S A C E R D O C I O : REFLEXIONES
Y NOVEDADES
Guayaquil, Pedro Pierre. 2022.
TEMÁTICAS
1.
El
sacerdocio: Un nuevo culto centrado en el Reino.
2.
El ejercicio
del sacerdocio bautismal en las CEBs
He aquí 2 reflexiones sobre
el sacerdocio: una, como reflexión general, de 2017 y otra, a partir de la experiencia,
de 2013. Pienso que se complementan y ayudan a entender las preguntas y las
novedades que existen actualmente en torno al ejercicio del sacerdocio
bautismal.
1ª parte: EL SACERDOCIO, UN NUEVO
CULTO CENTRADO EN EL REINO.
En
nuestra Iglesia católica la mayor crisis
es la del sacerdocio. Hace 50 años el Concilio Vaticano 2º destacó la
importancia de volver a conocer al Jesús histórico y su opción por los pobres.
Además esbozó una nueva manera de entender y vivir el sacerdocio: reconoció la
prioridad al sacerdocio común de los bautizados sobre el sacerdocio ministerial
ordenado, y puso éste al servicio del primero. Pero no avanzó más. Entonces
muchos sacerdotes se retiraron; otros fueron expulsados por pedofilia; los
seminarios se fueron vaciando y las vocaciones sacerdotales declinaron sin que
se vea un repunte. Por todas partes las
comunidades cristianas se quedan sin sacerdotes y sin eucaristía…
Al
mismo tiempo los teólogos de todos los continentes se pusieron a reflexionar: ¿qué sacerdotes queremos para qué Iglesia?
En América Latina, la Conferencia Episcopal Latinoamericana que se reunió en
Aparecida, Brasil, 2017, insistió en que la Iglesia necesitaba de un “fuerte remesón”, debía emprender la reforma de las parroquias y fomentar
por todas parte una gran misión
continental, confirmaba la validez
de las Comunidades Eclesiales de Base e invitaba a los obispos a
promoverlas en sus diócesis. No se puede decir que estas orientaciones
encontraron un gran eco, lastimosamente… En cuanto a los teólogos, ¿qué nos
dicen?
A. LA GRAN TAREA DE JESÚS FUE HACER ACONTECER EL REINO
Ya no
se discute que la misión de Jesús fue el Reino y que el mayor empeño de la
Iglesia, siguiendo a su Maestro, es también el Reino. Pero las estructuras
todavía no han cambiado mucho: las parroquias siguen iguales que anteayer y los
seminarios donde se forman los sacerdotes también.
1.
El
Antiguo Testamento se centró en el culto y el cumplimiento de la ley
-
Al principio, en tiempos de los Patriarcas y las
Matriarcas, quienes ejercían la función sacerdotal era los jefes de familias. Lo
vemos con Abraham y Sara, Isaac y Rebeca, Jacob y Raquel… Esa tradición no se
perderá.
-
Luego al organizar Moisés el pueblo que había
rescatado de Egipto, el ejercicio del sacerdocio fue confiado a la
tribu de Leví, de la que Moisés y Aarón eran parte. Ellos se encargaron
de cuidar las tablas de la Ley del Sinaí, celebrar las maravillas de Dios,
quemar sacrificios de animales y ayudar a seguir los pasos de la Alianza con
Dios.
-
El exilio en Babilonia durante más de 50 años
trajo una nueva esclavitud sin la posibilidad de continuar como pueblo, sin
templo, sin sacerdotes… Al regresar en Palestina, fueron los sacerdotes que
reorganizaron el país y reconstruyeron la capital Jerusalén y el templo. A
pesar de las muchas resistencias, se creó una clase sacerdotal y un culto
centrado en la pureza de sangre y el cumplimiento estricto de la ley
de Moisés. La mayoría de la gente del campo, muy pobres, no podían
cumplir con todos estos requisitos y fueron marginados y despreciados por la
clase sacerdotal dirigente.
2.
Con
Jesús el proyecto de Dios se centra en la fraternidad universal
-
Jesús era un campesino pobre de una región
marginal. Se sintió llamado a ser profeta itinerante a cargo de la
construcción del Reino de Dios. Y de hecho comenzó a establecerlo entre
los pobres de su región y de su país: ellos iban a ser los mejores obreros del
Reino, con el apoyo de sus apóstoles y discípulos, varones y mujeres
indistintamente.
-
Jesús no vino para reformar la religión judía ni
su culto, sino darles un giro totalmente nuevo. Para él, el amor era el centro
de todo, a vivir y promover en Comunidades. “Busquen primero el Reino de
Dios; lo demás vendrá por añadidura” (Mateo 6,33). El culto que quiere
Dios es ser un pueblo fraternal que contagie todos los demás pueblos: “Ofrézcanse
como un culto agradable a Dios” dice Pablo a los Romanos (12,1): toda
la vida tiene que ser esa pasión por la fraternidad.
-
De alguna manera desaparecieron el sacerdocio y el
culto de los sacrificios. En el Nuevo Testamento ni Jesús ni los
apóstoles son llamados sacerdotes. Si la carta a los Hebreos reconoce a Jesús
el título de “sumo sacerdote” fue porque su vida y su muerte fueron una ofrenda
agradable a Dios: el Reino se había inaugurado en Jesús. Los apóstoles y demás
seguidores de Jesús iban a ser los nuevos encargados de continuar su obra.
-
En las primeras comunidades, la fracción del pan era, por una parte, el
recuerdo de la última Cena, símbolo del compartir que crea la fraternidad y la
comunión con Dios, y, por otra, el compromiso de continuar la tarea de Jesús
hasta las últimas consecuencias. Quienes eran los encargados de presidir dicha
celebración, eran, como en tiempos pasados, los jefes de familias, varones y
mujeres indistintamente.
-
Con las últimas cartas atribuidas a Pablo, se
percibe la presencia de dirigentes sacerdotales de comunidades:
diáconos, presbíteros y obispos. Con la asimilación al imperio romano en el
siglo 4, pasaron a formar una nueva clase sacerdotal que se inspiró del Antiguo
Testamento y de los cultos de la religión romana. Se rompía la tradición de
Jesús contrario al ejercicio de un poder dominador, a la aceptación de privilegios
personales, a la celebración de un culto centrado en su ‘sacrificio’ en la cruz
y a la necesidad de intermediarios obligados para relacionarse con Dios…
B. LA CENTRALIDAD DEL REINO EXIGE UN NUEVO SACERDOCIO
Para
volver a la tradición de Jesús y de las primeras Comunidades cristianas, hay
que retomar y profundizar las orientaciones del Concilio Vaticano 2º: lo
absoluto del Reino, la primacía del sacerdocio colectivo de los bautizados, la
construcción de la fraternidad, las Comunidades que se ofrecen como nuevo culto
agradable a Dios.
1.
“Eres
profeta, sacerdote y rey-pastor”
a) Al
ser ungido como ‘profetas, sacerdotes y reyes pastores’ en el día de nuestro
bautismo, se nos trazó el camino correcto.
-
Somos ‘profetas’ cuando proclamamos palabras de
vida y de verdad que denuncian lo que destruye el Reino y anuncian todo lo que
lo construye.
-
Somos ‘sacerdote’ cuando participamos de todas
las ofrendas que hacen grupos y pueblos de su fraternidad alegre.
-
Somos ‘reyes-pastores’ cuando nos constituimos
en asociaciones, comunidades y sociedades vivas, equitativas, participativas,
creativas y solidarias de una humanidad reconciliada entre sí, con los demás,
la naturaleza y Dios.
b) Podemos
ser sacerdotes y sacerdotisas de nuestro pueblo sin más poder ni
privilegio que los de cumplir con el mandato que nos da de encaminarlo en su
tarea irrenunciable de construir y ofrecer el Reino.
2.
Todos
somos sacerdotes como Jesús
a) Como
Iglesia somos el ‘Cuerpo sacerdotal’ de Jesús.
b) Puede
ser que
unos y unas sean encargados de esta dimensión sacerdotal, pero no
pueden ser detentores de poderes exclusivos ni de privilegios de clase ni ser
intermediarios obligados para relacionarnos con Dios. Eso era la Antigua
Alianza que terminó con Jesús.
c) Si
las Comunidades nombran personas para ejercer un servicio sacerdotal, se
encargarán de lo que nos dejaron las primeras comunidades al realizar la
fracción del pan:
-
Anunciar que la muerte de Jesús fue su máxima
solidaridad con el Reino comenzado a partir de los pobres.
-
Recordar la vida de Jesús como una ofrenda
agradable a Dios, un acto sacerdotal único e irrepetible.
-
Continuar la obra del Reino como compromiso
absoluto de los seguidores de Jesús.
-
Celebrar la resurrección de Jesús y la presencia
del Padre en nuestros pequeños y grandes logros de nuestra existencia
cotidiana.
-
Agradecer a Dios por habernos elegido para tal
noble tarea…
d) Como
en la oración eucarística de nuestros templos, todos varones y mujeres
estamos llamados a
-
‘Anunciar la muerte de Jesús’ en todas las
muertes injustas de los que trabajan por un mundo de fraternidad, de justicia y
de fe;
-
Proclamar la resurrección de Jesús tanto en las
personas, los grupos y los pueblos que nacen a una vida nueva como en la
naturaleza respetada, defendida y promovida como se lo merece;
-
Invocar al Espíritu para que siga animando desde
dentro la entrega generosa de la vida hasta la muerte, el crecimiento en
dignidad, valentía y alegría de los creadores de una nueva humanidad, o sea, el
Reino que avanza hacia su plenitud.
CONCLUSIÓN
Ese es la clase de sacerdotes,
de seguidores, de pueblo y de Humanidad que quiere Dios. Eso fue el ejemplo y
el camino de Jesús: ser un Reino de fraternidad universal. Nos toca continuarlo
individual y colectivamente… con la fuerza del Espíritu. Como Jesús somos sacerdotes
de Dios y de nuestro Pueblo. Ese es el culto inaugurado con Jesús en la Nueva
Alianza y ofrecido en la cruz. Somos los herederos dichosos de tal proyecto
humano y divino a la vez. No se detendrá porque tiene la fuerza de Dios.
2ª parte: EL EJERCICIO DEL
SACERDOCIO BAUTISMAL EN LAS CEBs
Voy a hacer una reflexión sobre el ministerio sacerdotal en las CEBs.
Pues, la crisis en nuestra Iglesia proviene principalmente de las actuales
formas de ejercer el ministerio sacerdotal. Al participar de las CEBs, hemos
descubierto, los sacerdotes, otra manera de vivir este servicio, aprendiendo a
ser uno más, que tiene mucho que aprender de sus propias hermanos y hermanos.
La CEBs son sacramento del Reino tanto en la Iglesia como en la sociedad:
germen y semilla de la Iglesia de los pobres y de una sociedad más fraterna,
justa y cuidadora de la vida. Juntos con los miembros de las CEBs somos
sacerdotes del Dios de la Vida.
Me pregunto: ¿puede nacer desde las
CEBs un nuevo tipo de sacerdote que
viva de otra manera su sacerdocio y ejerce con nuevas expresiones los sacramentos de la Eucaristía y el perdón?...
que los seglares no pueden ejercer hasta aquí. A partir de mi experiencia, doy
una respuesta positiva y me voy a explicar.
Entiendo que me meto en un terreno
movedizo y ciertamente polémico… pero pienso que mis reflexiones no son las
primeras ni mis experiencias las únicas. Juntos estamos abriendo caminos para
toda la Iglesia, para el servicio del Reino y la mejor gloria de Dios.
A. LA CRISIS
SACERDOTAL
1. Antecedentes
a) Jesús
fue un laico.
La carta a los Hebreos lo reconoce sacerdote y sumo sacerdote: toda su vida fue
un acto sacerdotal cuya culminación fue su entrega en la cruz. Jesús fue
‘sacerdote’, no a la manera de los sacerdotes de su época, sino a la manera de
Melquisedec, “sacerdote del Altísimo y rey de Salén” (Jerusalén) que ofreció a
Abraham “pan y vino” al que el mismo Abraham le pagaba tributo (Génesis
14,19-20).
b) En
Hechos y las Cartas,
no aparece la
palabra ‘sacerdote’ aplicada a los ministros cristianos: no podían identificarse
con los sacerdotes del templo que habían colaborado con la muerte violenta de
Jesús, es decir su asesinato. Aparece más bien el sacerdocio en su dimensión
comunitaria (1 Pedro 2,9-10) y con el calificado de ‘presbíteros’ (como en el
Concilio Vaticano 2°) en la trilogía obispos-presbíteros-diáconos.
c) El
Concilio Vaticano 2°
aparece la novedad que el primer sacerdocio es el de los bautizados, el
“sacerdocio común de los fieles” como se lo llama, y no el sacerdocio ordenado.
Y se indica que este sacerdocio ministerial u ordenado está al servicio del
sacerdocio de los bautizados como su garante o garantía. Como sacerdotes
ordenados somos la expresión sacramental visible, la confirmación del
sacerdocio común de los fieles.
2. Las desviaciones sacerdotales actuales de los
ministros ordenados.
a) En
vez de servicio,
el sacerdocio ordenado ha pasado a ser un poder dominador y en muchos
casos una dictadura, en particular en las parroquias. Lo vivimos en carne
propia como CEBs perseguidas.
b) En
vez de igualdad,
el sacerdocio se ha vuelto separación: de un lado los fieles y del otro
el clero, formando una división y oposición bien poca evangélica.
c) En
vez de ser una evangelización liberadora al servicio del Reino, el ministerio sacerdotal se ha
vuelto en la mayoría de los casos el gran negocio de los sacramentos que
copa todo el tiempo de muchos sacerdotes.
d) Al
tener la exclusividad de la Eucaristía y del perdón, el sacerdocio ha incursionado en lo
sagrado y lo mágico. El sacerdote tiene la capacidad exclusiva de
transformar el pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo… cuando es más
bien la invocación al Espíritu Santo que hace posible tal ‘consagración’. Y se
crea el espacio de lo sagrado opuesto a lo profano, como si hubiera 2 niveles
en la creación: este mundo y, aparte, otro mundo. Hay un solo mundo, una sola
historia de la salvación y todo es sagrado porque todo es (menos la maldad)
presencia de Dios.
e) En
cuanto al perdón,
tiene una historia tumultuosa desde la práctica de las primeras
comunidades, el invento de la confesión individual con los monjes irlandeses y
los confesionarios del siglo pasado (y todavía del actual). “Confiésense unos a
otros sus pecados, decía Santiago (5,16) …
f) No
hablaremos del celibato sacerdotal,
invención eclesiástica del principio del 2° milenio y que aparece ahora no
solamente bastante fuera de foco sino totalmente desvaluado con los
escándalos de pederastia y homosexualidad sacerdotales de estos últimos
tiempos.
Conclusión: Con
tal ejercicio del sacerdocio hemos regresado al sacerdocio del Antiguo
Testamento que Jesús no asumió ni los autores del Nuevo Testamente ni las
primeras Comunidades cristianas.
B. UNAS EXPERIENCIAS “SACERDOTALES”
EN LAS CEBS DE NICARAGUA
1. ‘Ministros de la fracción del pan’.
a) La expresión es mía y de ahora,
pero se refiere a unas prácticas
‘sacramentales (¿?)’ que se hicieron costumbre en la parroquia de Nicaragua
(y seguramente en otros países), donde estuve durante 8 años en el Vicariato de
Bluefields, en la Costa del Caribe.
b) Era una parroquia inmensa: 130,000
habitantes organizados en unas 130 comunidades, cuyo centro urbano tenía unos
15,000 habitantes. Era el único sacerdote con 4 religiosas y 4 diáconos y unos 3,000 ministros o servidores. Los
ministerios o servicios eran 27 diferenciados… Los ministerios, la mayoría en
equipo, se repartían en ‘eclesiales, sociales y cívicos’…
c) En la ciudad había 8 sectores animados por un equipo de ministros. Luego
se podía visitar en carro a unos 30 poblados
con sus equipos de ministros. Finalmente visitaba una vez al año, a caballo, a
pie o en bote unos 90 caseríos
igualmente con sus equipos de ministros que se reunían todos los domingos y
preparaban todos los sacramentos.
d) Nació la necesidad de celebrar en
las Comunidades los principales días de la Semana Santa y en particular la cena del jueves santo. ¿Cómo hacer? Respuesta: ¿cómo
hiciera Jesús si estuviera hoy? Con los elementos comunes de una comida de
fiesta: chicha y tortilla o café y pan de yuca… ¿Qué decir? Recordar lo que
dijo e hizo Jesús… recordar también las comidas de hacían nuestros antepasados
mayas… recordar todas nuestras comidas… e incluir el lavatorio de los pies.
¿Quién va a presidir? El responsable de las celebraciones dominicales…
e) Y así se comenzó a hacer: la celebración de la Cena del Señor… no
sólo en Semana Santa, sino también en momentos especiales de la Comunidad: la
Navidad, la fiesta de la Comunidad, el aniversario de su fundación… con un
folleto orientador. Al comunicar esto al obispo, no hizo ningún comentario:
dejó hacer porque todo el Vicariato era organizado en una línea pastoral
liberadora con miras a y desde las CEBs.
f) ¿No será esto el inicio del
ejercicio bautismal del ministerio
sacerdotal desde los laicos de las CEBs? Una nueva forma de sacerdocio
reconocido, ‘ordenado’, confirmado y una nueva forma de celebrar la Eucaristía…
2. El ministerio del perdón
a) Varias veces, en la misma
parroquia, frente a la imposibilidad mía de atenderlos, unos agonizantes pidieron reunirse con el
equipo de ministros de la Comunidad para pedir
perdón y para que les perdonen o
les hagan ‘sentir el perdón de Dios’.
b) ¿Cómo hacer, qué decir, por quiénes? Resultado: Una celebración de
la palabra con tema del perdón por un “equipo de reconciliación”, la
‘confesión’ del agonizante o enfermo grave, el perdón del equipo imponiendo
juntos las manos y rezando el final del ‘yo confieso’, la unción con el óleo de
los enfermos por el animador de dicho equipo…
c) Esta práctica se multiplicó
rápidamente. Al enterrarse el obispo dijo: “Esto está prohibido por el derecho
canónico”. Respuesta mía: “Bueno, monseñor, usted se lo dirá personalmente al
consejo parroquial”. El obispo nunca se lo dijo (a lo menos mientras estuve de
párroco).
d) ¿No será esto el inicio de una nueva manera de vivir el sacramento del
perdón?
C. EL CASO DE LA RELIGIOSIDAD
POPULAR
a) Recordemos primero lo que dijo el
papa Juan Pablo 2° en su visita al Perú (Cusco) por el año 1985: “La
religiosidad popular puede ser liberadora”.
b) También se puede mirar la
religiosidad popular como el espacio sacerdotal -bautismal,
común- de los seglares (cada vez menos por la invasión y el control ejercido
por el clero). Es el lugar donde se relacionan directamente con Dios (y donde
Dios se relacionan directamente con ellos), donde se presentan como “ofrenda
agradable a Dios” (Romanos 12,1), donde expresan su espiritualidad laical como
profetas y profecía, sacerdotes y sacerdocio, y reyes-pastores y reinado de
Dios “bebiendo en su propio pozo” …
c) El desafío es cómo combinar
y unificar este ministerio sacerdotal de los seglares con los
anteriores analizados.
CONCLUSIONES
1. Tal vez hay que dejar
de pensar los sacramentos -en este caso, el sacerdocio y el perdón-
tales como existen actualmente.
2. Hay que valorizar la religiosidad popular
a su justo precio con todas sus implicaciones liberadoras y sacerdotales.
3. Reafirmarnos que las CEBs, como
Iglesia de los Pobres, inventamos una nueva forma de ser Iglesia en la base…
sin ya imponer esto a todos los bautizados, pero sí cuestionar con propuestas
alternativas la actual situación eclesiástica.
4. Profundizar el sentido cristiano-evangélico
del sacerdocio y del perdón, desde las prácticas de las CEBs.
5. Conocer, en otros países
latinoamericanos, las experiencias parecidas a las 2
presentadas aquí.
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