturales, fundaciones, etc.

c.      La exigencia de una reforma de las estructuras e instituciones y de los mecanismos de funcionamiento en orden a una mayor transparencia es particularmente fuerte en los contextos más marcados por la crisis de los abusos (sexuales, económicos, espirituales, psicológicos, institucionales, de conciencia, de poder, de jurisdicción). Parte del problema suele ser el tratamiento inadecuado de los casos de abusos, lo que pone en tela de juicio los mecanismos y procedimientos de funcionamiento de las estructuras e instituciones, así como la mentalidad de las personas que trabajan en ellas. La perspectiva de la transparencia y la corresponsabilidad también suscita temores y resistencias; por eso es necesario profundizar en el diálogo, creando oportunidades para compartir y confrontar a todos los niveles.

d.     El método de la conversación en el Espíritu se revela particularmente valioso para reconstruir la confianza en aquellos contextos en los que, por diversas razones, se ha desarrollado un clima de desconfianza entre los distintos componentes del Pueblo de Dios. Un camino de conversión y de reforma, a la escucha de la voz del Espíritu, exige estructuras e instituciones capaces de acompañarlo y sostenerlo. Las Asambleas continentales expresan con fuerza la convicción de que las estructuras por sí solas no bastan, sino que es necesario también un cambio de mentalidad, de ahí la necesidad de invertir en la formación.

e.      Además, parece oportuno intervenir también en el Derecho canónico, reequilibrando la relación entre el principio de autoridad, fuertemente afirmado en la actual legislación, y el principio de participación; reforzando la orientación sinodal de los organismos ya existentes; creando nuevos organismos donde parezca necesario para las necesidades de la vida de la comunidad; supervisando la aplicación efectiva de la legislación.

TEMA 4:

¿Cómo configurar instancias de sinodalidad y colegialidad que impliquen a agrupaciones de Iglesias locales?

La primera etapa del proceso sinodal puso de relieve el papel de las instancias de sinodalidad y colegialidad que reúnen a las diversas Iglesias locales: las estructuras jerárquicas orientales y, en la Iglesia latina, las Conferencias episcopales (cf. EP I,7). Los documentos elaborados en las diversas etapas ponen de relieve cómo la consulta al Pueblo de Dios en las Iglesias locales y las sucesivas etapas de discernimiento han sido una verdadera experiencia de escucha del Espíritu a través de la escucha recíproca. De la riqueza de esta experiencia es posible extraer intuiciones para construir una Iglesia cada vez más sinodal:

a)     El proceso sinodal puede convertirse en «un dinamismo de comunión que inspira todas las decisiones eclesiales»[17] , porque implica realmente a todos los sujetos -el Pueblo de Dios, el Colegio de los Obispos, el Obispo de Roma-, cada uno según su propia función. El desarrollo ordenado de las etapas disipó el temor de que la consulta al Pueblo de Dios condujera a un debilitamiento del ministerio de los pastores. Al contrario, la consulta era posible porque la iniciaba cada obispo, como «principio y fundamento perpetuo y visible de la unidad» (LG 23) en su Iglesia. Posteriormente, en las Estructuras jerárquicas orientales y en las Conferencias episcopales, los pastores realizaron un acto de discernimiento colegial sobre las aportaciones procedentes de las Iglesias locales. Así, el proceso sinodal ha propiciado un ejercicio real de colegialidad episcopal en una Iglesia plenamente sinodal.

b)     La cuestión del ejercicio de la sinodalidad y de la colegialidad en las instancias que implican a grupos de Iglesias locales unidas por tradiciones espirituales, litúrgicas y disciplinares, cercanía geográfica y proximidad cultural, a partir de las Conferencias episcopales, necesita una renovada reflexión teológica y canónica. En ellas «la communio Episcoporum se ha expresado al servicio de la communio Ecclesiarum basada en la communio fidelium» (PE I, 7).

c)      En la Evangelii gaudium surge una razón para abordar esta tarea«No es conveniente que el Papa reemplace a los episcopados locales en el discernimiento de todas las problemáticas que se plantean en sus territorios. En este sentido, percibo la necesidad de avanzar en una saludable “descentralización”» (n. 16). Con ocasión del 50 aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos, el Santo Padre ha recordado que la sinodalidad se ejerce no sólo a nivel de las Iglesias locales y a nivel de la Iglesia universal, sino también a nivel de agrupaciones de Iglesias, como las Provincias y las Regiones eclesiásticas, los Consejos particulares y, sobre todo, las Conferencias episcopales: «Debemos reflexionar para realizar todavía más, a través de estos organismos, las instancias intermedias de la colegialidad, quizás integrando y actualizando algunos aspectos del antiguo orden eclesiástico »[18] .

TEMA 5:

¿Cómo reforzar la institución del Sínodo para que sea expresión de la colegialidad episcopal en una Iglesia sinodal?

Con el motu proprio Apostolica sollicitudo (15 de septiembre de 1965), san Pablo VI instituyó el Sínodo como «consejo permanente de los obispos para la Iglesia universal». Aceptó así la petición de la asamblea conciliar de asegurar la participación de los obispos en la solicitud por toda la Iglesia, cuidando de precisar que «este Sínodo, como toda institución humana, puede perfeccionarse con el paso del tiempo». Con la constitución apostólica Episcopalis communio (15 de septiembre de 2018) el papa Francisco dio cumplimiento a este esperado “perfeccionamiento”, transformando el Sínodo de un evento circunscrito a una asamblea de obispos en un proceso de escucha articulado en etapas (cf. Art. 4), en el que toda la Iglesia y todos en la Iglesia -Pueblo de Dios, Colegio episcopal, Obispo de Roma- son realmente partícipes.

a)     El Sínodo 2021-2024 está demostrando claramente que el proceso sinodal es el contexto más adecuado para el ejercicio integrado del primado, la colegialidad y la sinodalidad como elementos inalienables de una Iglesia en la que cada sujeto desempeña su función peculiar de la mejor manera posible y en sinergia con los demás.

b)     Corresponde al Obispo de Roma convocar a la Iglesia en Sínodo, convocando una Asamblea para la Iglesia universal, así como iniciar, acompañar y concluir el correspondiente proceso sinodal. Esta prerrogativa le pertenece en cuanto que «es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad así de los obispos como de la multitud de los fieles» (LG 23).

c)      Puesto que «por su parte, los obispos son, individualmente, el principio y fundamento visible de unidad en sus Iglesias particulares [...] en las cuales y a base de las cuales se constituye la Iglesia católica, una y única» (LG 23), corresponde a cada obispo diocesano iniciar, acompañar y concluir la consulta del Pueblo de Dios en su Iglesia. A la luz de la solicitud que los obispos tienen por la Iglesia universal (cf. LG 23), les corresponde también cooperar en aquellos organismos supradiocesanos en los que tiene lugar el ejercicio de la sinodalidad y de la colegialidad, realizando la función de discernimiento eclesial propia del ministerio episcopal.

d)     Aunque estos organismos no reúnen a todo el Colegio episcopal, el discernimiento que los pastores realizan a través de ellos adquiere un carácter colegial, debido a la finalidad misma del acto. De hecho, las Asambleas de obispos, dentro del proceso sinodal, tienen la tarea de examinar los resultados de las consultas en las Iglesias locales, en las que se manifiesta el sentido de la fe del Pueblo de Dios. ¿Cómo podría un acto no colegial discernir lo que el Espíritu dice a la Iglesia a través de la consulta del Pueblo de Dios que «no puede equivocarse cuando cree» (LG 12)?

e)     La experiencia sinodal hasta ahora ha mostrado también cómo es posible desarrollar un ejercicio eficaz de colegialidad en una Iglesia sinodal: aunque el discernimiento es un acto que compete en primer lugar «a quienes tienen la autoridad en la Iglesia» (LG 12), ha ganado en profundidad y adhesión a los temas que han sido examinados gracias a la aportación de los demás miembros del Pueblo de Dios que han participado en las Asambleas continentales.

IV. COMENTARIOS PERSONALES sobre el Documento de Trabajo, Pedro Pierre.

La confirmación de la Sinodalidad en marcha en la Iglesia católica.

Dos años de camino sinodal

               En octubre próximo se realizará un Asamblea sinodal en el Vaticano para conversar sobre la renovación de la Iglesia católica mediante la sinodalidad, o sea, más democracia y responsabilidades compartidas. La preparación de esta Asamblea, solicitada por el papa Francisco, comenzó en 2021 con la participación de los grupos cristianos y las parroquias. Se los invitó a dar sus puntos de vista y sus propuestas sobre la Iglesia a partir de unas 10 preguntas la comunión, la participación y la misión de todos los cristianos frente a los desafíos actuales. Muchos grupos cristianos se reunieron para escucharse, conversar sobre la situación eclesial y hacer propuestas. Lastimosamente muchos sacerdotes y obispos no apoyaron esta dinámica. Las respuestas fueron resumidas al nivel de cada diócesis, país y continente para, luego, ser enviadas al Vaticano.

               A principios del pasado mes junio la secretaría vaticana de la Asamblea sinodal publicó la síntesis de las respuestas continentales en un Documento de Trabajo. Este servirá de base para las conversaciones en la Asamblea sinodal que tendrá 2 etapas: la de este año y otra en octubre de 2024. La Asamblea de este año durará 15 días. La novedad es que participarán con voz y votos no solamente los obispos, como era costumbre en las reuniones anteriores, sino también los seglares, las religiosas y los sacerdotes invitados. Revisarán los aportes más significativos del Documento de Trabajo, las reflexiones que motivan la renovación eclesial y las propuestas de caminos nuevos, resumidas. Terminarán haciendo sugerencias concretas para una mayor comunión y participación eclesial al servicio de una Iglesia misionera de los cristianos que es el crecimiento del Reino, o sea, la fraternidad universal propuesta por Jesús de Nazaret. Durante un año estas sugerencias serán retomadas en cada diócesis por los grupos cristianos las adapten a las situaciones locales y nacionales. Luego en octubre de 2024 estás propuestas serán unificadas en una nueva Asamblea sinodal para ser presentadas al papa Francisco que publicará las conclusiones definitivas.

La novedad de la Sinodalidad

               El Documento de Trabajo es una gran novedad porque representa el pensar, las reflexiones y las propuestas de un sinnúmero de personas comprometidas en lograr cambios significativos al nivel personal y eclesial. Estos cambios son resumidos en la palabra ‘sinodalidad’ que significa ‘caminar juntos en la igualdad y en igual responsabilidad’ por ser todas y todos bautizados. Se trata de poner en marcha una nueva manera de ser Iglesia como ya esto ha comenzado en varios lugares y grupos cristianos, especialmente en América Latina.

               Esta sinodalidad es ya una realidad en ciertos espacios eclesiales como, por ejemplo, en las CEBs (Comunidades Eclesiales de Base), estos grupos de cristianos de los sectores populares del campo y la ciudad, tal como las reconoció la Asamblea Eclesial de América Latina y El Caribe que tuvo lugar en México en 2022, calificándolas de “experiencia de Iglesia sinodal”. En ciertas diócesis, la Asambleas Eclesiales Diocesanas son otro signo de la Sinodalidad cuando representan los diversos grupos eclesiales y cuando el obispo asume para toda la diócesis las conclusiones y orientaciones de dicha Asamblea Eclesiales. Además, el papa Francisco calificó el Documento final de dicha Asamblea Latinoamericana y Caribeña como “un laboratorio concreto de la sinodalidad”. Otra experiencia en marcha está en marcha en los 9 países de la Amazonía que se organizaron en Asamblea Eclesial de la Amazonía con estatuto propio y misión de inculturar el Evangelio, la liturgia, la Iglesia, la fe y los dogmas, tal como los sugería la 4ª Conferencia Episcopal de América Latina en Santo Domingo, República Dominicana, en 1992.

               Todo esto significa que estamos empeñados como cristianos en una gran reforma eclesial afín de volver a proyecto original de Jesús y al testimonio de la primeras Comunidades cristianas: Ser una gran Comunidad fraterna en el seguimiento de Jesús y la construcción del Reino de Dios en la realidad actual. El paso de los siglos ha conservado la memoria de Jesús y de las primeras Comunidades, pero también ha añadido muchas trabas en la comprensión de sus palabras y a la realización de su proyecto del Reino. Los cristianos estamos llamados a revisar nuestras maneras de seguir a Jesús, de organizarnos en Iglesia, de confirmar las características de nuestra identidad cristianas. Nuestra primera misión es trabajar, a partir de los pobres, por el Reino de Dios que el papa Pablo 6°, en 1975, confirmó como “lo único absoluto”.

Un regreso a las fuentes de la fe cristianas

               El Documento de Trabajo de la Asamblea sinodal nos da el pensar de la Iglesia toda sobre su situación actual y sobre los caminos a abrir en la época actual para cumplir con el sueño de Jesús y el testimonio de las primeras Comunidades cristianas. El paso de los siglos nos ha alejado de esta propuesta original y el Documento de Trabajo es una buena herramienta para volver a las fuentes de nuestra fe.

               Entre las mejores orientaciones, se invitan a superar el clericalismo es, decir, un sacerdocio ejercido como poder dominador en vez de servicio desde los pobres, el patriarcalismo que excluye a las mujeres de las decisiones y del ministerio sacerdotal ordenado, una jerarquía que muchas veces contradice la práctica de Jesús y de las primeras Comunidades cristianas, una institucionalidad desadaptada por mirar casi exclusivamente hacia adentro y el pasado en vez de ponerse al servicio de la fraternidad y la justicia, un lenguaje poco comprensible e inadapto a la cultura actual, unas normas y unos dogmas difíciles de entender por estar ligados a las culturas de los primeros siglos del primer milenario, unos ministerios eclesiales cerrados a las mujeres y estancados en ritos sin mucho sentido para la mayoría de los mismos cristianos.

               El Documento llama insistentemente a conversiones y cambios significativos: Conversiones personales y colectivas, sobre todo del clero y la jerarquía, como también a cambios institucionales sustanciales gracias a la participación activa y creativa de todas y todos. Pide priorizar a los pobres, tal como lo hacía Jesús, para acercarnos a ellos, escucharlos atentamente, aprender de ellos, trabajar con ellos y desde ellos para lograr más igualdad, más justicia y equidad. Reconoce la importancia de colaborar más con las demás Iglesias y religiones. Insta a los cristianos latinoamericanos a asumir la cosmovisión indígena que tiene mucho que enseñarnos para inculturarnos y comprometernos, en su manera de vivir en sociedad, en armonía con la naturaleza y en comunión con el misterio del universo. Hay que señalar unas 4 debilidades de este Documento. Por una parte, limita la dimensión sinodal de igualdad cuando insiste en la importancia jerárquica de la Iglesia y en la superioridad del sacerdocio ordenado, reservado de los varones, sobre el sacerdocio bautismal. Por otra parte, no da mucha importancia a la dimensión sociopolítica de la fe ni al compromiso político de los cristianos.

              

               Con todo el Documento de trabajo abre un horizonte muy positivo. ¡Ojalá los padres y ‘madres’ sinodales sepan confirmar lo mejor de los análisis, las reflexiones y las propuestas de dicho Documento! Así podremos ser una Iglesia samaritana, profética, acogedora, cálida, liberadora, al servicio del Reino, comprometida con las grandes causas de la Humanidad.

ANEXO: “Teologalmente jerárquica y socialmente democrática”.

Religión Digital - 08.07.2023 Consuelo Vélez

“De ahí que comience a incomodar cada vez, con más fuerza, la estructura tan vertical y concentrada en una sola persona, que tenemos en la Iglesia. Se repite con mucha fuerza que la Iglesia no es una democracia. Por supuesto las democracias tienen muchas limitaciones, pero en las sociedades las asumimos ya que no hemos encontrado un sistema mejor que garantice la igualdad fundamental de todos los ciudadanos. Pero eso no quita poder imaginar que, sin perder la constitución jerárquica de la Iglesia, es decir, la manera de asegurar la continuidad de la “Tradición” (esto es diferente a la jerarquía), vayamos encontrando formas participativas o democráticas en más y más espacios de la Iglesia. Así lo aprendí en mis estudios de eclesiología cuando todavía se tenía la fuerza para implementar Vaticano II -fuerza que se fue apagando hasta llegar a la involución eclesial que vivíamos y que nos ha hecho percibir como “primavera” el pontificado de Francisco, formulada como una Iglesia “teologalmente jerárquica y socialmente democrática”.”

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