DE
MEDELLÍN A APARECIDA :
NOVEDADES
O las líneas
pastorales del papa
Francisco
Habiendo
escuchado al padre Pedro Trigo de paso por Guayaquil.
Guayaquil,
Pedro Pierre, mayo de 2018.
Siempre
son los acontecimientos sociales los que nos trajeron grandes novedades en la
Iglesia. Generalmente también estas novedades eclesiales tienen dificultades
para generalizarse. Es lo que pasa en nuestro continente. Para resumir digamos:
-
Con la reunión episcopal en Medellín, Colombia 1968,
nació una nueva manera de ser Iglesia.
-
Con las reunión episcopal de Aparecida, Brasil 2017,
nació una nueva manera de ser cristiano.
Esas
son las opciones con las que el papa Francisco se identifica plenamente,
llamándonos con insistencia a hacerlas realidad en nuestro continente.
A. ANTECEDENTES SOCIALES Y ECLESIALES
Los tiempos de cambios sociales exigen compromisos a los
cristianos y así provocan cambios eclesiales. Es lo que pasó en los años ’60.
Por todas partes se gestaban cambios sociales, espacialmente en Europa y en
América Latina.
En Europa, los movimientos de Acción Católica nacido de
la JOC (Juventud Obrera Católica) con el padre José Cardjin en Bélgica
permitieron el despertar y el compromiso de los jóvenes en la sociedad y en la
Iglesia. Estos movimientos de base preparaban sin darse cuenta el Concilio
Vaticano 2°, en particular gracias a su método de reunión y compromiso: ‘Ver,
Juzgar y Actuar’ desde los jóvenes de los sectores pobres de las grandes
ciudades.
En
América Latina despertaban los movimientos populares para un cambio de sociedad:
el triunfo de la revolución cubana en 1959 había prendido la chispa por todas
partes. En ellos muchos cristianos se hicieron presentes, hasta en los
movimientos guerrilleros. Sacerdotes y obispos se inquietaron y se reunieron
para entender lo que estaba pasando y cuál era la misión de la Iglesia en esta
realidad.
El
Concilio Vaticano 2°, de 1962 a 1965, permitió el expresar de todas estas
inquietudes, ponerse a la escucha de lo que estaba pasando, abrir nuevos
caminos y confirmar una Iglesia pobre y servicial, aunque los Documentos
finales se acercaban más a las preocupaciones europeas. La iglesia de América
Latina, mediante el CELAM (Consejo Episcopal Latino Americano), fue la única en
organizar una reunión episcopal continenal, la segunda, en Medellín (Colombia),
en 1968 para entender “la presencia de la Iglesia en la actual transformación
de América Latina”, tal como lo indica el lema de dicha reunión.
Para
el papa Francisco, las intuiciones y orientaciones del Concilio son sus
prioridades, haciéndonos entender que un Concilio es en la Iglesia la máxima
autoridad y el mayor acontecimiento eclesial del siglo 20.
B. EN MEDELLÍN NACIÓ UNA NUEVA MANERA DE SER IGLESIA
En América Latina, la década del ’60 fue de gran
efervescencia tanto en la sociedad como en la Iglesia. El despertar de los
pobres sacudía el desorden establecido. En la Iglesia nacían, entre los
cristianos pobres, las Comunidades Eclesial de Base (CEBs), siendo Brasil su
primera cuna en la década de los ‘50.
El Concilio llevaba la preocupación por los pobres pero
no profundizó en su problemática ni en las nacientes CEBs latinoamericanas. Las
intervenciones de los obispos latinoamericanas no lograron que esta
preocupación realizara el sueño del papa Juan 23 que había convocado el
Concilio: “La Iglesia es y deber ser la Iglesia de los pobres”. Pero unos 40
obispos mayoritariamente latinoamericanos sellaron su compromiso de vivir
pobremente y al servicio de los pobres, mediante “El pacto de las Catacumbas”.
Además se comprometieron a hacer una reunión latinoamericana para aplicar el
Concilio en América Latina.
En Medellín los obispos van con sus asesores que pasaran
a ser los teólogos de la liberación. Comienzan escuchando unas ponencias de los
obispos más relevantes de América Latina: Eduardo Pironio de Argentina, Pablo
Muñoz y Leonidas Proaño de Ecuador, Samuel Ruiz de México… sobre las inquietudes
pastorales del momento. Con otros, ellos son “los Padres de la Iglesia
Latinoamericana” e hicieron de Medellín el lugar de nacimiento de una nueva
manera de ser Iglesia: La Iglesia de los Pobres. De visita en Colombia, el papa
Pablo 6° inauguró dicha Conferencia Episcopal Latinoamericana y luego aprobaría
(por teléfono) sus conclusiones.
Por
todos estos motivos el Documento de Medellín son la cédula de identidad de la
Iglesia latinoamericana. ¿Cuáles fueron las líneas principales?
-
Análisis de la realidad: América Latina se encuentra en una situación de
empobrecimiento por la situación de dependencia frente a los países
industrializados.
-
Iluminación cristiana: Esta realidad de pobreza ‘clama al cielo’ y
constituye una ‘situación de pecado social’ que hay que combatir.
-
Compromisos:
La Iglesia hace una opción por los pobres solidarizándose con sus causas y
confirmando las nacientes CEBs como ‘primer núcleo de Iglesia’.
Tales
opciones encontraron enseguida mucha oposición tanto en la Iglesia como en la
sociedad. Los grupos eclesiásticos más tradicionalistas tildaron a los obispos
y sacerdotes mentores de Medellín como ‘comunistas. Los papas Juan Pablo 2° y
Benedicto 16 fueron sus máximos representantes. El gobierno de Estados Unidos
no tardó en enviar de visita al continente una misión liderada por el
millonario empresario Rockefeller para analizar lo que pasaba en la Iglesia y
orientar al gobierno para contrarrestar las novedades que podían ‘afectar los
intereses norteamericanos’. De allí nació el famoso ‘Documento de Santa Fe’
(California, EE.UU.) que programó la política exterior de Estados Unidos hacia
América Latina: las dictaduras sangrientas y los miles de asesinatos de
obispos, sacerdotes, religiosas y seglares afín de neutralizar la Iglesia de la
Pobres de América Latina. Notaremos que estamos con el ¡4° Documento de Santa
Cruz! Esto hace pensar que esta Iglesia de los Pobres sigue, por una parte,
viva en América Latina y, por otra, combatida por el imperio del norte…
Cuando su visita a Colombia, el papa
Francisco hizo de su discurso en Medellín una orientación sobre lo que debe ser
la Iglesia, conforme a los Documentos de la reunión del CELAM en 1968: “Nos
dejó la propuesta de una moral humanitaria que priorice la lucha contra la
desigualdad y la pobreza, como esencia de la construcción de una nueva
Colombia”.
C. EN APARECIDA NACIÓ UNA NUEVA MANERA DE SER CRISTIANO
La 5ª reunión episcopal latinoamericana se dio en 2,007
en Aparecida, Brasil. Monseñor Jorge Bergolio es su secretario general.
Abordaron la manera de ser “discípulos y misioneros de Jesucristo para que en
él nuestros pueblos tengan vida”. La gran novedad de Aparecida fue que se
confirmara las grandes orientaciones de Medellín: su método de trabajo, su
opción por los pobres, las CEBs, la conversión eclesial a Jesucristo y a la
misión, la liberación calificada de ‘auténtica e integral’… “mediante una fuerte
conmoción que impida (a la Iglesia) instalarse en la comodidad, el
estancamiento y la tibieza, al margen del sufrimiento de los pobres”. Hasta se planeó
una ‘Gran misión continental’ para tal propósito. Diez años después, nuestra
Iglesia sigue en general, por una parte, bastante ‘cómoda, estancada y tibia’
frente a la realidad de pobreza y, por otra, bastante indiferente al ‘remesón’
que representan las palabras y acciones del papa Francisco.
Aparecida marca el comienzo de una época centrada en los
bautizados, los ‘cristianos de a pie’, cuyo doble camino es, por una parte, el
‘discipulado’, o sea, el seguimiento de Jesús, y, por otra, la ‘misión’, o sea,
como dice el papa Francisco, siendo y haciendo una ‘Iglesia en salida, pobre y
para los pobres’. Los obispos y sacerdotes tienen que dejarse evangelizar por
los pobres…
Los
capítulos 7-8 del Documento de
Aparecida, relativos a la misión son los más significativos:
1.
“La Iglesia
precisa de una ‘fuerte
conmoción’.
2.
El cambio
afectará todas las instituciones eclesiales, comenzando por la parroquia.
3.
La pastoral social
es reforzada.
4.
Los desafíos
son la ecología y la pastoral urbana.
5.
Los que conviven con el mundo de los pobres son los que van poner este programa en práctica.
6.
Los futuros
discípulos misioneros capaces de cambiar la fisonomía de la Iglesia serán
laicos, misioneros
laicos.
7.
Se comenzará con
personas voluntarias decididas a entrar en una aventura, pero sin programa previo
ni gran formación porque el Espíritu les mostrará lo que deben hacer”
(José Comblin).
Por
las grandes tendencias tradicionalistas en la Iglesia y las grandes fuerzas
conservadoras al nivel social, el Documento de Aparecida no encontró gran
acogida en la institución eclesial y la ‘gran misión continental’ se quedó en
un bonito enunciado… Muchos jerarcas y clérigos esperan que la ‘tormenta’
levantada por el papa Francisco, secretario de la Conferencia de Aparecida
pase, afín de que todo siga como siempre…
En cuanto al papa Francisco, sabemos que,
“viniendo del fin del mundo”, lleva las huellas de una Iglesia latinoamericana,
capaces de transformar la Iglesia universal y acercarla a mensaje y a la misión
de Jesús.
CONCLUSIÓN: Hacia una Iglesia ‘laical’ o Iglesia de
los Pobres
El desafío está en el campo de los laicos y de los que
nos solidarizamos con ellos. La Iglesia es de los bautizados y todos somos
primero bautizados. El sacerdocio ordenado tiene que ponerse al servicio de la
misión bautismal de todos los cristianos: ser profetas, sacerdotes y
reyes-pastores, individualmente y en comunidad. Los sacerdotes tenemos que dar
el paso de “sacerdotes celebrantes a asamblea cristiana sacerdotal”, como ya ha
comenzado a hacerse realidad en varias partes de nuestro continente. El futuro
de la Iglesia está ligado, en gran parte, a este cambio estructural, tanto de
parte de los sacerdotes como de parte de los laicos: ser la Iglesia de los
pobres, apasionados de Dios y de los hombres… o nos iremos ‘muriendo sin pena
ni gloria’.
No se trata de ser sólo una “Iglesia pobre para los
pobres”, sino ser “la Iglesia de los pobres”. Al decir una Iglesia ‘para’ los
pobres, no situamos fuera de los pobres: Esto nos exige una mudanza hacia esta
Iglesia de los pobres. Aquella es de los mismos pobres (Lucas 6,21) y de los
que nos hacemos pobres y solidarios con ellos (Mateo 5,3). Son, como dijo el
teólogo José Comblin (Brasil), los que son pobres y optan por los pobres que
van a construir la Iglesia de los Pobres. Por allí va nuestro camino y nuestra
conversión. Esta es triple: en palabras, en hechos y en estructuras.
Estemos atentos al Espíritu que está trabajando en las
bases tanto de la sociedad como de la Iglesia: con los oídos puestos en estos 2
espacios tenemos que ser protagonistas de una Iglesia discípula, misionera y
celebrativa como también de una sociedad equitativa, fraterna y participativa.
“No temas, pequeño rebaño, porque al Padre de ustedes le agradó darles el
Reino” (Lucas 12,32). ¡Ayudémonos en todo esto!
Nota.
http://www.periodistadigital.com/religion/vida-religiosa/2018/05/14/arturo-sosa-sj-aboga-por-una-iglesia-laica-comunidad-de-comunidades-religion-iglesia-jesuitas-espana-general.shtml
No hay comentarios:
Publicar un comentario