viernes, 17 de noviembre de 2023

El Àrbol del Reino o el esquema de la Organizacon social

 ENTENDER LA ORGANIZACIÓN SOCIAL DE NUESTRO PAÍS

Pedro Pierre.

Tomemos el tiempo de analizar cómo está organizado nuestro país en lo económico, político, ideológico y ecológico-místico. Así podremos en entender mejor las razones de nuestra existencia, la manera de insertarnos mejor. Así podremos influir en la dinámica económica, política e ideológica de nuestro país para hacerlo mejor.

1. LA ORGANIZACIÓN ECONÓMICA EN NUESTRO PAÍS

              Ya en 1992 en su reunión de Santo Domingo (República Dominicana), los obispos latinoamericanos llamaban la atención a los cristinos: “En Pueblos de arraigada fe cristiana se ha impuesto estructuras generadoras de injusticia. La falta de coherencia entre la fe que se profesa y la vida cotidiana es una de las varias causas que generan pobreza en nuestros países, porque los cristianos no han sabido encontrar en la fe la fuerza necesaria para penetrar los criterios y las decisiones de los sectores responsables del liderazgo ideológico y de la organización de la convivencia social, económica y política de nuestros Pueblo”.

              Para entender cómo funciona la organización económica, digamos de entrada que la economía es la organización equitativa del compartir de bienes y riquezas para beneficio de todos los ciudadanos. La economía comienza cuando una persona decide producir algo. Por ejemplo, para sembrar maíz un campesino necesita una parcela de tierra, semilla, azadón o arado… Para construir una casa, un albañil necesita arena, piedra, cemento, tablas, pala, bailejo, sierra... Todo proceso económico necesita de 3 elementos básicos: el trabajador es el elemento indispensable, unas materias primas provenientes de la naturaleza y unas herramientas para facilitar el trabajo. Las actividades económicas desarrollan la producción, la extracción, la transformación, el comercio… Los frutos producidos por los trabajadores sobre la naturaleza benefician al sustento de la vida, las relaciones humanas, el desarrollo material y social, la creación de dinero… La regla de oro de la economía es el repartir y compartir equitativa para que cada uno tenga lo necesario para vivir dignamente.

              El desarrollo inadecuado de la economía produce las desigualdades y la pobreza y miseria. Una de la causa principal de esta situación inhumana proviene de la acaparamiento o propiedad privada. Unos pocos se adueñan de la tierra, de las herramientas, del trabajo ajeno y de sus frutos, Esta situación produce el antagonismo de dos clases opuestas: la de los ricos que son propietarios y aprovechadores, y la de los pobres que desposeídos y explotados. Eso es la causa principal del empobrecimiento de la mayoría de l población: Se impide a los trabajadores gozar de los frutos de la naturaleza y de su trabajo. Son excluidos de la organización de su trabajo y de las decisiones en las actividades de producción, transformación, comercio, dinero… Se les impone un proyecto social desigual. Esta organización injusta de la economía se estructuró mediante la ideología del liberalismo o libertad extrema que organiza la sociedad en torno a la acumulación de bienes y dinero en unas pocas manos: Esa es la organización capitalista que cierra el camino a una vida digna, una organización social armoniosa y un desarrollo respetuoso de la naturaleza.

              Frente a esta situación de injusticia siempre ha habido protestas, alternativas y propuestas económicas para el respeto de las personas, los derechos humanos y de la naturaleza. La experiencia de los pueblos indígenas, la historia del pueblo de la Biblia, el testimonio de muchos pensadores y el ejemplo de varios países nos dan elementos y caminos para organizar la economía de manera más conforme a dignidad del ser humano, a la convivencia social y el respeto a la naturaleza.

              Los Pueblos Indígenas de todo el continente tienen otra manera más comunitaria de organizar la economía que se inspira en su cosmovisión y su práctica milenaria del ‘Bien Vivir’ o ‘la Tierra sin Mal’. El Pueblo más avanzado en este sentido es el de los Zapatistas en el Chiapas, México. Tienen la propiedad colectiva de la Tierra, el trabajo es de todos para el servicio de todos, la repartición de su frutos es equitativa y la armonía con la naturaleza facilita la salud corporal, mental y social.

              La historia del Pueblo de la Biblia nos da valiosas aportaciones para una vida más justa y fraterna. Abraham y Sara y luego Moisés y Miriam tenían tres principios básicos: la libertad, o sea, no ser esclavos ni esclavizar a nadie, la equidad, o sea, el repartir equitativo de los frutos de la tierra a cada familia sabiendo que la tierra familiar no se compra ni se vende, y la fe en un Dios liberador con ellos.

              Jesús de Nazaret retomó el proyecto de Abraham y Moisés, llamándolo el ‘Reino de Dios’ que es, según su primer discurso en su pueblo de Nazaret “buena noticia para los pobres, liberación de los cautivos (por las deudas), de los ciegos, de los cojos y proclamación del Año de la Gracia del Señor”, o sea, la devolución de la tierra a cada familia.  Jesús condenó la acumulación de bienes y nos orientó para la buena utilización del dinero: “¡Con ese maldito dinero háganse amigos!” Para continuar la misión de Jesús, los primeros cristianos ponían sus bienes en común para que no haya ningún necesitado entre ellos. San Pablo lanzaba: “¡El que no trabaje no coma!” Y el apóstol Santiago reclamaba a los ricos por los malos salarios.

              La conclusión es que el problema de nuestro país no son los pobres, sino los ricos que empobrecen a los demás. Por eso el papa Francisco es sumamente claro y duro en contra del sistema neoliberal: “Hoy tenemos que decir ‘no’ a esa economía que mata… !No a una economía de la exclusión! ¡No a la nueva idolatría del dinero! ¡No a un dinero que gobierna en vez de servir! ¡No a la desigualdad que genera violencia… Hoy todo entra en el juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil”.

              En las próximas elecciones elijamos a personas capaces de enfrentar las estructuras económicas que generan pobreza. Esta situación de pobreza, según dijeron nuestros obispos latinoamericanos en Puebla (México, 1979) “no es una etapa casual, sino el producto de situaciones y estructuras económicas, sociales y políticas... que producen ricos cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres”.

2. LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA EN NUESTRO PAÍS

              Veamos el aspecto político diciendo de entrada que es la organización armoniosa del convivir nacional. El papa Francisco nos aclara sobre el asunto cuando dijo a las organizaciones sociales en Bolivia (2015): “La política no es un asunto de los ‘políticos’… Está fundamentalmente en manos de los pueblos, en su capacidad de organizarse y también en sus manos que riegan con humildad y convicción este proceso de cambio”.

              Esta reflexión del papa Francisco nos invita a diferenciar la política como servicio del Bien Común de la ‘politiquería’ de la mayoría de nuestras autoridades elegidas que utilizan su puesto para enriquecerse descaradamente. Mientras no saldremos de esta generalización cómoda para no implicarnos más, diciendo: “La política es sucia”, seguiremos cómplices de la corrupción de los malos políticos e indiferentes para un cambio en nuestro país.

              Recordemos primero que la organización política nos incluye a todas y todos por ser parte del mismo país, y no sólo los que participan de las estructuras nacionales y locales. El Estado, apoyado por la policía y el ejército, está conformado por 5 poderes encargados de velar por la convivencia ciudadana: el legislativo con 137 asambleístas; el ejecutivo con el presidente, el vicepresidente y los ministros; el judicial con jueces, fiscales, Defensorías, Corte suprema y Corte Constitucional; el social con el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social; y el electoral con el Consejo Nacional Electoral y el Tribunal de Contencioso Electoral. Nos guía y obliga a todas las y los ciudadanos la Carta Constitucional que la ley suprema de la nación: Por ejemplo, expone nuestros derechos en 72 artículos y los defiende si los conocemos y así lo exigimos. Si funcionaran adecuadamente, estos distintos espacios políticos defenderían nuestra dignidad, colaborarían a nuestro bienestar y  conformaríamos una democracia participativa para nuestro beneficio general.  Las organizaciones sociales, como dice el papa Francisco, serían el medio para logra más democracia, porque ésta consiste en expresar nuestras mayores necesidades, incidir sobre los métodos a utilizar para resolverla, participar en la realización de los proyectos, controlar y fiscalizarlos resultados.

              El Pueblo de la Biblia durante la travesía del desierto organizó la participación de su gente mediante grupos para que tomaran decisiones afín de resolver los problemas que surgían entre ellos. Eso se llama la subsidiaridad que hace la democracia más efectiva. Una vez en Canaán-Palestina en tiempo de ‘Los Jueces’, tuvieron un gobierno colectivo compuesto de los líderes de las 12 tribus, llamados ‘Jueces’ o ‘Sabios’. Las decisiones que concernían a todos se tomaban en Asambleas generales de las tribus. Según el biblista brasileño Carlos Mesters, ‘Los Jueces’ o Líderes de las tribus seguían unos 7 principios políticos: 1. La igualdad y equidad se fundamentaban en la hermandad por ser todos hijos del Dios de Abraham y Sara. 2. La tierra era de Dios que la regalaba a cada familia, por eso no se compraba ni se vendía. 3. La organización descentralizada comenzaba por los clanes que eran unión de familias y las 12 tribus que eran uniones de clanes. 4. Las leyes que daban identidad se resumían en 10, llamadas los ‘10 mandamientos’: Era su Carta Magna que defendía la organización igualitaria. 5. La educación llegaba a todas las familias mediante una escritura simplificada. 6. La defensa contra los invasores de tierra era la tarea de los varones adultos que se unían al nivel de la tribu y entre tribus cuando era necesario. 7. Los sacerdotes no tenían propiedades: Vivían del diezmo (10% de lo que las familia producían en el año) y celebraban la memoria del éxodo de Egipto para mantenerla viva. Pero la llegada de los reyes por el año 1.000 antes de Cristo destruyó esta organización participativa. Los Profetas y los Sabios se encargaron de mantener vivo el proyecto de Moisés y Sara.

              En su tiempo Jesús criticó continuó en la línea de los Profetas y los Sabios: Criticó duramente las autoridades de su tiempo tanto judías como romanas: “Los que se consideran jefes de las naciones actúan como dictadores, y los que ocupan cargos abusan de su autoridad. Pero no será así entre ustedes. Por el contrario, el que quiera ser el más importante entre ustedes, debe hacerse el servidor de todos.” Por seguir a Jesús y mantener su organización fraterna e igualitaria, los primeros cristianos tuvieron que enfrentar las persecución del imperio romano esclavista: Lo calificaban de “bestia” que terminó vencida.

              Hoy las alternativas al impero del neoliberalismo existen, por ejemplo, gracias a la resistencia y protagonismo de los Indígenas del continente. Par ellos, según su cosmovisión del Bien Vivir, el consenso comunitario es superior a la democracia. Nos enseñan también que una vida individual y colectiva respetuosa de la naturaleza y seguidora de su sabiduría es fuente de la armonía y de la justicia social.

              Es bueno recordar una frases llamativas sobre la política. Ya en 1927, decía el papa Pío 11°: “La política es la forma más elevada de la caridad”. El gran profeta brasileño, monseñor Pedro Casaldáliga, proclamaba: Si yo no me implico en política, no me implico en justicia ni en amor fraterno”. Y monseñor Desmond Tutu, obispo anglicano de África del Sur, se sorprendía: “No sé qué Biblia están leyendo quienes dicen que la Biblia no tiene dimensión política”. Concluyamos con el papa Francisco: “Al no atacar las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo… La inequidad es raíz de los males sociales”. En su carta “Todos somos hermanos y hermanas” nos indica los 4 caminos para lograr la meta del Reino que es la Hermandad universal: “La fraternidad sin frontera, la amistad social, el amor político y una espiritualidad liberadora”.

              Actualmente en nuestro país los movimientos sociales son los espacios más adecuados para entender la política, confirmar los partidos y su candidatos, y encontrar los caminos participativos para transformar realmente la organización de nuestro país. ¿Cuándo saldremos de nuestro individualismo, consumismo y pasivismo para ser actores del país que soñamos y necesitamos?

3. LA ORGANIZACIÓN IDEOLÓGICA EN NUESTRO PAÍS

              Hay distintas maneras de organizar la economía y la política de un país. Eso es el aporte de las ideologías, o sea, las diferentes presentaciones de los proyectos y pensamientos que han surgido a lo largo de la historia. Vamos a descubrir dónde se difunden las ideologías y qué tenemos que ver con ellas como ciudadanos. Así podremos aprender unos de los otros, de nuestras organizaciones, de los pueblos indígenas, de las religiones. Eso nos permitirá, por una parte, crecer mejor como personas y como sociedad y, por otra, aportar nuestra parte e influir sobre la manera de transformar nuestro país. Las ideologías están al servicio de la sabiduría, o sea, del arte de vivir dignamente y convivir armoniosamente.

              Las ideologías se desarrollan en 5 espacios diferentes: la educación escolar, los medios de comunicación, la cultura, los partidos políticos y las religiones. Miremos primero cuál es la función de cada uno de estos espacios. La meta de la educación escolar es capacitarnos para entender quiénes somos los humanos, a qué estamos llamados, cómo comportarnos colectivamente y que podemos aportar a la sociedad y al mundo en que vivimos. Los medios de comunicación están para informarnos correctamente, ayudarnos a pensar por nosotros mismos, darnos a conocer las bellezas de nuestro mundo y las sabidurías de las civilizaciones, recrearnos… La cultura es el conjunto de las diversas expresiones de los pueblos que conformamos un país y la humanidad entera. Aparecen en la música, el arte, la pintura, la escultura, la danza, los escritos, el teatro, el cine, la radio, la televisión… Colaboran a nuestro desarrollo individual y colectivo. Los partidos políticos están para darnos a entender cómo funciona la sociedad y cómo incidir en ella tanto en lo político como lo económico. Los partidos políticos son los frutos y la prolongación de nuestras organizaciones sociales y populares: Así son los portavoces de nuestras necesidades, nuestras ideas y nuestras propuestas. Las religiones encarnan la dimensión espiritual de las personas, la trascendencia de la vida, lo absoluto del amor que se expresan mediante ritos, liturgias, devociones y símbolos al nivel individual y colectivo: Así colaboran a nuestro desarrollo integral y a nuestra humanización plena.

              Podríamos resumir a 3 las grandes ideologías de nuestra época. Dos son originarias de Europa. Estas privilegian la persona en su dimensión individual. Una es el liberalismo que originó el capitalismo: Antepone el lucro ilimitado sobre las personas mediante la libertad total del comercio. Otra es el socialismo orientado al desarrollo social más igualitario. Promovió el comunismo y el marxismo; este último fue antireligioso por ser el catolicismo unido al capitalismo. La tercera ideología proviene de los Pueblos originarios de Abya Yala. Es la del ‘Bien vivir y convivir’: Prioriza la Comunidad sobre las personas y está al servicio de ellas. El ‘Bien vivir y convivir’ se aproxima a la ideología africana del ‘Ubuntú’ que proclama: ‘Juntos crecemos mejor: Yo existo y yo soy gracias al otro, a los otros y a la naturaleza’.

              Lastimosamente la ideología capitalista vigente lo está trastornando todo por su afán de llevar una minoría de personas a acumular dinero para su bienestar material en perjuicio de las demás dimensiones humanas y a costa del empobrecimiento generalizado y de la destrucción de la naturaleza. Por eso la educación escolar no profundiza en nuestra identidad ni en nuestra misión; los medios de comunicación nos engañan y nos hacen pasivos, sumisos y agresivos; la cultura se transforma en modas pasajeras y superficiales; los partidos políticos se apartan de las organizaciones sociales y nos manipulan, y las religiones nos encierran en lo individual y lo exclusivamente espiritual. Hemos dejado que la globalización planetaria del capitalismo nos ahogue y lo destruya todo con su saqueo de las materias primas y su dominación mediante la represión y las guerras, con sus consecuencias catastróficas: hambrunas, empobrecimiento, calentamiento global, migraciones y muertes masivas.

              Los Pueblos originarios resumen su ideología en 3 deberes: No mentir, no robar y no ser ocioso, y 4 principios: la educación integral es la madre de la sabiduría, la comunión con la naturaleza trae la salud corporal, mental y social, la complementariedad es la fuente de la paz y la energía espiritual alimenta la vida y la fraternidad. El Pueblo de la Biblia tiene 10 mandamientos que son el resumen de su Carta Magna: 1. Dios primero, porque es la fuente de la vida y de la Comunidad. 2. No representa a Dios porque no es a tu imagen. 3. No adora otras divinidades porque no te pueden hacer feliz. 4. No utiliza a Dios para justificar la injusticia. 5. Respeta el sábado porque te recuerda que no eres esclavo de nadie. 6. Respeta a tus padres y a los padres y madres de la Comunidad. 7. No mata porque no eres dueño de la vida. 8. No comete adulterio por respeto a tu mujer. 9. No roba porque te apoderas de la vida de otros. 10. No ambiciona lo de los demás si tienes lo necesario.

              Jesús retomó el proyecto de sus antepasados asentándolo en el protagonismo de los pobres. Lo llamó este Movimiento hacia la fraternidad universal el Reino de Dios: “¡Felices los pobres y los que tienen el espíritu de los pobres porque de ellos es el Reino de Dios!” En continuidad con Jesús, los obispos latinoamericanos retomaron el objetivo del papa Juan 23: “La Iglesia es y debe ser la Iglesia de los pobres” y la invitación del papa Pablo 6°: ‘La Iglesia tiene el deber de anunciar la liberación de millones de seres humanos; el deber a que nazca esta liberación, de dar testimonio de la misma, de hacer que sea total. Todo esto no es extraño a la evangelización”. Por eso, en el Documento de su reunión latinoamericana en Puebla escribieron: “Invitamos a todos, sin distinción de clase, a aceptar y asumir la causa de los pobres como si estuviesen asumiendo su propia causa, la causa misma de Cristo.” Y en el de Santo Domingo (República Dominicana): “La dedicación de muchos laicos de manera preferente a tareas intraeclesiales y una deficiente formación política les privan de dar respuestas eficaces a los desafíos actuales de la sociedad”.

              Trabajemos para que la educación escolar nos haga solidarios unos de otros; los medios de comunicación respeten la verdad; las culturas nos vuelvan creativos. Integremos organizaciones sociales y partidos políticos y hagamos que  las religiones sean espacios de expresión y participación para todas y todos. Así desde nuestras sabidurías aportaremos a la construcción de un país más inclusivo, equitativo y pluricultural.

4. LA MÍSTICA O ESPIRITUALIDAD DE CIUDADANOS CONSCIENTES ESTÁ EN LA ECOLOGÍA INTEGRAL

              Después de haber analizado la organización económica, política e ideológica de nuestro país, nos detendremos hoy en la mística que nos habita a todos para darle el espacio que se merece en nuestra vida y al servicio de la sociedad. Digamos de entrada que la mística es energía, fuerza de vida, amor y comunión para lograr la verdadera felicidad. Para alcanzar los cambios necesarios sin desanimarnos es necesaria una mística que nos alimenta desde dentro como fuente inagotable de creatividad y sabiduría tanto en lo personal como en lo colectivo y estructural.

              La mística es a la vez nuestra fuerza vital, nuestro impulso amoroso, nuestro deseo de armonía con la naturaleza y el cosmos, y nuestro empeño de comunión con esta energía vital que todo lo sostiene y transforma progresiva y positivamente. Esta energía vital y amorosa, anida en cada uno de nosotras y nosotros, como también en las sabidurías, los cultos y las religiones de los pueblos, en particular de los indígenas, los negros y los pobres dignos.

 Volvamos al corazón de cada religión, o sea, a su mística o espiritualidad. Para los Indígenas, somos una sola unidad de vida y amor con la naturaleza y el cosmos porque Dios está en todo y en todos; entre los Indígenas la Comunidad es primera y al servicio de todos. Para los Negros la fiesta es el encuentro privilegiado con Dios porque es celebración de la fraternidad, la igualdad, el compartir y la alegría. Para los cristianos el Dios de Jesús es padre y madre; su particularidad es que ama a todos, pero da prioridad a los pobres porque son víctimas inocentes del empobrecimiento generalizado; por eso el Reino arranca desde los pobres y desde las y los que se hacen pobres con ellos.

              En las primeras páginas de la Biblia se nos da una visión global del proyecto de sociedad del Pueblo de Jesús, que él llamó el Reino. Este proyecto lo simbolizaremos con un árbol: el Árbol de la Vida en plenitud.

 

              Dios, como nombre de esta fuente original, está a la raíz de todo el cosmos, o sea, de todo lo que existe. Al crear, Dios comparte lo que es: vida, amor y comunión o comunidad, mediante una creación continua.

Por él y a su imagen, surge la armonía que es un dinamismo de continuidad y progreso del cosmos. Eso es el campo de la ecología integral que nos invita a apoyar este doble proceso de vida: continuidad y progreso. La maldad está en desviarlo o destruirlo. Todo esto es nuestra mística o espiritualidad.

              Luego surgen los 4 elementos y después los vegetales y los animales. Esto es la naturaleza cuyos bienes están para el compartir y el beneficio de todos. Eso es el campo de la economía, o sea, la organización del compartir equitativo de los bienes naturales y producidos. La maldad está en su acumulación.

              Luego surge la humanidad, varones y mujeres, cuyo destino es el convivir. Esto es el campo de la política, o sea, de la organización de convivir armonioso entre las personas y los grupos étnicos de una nación. La maldad está en la dominación de unos sobre otros.

              En los seres humanos está la consciencia de la sabiduría del cosmos que usamos para expresarnos de múltiples maneras y así enriquecernos entre todos y todas. Esto es el campo de las ideologías, o sea, de la organización de las distintas propuestas para dinamizar la economía y la política. La maldad está en el engaño.

La misión de todo ser humano, o sea, su identidad, es colaborar al crecimiento de la vida, del amor y de la comunidad. Los cristianos nos identificamos con esta misión y este proyecto que Jesús llamó el Reino, es decir la realización del sueño de Dios, que es también el sueño del Universo.

Todas las sabidurías de nuestro planeta nacen de la mística que habita el universo desde siempre: Se trata de una Ecología integral que todo lo abarca. Nos toca identificar esta mística nuestra y desarrollarla a servicio de una vida plena, una sociedad fraterna y una felicidad satisfactoria para todas y todos. Esta sabiduría está en cada uno y cada una de nosotras y nosotros, lista para encarnarla en las realidades que nos rodean. Es la comunión de estas sabidurías que nos hará verdaderamente felices.

 Que nos animen las palabras del papa Francisco en su recién viaje a Mongolia: “Todos somos nómadas de Dios, peregrinos en búsqueda de felicidad, caminantes sedientes de amor” … mientras nos confirma en nuestro  compromiso político : “La vocación más noble de la persona humana es la política. Formemos a nuestros jóvenes para que sean políticos, en el sentido más amplio de la palabra”.

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